dijous, 22 de maig del 2008

Balance y proyectos.

Acaba de salir el número de primavera de la revista Trasversales cuyo apartado "cercanías" viene dedicado a analizar la pasada legislatura y a proponer distintas agendas de la izquierda. En La nueva etapa política Carlos Artola reflexiona sobre el fracaso de la derecha el nueve de marzo y la subrepresentación de la izquierda (IU en especial) a causa del sistema electoral; cree que el segundo mandato del señor Rodríguez Zapatero se caracterizará por cierta ambigüedad política y propone una agenda de izquierda que mire a las respuestas a la inminente crisis económica, la reforma de la administración pública (que, por cierto, ya está en marcha), un modelo de crecimiento sostenible, el laicismo, el aborto, la eutanasia y una nueva regulación de la inmigración. Algo básicamente compartido por Enrique del Olmo en La legislatura 2008-2012 en donde también plantea la cuestión de que la derecha haya sabido desactivar en parte la legislación social del mandato anterior así como una reforma "federalizante" del Senado; cosa que no me parece mal, aunque pienso que lo mejor que podemos hacer con esa cámara es abolirla. ¿Por qué hemos de respetar el parlamento bicameral? En Una democracia devaluada José Luis Redondo propone una reforma de la ley electoral anclada en dos puntos esenciales: subir a 400 los diputados en el Parlamento y dejar en uno los escaños asignados automáticamente a cada provincia, una reforma muy sensata que no creo acepte el PP.

En la sección "Travesía" hay varios artículos dedicados al tema candente del laicismo y el ateísmo. En un Comentario sobre el Concordato José Luis Redondo pide su denuncia y Luis M. Sáez en un trabajo sobre La religión como política que me ha parecido sucinto y brillante enumera las lacras religiosas que hemos de erradicar: oscurantismo, autoritarismo, patriarcalismo, sexofobia y homofobia. Estoy de acuerdo.

La sección "Espacios" contiene un artículo de José M. Roca sobre el Irak que es un país destrozado en el que la llamada victoria de los gringos está cada vez más lejos. Actualizo los datos de Roca que señala que si al principio de la guerra el barril de Brent estaba a 30 dólares, al escribir él estaba a 103 y al hacerlo yo ahora a 134. David Casacuberta publica un buen Decálogo para construir innovación desde la internet activista en el que hay diez opiniones que comparto sobre ideología de la tecnología, los "hackers", el software libre, etc. Especial interés me ha suscitado su propuesta de reformar la normativa sobre propiedad intelectual, en especial en lo referente a la protección de imágenes, que está anticuada.

Mención aparte merecen tres artículos sobre cuestiones de feminismo, de mucha utilidad. El estudio de María Luisa Montero García-Celay sobre La mujer o las mujeres contiene información importante sobre el feminismo y dirime la cuestión de si decir "la mujer" o "las mujeres" optando por la última fórmula por razones no esencialistas que suscribo. También suscribo su muy audaz criterio de que la desigualdad de género es el origen de todas las demás desigualdades.

Trae la revista dos trabajos, uno de Beatriz Gimeno y otro de Cristina Garaizabal sobre el peliagudo asunto de la prostitución desde la perspectiva feminista. Gimeno, que es abolicionista, reconoce que esta cuestión divide al feminismo en dos campos agriamente enfrentados de los que llega a decir que ni se escuchan. Con todos mis respetos, después de leer atentamente su magnífico trabajo en pro de la abolición de la prostitución y el de Garaizabal en pro de su regulación y, por lo tanto, mantenimiento, me resulta más convincente el segundo y espero que no se atribuya ello a mi condición masculina, sino a que las razones de Garaizabal me resultan más realistas y convincentes, aunque peor expuestas que las de su interlocutora. Por lo demás, sospecho que quienes hablan de "abolición" saben que ese término no es adecuado pero lo usan para no tener que emplear el que verdaderamente traduce sus intenciones que es "prohibición" y que no emplean porque son varias las experiencias en la historia que prueban que la prohibición legal de ciertos comportamientos o fenómenos no sirve para nada sino para fomentarlos, hacerlos más inseguros y más injustos. La "ley seca" no pudo con el alcohol en los Estados Unidos. La prohibición de los partidos políticos durante el franquismo no consiguió eliminarlos, como la persecución penal de la homosexualidad en aquel régimen estúpido y tiránico tampoco la eliminó.

