divendres, 29 d’abril del 2011

Gürtel y las tonterías de Aguirre.

Esta campaña electoral promete. Está empezando bajo el signo de la omnipresente Gürtel. La misma dirección nacional lo propició al santificar la lista de Camps, plagada de presuntos corruptos formalmente imputados en procedimientos judiciales, con el propio Camps, el Curita, a la cabeza. Por cierto, hace ahora un año Aznar aseguraba en Sevilla que el PP tiene que seguir siendo incompatible con la corrupción, lo que en los esquinados razonamientos aznarinos quiere decir que antes lo era. Sin embargo, las actividades de la Gürtel comenzaron bajo mandato de Aznar como se prueba con la famosa foto del famoso Correa asistiendo a la famosa boda de El Escorial. Y, si no había entonces corrupción en el PP, ¿qué pintaba allí el de la pastuqui?.

Había Gürtel en tiempo de Aznar y hay Gürtel hoy sin que nadie pueda impedir que sea el eje central de la campaña porque las noticias se suceden sin parar: tras la decisión de los tribunales valencianos llega ayer la de que los tres diputados autonómicos del PP en Madrid imputados en la Gürtel, entregan sus actas... a veintidós días de las elecciones en las que no iban a salir porque no eran candidatos. En realidad la dimisión es una maniobra dilatoria más del procedimiento. Los tres pierden el aforamiento y el caso ha de ir a otra instancia judicial.

Por más que el PP parece haber impartido la consigna, no hay modo de ocultarlo. El cadáver de la Gürtel está destruyendo a pasos agigantados sus posibilidades electorales. Entre inauguración e inauguración Esperanza Aguirre ha presentado las listas del PP por Madrid (que es otra forma de inaugurar), jactándose de que están limpias de gürtélidos. Con lo cual pone en evidencia a Camps y a su valedor Rajoy, que llevan una lista en Valencia con diez u once imputados. Pero, además de ser una declaración vitriólica para Camps, es falsa porque, si bien las listas del PP no contienen candidatos directameente gürtelianos, incluyen a otros diez imputados por otros motivos, pero siempre casos de presunta corrupción. Pillada in fraganti, Aguirre aclara que sí, hay algunos imputados en las listas del PP, pero lo están por tonterías. Si el cohecho, la malversación de fondos, la prevaricación son tonterias, ¿qué será serio? ¿atraco a mano armada? ¿violación y secuestro? Y eso sin contar a los implicados en la gestapillo, que es como un Watergate celtíbero, y la Fundación Fundescam, presidida por Aguirre y cuyas cuentas son un misterio más impenetrable que el de la transubstanciación.

En efecto, no hay modo de ocultar la Gürtel que, como el hombre del saco, está siempre llamando a la puerta. Pero no será porque los estrategas de la derecha no tengan recursos para acallar los debates, generalmente consistentes en decir barbaridades que ponen en cuestión las normas no escritas de corrección democrática, la buena educación, en definitiva. Son las cortinas de humo famosas que la derecha acusa permanentemente al Gobierno de estar utilizando para no hablar de lo que realmente importa, que es el paro.

La derecha ejerce la oposición en la calle y en los medios. Su eco parlamentario es normalmente nulo pues siempre se queda aislada en el Congreso de los diputados, como en la última ocasión en que la Cámara ha rechazado la petición de comparecencia de Rubalcaba para hablar de las actas de ETA. No aceptando un "no" por respuesta el PP se apresta a llevar al Congreso igualmente su intento de linchamiento moral de Ana Pastor y su ataque a RTVE. Maria Dolores de Cospedal, la niña de la Rollona, afirma que ella dice lo que quiere, no lo que quiera la periodista, como si ese hubiera sido el caso y no el hecho de que la entrevistada se largó una diatriba contra RTVE acusándola de falta de imparcialidad.

A ese argumento presta ahora su apoyo su subordinada, la vicesecretaria general del PP, Ana Mato, quien afirma con todo desparpajo que nunca en la vida he visto tanta manipulación en TVE. Claro que lo que esta señora ve y no ve es cosa misteriosa. Por ejemplo, ve la manipulación de TVE pero no ve un Jaguar en su garaje, al parecer servido a su esposo por la prestigiosa firma Gürtel. Así que tampoco es de extrañar que no viera a Urdaci tartamudeando unas siglas o los dos gabinetes de propaganda del PP que pagamos todos los españoles y se llaman Telemadrid y Canal 9, en Gürtelandia. Afirma la vidente selectiva Mato que el PP va a privatizar las teles autonómicas. Sin duda, y luego otorgarán las licencias a los amigos políticos, como hizo Esperanza Aguirre en Madrid, la ultraliberal que se opone a toda intervención pública en el mercado. Además de estar todos pringados de Gürtel hasta la cejas, siguen en su estilo: no hay vez que hablen que no mientan.

