dissabte, 21 de febrer del 2009

Peregrino de la memoria (XLIII).

Tiempos oscuros.

(Viene de una entrada anterior de Peregrino de la memoria (XLII), titulada Niños).

Los niños acostados, Beatriz retirada a sus cosas, probablemente leyendo porque lee mucho, quedamos Esteban y yo mano a mano en el comedor a la mesa, entre los restos caóticos de la cena, con yogures a medio terminar, unos platos de natillas y una fuente en el centro con una sopa que nadie se ha decidido a probar. Esteban me pregunta si quiero café y, al decirle que sí, desaparece unos minutos y vuelve con dos tazas humeantes. ¿Algo de beber? Yo no quiero. Hace años que no pruebo el alcohol que, en realidad, no me ha gustado nunca y me siento estupendamente. Él se sirve un whisky, apaga la luz cenital, deja una indirecta de pie y se sienta a mi lado. No parece haber tenido un día complicado. Cuando no está mostrando el Taj Mahal a un grupo de turistas mexicanos, Esteban trabaja en Madrid, en las oficinas centrales de una agencia trasnacional de viajes y otros servicios, como alquliir de vehículos, reservas hoteleras, organización de conferencias y eventos en general, en donde tiene un cargo de cierta responsabilidad. Es un hombre metódico y responsable, en el que uno tiene tendencia a confiar, el tipo de persona que se gana a la gente. Por eso es buen guía turístico, porque inspira simpatía y habla correctamente español, inglés, alemán, francés y japonés. Siempre se le dieron bien las lenguas Y siempre está aprendiendo alguna. Ahora, al parecer, el italiano, que ya lo domina pero de una forma autodidacta y quiere perfeccionarlo. La empresa lo escoge muchas veces para viaje delicados: visitantes vips que los gobiernos quieren agasajar especialmente y los ponen al cuidado de Esteban durante tres o cuatro días, dotándole de todos los medios imaginables, desde coche con chófer hasta cheque en blanco para hoteles, espectáculos, atracciones. La única función de Esteban es que, al final, los clientes se vuelvan encantados a su tierra, haciéndose lenguas del país anfitrión y presionando para que se firme tal o tal tratado o firmándolo él mismo directamente.

- ¿Qué haces? -me pregunta Esteban, mirando a través del vaso de whisky a la luz.

- Ya lo sabes: ando de viaje.

- Pero ¿a dónde?

- A ningún sitio en concreto; voy y vengo, me dejo llevar por incentivos del momento. Nada seguro. Hoy estoy allí, mañana allá. Sólo quiero moverme.

- ¿Para qué? Dice Kavafis, ya sabes, que "Iré a otra tierra, iré a otro mar,/ buscaré una ciudad mejor que ésta.(...)/No hallarás otras tierras ni otros mares./La ciudad irá contigo a dónde vayas."

- No lo dudo, no lo dudo. Ya sé que todo lo mío lo llevo conmigo y en ese "conmigo" hay de todo: mi ciudad, mi familia, mi gente, mi pasado... Pero mientras estás moviéndote, de viaje, vas de un lugar a otro, ves cosas nuevas, aprovechas para pensar en las tuyas.

- ¿En dónde has estado hasta la fecha?

- No muy lejos, no creas: Madrid, el levante, Barcelona, Madrid, Melilla, Jerez de la Frontera y ahora de nuevo por aquí. Pero me han ocurrido cosas divertidas o no tan divertidas, pero de interés.

- ¿Cómo qué?

- Estaba en Melilla en el momento del último asalto a la verja.

- Ya veo.

Esteban no es persona que atienda gran cosa por los asuntos sociales, económicos, políticos, los colectivos en general. Nunca he conseguido que se interese por las controversias colectivas, cuestiones como el aborto, la eutanasia o la independencia del País Vasco o Cataluña y mucho menos que se involucre en ellos. Al respecto es muy distinto de su hermana Gloria que debe de ser militante de más causas de las que consigue recordar. Esteban se interesa por lo que le concierne a él y a su familia en sentido estricto, su mujer y sus dos hijos. Su círculo colectivo más amplio alcanza a la familia en sentido amplio: padres, primos, tíos, etc y acerca de éste Esteban profesa una especie de pasión. A veces me da la impresión de que es como un sacerdote de los dioses manes, lares y penates, como si sólo a él quedaran reservadas las cuestiones familiares litigiosas como los recuerdos compartidos pero acerca de cuya cronología hay discusiones.

- Hay una cosa que quería preguntarte: en vuestra separación (se refiere a la de mi mujer y yo; sabía que al mencionarle la verja de Melilla, perdería interés en el tema y se concentraría en su pasión: su familia), ¿pensásteis en algún momento, sobre todo al principio, que podiáis rehacer la pareja?

- Eso siempre se piensa. Al principio y al final. Nadie sabe qué será de él en las próximas veinticuatro horas, imagina a diez años vista. Pero bueno, ya ves que no se terció.

- Sabías que Gloria y yo hicimos apuestas sobre si volvíais o no?

¿Sí? ¿Quién ganó?

- Ella.

- Tú apostabas por que volveríamos, ¿o querías que lo hiciéramos?

- Supongo que lo segundo. Lo pasé mal.

- Ya imagino. Pero tampoco te duró mucho. Tengo fotos de la época y se te ve bastante risueño.

- La procesión iba por dentro.

- Venga ya, no te enrolles. ¿Es de esto de lo que quieres que hablemos?

- No; es de un libro que acabo de leer por indicación de un amigo.

