diumenge, 4 d’octubre del 2009

Europa: el estado de la chapuza.

Irlanda, la otrora próspera Irlanda, orgullo del modelo de desarrollo neoliberal, adelantada de la e-economía y de la cristiandad, cultura de la avazadilla del pelotazo, ejemplo de la flexibilidad del capitalismo 2.0, habiendo visto las orejas al lobo, con la economía al borde de la quiebra, teniendo que recurrir al FMI como si se tratara de Guatemala, ha decidido reconsiderar su orgulloso "no" anterior al Tratado de Lisboa, cambiándolo por un "si" masivo, sin condiciones. Todo antes que verse a la intemperie. Les ocurre hoy a los irlandeses lo mismo más o menos que les pasa a los islandeses, también amenazados de ruina y habiendo descubierto una súbdita pasión europeísta capaz de fundir los hielos eternos de su amada tierra. Parecido con los irlandeses que han dicho "sí" a esta Europa de abortistas, descreídos y sin Dios.

Con la sumisa aceptación de Irlanda en el bolsillo, los estrategas de la Unión Europea dan por consolidado el marco político lisboeta. Los dos últimos rezongones, Polonia y Chequia, no son verdaderos problemas; basta con que Alemania apriete un poco las clavijas para que los checos se acuerden de que, gracias a Jorge Podiebrad, ellos cuentan entre los primeros paladines medievales de la unión europea.

Así que todos de enhorabuena con ese resultado del referéndum irlandés de rectificación. Ahora ya podemos dedicarnos a fortalecer la unión europea para lo cual se prevé que el señor Tony Blair formalice su candidatura para el nuevo cargo de presidente de la Unión. Imagínese qué felicidad para quienes sostenemos la teoría de la chapuza europea: nombrado el señor Blair, tendremos al frente de Europa a dos de los cuatro paladines de las Azores, el dúctil señor Barroso, anfitrión de aquel aquelarre de buitres y el fogoso señor Blair, Lawrence de Bagdad, fabricante de trolas mundiales sobre las armas de destrucción masiva al servicio de los piratas gringos. Es un momento excelente para confiar en las posibilidades de Europa como potencia independiente de los Estados Unidos.

Y no sólo eso, la chapuza europea ha alcanzado el grado del sublime oriente habiendo puesto al zorro inglés al cuidado de las gordas gallinas continentales. Menos mal que en el próximo semestre se inicia la presidencia española de la Unión que añadirá sin duda a la chapuza un sólido proyecto de alianza de las civilizaciones seguramente alentado pot los turcos.

(La imagen es una foto de Septem Trionis, bajo licencia de Creative Commons).

Camino de la catástrofe.

El sondeo de Metroscopia en El País de hoy no deja un hueso sano al Gobierno. Al señor Rodríguez Zapatero no lo quieren ni los suyos. Si las elecciones fueran hoy las ganaría, al parecer, el PP, lo que da una idea de lo desesperado que debe de estar el elector español para plantearse votar al partido del Pastuqui, el Bigotes, el Curita y demás presuntos sinvergüenzas. Y eso que hay una mayoría de ciudadanos que censura el modo en que el señor Rajoy está manejando la crisis de los apandadores.

Al señor Rodríguez Zapatero no lo acusan de mangante o de corrupto. Algo es algo; sólo lo acusan de inútil, ineficaz, manta e improvisador. Un cantamañanas, en definitiva, que no sabe qué hacer con la crisis, lo que hace lo hace mal y, encima, a destiempo. Claro que ya me gustaría ver a alguno de estos inexorables catones al frente de la nao del Estado, a ver qué hacían ellos, so listos. En realidad lo único de que verdaderamente cabe acusar al señor Rodríguez Zapatero es de aquella extraña obsesión nominalista por negar la crisis a base de no pronunciar su nombre que, debía de pensar él, llevaría mal fario. Desde entonces acá el dirigente socialista ha hecho lo que han hecho todos los demás y si el resultado es bastante peor se debe a las peculiaridades españolas, especialmente el ladrillo y olé. Otro asunto es que, para resolver este endemoniado problema esté al frente del ministerio la acicalada señora Corredor, de quien no se recuerda intervención alguna desde aquella primeriza de que era un buen momento para comprar cuando las casas andaban sobrevaloradas en un cuarenta por ciento.