En fin, felicito a los amigos de Transversales por el nuevo número.

dimecres, 21 de maig del 2008

Esquizofrenia vasca.

Por fin bajó el indómito vascón, propulsado por el último bombazo de ETA contra la oligarquía vasca (sí señor, a ver si se enteran esos capitalistas de una vez, que son tan capitalistas que parecen españoles) a colocar al señor Rodríguez Zapatero su originalísimo plan para llegar a la independentzia de Euskal Herria a través del Estado Libre Asociado de Puerto Rico. (Bueno, si no gustan Vds. de Puerto Rico que al fin y al cabo son inferiores del tercer mundo, tengo los casos de Escocia, Flandes y Quebec, todos ellos racialmente fetén).

En Madrid estábale esperando el señor Rodríguez Zapatero armado con un constitucional NO y la legalidad vigente. (¿Armado? Enrocado, pardiez, en la legislación española vigente. Qué vergüenza: querer aplicarnos a los vascos las mismas leyes que a los andaluces o los extremeños y no pretendo ofender a nadie...). En La Moncloa el presidente del Gobierno explicó también al lehendakari que, si quiere traca, que convoque elecciones, a ver qué pasa y, en el ínterin que traslade al colegio cardenalicio del PNV su malestar por la moción del Parlamento vasco acusando al Gobierno de "amparar" las torturas a los gudaris. (Y me quedé corto: tenía que haberle dicho que es de vergüenza que traten de salvar sus traseros aprobando mociones gratas a los terroristas para que no los asesinen.

Volvióse pues el jelkide por do había venido con agravios suficientes para movilizar a la sana opinión de "este pueblo" a quien se niegan sus derechos de forma arbitraria. (Ahora se van a enterar los españoles: unas buenas elecciones anticipadas sobre el "derecho a decidir" de los vascos, vilmente pisoteado por los amigos de las víctimas de los gudaris. Habráse visto.)

De vuelta a casa, la eficacísima policía francesa, con ayuda de la Guarda Civil, detuvo al presunto cabecilla de ETA, un tal Thierry, y tres presuntos asesinos más, uno de los cuales había sido cargo representativo de Batasuna en esa esquizofrénica navette que hay en el País Vasco entre asesinos armados y asesinos desarmados (siempre presuntos, claro es), en esa pintoresca ósmosis de pistoleros de este o aquel lado de la frontera de la ley, muchas veces pasando por la sacristía para cambiarse de atuendo. (¡Bah! Un golpe transitorio a las ansias de libertad de "este pueblo". Por cada Thierry caído habrá veinte que ocuparán su lugar; por cada etasuno encarcelado, cincuenta saldrán empuñando la parabellum o la credencial, según convenga.)

Como gustéis. De momento, los presuntos pistoleros en el trullo y los presuntos soberanistas a convocar elecciones autonómicas en el País Vasco por haber tratado de saltarse el límite legal que impone la sana leyenda del arbol malato. Que no sé yo si, con la falta de operatividad que mostrará ETA en los próximos meses, con su presunto cerebro (es un decir) en chirona, se estarán dando las condiciones para que "este pueblo" sepa cómo debe votar al amor de la lumbre de un buen bombazo de vez en cuando.

El filo de la navaja.

En el momento de entrar en las primarias de Kentucky y Oregon, los datos de delegados de los dos contendientes demócratas (ya que el republicano carece de interés porque va él solo) eran los siguientes: Mr. Obama: 1.913 delegados, el 94,4% de los 2.025 necesarios para ganar. Mrs. Clinton: 1.715, 84,6% de los mismos 2.025.

En el momento de escribir este post ya son firmes los resultados de Kentucky: 10 delegados para el señor Obama y 33 para la señora Clinton que ha ganado en el Bluegrass State. En Oregon, que va más retrasado por la diferencia horaria, con el 16% de votantes escrutado, el señor Obama lleva el 62% y la señora Clinton el 38% lo que quiere decir que (si se mantienen estos datos) le corresponderán, más o menos, 32 delegados a Mr. Obama y 20 a Mrs. Clinton. Sumando totales, Obama: 1.955 delegados y Clinton 1.768.