(La imagen es una foto de Chesi - Fotos CC, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 28 d’abril del 2011

El ataque a RTVE y la Gürtel

Lo dicho, a bronca diaria hasta el 22 de mayo. La brigada pesada carga contra todo lo que luce. Policías, jueces, médicos, la radiotelevisión pública. Da la impresión de que la derecha no calibra bien el deplorable efecto que estas demasías tienen en la gente que, en su gran mayoría es moderada, o sea, que rechaza los excesos y, sobre todo, los abusos. Esta especie de linchamiento moral que la derecha quiere perpetrar en la periodista Ana Pastor tiene la peor prensa del mundo porque, aparte de convertirla en una adalid de la libertad de expresión, hace que la profesión periodística cierre filas en defensa de una de las suyas que, además, tiene un excelente currículum.

De todas formas aunque las acusaciones tienden a ir a lo personal y a ser bastante desagradables, Pastor debe tener en cuenta que no se trata de ella. El PP atacaría a cualquiera que ocupase su puesto porque el ataque es instituciónal, a la radiotelevisión pública. Es a la idea misma de la objetividad e imparcialidad de los medios. Todo lo que no sea estar al servicio incondicional de sus intereses le parece al PP una falta de profesionalidad. Repasando el vídeo de la discusión habida en el programa de Los desayunos de Ana Pastor puede detectarse en la mala uva de Cospedal una intemperancia, un desabrimiento hacia una profesional que estaba haciendo su trabajo de modo impecable delatores de una actitud de clase que la gente capta enseguida. Por eso es tan valiosa la templada declaración que publica la periodista en su blog (en la imagen), expresando cuáles son sus móviles y dejando así en claro la diferencia que hay entre una periodista que hace un trabajo de calidad y una cuadrilla de energúmenos que sólo busca armar alboroto cada vez que un profesional no se allana a sus intenciones y distingue entre los intereses generales y los de un partido.

En el fondo, el problema es siempre el mismo: que no se hable de la Gürtel después de que los tribunales hayan tomado otra medida que acerca más a Camps al banquillo al admitir que pueda ser procesado con los jefes de la trama a la que presuntamente favoreció con claro quebranto de los intereses públicos. Esas son cosas que la gente entiende muy bien y que prefiguran una situación que a nadie sorprendería: ver a Camps procesado con Correa. Para evitar las lógicas habladurías sobre esto así como cualquier otro factor que pueda enturbiar la placidez del triunfo electoral del PP se cuestiona la radiotelevisión pública (aunque nunca había sido mejor en democracia, al menos si se compara con la zahúrda que montó Aznar en tiempos del inenarrable Urdaci), se cuestiona la profesionalidad de la policía o los jueces; lo que haga falta. Y que se ande con ojo el Rey con ese aspecto de progre que se está echando que también puede llegarse a cuestionar la pertinencia de la Corona si no está incondicionalmente al servicio de la derecha.

dimecres, 27 d’abril del 2011

Premio a un saber impenitente.

El Centro de Investigaciones Sociológicas ha otorgado el Premio Nacional de Ciencia Política y Sociología a Carlos Moya. Fue un acto espléndido, puntual, bien organizado, en un salón del hotel Wellington, grande pero acogedor. Presidió la infanta Cristina que, licenciada en la materia, ha presidido anteriores entregas del galardón. Con ella se sentaban Ramón Jáuregui, ministro de la Presidencia y Ramón Ramos, presidente del CIS. Había lleno absoluto, prueba de que la profesión respeta, admira y quiere a un maestro. Eso se respiraba allí. Un tributo a una vida dedicada a la tarea intelectual y sólo intelectual.

La laudatio estuvo a cargo de Salvador Giner quien trazó una semblanza del premiado a través de una larga vida de comunicación que han mantenido. Lo hizo de un modo muy distendido, con frecuentes acotaciones al margen, gestos de complicidad con el auditorio con gran parte del cual se comparten claves metalingüísticas como ese término de la situación en referencia al régimen anterior. Las raíces críticas de la Sociología se afirmaron rotundamente cuando Giner dijo que hablar de Sociología crítica era ser redundante. Después valoró con agudeza y compenetración la obra de Moya. Hubo comentarios para el poder económico, la ciudad y el Leviatán y hasta para las últimas indagaciones del premiado sobre el Islam, poniendo en relación La guerra santa y el teorema de Ibn Jaldún con el atentado de las torres gemelas. Fue una estupenda laudatio.

Después Moya disertó sobre Moya y lo hizo de un modo tan auténtico que resultó conmovedor. Al menos para mí. Dado que Giner ya había hablado sobre él, él decidió hacerlo sobre otros y donde alguno se hubiera lanzado a explicar al mundo la importancia de su obra, Moya habló de sus maestros. Es decir hizo su biografía intelectual. Lo vimos en Berlín con René König y luego en Madrid en el departamento de Ruiz Giménez, en donde trató con quienes fueron luego ilustres pensadores o personalidades de la vida pública, como Peces Barba, Elías Díaz, Raúl Morodo o Luisón García San Miguel. Casi sale la generación entera. Pero sus maestros, aquellos de los que se considera discípulo son Nicolás Ramiro Rico y Francisco Murillo Ferrol de quienes habló con detenimiento y mucho cariño para delectación de la concurrencia. Y entre sus maestros, en un ejercicio de memoria histórica, mencionó en primer lugar a su padre, profesor de literatura, activista de La barraca, encarcelado primero y depurado después por un régimen en el que, como dijo uno de los dos oradores, se había nombrado sucesor del dictador al príncipe Juan Carlos. Bendito aquel que puede tener maestros que son padres y padres que son maestros.