Imagino que saldrá alguno de los paniaguados de los que este gobierno ha hecho abundante provisión a decir eso tan socorrido de que, en realidad, lo que sucede es que el Ejecutivo comunica mal. Por si alguien se lo traga, cuando es bien claro que donde no hay nada bueno que comunicar por definición se comunica "mal". Imagínese que las noticias fueran todas que el PIB crece a un 4 por ciento, que la tasa de desempleo es del cero por ciento, que la inflación ni se nota, que los salarios suben como la espuma y los precios llevan diez años sin aumentar y se verá cómo cala el mensaje en la sociedad aunque lo traslade un tartamudo.

En fin, tampoco se olvide que estamos más o menos a mitad de mandato y que no hay Gobierno en el mundo a quien el electorado trate bien en mid term. Con eso es con lo que creo que ya ha contado el Gobierno al elaborar esta roña de presupuestos para 2010. Confía en que las cosas se arreglen en 2011 y en convocar las elecciones de primeros de 2012 cabalgando el tigre de la recuperación económica.

Es un cálculo arriesgado, pero es el único posible dadas las circunstancias. Añádase que, al paso a que va todo, para entonces el PP puede tener procesado por gurteliano hasta al señor Aznar y al señor Camps sin dimitir.

(La imagen es una foto de Around the rings 1992, bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 3 d’octubre del 2009

Adiós a la corazonada.

La importancia de los juegos olímpicos casi nunca tiene que ver con los juegos olímpicos sino con otros afanes y menesteres humanos, singularmente económicos y políticos. Los económicos suelen tener precedencia: una lluvia de millones, obras de remodelación urbana, estadísticas de turismo, empresas, servicios, eldorado deportivo, la locura. Ligados están los políticos: conflictos internos, carreras en ascenso, ofertas partidistas, alianzas al servicio de los supremos intereses de la nación y, ya con los juegos en marcha, al concentrarse los focos sobre la ciudad agraciada, mil y una opciones políticas tratan de conseguir relevancia mundial, desde grupos terroristas hasta anhelos independentistas o denuncias de agresiones a los derechos humanos. Solo en segundo o tercer plano aparece el mundo del atletismo, la competencia, las plusmarcas y siempre que se puedan relatar en términos anecdóticos y personales. Por último, en el fondo de la jarra de Pandora, en donde quedó la esperanza, asoma el llamado espíritu olímpico del que nadie se acuerda, aunque fue el que se invocó para resucitar los juegos a fines del siglo XIX, un espíritu como de tregua de Dios o de fraternidad universal que nunca se ha respetado porque, como todas las ñoñerías, se diluye al contacto con la realidad.

En clave menor, de patria chica, queda el capítulo de los sueños de barrio, de las ilusiones compartidas por la peña de amigos. Madrid, rompeolas de las Españas, símbolo en su día del restablecimiento de una democracia que había aniquilado el fascismo al pasar, abrigaba la esperanza de refulgir ahora como una nueva cosmópolis, cruce intercontinental de caminos, lugar de encuentro de Europa con América, el África y Asia, melting pot de civilizaciones y culturas. Y se ha quedado a las puertas, noqueado por una contundente victoria de una rival que supo esgrimir la mezcla de pujanza con el secular agravio suramericano.

Como madrileño y no empresario hotelero no siento una decepción especial por el fracaso de una candidatura que no me afectaba y, aunque haya hecho algún prudente esfuerzo por entender qué celebraban los reunidos en la Plaza de Oriente, tampoco creo que perder esa votación vaya a afectar el estado de ánimo colectivo. Es cierto que las autoridades estaban todas exultantes o hacían como que lo estaban: el Rey, el presidente del Gobierno, el dirigente de la principal fuerza de la oposición, la presidenta de la Comunidad de Madrid, el alcalde, empresarios, deportistas, iban todos a una que parecían boys scouts de excursión, tan entusiasmados que hasta dejaron de hablar de la corrupción, pero me da la impresión de que los madrileños no teníamos un especial empeño en el asunto.

Por último, la nota personal: el señor Ruiz Gallardón se encuentra en un momento delicado de su biografía. Si apuesta por Madrid 2020 seguramente tendrá las de ganar al menos en el capítulo de la perseverancia y la contumacia, pero corre el riego de quedarse para los restos como "alcalde olímpico" y de cerrarse las puertas a una carrera política nacional a la que aspira desde hace tiempo.