Creo percibir que no le es de todo grato tratar el asunto. Sale del comedor y vuelve con un libro que deja encima de la mesa, delante de mí, mientras que queda mirándome, como si quisiera dejarme claro que me observa. El libro es La generación del 56, de Pablo Lizcano (Leer, Madrid, 2007) así que ya sé de qué quiere hablarme y por qué no parece resultarle de todo grato.

- ¿Lo has leído?

Asiento con la cabeza.

- Entonces sabes que ahí se dice que tu madre, o sea, mi abuela, era confidente de la brigada político-social de Franco porque era amante de un inspector.

- Sí.

- Pero esto no será verdad ¿no?

- Tú, que la conociste y la trataste, ¿qué piensas?

- Que no. Pero entonces, ese tío, ese tal Lizcano...

- Es un mentiroso, un difamador, un falsario y un calumniador; o sea, pura escoria.

- Y ¿por qué no te has querellado?

- En realidad, la edición que has leído es la segunda. Conozco el libro desde que salió, en 1982.

- ¿Y no hiciste nada?

- No, tampoco, pero es que ésta es una historia muy distinta que a lo mejor te cuento en otro momento.

- ¿Por qué no ahora? Tenemos todo el tiempo del mundo. Yo mañana puedo levantarme tarde y tú puedes coger un tren a Torrelodones.

- De acuerdo, todo ahora, pero vamos a ir por orden; primero el libro y luego lo demás. El libro es calumnioso. Yo lo había hablado con mi madre y tú sabes cómo era tu abuela. Una cosa así es impensable en ella. Es pensable en los comunistas, con los que trataba, ya sabes, y en su modo de actuar, pero no en ella que era una persona excepcional. El autor no aporta prueba alguna; se basa en la maledicencia de los comunistas en la época. Fíjate que hablamos de fines de los años cuarenta y primeros cincuenta. Los comunistas que actuaban en la clandestinidad vivían en un clima de sospecha permanente, casi de histerismo, en medio de rumores que muchas veces contenían insidias y calumnias. Se llevaban muy mal entre ellos. Fue en aquellos años cuando los mismos comunistas asesinaron a su propio dirigente Gabriel León Trilla, por no citar más que un caso. Ese era el clima: todo eran rumores tildando de repente a éste de agente trostkysta y a aquel de agente franquista. Yo sabía que era mentira porque lo había hablado con mi madre, así que en 1982 decidí no hacer nada. No le dije nada del libro. No quería que de mayor, se le reapareciera un fantasma del pasado que ya le había amargado la vida lo suficiente. Confiaba en que, como el libro es una mierda, pasara, como pasó, sin pena ni gloria y, una vez ella fallecida, ya vería yo lo que hacía. Han vuelto a sacar el libro con motivo de su veinticinco aniversario, sigue siendo igual de mierda y, por supuesto, contiene la misma infamia. Y ahora ya me pregunto si merece la pena iniciar una acción judicial que va a quedar en nada. He pensado que es él quien tiene que probar su afirmación. Yo me limito a decir en público que eso es falso y que el autor es un falsario, un calumniador y un embustero y seguirá siéndolo mientras no pruebe su infundio cosa que no podrá porque es falso. Eso lo he publicado en dos revistas, una digital El Catoblepas y otra de papel Sistema, y ahí queda eso. Cualquier historiador del futuro está ya sobre aviso de que el libro de Lizcano es calumnioso y la bola de la calumnia deja de rodar.

Mientras hablo, uno de los niños ha empezado a llorar; Beatriz ha ido por él y, con él en brazos, acunándolo se ha sentado en una silla libre a la mesa y ha estado esuchando muy intersada la última parte de mi relato.

- Ahora vamos a la otra parte, que te decía. Te he dicho que yo lo hablé con ella, pero no te he dicho cuándo. Yo sabía esa historia mucho antes de que el libro se publicara. Ten en cuenta que en la Universidad ingresé y estuve unos meses militando en el Partido Comunista, en donde fue le primero que me dijeron.

- No fastidies -dice Beatriz, que no pudo contenerse.- Y tú, ¿qué hiciste?

- Ya os lo he dicho: me fui a hablar con ella.

Beatriz conoció a mi madre, a la que adoraba. En alguna ocasión había dicho en su presencia que ella se había casado con Esteban pero de quien estaba enamorada era de su madre.

- De eso es de lo que voy a hablaros ahora para que entendáis el clima de una época, las formas de actuar de unas gentes y midáis el fondo de miseria y calumnia de ese libelo así como alguna constante de la naturaleza humana..

El niño, que ha llegado hipando, se ha vuelto a dormir. Beatriz lo levanta con mucho cuidado y sale del comedor diciendo:

- Espera, espera, no empieces, que voy a acostar de nuevo a éste y vuelvo de un salto, que esto no me lo pierdo yo.

(Continuará)

(La imagen es una viñeta de Aubrey Beardsley, 1894).

divendres, 20 de febrer del 2009

La quiebra del sistema.