Me llamó la atención la coincidencia. Al fin y al cabo la Sociología crítica se había hecho en gran parte en lucha contra la dictadura que se hizo suceder con la monarquía a la que representaba allí la Infanta, hija del nombrado. En qué frágiles equilibrios se basa la convivencia civilizada de las gentes. Nada que objetar excepto al hecho algo peculiar de que la Infanta haya de ir acompañada por un joven oficial uniformado del ejército de tierra que ejerce de secretario. Yo pondría en estos menesteres personal civil. Los militares están para otra cosa.

En fin, un acto estupendo. Ramón Jáuregui, que es hombre reflexivo, abordó el problema de la mala imagen de los políticos en la democracia y, al estar entre especialistas, pidió teorías, recomendaciones. Claro que, como a continuación negó a las ciencias sociales el carácter de ciencias exactas, abrió así a los políticos la posibilidad de participar en la elaboración de esas teorías y propuestas. E hizo muy bien porque la política es eso, diálogo y comunicación de todos con todos, en un clima de respeto y concordia. Luego ya se verá lo que sale.

La Infanta también lo bordó, con mesura y discreción. Se echó en los brazos de Ortega, valor seguro, y expuso en una cita el contenido esencial del raciovitalismo orteguiano no sé si en entera concordancia con el lugar cuando, por medio de don José, se recordaba a los científicos asistentes que si la ciencia es importante, más lo es la vida. Gris, querido amigo, es toda teoría; verde el árbol dorado de la vida, dice Mefistófeles. Claro que la ciencia está en la vida y la teoría en el árbol dorado. Pero no sé si eso preocupará a la Infanta. Imagino que le basta con ser joven.

Enhorabuena, Carlos. Fue emocionante.

(La imagen es una foto de UNED, bajo licencia de Creative Commons).

La niña de la rollona.

Suele ser imposible entender las declaraciones de María Dolores de Cospedal en términos de estricta racionalidad. Da la impresión de que habla a tontas y locas (aunque siempre con aviesa intención), que jamás cree que deba demostrar algo de lo que dice, que desconoce la realidad de la que habla y no se siente responsable de ello. Pero habla en nombre del PP. Habla en nombre del PP una persona que actúa como un niño testarudo, un spoiled child, que dicen los ingleses; esto es, por tratarse de una persona mayor, una niña de la rollona que, según el DRAE, es: "Persona que, siendo ya de edad, tiene propiedades y modales de niño".

En la canícula de 2009, Cospedal afirmaba que el Gobierno ha ordenado espiar a dirigentes del PP. No tenía ni una prueba y se negó a comparecer en el acto de conciliación en los juzgados a causa de una querella. En 2010 elevó a categoría el mero chismorreo del año anterior y sostuvo que el Gobierno estaba convirtiendo España en un Estado policial. Misma inexistencia de pruebas y misma incomparecencia en sede judicial. Es decir, la señora dice lo primero que se le pasa por la cabeza suficientemente insultante para el Gobierno pero no se responsabiliza de lo que dice. Ni cree que deba demostrarlo. Como los niños: la prueba de que algo es verdad es que lo han dicho ellos.

Con estos mismos fundamentos Cospedal acusa al Gobierno, a coro con los otros tenores del PP, de estar negociando con ETA. Y, no bastándole con ordenar a la realidad cómo tiene que ser, aventura vaticinios contundentes como que después de las elecciones de veintidós de mayo Zapatero subirá los impuestos. ¿Fundamento de tan angustioso augurio? Que "lo dice todo el mundo". Elemento tan probatorio como lo que se dice en la peluquería.

La empecinada rabieta de Cospedal en los desayunos de RTVE en contra de la radiotelevisión pública resulta asombrosa y algo irritante no sólo porque al escucharla uno no puede dejar de



pensar en que habla alguien que tiene dos televisiones, Canal Nou y Telemadrid, que son dos máquinas de agitprop del PP a un coste altísimo para el erario público y con una audiencia mínima; no sólo por eso, digo, que al fin y al cabo es el pobre argumento del "y tú más". El asombro y la irritación surgen cuando Cospedal deja claro que, como siempre, lanza las acusaciones de parcialidad, falta de objetividad, etc sin una sola prueba, ni un mero indicio. La razón vuelve a ser que "lo dicen todos". En este caso, "todos", la peluquería, es el PP que, según ella misma reconoce, tiene en marcha una campaña de acusaciones contra RTVE. No presenta una sola propuesta; es desprestigiar por desprestigiar; atacar como mecanismo de defensa; no sabe de lo que habla. Por no saber, no sabe ni a quién habla. Afirma que sus cuatro contertulios son empleados de RTVE, dando a entender, como siempre aviesamente, que trabajan para el amo (¡la dirección política!), siendo así que cuando menos dos de ellos son ajenos a RTVE: Esther L. Palomera, de La Razón y Miguel Ángel Liso, del Gupo Zeta. No me consta en el caso del tercero. Pero da igual porque bien se ve que no se trata de plantear problemas reales sabiendo de qué se habla y con quién se habla, sino de encender hogueras como sea para que no se plantee el caso de la Gürtel.