Así pues, al senador por Illinois le faltan 70 delegados para llegar a los 2.025 y a la senadora por Nueva York, 257. Esto quiere decir que a Obama le faltan 70 delegados para llegar a los 2.025 mientras que Clinton necesita 257. Dado que los delegados que quedan por distribuir correspondientes a Puerto Rico, Montana y Dakota del Sur son 86, aunque la señora Clinton los ganara todos (cosa prácticamente imposible) no alcanzaría los 2.025, mientras que el señor Obama podría conseguirlo, aunque seguramente también le faltará un puñado. Por eso, cuando se conozcan los resultados definitivos, Mr. Obama querrá proclamarse vencedor moral y la señora Clinton seguirá diciendo que hay que contabilizar el voto popular y no tanto el número de delegados, dado que ninguno de ellos llega a los 2.025 y que, por tanto, tendrán que echar mano de los superdelegados.

Resultado: habrá pugna hasta la convención demócrata del verano. Esto está que arde. Interesante pugna entre una mujer y un hombre negro por la presidencia de los EEUU, el país más poderoso de la tierra. Estos progres es que no tienen remedio

¿Existe la perversión?

No estoy dispuesto a perderme una sola peli de Claude Chabrol, ese genio retratista de los valores eternos de la Francia provinciana y fuimos a ver la última, La chica cortada en dos que es magnífica desde los títulos de crédito a la foto fija final, que me hizo click en la memoria y me puso a pensar en la última de Jean Pierre Leaud en Los cuatrocientos golpes pues los viejos soldados nunca mueren y los de la nouvelle vage tampoco.

Todo me parece magnífico en este film, la dirección elegantísima, el guión perfecto, las interpretaciones llenas de matices, la fotografía estupenda. Todo. Tiene ritmo, fuerza, interés. Y es muy francesa, soit dit en passant, porque sólo los franceses se atreven a sacar a los personajes fumando en un alarde de "excepción cultural" que no sé si será muy conveniente desde el punto de vista de las campañas antitabáquicas en marcha pero, cuando menos, no es hipócrita.

Hay una cuestión en la película que, según como se mire, resulta magistral o es un miserable fracaso. Se trata de un asunto de fondo o contenido. Veamos. La historia está tomada de un hecho real, un crimen que se produjo en Nueva York, en 1906, cuyos protagonistas fueron el entonces célebre arquitecto Stanford White, en la cumbre de su carrera, una hermosa actriz de cine mudo en sus comienzos, Evelyn Nesbit, y un rico heredero de una familia de millonetis de Pittsburgh, Harry K. Thaw. Chabrol actualiza las circunstancias, lleva la acción a Lyon (se quiera o no, una ciudad de provincias; este aspecto del provincianismo está soberbiamente tratado en la peli porque ni se nota), cambia las profesiones del triángulo, el escenario del crimen, sus antecedentes y consecuentes. Pero la historia es básicamente la misma que se produjo a comienzos del siglo XX. Ya se hizo una peli en su día La chica del columpio carmesí (1955), a cargo de Richard Fleischer, con Ray Milland de Stanford White y Joan Collins de Evelyn Nisbet que seguía fielmente el guión del hecho real y presentaba una jovencita Nisbet efectivamente dividida en dos entre los dos hombres, el arquitecto, que le sacaba treinta años y el millonetis algo mayor que ella pero no tanto como el primero. También en esta película se planteaba el problema moral, que se resolvía más o menos como se había resuelto en la vida real.

El problema moral aludido que me limito a enunciar en abstracto para no estropear a nadie el interés de la peli es el del alcance del concepto de perversión aplicado a las relaciones sexuales; perversión, depravación, degeneración..., lo que se quiera. Mi tesis es que ese concepto es radicalmente inadmisible, que es falso, que no existe la llamada perversión sexual cuando las relaciones que puedan considerarse "perversas" o "pervertidas" se dan entre adultos que las consienten libremente. Si aceptamos que hay conductas perversas estamos abriendo la puerta a cualquier tipo de censura y ésta acaba siempre por meternos a todos en la cárcel. El DRAE, haciendo honor a la ideología reaccionaria, convencional, clerical y oscurantista que anima sus páginas, dice que pervertir es 1) "Viciar con malas doctrinas o ejemplos las costumbres, la fe, el gusto, etc." y 2) "Perturbar el orden o estado de las cosas." Vaya por la 2) que, aunque insatisfactoria, cuando menos no mete juicios morales de rondón. Pero la primera definición sólo puede satisfacer a los roucovarelas: ¿qué es eso de las "malas doctrinas o ejemplos"? ¿Quién decide que son "malas"? ¿Qué diantres significa "viciar las costumbres o el gusto"? De la fe ya no hablo porque no la practico y me trae al pairo. Esa definición no es más que un conjunto de memeces para que cualquier trastornado se sienta con derecho a censurar y coartar la libertad de las personas y, además, en un terreno de estricta intimidad. En mi opinión sólo cabe hablar de "perversión" si alguno de los participantes en las relaciones sexuales de que se trate es menor o, siendo adulto, no las practica con su libre consentimiento.