Poco a poco va abriéndose paso la idea de que esta crisis mundial carece de precedentes y que puede tener una gravedad hoy insospechada pero que ya comienza a barruntarse con temor en las cancillerías: puede ser una crisis del sistema capitalista en su conjunto. Hace menos de un año el señor Rodríguez Zapatero se negaba a pronunciar la palabra maldita, prefiriendo "frenazo" o algún otro eufemismo. Hoy no solamente no se le cae de la boca sino que tanto él como sus ministros del área económica parecen noqueados en sus comparecencias públicas, casi balbucientes. Como todo el mundo por lo demás. Sólo los imbéciles van por ahí diciendo que saben lo que pasa y tienen el remedio. Hace poco también el inefable señor Greenspan confesaba a un Comité del Senado que estaba estupefacto y que jamás soñó que el mercado fuera realmente incapaz de autorregularse. Este genio de las finanzas ignoraba lo que sabe todo el mundo: que si hay que autorregularse es porque las reglas son necesarias y, lo dicho, todo el mundo sabe que la peor forma de imponer unas reglas es autoimponiéndoselas. Estoy seguro de que a estas alturas, quinientos años después, el buen Sancho todavía no se ha dado ni la milésima parte de azotes que había de propinarse a cuenta del desencantamiento de doña Dulcinea. Y ello sin mencionar los varios miles (creo) que se descuenta el muy pillo dándoselos a un árbol y fingiendo estar recibiéndolos a oídos de don Quijote y cuenta de sus borricos. Que ya Sancho entendía muy bien cómo funciona el mercado capitalista. Mucho mejor que don Quijote.

Las comparaciones con 1929 no se mantienen. Entre otras cosas porque entonces se pudo echar mano a la creación del Estado del bienestar y las políticas keynesianas. Ahora todo eso existe. Y nadie sabe a dónde puede conducir el catástrófico rumbo de la economía global, que encadena los datos macro negativos en razón creciente. Un vendaval que puede arrasar mercados, Estados, organizaciones internacionales. Un vendaval que puede avivar las brasas, nunca muertas en Occidente, del nacionalismo, el proteccionismo, el fascismo, el racismo y otros ismos no menos temibles.

Odio exagerar pero si, hace cinco años, no más, excuso decir veinte, alguien dice que el presidente de los Estados Unidos iba a considerar la posibilidad de nacionalizar la banca de acuerdo con una reciente propuesta de Paul Krugman que tiene bastante consenso entre los propios banqueros ese alguien terminaría la jornada en un frenopático. Hoy, sin embargo, lo consideran y proponen otros estadistas, como Silvio Berlusconi y Gordon Brown, claro que en el caso del señor Berlusconi la condición de estadista no excluye la de frenópata. Hasta el Gobierno alemán tiene planes para nacionalizar bancos cuando se encuentren con problemas como pasa ya con el gigante Hypo Real State (HRS). Bien es cierto que los accionistas gringos del HRS quieren plantar batalla al Gobierno e impedir la incautación.

Se dibuja una línea de conflicto entre los gobiernos y la banca. Esa petición del Gobierno gringo a la banca suiza USB, la principal del país, de que levante el secreto de 52.000 cuentacorrentistas estadounidense es casi un casus belli. El secreto bancario es la base del negocio suizo, como la de todos los paraísos fiscales pues a estos efectos, Suiza, Liechtenstein, Bélgica y Luxemburgo con sus secretos bancarios, son verdaderos paraísos fiscales, razón por la cual USB se niega a levantar el secreto bancario de los 52.000 clientes. Pero localizar ese dinero e impedir el uso de los paraísos fiscales es, al día de hoy, el primer paso de una política creíble de resolución de la crisis y salir de la crisis quizá sea cuestión de subsistencia de los Estados occidentales. El choque, por tanto, es frontal y no se le ve fácil solución. Antes se hacía una guerra, se abrían los puertos del Japón al comercio a cañonazos, por ejemplo; pero ahora eso no es posible o, cuando menos, no lo parece, aunque nunca se sabe.

Y si fueran sólo los bancos... A estas alturas la crisis es tan profunda y virulenta que no sólo los bancos sino los países son los que están amenazados de quiebra. ¿Pueden quebrar los Estados? Por supuesto y unos más fácilmente que otros. Consúltese el gráfico del Frankfurter Rundschau para ver el grado de riesgo de quiebra que tenemos los países de la eurozona (alto en Irlanda, Grecia, Eslovaquia y eslovenia; medio en Portugal, España, Italia, Austria y Bélgica; y bajo en Francia, Alemania, Países Bajos, Luxemburgo y Finlandia) y los de fuera de la eurozona. Los países extraños a la Unión Europea que tienen su propia moneda y es fuerte no suelen tener problema de quiebra porque dan a la manivela de hacer billetes a costa de la inflación que nunca es mala para todos. Lo más fastidioso es lo de los países de la eurozona con problemas porque al no poder devaluar su moneda pues no la tienen, pueden encontrarse en situación de quiebra, de no poder pagar sus deudas. En estas condiciones, ¿cuánto durará la Unión Europea si hay que decir a los ciudadanos que es preciso ayudar a Irlanda, a Grecia, a Eslovaquia, Eslovenia y quién sabe a cuántos más?

Por eso se dice aquí que esta crisis puede tener unas consecuencias impensadas para las cuales, me temo, nadie está preparado. Y nadie es nadie.

(La imagen es una foto de Daquella manera, con licencia de Creative Commons).

Tirar sobre el pianista.

Veo que los del PP han decidido tomarse la instruccion del juez Garzón por la tremenda y han pasado al ataque. Los mismos que habitualmente recurren a los tribunales para todo se ponen nerviosos cuando les toca reponder ante esos mismos tribunales. Porque esta batería de acusaciones, querellas, recursos, denuncias etc, etc sólo prueba que, ante todo y sobre todo, se trata de entorpecer la acción de la justicia. Luego ya se verá. Ya se verá cántas manos se han quemado y cosas así. Siempre que se consiga llevar el debate político a una atmósfera de entendimiento y no de chulapería madrileña. ¿No tengo dicho que la señora Aguirre no suele saber lo que dice? En este vídeo de su intervención en la Asamblea de Madrid se oye la parte final de su alegato de la que parece colegirse que ha citado el famoso poema de la resistencia alemana que la gente suele atribuir a Bertolt Brecht aunque hay más acuerdo en que sea de Martin Niemöller, eso de "Primero vinieron por los comunistas y yo no hice nada..., etc". Pero lo cita mal: se saca unos homosexuales de la manga que le deben de parecer a ella como de lo más progre. En fin...