Sobre la Gürtel, mañana, que lo lleva claro Camps.

(La imagen es una foto de www_ukberri_net, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 26 d’abril del 2011

La Gürtel no da respiro.

Es inútil. Hagan lo que hagan en el PP la trama de la Gürtel emerge siempre y no es posible ocultarla. Ya puede Mayor Oreja afirmar que el Gobierno se pasa el día cambalacheando con ETA. Ya puede Cospedal amenazar con que su partido va a romper el pacto antiterrorista que rompe de hecho continuamente al usarlo como baza electoral. Ya puede Aznar descubrir que España está en quiebra, siempre con el objetivo de que no se hable de lo que algún plumilla meritorio llamaría el mefítico pozo de la corrupción. La Gürtel reaparece por encima de las diatribas. El cadáver de Ionesco lo ocupa todo y, en definitiva, la derecha no podrá evitar que se la juzgue por ello, judicialmente, va de suyo, pero también políticamente. Y cada día trae noticias nuevas, que ennegrecen el panorama.

Según parece la corrupción gürteliana llegaba a Andalucía, hasta ahora tierra exenta. En las elecciones andaluzas de 2004, la Gürtel supuestamente se embolsó casi 160.000 euros a cuenta de la campaña de Teófila Martínez que, de acuerdo con los informes de la policía incorporados al sumario, se repartieron equitativamente algunos de los imputados, incluido el propio Correa que a vecs era Gürtel y a veces gürtelado. Supongo que se levantará causa por financiación ilegal.

Para salir al paso de esta contaminación, que más parece embadurnamiento general, Esperanza Aguirre ha presentado las listas de candidatos de la Comunidad de Madrid destacando en ellas como lo más notable dos cosas: a) que son de continuidad y b) que no incluyen imputados en la Gürtel. Añade además un briefing sobre qué se hace en el PP con los imputados: se respeta la presunción de inocencia, se los pone de patas en la calle y nada de ir en lista electoral alguna. ¿El PP? El de Madrid, aclara Aguirre... y deja a su compañero Camps a la altura del betún ya que las listas de éste están plagadas de imputados. Hay unos diez. Para mayor ironía resulta que tampoco Aguirre es transparente. Sus listas no llevan imputados en la Gürtel pero sí afectados en la divertida trama de la gestapillo que ahora revive en los tribunales. Y esto sin mencionar la opacidad absoluta del gobierno regional con respecto a la fundación Fundescam tan tocada por la Gürtel como los que no van en las listas.

¡Pobre Camps, expuesto al ludibrio público por sus compañeros de partido! Como si su peculiar personalidad y estilo no lo empujaran a hacer cosas que mantienen la Gürtel en primer plano de actualidad. Cuando acompañó a Carlos Fabra a inaugurar el aeropuerto de Castellón, el primero del mundo que ha eliminado esa molestia del ruido de los aviones a base de prescindir de ellos, ambos próceres ensalzaron la ventaja de que las pistas pudieran emplearse para dar agradables paseos. Unos ciudadanos les tomaron la palabra y convocaron una fiesta rave en las pistas para el domingo de Resurrección, 24 de abril, con sano ánimo de reírse de los mandatarios. Para impedirlo ha sido necesario acordonar la zona y desplegar la Guardia Civil porque se habían sumado más de veinte mil personas al evento en facebook. Luego a estos eventos acaba yendo el uno por ciento de los que se apuntan. Pero aun así, ya podrían haber sido un par de cientos que querían ir a comer tortilla y beber sangría a las famosas pistas. Ahora la cuestión es ¿por qué no pueden los ciudadanos pasar una agradable tarde de domingo en unas pistas en las que no aterrizan aviones? ¿No las habían inaugurado para eso?

De lo siniestro a lo cómico, la Gürtel es un peso muerto que costará caro al PP en las elecciones. Pero él se lo ha buscado al respaldar una lista con diez imputados y encabezada por Camps, cuya vida, hace ya dos años, no es otra cosa que un forcejeo permanente con las instancias judiciales y que tiene toda la pinta de acabar en el banquillo.

dilluns, 25 d’abril del 2011

Obviamente.

