dimecres, 18 de febrer del 2009

La estafa del capitalismo.

Ya han pillado a otro presunto granuja a gran escala, al estilo Madoff: Robert Allen Stanford puede haber estafado más de 8.000 millones de dólares a más de 30.000 clientes en unos 131 países. Como en el caso de Madoff se trata de gente que se pasó de lista al estilo "toco-mocho" invirtiendo en productos de rentabilidad mucho más alta que la del mercado, en duros a cuatro pesetas. Dejemos de lado el interesante problema ético de quién estafa a quién en el toco-mocho, así como el divertido hecho de que este supuesto mangante tenía el título de "Sir" expedido por el Estado de Antigua y Barbuda, antaño refugio de corsarios y hoy paraíso fiscal del que aquel se había hecho ciudadano. Dejemos ambos asuntos de lado pero sin perderlos de vista porque hablan mucho sobre la naturaleza humana.

Lo interesante aquí es que, a medida que avanza la crisis, de la que ya no se libran ni los casinos, icono del capitalismo triunfante, van aflorando más y más casos de estafas y fraudes gigantescos que muestran no ser excepción sino norma en el capitalismo y parecen probar que los mecanismos de supervisión y control del sistema financiero estaban en manos de ineptos y analfabetos financieros. Es posible.

Y también lo es que tales mecanismos de control estén en manos de cómplices de un sistema que en sí mismo es una gigantesca estafa y en el que sólo por ingenuidad, bondad angelical o, sí, verdadera ineptitud, cabe distinguir entre actividades especulativas lícitas e ilícitas. Un ejemplo: al aceptar el puesto de Ministro de Hacienda del gobierno del señor Bush en junio de 2006 el señor Henry Paulson, el del famoso plan de rescate de los bancos en quiebra en los EEUU, tuvo que dimitir como directivo del banco de inversiones Goldman Sachs, por cierto, principal donante a la campaña del señor Obama, por incompatibilidad. La baja supuso al señor Paulson 18,7 millones de dólares de prima por cinco meses trabajados como directivo y un beneficio por venta anticipada de acciones acumuladas en siete años en la casa de 486 millones de dólares; en total más de 500 millones dólares por siete años de trabajo consistente en lo esencial en magia financiera, en sacar de la chistera miles de millones de dólares de beneficios que, al estallar la burbuja especulativa, se han volatilizado sin que el mismo señor Paulson haya devuelto sus 500 millones sino que ha echado mano del dinero de los contribuyentes para salvar de la ruina a las entidades financieras, bancos de inversiones, fondos, etc a los que él y cientos, miles de pájaros como él han llevado a la ruina mientras ellos se enriquecían con el mismo descaro que él.

¿Cuál es la diferencia entre los Sir Robert Allen Stanford y los Hank Paulson fuera de que los primeros son media docena y están muy mal vistos y los segundos son, ya se ha dicho, miles y pasan por expertos y ejecutivos de prestigio? Que los segundos se van de rositas, que quedan impunes, que se guardan la pasta; pero nada más. La estafa, el fraude y, por ende, la ruina de cientos de miles, de millones, centenares de millones de personas son lo mismo. Porque es el sistema el que es una estafa. El sistema capitalista regido por piratas hoy llamados neoliberales cuyo evangelio de rapiña descansa sobre tres propuestas no solamente falsas sino en parte delictivas: 1ª) la codicia es buena; 2ª) el mercado se autorregula; 3ª) lógicamente, el Estado absit. Y digo delictivas porque, cuando el mercado se "autorregula" impera siempre la ley del más fuerte, del más ladrón y sinvergüenza. Por ello es necesario que el Estado se abstenga.

Hoy, en plena catástrofe a causa de estas recetas neoliberales, el Estado tiene que intervenir por doquier: tiene que salvar bancos e industrias en los EEUU, nacionalizar bancos en Alemania, Islandia, Inglaterra, acudir en ayuda de las entidades financieras y empresas en Francia, España, Italia...Hoy toca zafarrancho de salvamento a cargo del denostado Estado que no es otro que la sufrida población de sujetos fiscales a los que primero se robó con técnicas neoliberales y ahora se sigue esquilmando con técnicas intervencionistas. Por supuesto, el discurso dominante vuelve a ser del sano "espíritu capitalista protestante", se condena la codicia y se niega que el mercado pueda autorregularse pero ¿alguno de los citados estafadores "legales" ha devuelto un euro de sus fabulosas primas cobradas hasta ayer mismo? ¿Alguno ha ido a la cárcel como irán, es de esperar, los Madoff y los Stanford?


Coda carpetovetónica.

Los escándalos de corrupción de presuntos defraudadores organizados supuestamente en conexión con cargos del PP en España son la versión hispánica de este modo fraudulento, piratesco, neoliberal de entender el capitalismo. Los neoliberales españoles suscriben a pie juntillas las tres propuestas citadas más arriba (viva la codicia, abajo las regulaciones y fuera el Estado) y las ponen en práctica desde los puestos de la administración pública, desde sus cargos representativos, desde los puestos de gestión oficiales. Porque así como en los países avanzados el robo a la sociedad y al Estado se hace desde la robusta sociedad civil, en Carpetovetolandia se hace desde las covachuelas de ese mismo Estado, chupando de él con programas de desmantelamiento de lo público, de lo estatal, autonómico, municipal, de privatización de la riqueza y el patrimonio público. En el camino, según parece y presuntamente (por supuesto) muchos de estos avispados neoliberales se llenan los bolsillos. Es lo de Paulson y otros imaginativos gestores pero adaptado al país del Lazarillo de Tormes y Bienvenido Mr. Madoff.

(La primera imagen es un cartel antiguo de una película del famoso Fantomas, procede de Wikipedia y está en el dominio público), la segunda es una foto de Público, con licencia de Creative Commons).