Por cierto, eso de ver cómo el juez Gómez de Liaño, condenado en firme por prevaricador imparte lecciones desde El Mundo acerca de la posible nulidad de las actuaciones del juez Garzón tiene bemoles, muchos bemoles.

Finalmente, luego de enterarme de que el señor Fernández Bermejo ha ido de caza sin la preceptiva licencia, me uno al coro de los que piden su dimisión. No hay nada que irrite más que la gente practique el "haz lo que digo y no lo que hago".Yo, ya se sabe, prohibiría la caza; pero si ha de haberla y requiere licencia, los que la practiquen que la tengan.


(La imagen es una foto de 20 Minutos, con licencia de Creative Commons)

Hamlet en comedia.

Está esta obra tan publicitada en la Villa que ayer me planté en el teatro Matadero a verla y he de decir que no me gustó nada y que hasta me pareció de coña. Supongo que todo eso se debe a mi incultura teatral, que confieso, mi ignorancia, que reconozco y mi falta de gusto, de la que estoy convencido. Pero explicaré brevemente por qué no me gustó aun reconociendo que todos los que la hacen, del director al último cortesano trabajan como fieras, se esfuerzan y tratan de sacar lo mejor de sí mismos. Pero para nada bueno porque la libérrima interpretación de la obra de Shakespeare no da un Hamlet convincente. Se hace hincapié, mucho hincapié, en que el príncipe es interpretado por una mujer, de lo que hay pocos antecedentes, pero los hay, la Bernhardt, que se atrevía con todo, y no sé si la Xirgu. Pero es que este asunto del sexo es perfectamente anodino desde el momento en que Hamlet es literalmente la personificación de la duda, de la duda metafísica, dentro de la que está como es obvio la de género; pero no se agota en ella. La señora Portillo, por lo demás, interpreta un Hamlet monolítico, decisivo, contundente. Probablemente porque quiere reflejar a un varón y mostrar virilidad (de ahí que empiece la obra castigando duramente a un punching-ball) pero con eso lo fastidia ya que el príncipe es duda porque es indecisión, vacilación, reparo (de ahí que pueda haber una interpretación de Hamlet como homosexual o bisexual) y por más que la señora Portillo luzca atributos femeninos su acción, a saltos y carreras por el escenario, no inspira nada de aquello. Pero ¿cuál es el sentido de que a Hamlet lo interprete una mujer? ¿No es el de subrayar entre sus ambigüedades sus rasgos femeninos?

A partir de aquí la obra no tiene ya mucho sentido. Bueno, la escenografía, mostrando indudables aciertos, resulta creo exagerada, alambicada, pelín pretenciosa y la coreografía a veces era enloquecedora. Hay cuadros en Shakespeare en que está presente una gran cantidad de gente pero es que los de este Hamlet cada cual está haciendo algo por llamar la atención, portando manzanas o luciendo un espejo o trepando por una cuerda, lo que distrae mucho de la historia. Y ese es el principal defecto del montaje, que no conduce al contenido lírico y filosófico de los parlamentos de Shakespeare sino, al contrario, distrae de él y eso cuando el volumen de la música o los correspondientes horrísonos gritos que da algún personaje, permite oír los parlamentos.

En general creo que no es acertado reducir el texto de Shakespeare (o esa impresión me ha dado) a los trozos más célebres y memorables y al desnudo relato de la trama y no de toda. Sobre todo para sobreponerle una coreografía caprichosa, generalmente pomposa y violenta con abundantísimos silencios. No hay modo de seguir la evolución psicológica de los personajes, esa tortura interna que se va iniciando en ellos desde el comienzo, como sucedió con Hamlet padre que murió envenenado por el oído. Justo la venganza que toma él después: vierte su veneno en el oído de su hijo, el veneno del rencor, el odio, que luego lo emponzoñará todo y los destruirá a todos.

Volviendo a la escenografía: esa costumbre que tienen en el Matadero de poner agua en el escenario no siempre es grata. Acaba uno un poco harto de agua, aunque reconozco que es buena aliada cuando quiere uno dar sensación de mucho coraje: se marcha dando patadas al agua y levantando espuma, como un dios. No hay ambientación, gracias al cielo, ni muchos decorados, pero esa costumbre también de vestir a todos los personajes con uniformes como de soldados vieneses o motoristas de Jean Cocteau tampoco es convincente. Se dirá que cada cual puede representar a la gente de Helsingfor como quiera y es muy cierto. Simplemente esta forma de imaginarlos no me gusta y menos el vestuario de los cuatro cortesanos. Lo de las bicis mola pero el bombín, la chaqueta, el pantaloncito corto y el faldellín son asombrosos y lo peor no es que estén ahí tan apropiados como en el entierro de Tutankamon sino que, además, toman luego al asalto el espacio común del descanso con la música a todo trapo, grito va, berrido viene, muy cosa de gay cool y macizo, lo cual ya me parece un abuso. Porque es una invasión de territorio.