Tanto en la historia real como en la peli de Fleischer se dio a entender que hubiera podido faltar el requisito del libre consentimiento, en cuyo caso, quizá cupiera hablar de perversión, aunque, ciertamente, para que el comportamiento pueda ser castigado penalmente tendrá que ser tipificado de otra forma.

Pero en esta peli queda fuera de duda que los comportamientos son libremente consentidos por todas partes. En consecuencia, y esta es mi duda, si Chabrol presenta el asunto como lo presenta señalando que es el resultado de la mentalidad estrecha y retrógrada, hipócrita y farisea de la burguesía de provincias, de acuerdo. Si lo hace por convicción propia, no lo encuentro admisible. Pero mi admiración por Chabrol me induce a pensar que va por la primera línea. Estoy convencido de ello. Fascinante, por cierto, el cierre de relaciones de la jovencita cortada en dos con su suegra y que reproduce al pie de la letra lo que le sucedió a Evelyn Nisbet con la familia de su marido.

dimarts, 20 de maig del 2008

El guirigay del PP.

Quién dice que no existe la opinión pública? ¿Quién que no se da el ámbito de lo que Habermas llama la esfera de lo público? Seguramente los mismos que asentían cuando la señora Thatcher decía aquella barbaridad de que "la sociedad no existe". Aunque sólo fuera por la parte de las sociedades anónimas esta señora debiera aprender a sofrenar la lengua. Igual que la señora Aguirre en España que aún no ha entendido que si causa problemas, al decir del señor Fraga, es por su locuacidad. Y tan no lo ha entendido que le ha pedido explicaciones al León de Villalba y anda por ahí diciendo que a ver quién reparte aquí carnets de buenos y malos.

De repente todo el mundo se ha puesto a hablar en el PP y el ámbito de lo público parece una tertulia de la derecha. En las últimas horas se han pronunciado sobre la situación interna del partido, además de la locuaz señora Aguirre, el señor Aznar, el señor Rajoy, la señora San Gil, el señor Ruiz Gallardón y eso sin contar con la legión de periodistas y tertulianos que, como hoplitas en la guerra del Peloponeso combaten en el bando de unos o en el de otros. Si alguna vez alguien dijo que en los partidos los trapos sucios se lavan en casa, ya no debe de acordarse. Está claro que los trapos sucios se lavan al aire libre, donde cada cual sienta su doctrina.

El señor Ruiz Gallardón ha venido abanderando la causa del centro sosteniendo que sólo el centro permite ganar elecciones y aduciendo el a mi entender falaz argumento de que los ocho años del Gobierno de Aznar son la prueba de ello. No es de extrañar que, si cree que los ocho años aznarinos fueron de centro, propugne ahora como candidato al Vicepresidente de aquellos años, señor Rajoy. Pero es que, responden los sectores más bravíos de la derecha "sin complejos" (que es como se llama hoy a la derecha extrema) los ocho años de Aznar no fueron de gobierno de centro; el centro es el blandengue señor Rajoy, con él que llevan dos elecciones perdidas.

Es obvio, el debate de los principios se hace, como los combates singulares medievales, entre dos únicos guerreros. Por el centro tenemos ya en el palenque al señor Rajoy; falta saber quién vendrá por los "sin complejos" y ahí puede haber sorpresas que está el patio muy revuelto. Hasta se dice que en el día de hoy habrá parto de los montes y unos difusos conspiradores darán a conocer a un candidato alternativo al señor Rajoy.

Puede que sí, puede que no. También algunos enfervorizados seguidores de la señora Aguirre el otro día abucheaban al señor Ruiz Gallardón y a Rajoy y hasta al señor Fraga (o tempora, o mores!), que ya es abuchear símbolos sacros. Y no sólo abucheaban a la derecha "acomplejada" sino que pedían que la señora Aguirre creara otro partido, o sea, en castellano más castizo, que levantara una partida. No sé cómo estarán los ánimos para el fraccionamiento del PP. Sería raro: las desventajas son demasiado evidentes.