(La imagen es una foto de Culpix, bajo licencia de Creative Commons).

La prioridad democrática.

Leo que doña Mónica Oltra, portavoz del Grupo Parlamentario valenciano Iniciativa pel Poble Valencià (IpPV), ha presentado denuncia por un supuesto delito de prevaricación contra Juan Luis de la Rúa, presidente del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana (TSJCV), en las decisiones sobre el caso Gürtel. Hace divinamente la señora Oltra. Su denuncia viene a añadirse a la que ya tiene presentada el abogado José Luis Mazón contra el mismo magistrado por no abstenerse de conocer en el caso de su más que amigo El Curita. A su vez, estas denuncias de parte coinciden con la acción de oficio de la fiscalía que ha recurrido el auto del Tribunal Superior de Justicia de Valencia ante el Tribunal Supremo, como también lo ha hecho el Partido Socialista del Paísn Valenciano.

Tales denuncias marcan el camino que hay que seguir ante un caso de tan flagrante violación del deber de imparcialidad de la justicia y ante una situación de evidente deterioro de las normas democráticas de convivencia a cargo de la actuación presuntamente delictiva y manifiestamente arrogante, autoritaria y despreciativa del señor Camps y de sus secuaces en el Gobierno de la Comunidad. Es el conjunto de la sociedad civil el que, en defensa de su dignidad, debe acusar al señor Camps por su atropello a los usos democráticos y al magistrado de la Rúa por un presunto delito de prevaricación.

Una situación en la que una Comunidad está gobernada por un hombre que ha mentido abiertamente al electorado y al Parlamento, como reconoce el auto del tribunal ahora acusado de prevaricación; que está enredado en diversos avatares procesales; que es sospechoso de haber organizado un sistema de financión ilegal de su partido; que se permite el lujo de no responder a las preguntas de los periodistas; que no da explicaciones en sede parlamentaria ni fuera de ella; y que responde con desplantes a las críticas democráticas es una sitación de manifiesto peligro para la democracia que exige algún tipo de intrvención pública. Sobre todo para que el señor Camps no pueda seguir actuando como si los ciudadanos fueran imbéciles, no continúe al frente de una presunta trama de corrupción, no atente contra los usos y costumbres democráticos y siga fomentando la existencia de un canal de televisión a su mayor gloria y a cuyo lado los medios de Goebbels eran un monumento a la falta de censura.

La imagen es una foto dalequetepego, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 2 d’octubre del 2009

Evo Morales y las realidades de la vida.

Cualquiera que haya leído la nueva Constitución boliviana, un texto larguísimo, minucioso, muy avanzado en derechos humanos, especialmente de los indígenas para los que se prevé prácticamente una estructura estatal dentro del Estado, incluida su propia administración de justicia, sabe que está concebida como un verdadero documento de emancipación de los autóctonos a los que hasta la fecha se ha explotado, oprimido, aniquilado y, desde luego, ignorado. En concreto, el artículo 30, II, 15 dice textualmente que los nativos tienen el derecho "a ser consultados mediante procedimientos apropiados, y en particular a través de sus instituciones, cada vez que se prevean medidas legislativas o administrativas susceptibles de afectarles. En este marco, se respetará y garantizará el derecho a la consulta previa obligatoria, realizada por el Estado, de buena fe y concertada, respecto a la explotación de los recursos naturales no renovables en el territorio que habitan". Lindas palabrejas que, a la primera de cambio, parece que no van a cumplirse porque, como siempre, por encima de los derechos humanos de los indígenas están los intereses de Bolivia como Estado o lo que el que manda entiende que son los intereses de Bolivia.

La zona en que anda haciendo prospecciones petrolíferas Petroandina, un consorcio en el que hay capital de los cinco Estados del antiguo Pacto Andino, tiene mucho valor medioambiental y hay alguna ONG soliviantando a los indígenas para que pidan que se les aplique la Constitución a fin de oponerse al proyecto. El presidente Morales, no obstante, lo apoya por considerarlo necesario para el desarrollo de Bolivia, preguntándose de qué iba a vivir el país si no es del petróleo pero sin preguntarse, según parece, de qué habrá vivido hasta la fecha y, sobre todo, de qué hayan vivido los indígenas, razón por la cual tira contra las ONG que luchan porque se apliquen los derechos de estos indigenas.