Palinuro lleva tres meses diciendo que la derecha vende la piel del oso antes de cazarlo, que las elecciones no están decididas y que esos 14 puntos porcentuales de diferencia a favor del PP no se compadecen con el sentido común; y cuando algo no se compadece con el sentido común, malo. Pero es igual: como espoleada por los sondeos previos, la oposición conservadora se ha lanzado a la carga de la brigada pesada sin mirar si tenía al enemigo delante o detrás y ahora corre hacia un precipicio que no era difícil ver. Se dice que los asesores del PP, las gentes que determinan su estrategia, habían apostado por perseverar en una línea que auguraba muy buenos resultados. El gobierno se hundía solo y a la oposición no se le exigían propuestas. Perseverar en esa línea es perseverar en el error, cosa que seguramente se debe a la creencia de la derecha de que el electorado no se informa, no compara, no razona y sólo se llega a él aumentando los decibelios. Pero eso es falso, como puede verse analizando el resultado de la táctica del laissez faire (tan poco recomendable en política como en economía) frente a los tres grandes asuntos que se ventilan en estas elecciones y las subsiguientes generales de 2012: la crisis, el fin de ETA y el caso Gürtel.

La crisis. El PP ha apostado todo a que España se hundía como Grecia, Irlanda y Portugal. Y no sólo ha apostado. Aznar ha hecho lo posible por propiciar el hundimiento sembrando dudas mundo adelante sobre la solvencia de su país. Pensar que la gente no ve esto que es de primero de patriotismo elemental es no tener ni idea de en dónde se vive. Además de apostar por lo peor, el PP no ha presentado propuesta alguna concreta de salida de la crisis, salvo ocasionales referencias al programa de... Cameron, en Gran Bretaña. En cambio, ha puesto cuantas dificultades ha podido a la aplicación de las medidas del gobierno y ha votado en contra de varias de ellas siendo así que tales medidas son las que él mismo propugna. Creer que esta inconsistencia tan clamorosa no es palpable revela una ignorancia supina. Y eso no es lo peor. Lo peor es que, gracias a las medidas del gobierno, España se ha salvado de una ruina segura. Gracias a unas medidas muy impopulares que le costaron el apoyo de su electorado (ahí nacen los famosos 14 puntos) que, sin embargo, ahora ve que las medidas, aun dolorosas, eran necesarias so pena de que suceda como en Portugal en donde la negativa de la derecha a aprobar las medidas del gobierno socialista obliga al país ahora a aguantar medidas peores. Es decir, a pesar del paro, el gobierno ha demostrado saber gobernar, tiene la situación bajo control y lo peor de la crisis se ha evitado. Creer que esto no iba a tener consecuencias electorales es ser bastante superficial.

El fin de ETA. En general, el comportamiento del PP en relación con la lucha antiterrorista es un cúmulo de disparates y errores. Cargar contra la policía, contra los jueces, contra el ministro del Interior en el momento en que hay una probabilidad bastante alta de que ETA, derrotada, deponga las armas no solamente es moralmente reprobable sino que carece de sentido. Insistir machaconamente como hace Mayor Oreja sin pruebas pero con mucha unción en que el Gobierno negocia con ETA, no hace más cierta la negociación ni la impediría en el harto improbable caso de que se produjera. Ser tan contundente cuando se es tan irrelevante resulta melodramático y algo cursi, lo que es Mayor Oreja: engolado y cursi. A la vista de todos está que ETA se encuentra en las últimas y que la izquierda abertzale acabará desvinculándose de la banda a satisfacción general. General no; es seguro que el PP se quedará fuera y, como suele, solo, quizá con la excepción de UPyD. Porque de lo que se trata es de impedir el fin de ETA bajo un gobierno socialista. Y esto es patente. Por si lo fuera poco, Cospedal anuncia que el PP romperá el pacto antiterrorista (ese que rompe cotidianamente convirtiendo la lucha antiterrorista en objeto de rivalidad política) si se permite que Bildu vaya a las elecciones siendo así que quien toma esta decisión son los jueces y no el gobierno que es con quien el PP tiene firmado el tal pacto. ¿Cómo creer que un comportamiento tan disparatado pueda tener el apoyo de los electores?

El caso Gürtel. La Gürtel no es corrupción sin más, un episodio aquí, otro allí, de más o menos importancia. La Gürtel es una trama organizada con presuntas conexiones institucionales y en el PP que ha funcionado durante años en medio de una verdadera ristra de delitos que va desde el blanqueo de capitales a la prevaricación, pasando por el cohecho o el tráfico de influencias. Desde que el caso estalló el PP no ha hecho otra cosa que hostigar al juez que lo destapó y a las fuerzas de seguridad y fiscales que lo investigan. Nada de dar explicaciones ni de asumir responsabilidades. A lo sumo media docena de dimisiones que, en algún caso, se han contrarrestado con nuevos destinos, como en el del exalcalde de Pozuelo. A ello se añade un intento desesperado de que no se hable del asunto y que la atención pública se concentre en otras hogueras que van encendiéndose a necesidad. Pero es imposible, la trama Gürtel está devorando el PP, siendo raro el día en que no se descubren nuevas trapacerías y mangoneos de sus dirigentes. Y aquí es donde se ventila esa asombrosa afirmación que se ha venido leyendo por todas partes en los medios de que al electorado (especialmente al conservador) no le influye negativamente la corrupción. Eso es tan absurdo como sostener que a la gente no le importa que la estafen o la defrauden. Carece de sentido. Es imposible, por muy de derechas que sean los electores. Dicen que, con todo, Camps conserva sus apoyos y que los aumentará en las próximas elecciones. Puede ser pero no lo creo.