Discrepo de casi todas las formas de presentar los momentos más célebres de la obra: la muerte de Polonio, la de Ofelia, la calavera de Yorick (que aquí aparece, creo, no estoy seguro, pero en un momento irrelevante), el viaje a Inglaterra, pero a lo que más objeto es a la escena final en la que todos mueren y Hamlet mata a Claudio de un disparo de revólver. Ya han aparecido antes y se han disparado armas de fuego, un anacronismo que no tiene mayor importancia de no ser porque incorpora un simbolismo en la línea errónea dado el carácter fálico de las pistolas. Pero el tiro del que muere Claudio suena un poco como los obligados sonoros disparos fuera de escena con los que se ponía sumario fin a muchos enredados dramones en el siglo XIX. Aquí el final es tumultuoso, veloz, como si tuviéramos prisa por despachar el importante momento de la muerte (cuando ha habido escenas literalmente a cámara lenta) y amontonar los cadáveres de cualquier modo, para que Hamlet, en cuyo honor está hecho este montaje, recite su parlamento final.

¿Lo ven? Probablemente no he entendido nada y soy incapaz de marchar con el paso del tiempo.

dijous, 19 de febrer del 2009

El caso de Marta del Castillo.

Mientras no se dé con el cuerpo de Marta del Castillo no se podrá condenar por asesinato ni homicidio a quienes se han confesado autores y/o encubridores de su muerte, sino en todo caso por detención ilegal como delito continuado si no hay lugar a dudas de que lo han cometido. Todo ello contribuirá a aumentar la insana curiosidad, el morbo de que está rodeado el caso. Y tambien los compungidos, escandalizados e hipócritas lloriqueos de tertulianos, comentaristas, analistas y demás variada fauna de opinantes de que goza este país en radio, TV y prensa escrita que suelen ser los mismos, que van de emisora en emisora colocando sus opiniones a un auditorio al parecer ansioso por escucharlas o leerlas porque, de otro modo, los opinantes tendrían que buscarse otro quehacer.

Precisamente en relación con este asunto de Marta del Castillo hay una amplia coincidencia entre comentaristas en horrorizarse y rasgarse la vestiduras por el tratamiento mediático que está recibiendo y que se compara con ánimo condenatorio con el de las niñas de Alcasser que, según se dice, se convirtió en un circo mediático. La mayoría de los opinantes, que suele razonar más o menos de acuerdo con la mediana de opinión de lo que juzgan que es la "mayoría silenciosa" a efectos de no perder el favor del público, estaba horrorizada porque, al parecer, Tele 5 entrevistó a la novia del presunto asesino, considerando que era una prueba más de un modo moralmente condenable de tratar el material informativo, morboso, inhumano. Creo que hasta escuché a una señora muy conocida sosteniendo que no se puede poner un micrófono delante de unos padres cuya hija acaba de ser asesinada. O sea, que los bien pensantes del país quieren que la gente se calle o que los medios la silencien.

¡Con qué fruición sacamos al censor que todos llevamos dentro! ¡Con qué facilidad encontramos razones para silenciar a los demás! Sobre todo si nos autoubicamos en posiciones morales intachables de buenas conciencias y hablamos de derechos de las víctimas o el dolor de los padres como si con ellos hubiéramos emprendido un cruzada.

En principio la curiosidad malsana, la cotillería y el morbo están muy extendidos en la sociedad. Creo que El caso ha dejado de publicarse pero durante bastantes años fue un exitazo de tirada con un contenido hecho de crímenes, violencia, asesinatos y sangre en sus muchas formas. Igual que ahora con estos crímenes u otros asuntos no menos crudos como las muertes de inmigrantes ilegales. Los medios no son quienes han cometido los hechos sino quienes informan sobre ellos y lo hacen en el estilo que suponen mejor para captar audiencia que es de lo que viven. Y a quien le moleste, que no vea la tele, que apague el receptor de radio o cierre el periódico pues, que yo sepa, ninguno de ellos es de consumo obligado. Además la variedad de medios es tal que siempre encontrará el que informe de acuerdo con sus gustos que no tiene por qué imponer a los demás.

¿Por qué los informadores no van a pedir su opinión a los padres de la víctima? Ya ellos, que son mayores de edad, decidirán qué dicen y si a nuestro censor no le gusta, que no oiga pero que no se ponga fariseo y trate de buscar una justificación para callar opinión y coartar la libertad de expresión y el derecho a la información del público.

Pero, dicen los censores, una cosa es el derecho a la información y otra el morbo. ¡Cómo me suena eso! Una cosa es la libertad y otra el libertinaje, claro, claro; una cosa es el erotismo y otra la pornografía, por supuesto, por supuesto; una cosa la alegría y otra el pecado, faltaría más, monseñor. ¿Y quién decide esas diferencias? ¿Hay alguna duda? Los censores, siempre provistos de un superior conocimiento que los autoriza a decidir por nosotros lo que podemos o no podemos ver u oír.

Sólo conozco un supuesto en que la censura (porque censura es toda restricción de la expresión por el motivo que sea) esté justificada: el de los menores de edad. En este caso su padres o tutores serán quienes decidan por ellos lo que ven u oyen. Pero sólo en este caso. En todos los demás, los censores pueden y deben meterse sus justificaciones (que si morbo, mal gusto, sadismo y otras estupideces) por donde les quepan porque los auditorios somos mayores de edad y perfectamente capaces de discernir lo que queremos o no queremos ver sin que nadie nos tutele. La libertad de expresión en fondo y forma debe ser lo más amplia posible y su único límite, el Código Penal.

(La imagen es una foto de 20 Minutos, con licencia de Creative Commons).

Huelga de jueces.