En la crítica del Presidente a las ONG suena el argumentario típicamente imperialista: muchas son chiriguitos para que vivan unos cuantos listos a costa de los pobres; muchas acceden a subvenciones públicas y viven de ellas porque se constituyeron para eso; otras se inventan los problemas para justificar su existencia; en general su actividad deja mucho que desear. Argumentos todos ellos del campo neoliberal que no suenan nada bien en boca de quien dice luchar contra él. Es bueno, aunque no muy original, que el señor Morales descubra que hay algunas, quizá bastantes, ONG que no cumplen con su tarea o que se emplean para lo contrario de aquella. Pero no todas y mucho menos cuando defienden los derechos de los pueblos indígenas y muchísimo menos aun cuando los incitan a ejercerlos en el marco de la Constitución más avanzada del mundo en ese campo.

Porque ahí es donde el señor Morales descubre y demuestra con su acción que una cosa es proclamar los derechos de los indígenas y otra hacerlos valer.

(La imagen es una foto de Jaume d'Urgell, bajo licencia de Creative Commons).

¿Quién manda en el PP?

Camps, Francisco Camps, (a) el Curita, por increíble que parezca. No manda el señor Rajoy sino el Curita. Convocado a capítulo por la presidencia, el barón regional impone un punto intermedio de encuentro como símbolo de igualdad de poderío de los interlocutores, no cede en ninguna de las cuestiones que se le plantean, se reserva plena libertad de actuación, desautoriza a los mandos intermedios de su partido, como la secretaria general, María Dolores de Cospedal a la que ha dejado en ridículo, responde autónomamente a las preguntas sobre el contenido de la entrevista y se permite burlarse de los periodistas con respuestas arrogantes y despreciativas del tipo de "que dimita Zapatero".

A todo esto, el pavo lleva seis meses en primera línea de noticias por haber mentido a la ciudadanía acerca de quién paga sus trajes y acerca de si conoce o no a quien, al parecer, se los regalaba, por haberse librado por los pelos de la acción de los tribunales mediante una decisión problemática de uno de ellos presidido por un amigo suyo y que hoy está pendiente de recurso en el Tribunal Supremo y por ser sospechoso de haber organizado y sostenido una red de corrupción dedicada a la financiación de su partido.

Ya cuando la adversidad no lo acosaba era un político peculiar, proclive a la estracanada como se prueba por su decisión de que en su comunidad se imparta Educación para la ciudadanía en inglés, cosa tan estúpida como agresiva hacia la dignidad de los cuerpos docente y discente de la Comunidad Autónoma. Pero, al pisar el suelo resbaladizo de las sospechas delictivas, el personaje ha incrementado su potencial destructivo y es hoy una amenaza al funcionamiento de las instituciones de cuya seriedad hace burla sistemáticamente.

Se jacta este insólito personaje de que si hoy hubiera elecciones en Valencia obtendría una mayoría absoluta superior a la que ya disfruta en la mejor línea de los órdagos populistas de su ejemplo e inspiración en política, el multiimputado y multiimpune señor Fabra. Tal cosa (la mayoría más absoluta) es posible, aunque difícil de creer, y hará verdad el dicho, al menos en Valencia, de que cada cual tiene los gobernantes que se merece. Pero ¿que ha hecho el resto de los españoles para verse obligado a convivir con este elemento?

¿Qué ha hecho el pobre señor Rajoy para que un mentiroso comprobado y sospechoso de cohecho le diga lo que tiene que hacer? Y no sólo lo que tiene que hacer sino hasta lo que tiene que decir porque luego de la increíble entrevista en Alarcón, el señor Rajoy no contestó a las preguntas sobre su contenido pero pasó al ataque de las instituciones democráticas, descalificándolas y deslegitimándolas a cuenta del recurso de casación que la Fiscalía ha interpuesto ante el Supremo en contra de la decisión del Tribunal Superior de Justicia de Valencia de archivar la causa contra el President Camps.

En el PP manda Francisco Camps y cuando éste caiga arrastrará a su valet, el señor Rajoy.

(La imagen es una foto de Contando Estrelas, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 1 d’octubre del 2009

Las exigencias de la democracia.