Donde la vida humana no vale nada.

La Casa Encendida alberga dos exposiciones de interés, una de Juliao Sarmento y otra del XIV premio de fotografía humanitaria Luis Valtueña, que otorga Médicos del Mundo. De Sarmento hablaremos otro día. El XIV premio reúne un puñado de fotografías impresionantes. El primer premio ha sido para Fernando Moleres que ha fotografiado la vida de los menores detenidos y presos en cárceles de Sierra Leona. Cada fotografía es como un manifiesto, cuenta una historia, es la puerta de entrada a un mundo inhumano, horroroso, casi incompresible para nosotros. 60 personas en unos metros cuadrados, un retrete para doscientas, jabón cada dos meses. Tiemblan los conceptos europeos de derechos humanos mirando esas miradas de los críos encarcelados.

Los otros galardones premian fotos del sicariato latinoamericano, del terremoto en Haití y de acompañamiento, quien tenga estómago, puede ver alguna imagen de la matanza de Srebrenica o del cementerio de cacharros de alta tecnología occidentales en Accra, Ghana. La serie de fotos de El País puede verse aquí. Es lo que se llama periodismo fotográfico de calidad. Las fotos de los sicarios, un oficio en alza que garantiza trabajo seguro (con miles de muertos por arma de fuego), altos salarios y una baja esperanza de vida en torno a los veintisiete años adquieren su sentido cuando se lee la historia que cuenta Javier Arencillas, el fotógrafo. ¿Cómo se hace uno sicario? Hay que pasar por una prueba inicial matando a alguien con cierto riesgo por poco dinero y asistir luego a los funerales para demostrar que nadie presenció el crimen. Después ya se puede matar por orden y contra pago.

Las fotos de Haití, de Ricardo Venturi, de gran belleza, abordan el mismo tema: la vida humana allí donde la vida humana no vale nada.

diumenge, 24 d’abril del 2011

El decálogo de Fernández Vara y la esvástica del lejía.

Fernández Vara es digno sucesor de Rodríguez Ibarra en Extremadura. Como éste acostumbra a decir las cosas de modo claro, directo y correcto. Su decálogo de buenos usos democráticos sería estupendo si esto en lugar de España fuera la República platónica gobernada por los filósofos reyes. Los principios y normas que enuncia aunque algo desordenados y mezclados vienen a coincidir con los requisitos que establece Habermas para que se dé la acción comunicativa que lleve a una comunidad ideal de habla, que es la sublimación de la democracia. Una comunidad ideal. Aplausos a un político capaz de remontar el vuelo sobre la corrala de gallináceas del resto.

Pero de momento aquí, en esta España real, la causa de la separación entre la Iglesia y el Estado tiene escaso futuro si los prohombres políticos que debieran propugnar la laicidad siguen expresándose en términos mosaicos. El propio titular de Público lo señala al hablar con ironía de Los diez mandamientos, según Fernández Vara. ¿Por qué diez y no once u ocho, teniendo en cuenta que podría haber más o que algunos se repiten? Porque la moral cívica española gira en torno al Decálogo. Son las tablas de la Ley y pesan tanto que hasta quienes se supone son críticos se adaptan a las formas casi sin pensarlo.

Pero lo determinante es qué grado de seguimiento tienen las tales tablas, que es muy bajo. El catolicismo es una religión de laxa moral que tiene establecido el perdón de los pecados como una actividad rutinaria, muy cómoda para que quien peca el lunes quede limpio como la patena el martes y pueda volver a empezar. Así tómese el más importante precepto de Fernández Vara, que hay que decir la verdad, coincidente con el mandamiento mosaico que prohíbe mentir y con el postulado de veracidad de Habermas. La verdad. Ahora cotéjese con el incidente de la foto de los legionarios que sostienen la imagen del Cristo de la buena muerte, uno de los cuales lleva una esvástica tatuada en el brazo. Es el caso que la Gaceta ha publicado la foto de los legionarios sin la cruz gamada en una noticia titulada "orgullosos de nuestra Semana Santa". Orgullosos pero borran un distintivo antiquísimo, que ya se encuentra en la primitiva civilización irania sin duda porque lo relacionan con el uso que de él hicieron los nazis, lo que creen deben ocultar por si la gente establece alguna relación entre el orgullo, la Semana Santa y el nazismo. Y eso revela mala conciencia por faltar a la verdad y al ejemplo del Invicto. En sus primeros y heroicos tiempos Franco se hacía retratar gustoso con la esvástica en lugar bien prominente, nada de un miserable tatuaje entre unas ondas al estilo japonés que a saber si no son del Imperio del sol naciente. Estos neofranquistas vergonzantes dicen estar muy orgullosos, pero pierden el tafanario ocultando las pruebas de su amor por la dictadura.