"Los jueces no tienen derecho de huelga" dice el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). ¿Por que no? ¿Porque lo dice el CGPJ? Y ¿quién es el CGPJ para decidir sobre los derechos de los ciudadanos, sean jueces o tragasables? Nadie, no es nadie.

Mientras una ley orgánica no diga taxativamente lo contrario los jueces tienen derecho a la huelga porque éste está reconocido en la Constitución que no excluye de él a sus señorías. Ayer escuché también a un prominente opinador diciendo que (y cito textualmente) "no todo lo que no esté expresamente prohibido está permitido". Pues va a ser que sí, que así es, guste o no a este aprendiz de Torquemada: está permitido todo lo que no esté expresamente prohibido. En la entrada anterior se veía con qué facilidad sale el bicho censor que todos llevamos dentro. En ésta, con qué facilidad sale el autoritario guardia de la porra. ¡Cuánto daño ha hecho el franquismo!

Claro que los jueces tienen derecho a la huelga mientras no se les prohíba por ley orgánica. Otra cosa es que moral o políticamente deban ejercerlo. Yo no lo hubiera hecho, pero ellos están muy en su derecho.

(La imagen es una foto de Público, con licencia de Creative Commons).

Una fábula de amor.

Estupenda película esta de Danny Boyle, el de Trainspotting. Es fascinante. Está basada en una novela india y tiene que ser así porque juzgo imposible que a un occidental se le ocurra una historia de este tipo con unas características tan acusadamente no occidentales. Esto sí que es alianza (o choque) de civilizaciones.

Se trata de una historia de amor, fórmula de éxito asegurado eterno mientras la humanidad sea lo que es, entre dos niños (niño y niña) que crecen en la miseria de los arrabales de Bombay, una historia de amor que se ve obstaculizado e impedido a lo largo de su infancia y adolescencia hasta que ya en su juventud se impone porque, como le dice él (Jamal) a ella (Latika) es su destino. Mientras esta historia de amor llega a su sorprendente final en unos diez años el relato nos muestra a un ritmo trepidante, sin descanso, con abundancia de efectos especiales y escenas sorprendentes en un alarde de dirección como he visto pocos, la realidad de la India contemporánea en su abigarrada complejidad: la vida de miseria de los barrios de chabolas, las más diversas formas de la picaresca y los extremos a que han de llegar los chiquillos solos, abandonados, para sobrevivir, cayendo a veces en manos de delincuentes que los usan para sus fines, el tumultuoso desarrollo de Bombay, convertida en Mumbai, a través de la gigantesca especulación del suelo, las luchas de bandas de delincuentes, gangsters y pistoleros, la explotación de los trabajadores precarios, los conflictos religiosos entre hindúes y musulmanes y, por supuesto todo ello sobre algunas de las constantes de la vieja India de las historias clásicas: las ciudades superpobladas, los dédalos de callejuelas de barrios pobres, los largos trenes en los que se apiña todo tipo de pasajeros, las muchedumbres, los hacinamientos, las jerarquías sociales, los ricos y los pobres y los turistas occidentales.

Desesperado por no poder reunirse con su amada, secuestrada por una banda de pistoleros, Jamal, que es analfabeto, decide participar en el famoso programa-concurso de televisión "¿Quién quiere ser millonario?" en la esperanza de que como la tele la ve el país entero, sobre todo ese programa, Latika lo haga también y sepa en dónde encontrarlo. El programa es de preguntas y respuestas que, si son acertadas, van aumentando la cantidad de dinero a un ritmo veloz de doble o nada. Las preguntas son complicadas pero Jamal va contestándolas todas lo cual levanta las sospechas del presentador que no entiende cómo un chaval al que, obviamente, el dinero no importa nada (ya que siempre dobla y no se retira) consigue acertar siempre por lo que piensa que quizá esté haciendo trampas. Así hace que lo detenga la policía la noche anterior al último programa en el que, si acierta la pregunta, se llevará veinte millones de rupias y será rico, para interrogarlo, cosa que hace la policía con torturas incluidas. Pero Jamal no hace trampas. Quiere el destino que sepa la respuesta a las preguntas que se le van haciendo porque cada una de ellas está relacionada con un episodio violento o trágico de su existencia de niño y adolescente en el que estaba cada respuesta concreta, lo que proporciona el medio para que la peli nos cuente todo lo mencionado antes, como una especie de cuadro sociológico de la India, a base de flash-backs. Es el destino del que él está tan seguro que va actuando por su cuenta. Hasta llegar a la última pregunta, la de los veinte millones de rupias, cuando todo el país está literalmente paralizado ante el televisor para ver el resultado y que también remite a un episodio concreto de su infancia pero cuya respuesta ignora esta vez.

Definitivamente la peli merece la pena. Es tan distinta de lo que vemos normalmente en las pantallas que constituye una experiencia.

dimecres, 18 de febrer del 2009

La estafa del capitalismo.

Ya han pillado a otro presunto granuja a gran escala, al estilo Madoff: Robert Allen Stanford puede haber estafado más de 8.000 millones de dólares a más de 30.000 clientes en unos 131 países. Como en el caso de Madoff se trata de gente que se pasó de lista al estilo "toco-mocho" invirtiendo en productos de rentabilidad mucho más alta que la del mercado, en duros a cuatro pesetas. Dejemos de lado el interesante problema ético de quién estafa a quién en el toco-mocho, así como el divertido hecho de que este supuesto mangante tenía el título de "Sir" expedido por el Estado de Antigua y Barbuda, antaño refugio de corsarios y hoy paraíso fiscal del que aquel se había hecho ciudadano. Dejemos ambos asuntos de lado pero sin perderlos de vista porque hablan mucho sobre la naturaleza humana.