En un Estado democrático de derecho rige el imperio de la ley y el de la opinión pública y si es difícil sobrevivir enfrentado a uno de los dos, es imposible hacerlo en contra de ambos que es lo que está intentando el presidente de la Comunidad Autónoma de Valencia, Francisco Camps, también conocido como el Curita en la trama corrupta del caso Gürtel en el que parece que tiene una participación de primer orden, mucho mayor de la que se pudo barruntar en un principio.

Cuando saltó el escándalo, daba la impresión de que el asunto se limitaba a la peculiar peripecia de unos trajes que los presuntos delincuentes regalaban a los políticos con los que trajinaban sus fechorías, entre ellos el Curita. Quizá por impericia, quizá por soberbia, éste gestionó muy mal el escándalo, mintió en repetidas ocasiones negando conocer al Bigotes, el que le regalaba los trajes o afirmó que se los pagaba él, se encastilló en un silencio aparentemente ofendido, se negó a dar explicaciones en sede parlamentaria y aplazó todo al pronunciamiento de los jueces en la esperanza de que el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Valencia, que era y es amigo íntimo suyo, lo exonerara de responsabilidad como efectivamente sucedió con una decisión del citado tribunal, movida por su presidente por dos votos a uno en la que se archivaba la causa en contra del Curita, una decisión que frisaba la prevaricación si es que no incurría en ella.

En los meses que duró el percance anterior, el Curita contó con el apoyo incondicional de la dirección de su partido y el reiteradamente expreso de su presidente, señor Rajoy, quien le dispensó un trato privilegiado y no sólo no le obligó a dimitir ante las sospechas de corrupción que lo asediaban como hizo con otros cargos públicos de su partido en similares circunstancias en la Comunidad de Madrid, sino que le brindó públicamente su apoyo en varias ocasiones, especialmente en un acto multitudinario en Valencia este verano en el que lo respaldó sin dudas ni vacilaciones y en una muestra de unidad del partido que ya se había exhibido con anterioridad en la foto que ilustra este comentario y que, por supuesto, hoy sería impensable.

Este modo de reaccionar frente a los indicios y pruebas de implicación en la corrupción de la trama Gürtel no sólo del presidente de la Generalitat valenciana sino de otros cargos y figuras del PP adoptó la forma extrema, algo paranoica y a todas luces insostenible de denunciar una persecución del PP por los órganos, instituciones y servicios del Estado de derecho, la judicatura, el ministerio del Interior, las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Trátase de una deriva peligrosísima que en el mejor de los casos asimila al PP al comportamiento de cualquier delincuente que siempre sostiene que es objeto de una persecución arbitraria y en el peor deslegitima al Estado de derecho y hace que imperen en el principal partido de la oposición las fuerzas más radicales y contrarias a la democracia que siempre han existido en él.

La razón por la que el PP llevó a este extremo irresponsable su apoyo al Curita y demás políticos valencianos sospechosos de actos delictivos reside en el respaldo que estos habían dado al señor Rajoy en el curso de las luchas internas del partido por hacerse con su presidencia. Fue el apoyo que el Curita brindó al señor Rajoy en el Congreso que le organizó ad hoc en el verano de 2008 el que permitió al sucesor de Aznar consolidar su posición de presidente frente a diversas opciones que se la disputaban tras haber perdido por segunda vez las elecciones legislativas. Fue una reacción de agradecimiento que pareció verse compensada de nuevo cuando el juez amigo del Curita dictó un sobreseimiento de la causa que ha provocado no sólo la interposición de un recurso ante el Tribunal Supremo sino un verdadero escándalo público.

Pero las cosas se complicaron al salir a la luz un informe realizado por la policía por mandamiento judicial del que parece seguirse sin gran margen de duda que el Curita y sus colaboradores han venido actuando como una especie de mafia que ha incurrido en diversos tipos delictivos, singularmente el cohecho -del que fueron exonerados por la citada decisión judicial- y la financiación ilegal de su partido. En un primerísimo momento, la reacción del PP y de su dirección fue recurrir de nuevo a la manida teoría de la persecución policial y la secretaria general de la organización, señora De Cospedal, que no parece tener muchas luces, formuló acusaciones concretas falsas, sin pruebas, calumniosas dirigidas al Gobierno. Pero la tozudez de los hechos ha acabado imponiéndose y, aunque el Curita escenificó hace un par de días un control parlamentario de su gobierno en las cortes valencianas que más pareció una farsa y una burla a la opinión, el PP ha tenido que rendirse a la evidencia de que seguir apoyando a los presuntos corruptos valencianos en contra de la ley y de la opinión pública es la vía más segura al suicidio.