Todo sea por el mandato de verdad o veracidad al que Fernández Vara quiere se someta la política pues empieza por otorgarle un gran valor. No le arriendo la ganancia aunque, si le sirve de consuelo, le recordaré que la democracia es grande precisamente por su capacidad para aguantar los berridos de estos nostágicos de la tiranía. En todo caso, es muy gratificante escuchar a un político hablando con mesura de cosas esenciales para la convivencia de los españoles en lugar de oírlo soltando improperios. Pero temo que van a responderle con improperios.

dissabte, 23 d’abril del 2011

Qué Troitiño ni Troitazo: Gürtel.

La táctica de la derecha está clara: armar todo el ruido que se pueda, montar escandalera tras escandalera por diversos motivos, preferentemente la lucha antiterrorista, hablar en tono fuerte, lanzar acusaciones sin tregua al Gobierno que muchas veces bordean la calumnia, pedir a Aznar alguna de sus insultantes declaraciones. Y seguir así hasta el 22 de mayo, fecha de las elecciones, tratando de que no se hable del asunto decisivo, el que se va a pedir a los ciudadanos que juzguen, el de la corrupción de la Gürtel, que tiene al PP impregnado de arriba abajo. El caso Faisán, las listas de Bildu, la excarcelación de Troitiño son los clavos de que se vale el PP para mantener un nivel de confrontación alto con el Gobierno al que, sin embargo, debería respaldar porque la lucha antiterrorista es un asunto de Estado. Como tal está comprendido en el pacto antiterrorista que el PP asegura no tener intención de romper pero que rompe de hecho todos los días. Lo hace así, contra toda objeción moral o de sentido común porque piensa que le reporta un doble beneficio. De un lado, si insiste, puede frustrar la posibilidad de que un gobierno socialista acabe con ETA. De otro lado también es una excelente tapadera para que no se hable de la Gürtel.

Pero es que de la Gürtel hay que hablar. Luego de lo que ya se sabe en estos dos años respecto al quién es quién en la trama, alguien autorizado debe dar cuenta de qué pintaban Correa y el bigotes en la boda de la hija de Aznar en El Escorial. ¿Quién los invitó y por qué? Es de suponer que las cuentas de ese regio acontecimiento estén claras; por ello no habrá inconveniente en exhibirlas. Porque se trató de un acto privado para el que se utilizó un bien público del Patrimonio Nacional, el Real Sitio de El Escorial. También será interesante saber qué figura jurídica amparó el acto: ¿se alquiló el lugar? ¿Se ocupó sin más? ¿Quién lo autorizó? De la Gürtel queda mucho que hablar en sede política; la judicial va por su lado. De la Gürtel y de sus laberínticas conexiones. La Comunidad de Madrid debe aclarar cómo y para qué funciona FUNDESCAM y apresurarse a facilitar al juez toda la documentación que solicite sin retenerla que es lo que se dice que hace. De la Gürtel en Valencia está todo por decir, empezando por ese asunto increíble del presunto negocio con la visita del Papa. ¡Ahí es nada la Gürtel madrugando a la Iglesia!

La Gürtel es presunto crimen organizado y los ciudadanos tienen derecho a saber a quién votan cuando votan a candidatos implicados en la causa.

Al paso de la vida.

Es frecuente que los escritores, los filósofos, los ensayistas, hasta los literatos y los mismísimos poetas, publiquen recopilaciones de artículos, prólogos, críticas, piezas menores que han ido dejando a su paso por la vida y que, de interesarse alguien por ellas, tendría difícil encontrarlas. Los académicos suelen justificarlas sosteniendo que, aunque sean aportaciones independientes, las recorre un hilo común que a veces no es un hilo sino toda la estameña porque los trabajos se repiten y la obra acaba pareciendo un vademécum. Los literatos, en cambio, son más libertarios, no se sienten obligados a dar justificación alguna y el resultado se parece más a los jardines floridos del Siglo de Oro.

José Antonio González Alcantud (Deber de lucidez. Fragmentos de radicalidad democrática en la edad del imperio, Barcelona, Anthropos, 2011, 172 págs.) se encuentra en un punto intermedio entre las dos opciones. Su dedicación a la antropología cultural y otra más de creación literaria. Hay cierto prurito académico pero el jardín es muy variado pues recoge artículos (algunos en Ajoblanco, lo que es un puntazo; otros prensa granadina), catálogos, inéditos y hasta una especie de ajuste de cuentas de uno de esos líos de envidias y rencillas burocráticas en el desempeño de cargos oficiales. No hay hilo conductor si no es la cultura y la inteligencia que derrocha Alcantud y hace que la obra se lea con delectación.