Que el guirigay es majestuoso se observa leyendo con atención las declaraciones de la señora Aguirre para quien no es de recibo que desde otras instancias partidistas y mediáticas esté tratándose de imponer una determinada voluntad al PP. Que es exatamente lo que está haciendo ella, no tanto en las instancias partidistas como en las mediáticas, pues son sus emisoras y periódicos los que enarbolan su causa y pretenden deshacerse del señor Rajoy con los exquisitos modales que los caracterizan: a patadas.

Por último, el Presidente de Honor del partido ha desgranado media docenas de sus habituales vaciedades pero con cizaña dentro y metralla para el señor Rajoy a quien sólo le ocurre decir que hay que mover el partido; y se lo dice a los inmovilistas. Buen ojo, sí señor.

(La imagen es una foto de lademocracia.es, bajo licencia de Creative Commons).


Nadie quiere a los inmigrantes.

Los emigrantes lo tienen crudo en todas partes. Por si el hecho de la emigración por razones políticas, económicas, o las dos al tiempo, no fuera suficientemente angustioso y si los trayectos que los emigrantes han de hacer no estuvieran sembrados de riesgos y peligros, la acogida que los países receptores suelen brindarles todavía es peor. El hecho de que, en un momento u otro de sus historias todos los países hayan tenido que pasar por el amargo trance de la emigración no hace a sus poblaciones más sensibles, acogedoras o receptivas a los afuereños. Al contrario, parece como si el haber sido víctima de alguna injusticia en el pasado predispusiera a los pueblos que la sufrieron a infligírsela ahora a otros. El ejemplo canónico hoy día son los israelíes: los decendientes de quienes sobrevivieron a los campos de exterminio son quienes hoy abanderan el exterminio de los palestinos.

En Sudáfrica llevamos ya cerca de dos semanas de disturbios en los arrabales de Johannesburg en los que la población nativa (negra) en multitud persigue por las calles a los extranjeros (también negros, pero de Zimbabwe, de Mozambique, de Malawi, etc), los apalean, ocasionalmente los descuartizan, los queman vivos, violan a sus mujeres, derriban sus casas y roban sus pertenencias porque, dicen, ellos, los extranjeros, roban sus tierras, sus trabajos y hasta sus mujeres.

Pequeño interludio: los blancos somos racistas pero los negros también, tanto como los blancos o más, si cabe. Que cabe. Al día de hoy ningún extranjero que no hable alguna de las lenguas sudafricanas (y tampoco sirven las minoritarias) puede circular con seguridad por las calles de las townships de Alexandra, Cleveland, etc porque las patrullas armadas vigilan y cuando se tropiezan un viandante le piden que recite un pequeño párrafo en una lengua sudafricana y si no es capaz o no quiere, puede morir asesinado allí mismo. Eso es racismo, no de razas, puesto que no se distinguen, ni de religiones que son indiferentes; es racismo de lenguas. Pero racismo: identificar al "otro", al "extranjero", para masacrarlo ya que representa un peligro para nuestra seguridad, nuestro trabajo, nuestras familias, etc. Los negros pobres de los arrabales de Johannesburg creen que los tres millones de gentes venidas de Zimbawe, expulsadas por la guerra y la crisis económica, representan una competencia peligrosa por las oportunidades vitales y, por lo tanto, tratan de acabar con ellos.

Así que ya puede decir el obispo Desmond Tutu que los sudafricanos deben acordarse del Apartheid que no está tan alejado o la señora Winnie Mandela pedir perdón a "nuestros hermanos africanos". Todo eso es inútil. El Gobierno tiene que intervenir e impedir esta masacre. Pero lo que hará será salvar a los extranjeros expulsándolos de la República Sudafricana.