A partir de ahora sólo pueden producirse descalabros y la cuestión pasa a ser cómo se resuelve este endiablado asunto en Valencia en donde quizá lo único sensato que quepa hacer sea que el presidente y su equipo dimitan y se convoquen elecciones anticipadas.

Porque por más que se empeñe el Curita y la manga de presuntos chorizos que lo arropa así como el cacique presidente de la Diputación de Castellón, no menos presunto delincuente, en democracia es imposible gobernar en contra de la ley y de la opinión pública. Eso es cosa de la dictadura con la que gran parte de esta derecha española simpatiza abiertamente.

La imagen es una foto de 20 Minutos, con licencia de Creative Commons)

Fascistas robacadáveres.

Por fin el Gobierno vence su timidez, debilidad o cobardía a la hora de hacer justicia a las decenas de miles de personas, vivas o no, relacionadas con la siniestra arbitrariedad de la dictadura de Franco de secuestrar los cadáveres de los republicanos muertos en el frente, ejecutados estrajudicialmente por las escuadras de falangistas o fallecidos a consecuencia de las torturas para dar satisfacción al deseo del dictador de rodear su faraónica tumba de caídos de los dos bandos en la contienda civil que alumbró su sedición.

Sabido es: la construcción de la basílica de Cuelgamuros, en la que se tuvo trabajando a miles de republicanos derrotados en la guerra, quería tener el valor simbólico de lo que el fascismo entiende por reconciliacion y no pasa de ser un insulto y un agravio más a las víctimas de la guerra y la posguerra a las que se enterró allí sin conocimiento de sus familiares o en contra de su voluntad, tras profanar sus tumbas, muchas de ellas fosas comunes en las que yacían los cuerpos de los asesinados veintitantos años antes.

Ahora una proposición no de ley auspiciada por los diputados Joan Herrera y Uxue Barkos, de Nafarroa Bai, a la que se han sumado, ¡por fin! los socialistas, permitirá recuperar los cuerpos de esos secuestrados en muerte, identificarlos y restituírselos a sus familiares y herederos. Es de justicia señalar que este diputado Herrera, de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds, está haciendo él sólo por la memoria histórica y la reparación de las injusticias del franquismo más que los 349 diputados restantes.

No es, en cambio, preciso añadir que el PP se ha opuesto a la iniciativa como siempre que se trata de deshacer las injusticias de la dictadura, su fuente espiritual de inspiración. El argumento que dice haber encontrado ahora es que hay que tratar a Cuelgamuros como "un cementerio más", como si el mundo estuviera lleno de cementerios rebosantes de cadáveres robados.

Por último, una consideración: espero que el señor Herrera lleve su coherencia, que es mucha, a presentar una propuesta respecto a los cuerpos de José Antonio Primo de Rivera y Francisco Franco. Yo los sacaría de donde están y también se los devolvería a sus familias, sobre todo al segundo. La Nación no tiene porqué honrar en un espacio público la memoria de un militar felón, delincuente y genocida.

(La imagen es una foto de Dark Botxy, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 30 de setembre del 2009

Postsupuestos.