Por lo demás, si hubiera duda alguna, el subtítulo ilustra mucho sobre el juicio que merece al autor: son fragmentos, cosa que, además de empíricamente cierta, encaja con el espíritu postmoderno que se quiere fragmentario. Lo de que también sean radicales y democráticos, al carecer de base empírica, es más opinable. Y, desde luego, el premio se lo lleva lo de la edad del imperio. Tan cierto es que, si no me equivoco, no se habla de ello ni una vez en el libro. Porque se da por supuesta. El autor habla de Nueva York como lo hacemos todos, como asombrados habitantes de la periférica Hispania (¿no nos sentimos incluidos cuando los gringos se refieren a los hispanics?) después de una visita a Roma. Tiene gracia el artículo inédito sobre el famoso apagón de Nueva York en el verano de 2003. Alcantud se arranca hablando de "signos apocalípticos" (p. 66). Yo también estaba allí. El apagón se produjo sobre las dos de la tarde de un día de muchísimo calor. Como tenía varias horas de luz bajé andando por la Vª Avenida desde la calle 42 hasta hasta pasado el Soho. En Canal Str. los chinos estaban haciendo negocio vendiendo velas, pilas y todo tipo de baterías. A mi regreso vi que el alcalde había armado a los cops con subfusiles ametralladores y estaba muy visibles. No hubo incidentes. Y sí, la avería se había producido en algún generador en la frontera con el Canadá, cerca del Niagara, cuya contemplación despierta hondas emociones en Alcantud, de las que forma parte el recuerdo de la peli con Marilyn Monroe tratando de asesinar a su marido. Desde esa visión de Nueva York, entiendo, cuestiona el autor la de Lorca en Poeta en Nueva York (p. 76). Hace bien aunque lo que me llama la atención es que haga extensivo el juicio crítico negativo a toda la obra de García Lorca que, dice, le interesaba menos de joven que la de los simbolistas franceses. No por ser granadino tiene uno que ser lorquiano, supongo.

Hay muchos momentos estupendos en el libro que es un ejercicio, en efecto, de lucidez con una notable variedad de objetos y circunstancias. Los autores más mencionados son Gaston Bachelard y Georg Simmel. Como traductor que soy del filósofo alemán, lo entiendo muy bien y he de decir que Alcantud alcanza niveles simmelianos en su capacidad para presentar los asuntos cotidianos bajo perspectivas nuevas y seductoras. Merece la pena leer lo que dice sobre el metro, Ganivet (al fin y al cabo, Granada), el cine, el flamenco, el Sacromonte, las cartujas (por cierto, en la de Granada hay un puñado de cuadros de Sánchez Cotán bien curiosos) o la crítica a lo que llama con intención previsible, la tierra de los fabores. Es excelente la anécdota de Lévy-Strauss (p. 79) quien, a una pregunta de por qué no lo llamaban a la televisión, respondió que porque la televisión es un "medio muy primitivo". Y tanto. Es como las sombras chinescas.

La última parte del libro trata de escritores y libros en relación con Granada. Las observaciones sobre Pierre Loti (p. 138) están bien y la foto del autor de Aziyadé en el patio de los leones, ahora que en la Alhambra suele haber más gente que en el McDonalds, vale un potosí. El capítulo sobre los hermanos Tharaud (143-146) cuya relación con España fue realmente reticente se justifica por el análisis que hace del tipo de creación literaria de estos tomando como ejemplo Quand Israël est roi que me ha resultado muy interesante porque no lo conocía.

En el capítulo sobre Gitanismo y antigitanismo en el mundo lorquiano (151-154) emergen las reservas de Alcantud frente a Lorca, reservas en cuanto a la sinceridad, el conocimiento o experiencia directa del poeta. Da la impresión de que quien aquí habla es el antropólogo profesional que no admite que haya conocimiento de un otro colectivo si no es directo y de primera mano. Conviene, sin embargo, recordar que el conocimiento poético se nutre de otros veneros y lo que propone no es una explicación científica de un fenómeno étnico o cultural sino una visión artística, para lo cual la experiencia directa puede no ser necesaria. Al escribir el ciclo de novelas sobre el Oeste norteamericano que tanto éxito tuvieron, Karl May no había pisado América.

El último capítulo, La historia y el drama local en Andalucía cuenta retazos muy interesantes de ese expatriado inglés que residió toda su vida en la Alpujarra y al que los lugareños llamaban "don Gerardo", el autor de El laberinto español, una interpretación del "ser de España" con ojos de británico, pero también de South from Granada y alguna otra obra. La verdad es que estas simbiosis son muy curiosas. Y los ingleses las bordan desde George Borrow a George Apperley, otro expatriado.

El final del libro está consagrado a Julian Pitt-Rivers, deber de lealtad, padre de la antropología moderna, discípulo del gran Evans-Pritchard y autor de People of the Sierra, el libro canónico de la disciplina sobre Grazalema, sierra de Cádiz.

Alcantud cumple su deber sobradamente.