Que es exactamente lo que quiere hacer Italia con los rumanos gitanos que tiene en su territorio (unos 120.000), algunos concentrados en campos, como el de Castel Romano (900 personas) y Castilino (1400) cerca de Roma, o los de Nápoles. Los de Nápoles ya han sido objeto de ataques de napolitanos. Por supuesto, no tan bestias como los de la Unión Sudafricana pues ya se sabe que los europeos somos civilizados, a diferencia de los negros, y en vez de quemar viva a la gente, la apaleamos o la colgamos. Pero el hecho es que el gobierno del señor Berlusconi está preparando medidas de expulsión y de consideración de la inmigración ilegal como delito, para poder ser más expeditivo en la expulsión. El ministro del Interior, signore Maroni, insiste en que pedirá al Consejo de Ministros que se considere delito la inmigración ilegal y que, además, ello se haga por vía de decreto-ley, es decir, a toda pastilla. Ese Gobierno que ha dicho "basta" al Gobierno español por boca de su ministro de Exteriores, signore Frattini, argumentando que el Gobierno español todavía es más duro. No lo sé, quizá sí. Pero vaya argumento.

En Italia se está siendo consecuente con el contenido de la nueva directiva de la Unión Europea sobre inmigración, cuya votación está aplazada, que también endurece las medidas represivas de la inmigración en Europa con plazos de internamiento tan generosos que parecen de campos de concentración. Pero los italianos, especialmente los de Nápoles, Sicilia y el Mezzogiorno en general han olvidado ya los tiempos en que eran ellos quienes emigraban en busca de una vida mejor, como hacen ahora los africanos, y esperaban una recepción humana y no una persecución. Entonces la emigración les parecía un derecho; ahora les parece un abuso.

No es la hora de inmigración en ninguna parte. Hasta en la civilizadísima Suecia pintan bastos para los desplazamientos masivos. En el país nórdico los que "amenazan" a los autóctonos son los bálticos. Una reciente encuesta pronostica que el partido de extrema derecha, Sverigedemokraterna (SD, demócratas de Secia) puede llegar al 4% del voto (barrera legal para entrar en el Parlamento) en las próxima elecciones, esto es, el partido que pide terminar con la inmigración. Y si todavía nadie sabe en Italia de qué qué país vienen muchos gitanos porque algunos tienen pasaporte de la hoy extinta Federación de Yugoslavia, en el caso de los bálticos, los tres países son tan miembros de la Unión Europea como Suecia, por tanto tienen derecho a quedarse en el país escandinavo. Pero también van a empezar a tenerlo crudo.

La emigración es un fenómeno global. El mundo está en marcha. Pararlo es imposible.


(La imagen es una foto de Carles Ríos, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 19 de maig del 2008

Animando la fiesta.

Hasta los mejores momentos tienen un lado oscuro. Estábamos todos felicitándonos por el éxito del segundo acto de homenaje a las víctimas del terrorismo convocado por el Parlamento de Vitoria en el Kursaal de San Sebastián en el que tomaron la palabra algunas víctimas, entre ellas un guardia civil, para reclamar a la sociedad una deslegitimación activa del terrorismo cuando, a la media noche, previo aviso al DYA, ETA hizo explosionar una bomba en Getxo, en pleno corazón de esparcimiento de la patronal vasca.

Parecía que Euskadi fuera humanizándose algo más al rendir tributo a las personas asesinadas por el fanatismo nacionalista vasco (y también a las asesinadas por el terrorismo parapolicial español), al hacer que las víctimas, tantos años olvidadas, menospreciadas, cuando no vituperadas, ocuparan el primer plano de la noticia, cuando los pistoleros habituales decidieron arrebatárselo de nuevo para ponerse ellos en su lugar. La estupidez carga contra el dolor y pretende infligir una segunda muerte a las víctimas.

Faltaron los de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, siempre tan beligerantes con todo lo que no se les ocurra a ellos y su rama vasca, Covite y faltó asimismo el PP, en ruptura lamentable de la unidad democrática. Pero quienes no faltaron en su peculiar estilo, al amparo de la nocturnidad, fueron los terroristas a dar el zambombazo que pusiera digno colofón al acto en comentario.

Algunos oradores en el emotivo acto hicieron contundente balance de lo que la sociedad vasca ha avanzado en los últimos tres, cinco, diez años cuando, según dijo una oradora, aquella ceremonia se hubiera tildado de "provocación". Efectivamente, ¿quién dijo que así como hay un progreso material de la especia no lo hay moral? Bien claro está en este acto de homenaje que hace años no hubiera podido celebrarse y ahora se hace con solemnidad y a la luz pública. Pero como en todas partes hay excepciones, los terroristas se encargaron de mostrar que, además de progreso, hay también regreso moral. Regreso a la barbarie de la intimidación.