Presentados en sede parlamentaria unos presupuestos que desdicen todo lo asegurado por el presidente del Gobierno apenas veinticuatro horas antes, ha debido éste de sentir la necesidad de defenderlos en bravo combate singular y ha descendido al batiburrillo del siglo con un artículo en Público titulado Oportunidades y responsabilidades en la lucha contra la crisis en el que defiende sus cuentas en línea con lo expuesto también por su ministra de Hacienda, como cálculos austeros, responsables, solidarios y que nos sacarán fortalecidos de la crisis. A su vez la oposición mayoritaria, incapaz de entender la sutileza del mensaje, carga contra el proyecto con la habitual sarta de descalificaciones acerca de que traerá más crisis, más déficit y más paro sin enterarse de cuál sea la verdadera finalidad de las cuentas, que no es lograr una recuperación de la economía en 2010 sino en 2011 como antesala a las elecciones de 2012. Más que un presupuesto anual es de alcance bianual, da por amortizado el año próximo (que se espera capear sin pena ni gloria, confiando en que el paro no descabale los cálculos) y se orienta al siguiente . Por ello se disfraza el déficit, calculándolo a la baja sobre el ya producido en la ejecución del presupuesto anterior, se obliga a las clases medias -siempre un terreno más seguro y abundoso- a soportar el mayor esfuerzo fiscal, se incrementa el IVA que es un impuesto casi invisible y se aplaza su efectividad al 1º de julio de 2010, se reduce drásticamente el gasto público allí donde no provoque conflictividad (aunque hipoteque el futuro por la falta de inversión en i + d) y, sobre todo, se mantiene el gasto social en la mitad del público lo que, además de materializar un compromiso programático reiteradamente enunciado por el Presidente, garantiza una clientela electoral llegado el momento de la recuperación.

Estos presupuestos son, como se dice, encaje de bolillos pero no económico, sino político. Y la oposición conservadora ni los ha olido.

(La imagen es una foto de guillaumepaumier, bajo licencia de Creative Commons).

Estado de corrupción: Gürtel.

Hace un año y pico nadie podía conseguir que el señor Rodríguez Zapatero pronunciara la palabra "crisis". Su cerrada negativa a hacerlo traslucía una especie de supersticioso y primitivo temor a que dicho el nombre se manifestara la cosa por arte de magia y aguara lo que el presidente y su equipo planeaban como una legislatura de bonanza en la que el superávit y otras bendiciones del cielo permitirían seguir administrando el país a base de mercedes y larguezas, como el cheque-bebé o los famosos cuatrocientos euros de los que ya nadie se acuerda.

Algo similar sucede ahora con la oposición y la palabra "Gürtel", que nadie la pronuncia, como si callándola, desapareciera ese feo fenómeno de una gigantesca trama de corrupción que cuenta ya con 71 imputados y que, de momento, afecta de lleno al PP en todos los escalones organizativos, desde simples militantes a tesoreros y en todos los ámbitos de la administración, desde la local a la nacional, pasando por la autonómica.

La comparecencia de ayer del señor Camps en las cortes valencianas fue un monumento al cinismo más descarnado: no hay Gürtel, no hay corrupción, no hay trajes, nada de nada; sólo hay una conspiración desde La Moncloa en contra del PP valenciano y nacional. Punto y raya, medalla, que ya escampará. Lo apoyaba en esta actitud de manifiesto desprecio hacia la oposición y la opinion pública en general el señor Fabra, siempre tan bien hablado como bien encarado. Dice este pintoresco hijo de la tierra que se le caen los huevos al escuchar a los sociatas hablar de corrupción. Aparte del insulto, el razonamiento es de encefalograma plano: como los sociatas son unos corruptos, no pueden hablar de la corrupción ajena y, por lo tanto, ésta no existe.

Los otros estamentos conservadores no tienen una actitud más coherente. A la señora De Cospedal se le ha encasquillado el discurso en la acusación al Gobierno de perseguir al PP valiéndose de los organismos del Estado y tras ella, en fila india, todos los altos cargos del PP y el señor Rajoy repican en la misma procesión sin mencionar ni una vez la maldita palabra.

Pero esa maldita palabra es el ábretesésamo de una oscura realidad que afecta al partido en su conjunto y cuys dimensiones, aun por determinar, amenazan con deslegitimarlo como fuerza política en el Estado democrático. Porque lo que se deduce de la trama en este momento procesal es que no solamente se trata de una red de mangantes dedicados a enriquecerse ílicitamente mediante fraudes, engaños, falsificaciones, etc de consuno con los correspondientes cargos del PP sino también de un complejo sistema de presunta financiación ilegal que afecta a la organización del partido en Valencia, en Madrid y en la nacional desde los tiempos de Aznar y pone bajo sospecha la validez de sus triunfos electorales.

Ignorar la evidencia no es jamás una buena táctica pero, en este caso, es casi equivalente a una fórmula de suicidio de un dirigente, el señor Rajoy, que ocupa el cargo por decisión personalísima de su predecesor, a quien nadie ha elegido, que tiene ya dos elecciones perdidas y es incapaz de hacerse obedecer por sus subalternos en la organización partidista.

(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).