Lo interesante aquí es que, a medida que avanza la crisis, de la que ya no se libran ni los casinos, icono del capitalismo triunfante, van aflorando más y más casos de estafas y fraudes gigantescos que muestran no ser excepción sino norma en el capitalismo y parecen probar que los mecanismos de supervisión y control del sistema financiero estaban en manos de ineptos y analfabetos financieros. Es posible.

Y también lo es que tales mecanismos de control estén en manos de cómplices de un sistema que en sí mismo es una gigantesca estafa y en el que sólo por ingenuidad, bondad angelical o, sí, verdadera ineptitud, cabe distinguir entre actividades especulativas lícitas e ilícitas. Un ejemplo: al aceptar el puesto de Ministro de Hacienda del gobierno del señor Bush en junio de 2006 el señor Henry Paulson, el del famoso plan de rescate de los bancos en quiebra en los EEUU, tuvo que dimitir como directivo del banco de inversiones Goldman Sachs, por cierto, principal donante a la campaña del señor Obama, por incompatibilidad. La baja supuso al señor Paulson 18,7 millones de dólares de prima por cinco meses trabajados como directivo y un beneficio por venta anticipada de acciones acumuladas en siete años en la casa de 486 millones de dólares; en total más de 500 millones dólares por siete años de trabajo consistente en lo esencial en magia financiera, en sacar de la chistera miles de millones de dólares de beneficios que, al estallar la burbuja especulativa, se han volatilizado sin que el mismo señor Paulson haya devuelto sus 500 millones sino que ha echado mano del dinero de los contribuyentes para salvar de la ruina a las entidades financieras, bancos de inversiones, fondos, etc a los que él y cientos, miles de pájaros como él han llevado a la ruina mientras ellos se enriquecían con el mismo descaro que él.

¿Cuál es la diferencia entre los Sir Robert Allen Stanford y los Hank Paulson fuera de que los primeros son media docena y están muy mal vistos y los segundos son, ya se ha dicho, miles y pasan por expertos y ejecutivos de prestigio? Que los segundos se van de rositas, que quedan impunes, que se guardan la pasta; pero nada más. La estafa, el fraude y, por ende, la ruina de cientos de miles, de millones, centenares de millones de personas son lo mismo. Porque es el sistema el que es una estafa. El sistema capitalista regido por piratas hoy llamados neoliberales cuyo evangelio de rapiña descansa sobre tres propuestas no solamente falsas sino en parte delictivas: 1ª) la codicia es buena; 2ª) el mercado se autorregula; 3ª) lógicamente, el Estado absit. Y digo delictivas porque, cuando el mercado se "autorregula" impera siempre la ley del más fuerte, del más ladrón y sinvergüenza. Por ello es necesario que el Estado se abstenga.

Hoy, en plena catástrofe a causa de estas recetas neoliberales, el Estado tiene que intervenir por doquier: tiene que salvar bancos e industrias en los EEUU, nacionalizar bancos en Alemania, Islandia, Inglaterra, acudir en ayuda de las entidades financieras y empresas en Francia, España, Italia...Hoy toca zafarrancho de salvamento a cargo del denostado Estado que no es otro que la sufrida población de sujetos fiscales a los que primero se robó con técnicas neoliberales y ahora se sigue esquilmando con técnicas intervencionistas. Por supuesto, el discurso dominante vuelve a ser del sano "espíritu capitalista protestante", se condena la codicia y se niega que el mercado pueda autorregularse pero ¿alguno de los citados estafadores "legales" ha devuelto un euro de sus fabulosas primas cobradas hasta ayer mismo? ¿Alguno ha ido a la cárcel como irán, es de esperar, los Madoff y los Stanford?


Coda carpetovetónica.

Los escándalos de corrupción de presuntos defraudadores organizados supuestamente en conexión con cargos del PP en España son la versión hispánica de este modo fraudulento, piratesco, neoliberal de entender el capitalismo. Los neoliberales españoles suscriben a pie juntillas las tres propuestas citadas más arriba (viva la codicia, abajo las regulaciones y fuera el Estado) y las ponen en práctica desde los puestos de la administración pública, desde sus cargos representativos, desde los puestos de gestión oficiales. Porque así como en los países avanzados el robo a la sociedad y al Estado se hace desde la robusta sociedad civil, en Carpetovetolandia se hace desde las covachuelas de ese mismo Estado, chupando de él con programas de desmantelamiento de lo público, de lo estatal, autonómico, municipal, de privatización de la riqueza y el patrimonio público. En el camino, según parece y presuntamente (por supuesto) muchos de estos avispados neoliberales se llenan los bolsillos. Es lo de Paulson y otros imaginativos gestores pero adaptado al país del Lazarillo de Tormes y Bienvenido Mr. Madoff.

(La primera imagen es un cartel antiguo de una película del famoso Fantomas, procede de Wikipedia y está en el dominio público), la segunda es una foto de Público, con licencia de Creative Commons).

¿Qué pasa con la izquierda italiana?

Hubo un tiempo en que la izquierda española miraba a la italiana con admiración y sana envidia. Se estudiaba y se comentaba a Gramsci, se escuchaba con respeto a Enrico Berlinguer, como se había escuchado antes a Palmiro Togliatti, se leía a Giorgio Napolitano (hoy presidente de la República), Umberto Cerroni, Galvano della Volpe, Norberto Bobbio, Rossana Rossanda, etc, etc. Eso se ha acabado. Desde los años noventa, la izquierda italiana ha entrado en barrena. La dimisión ayer de Walter Veltroni, secretario general del Partido Democrático pareciera venir a darle la puntilla.

En este desastre parece haber razones específicamente italianas y otras propias de la izquierda en el mundo occidental. Entre las italianas se cuenta en primer lugar el problema de legitimidad del comunismo. Con el hundimiento de la URSS, el Partito Comunista Italiano, antes el más poderoso de Occidente, pues llegó a alcanzar el 33 por ciento del voto en los años setenta, juzgó oportuno camuflar su identidad comunista (como había hecho el Partido Comunista de España en los ochenta al crear IU) e inició una serie de mutaciones nominales hasta acabar en esos "Demócratas de la izquierda" que se unieron con otras fuerzas de centro y centro izquierda para formar el actual Partido Democrático (PD). Pero el problema de legitimidad comunista persiste y únicamente se agrava cuando, para sobrevivir, se arropa (como el español) con una miriada de partidos y partidillos que hacen muy difícil una acción unitaria. Distingo en el actual PD hasta catorce facciones, sin contar los dos aliados externos con los que perdió las elecciones de 2008, esto es, el Partido Radical e "Italia dei Valori" de Antonio di Prieto, por quien se pronunciaba Paolo Flores d'Arcais hace un par de días en El País en un artículo cuyo título lo dice todo: Italia necesita una oposición a Berlusconi, lo que implica que el PD no lo es. Y el asunto es grave porque si el PD obtuvo el 33,2 por ciento del voto en 2008, Italia de los Valores se quedó en el 4,4 por ciento. Y sin embargo es cierto que el PD no es oposición para Berlusconi en primer lugar porque un partido compuesto por catorce corrientes no es un partido sino una corrala. Cierto, es la tradición italiana: en sus tiempos áureos, la Democrazia Cristiana (cuya izquierda está hoy en el PD) llegó a albergar ocho corrientes; pero el fraccionamiento actual es peor porque se enfrenta a una derecha crecida y no muy unitaria pero sí infinitamente más que la izquierda; y en segundo lugar porque esas corrientes internas de la izquierda suelen ser partidillos cabezones, esto es, de escasa implantación pero con líderes rutilantes, algunos más que el propio Veltroni (D'Alema, Rutelli, Prodi, Zanone; por no mencionar los "externos" Di Prieto y Panella) con lo que el PD tiene un grave problema de liderazgo, como todos los medios han señalado al valorar la dimisión de Walter Veltroni/Walterloo ; y la corrala se convierte en una jaula de grillos.

La razón común a la izquierda occidental es la paradójica situación en que ésta se encuentra y sobre la que Palinuro está preparando una entrada para próximas fechas. La izquierda se sentó a ver pasar el cadáver de su enemigo, éste está pasando bajo la forma de la esperada crisis general del capitalismo pero ella carece de programa, propuestas, ideas concretas que ofrecer como alternativa. Hasta la fecha, que yo sepa, ningún partido electoralmente relevante de izquierda (reitero lo de electoralmente relevante para ahorrarme las recriminaciones de los "auténticos comunistas de Olivejos del Valle", etc) ha propuesto algo distinto a medidas reformistas para salvar y restaurar el capitalismo. Ni una sola alternativa. Así las cosas, parece lógico que el electorado se incline por los partidos que, por unidad y consistencia prometan de modo más creíble retornar a la senda del desarrollo capitalista, crecimiento sostenido y pleno empleo que en unos sitios serán de derecha (como en Italia o en Francia) y en otros de centro-izquierda (como en España) pero en ningún caso considerará experimentos como el PD italiano que ya fracasó bajo las bucólicas formas de la Margarita y el Olivo.

(La imagen es una foto de 20 Minutos, con licencia de Creative Commons).

dimarts, 17 de febrer del 2009

Batería de preguntas.

Sobre la vida y la muerte.

¿Quién ha educado a esos críos capaces de asesinar a una adolescente, deshacerse del cadáver y fingir durante días preocupación por su paradero?

¿Qué hemos hecho mal para que, escapando del hambre, los africanos se lancen a cientos a la mar que a veces se cobra un tributo espeluznante?

¿Qué idea de los derechos humanos tiene una policía que contingenta inmigrantes como quien descasta la fauna de un territorio?


La ética del príncipe.

¿Por qué preside la comisión de investigación sobre el espionaje un presunto implicado en alguna de las tramas corruptas relacionadas con el PP?

¿Qué pinta de concejal de Boadilla quien dimitió de alcalde por supuesta corrupción? ¿Qué de diputado otro que dimitió de consejero por igual motivo?

¿Por qué no rinden cuentas los gobernantes valencianos de los fondos públicos que gestionan? ¿No saben distinguir entre la hacienda pública y la privada?

El pueblo soberano.

¿Cómo pueden los sondeos anunciar mayoría cuasi absoluta en Galicia para un PP rebosante de escándalos?

¿No tiene nada mejor para ofrecer a sus paisanos el señor Ibarretxe que otra vuelta de consulta que tampoco podrá celebrar?

¿De dónde saca la izquierda abertzale que el voto nulo es mejor que el válido?

No huele.

¿Por qué no emplea el Banco de Santander parte de los ocho mil millones de euros de beneficios de este año en devolver su dinero a los impositores de Banif?

¿Por qué no bajan las inmobiliarias los precios de las viviendas si quieren venderlas?

¿A dónde creen que llegará el Ibex si los bancos siguen sin abrir el crédito?

El bocón.

¿Por qué no se calla el señor Chávez?


(La imagen es una foto de alexanderdrachmann, con licencia de Creative Commons).