La bomba no fue solamente un epílogo al acto de homenaje a las víctimas (en especial al guardia civil Juan Manuel Piñuel, asesinado en Legutiano hace tres días) sino también un prólogo a la entrevista que mañana celebrarán en La Moncloa el lehendakari señor Ibarretxe y el presidente del Gobierno, señor Rodríguez Zapatero. Porque, aunque el señor Ibarretxe insista cuanto puede en que no acepta que sea ETA quien nos dé permiso a Zapatero y a mí para negociar, lo cierto es que se presenta en La Moncloa propulsado por la onda expansiva de la bomba de Getxo.

Y se presenta ¿a qué? Mucho me temo que a dejar constancia una vez más de que "Madrid" hace oídos sordos al sentir mayoritario de "este pueblo". Él afirma en la entrevista que trae hoy Público (citada también unos renglones más arriba) que viene abierto a todas las posibilidades. Pero eso es un decir. No hay más posibilidad que una consulta referendaria en los términos que él propone... En principio, como señaló hace unos días el señor Urkullu, un Choque de locomotoras, que ya es hipérbole comparar a los señores Rodríguez Zapatero e Ibarretxe con sendas locomotoras.

Y, sin embargo, si los dos mandatorios quisieran, podría conseguirse una vía de fácil consenso perfectamente ordinaria, normal y a la catalana: reforma del Estatuto de Gernika y consulta posterior en referéndum a la sociedad vasca. Se hace la consulta para que los vascos decidan, como quiere el señor Ibarretxe, y se hace en el marco de la Constitución.

Pero me temo que una solución así produciría un sarpullido al señor Egibar y sus amigos soberanistas.

(La imagen (el Parlamento vasco en el momento de aprobar el llamado "Plan Ibarretxe" en septiembre de 2007) es una foto de Digital Owl, bajo licencia de Creative Commons).

La salud de la teoría de la democracia.

Se me había pasado este interesante libro de Philip Resnick (La democracia del siglo XXI, Anthropos, Barcelona, 2007, 191 págs) que comento ahora, antes de que se me haga tarde.

Resnick se cuenta entre el plantel de importantes nombres en filosofía y teoría política que ha dado Canadá en los últimos años, a los que también se suman, aunque en otras perspectivas, gente como Will Kymlicka o Charles Taylor entre otros. Especializado en teoría de la democracia, con singular atención a sus raíces griegas, es la suya una visión normativa de centro izquierda como él mismo reconoce (p. 50), socialdemócrata, en permanente diálogo con las otras perspectivas actuales como la liberal o la comunitarista.

La obra en comentario es una recopilación de trabajos académicos publicados en la segunda mitad de los años noventa y primeros cinco del siglo XXI con lo que se hace justicia al título, y se divide en tres apartados: a) la democracia global; b) participación y sociedad civil; y c) nacionalismo, cosmopolitismo y retos de la teoría política democrática. Efectivamente, algunos de los puntos esenciales del debate teórico político sobre democracia en la actualidad.

En el primer apartado (tres capítulos), Resnick pasa revista a las cuestiones que se plantean a la teoría política de la democracia en la época de la globalización. Tiene aquí un primer contacto con las concepciones cosmopolitas de David Held a quien, sospecho, mira con cierto escepticismo por considerar sus propuestas en el campo de lo útópico (p. 55) si bien cuando le corresponde a él hacerlas respecto a lo que serían las estructuras institucionales de una hipotética democracia global no me parece que vaya más allá (p. 71). Sí tiene, desde luego, capacidad sintética cuando afirma que dos de los problemas esenciales al hacer una propuesta de democracia global son: los problemas de la definición étnica del demos, un cuestión peliaguda que abordará luego en la tercera parte al hablar del nacionalismo y el de las identidades religiosas, cuestión no menos peliaguda y que no aborda más tarde. En todo caso, me gusta su elegante formulación de los elementos griegos trasladados a la posible democracia global: la isonomía (o igualdad ante la ley), la isegoría (o igualdad de acceso al ágora) y la isomoiría (o igualdad de condiciones económicas) que se ajustan al tiempo en que vivimos siendo la manifestación de la tercera el Estado del bienestar cuya máxima formulación, piensa Resnick, se dio en el consenso socialdemócrata de la guerra fría en Europa.

La segunda parte tercia en la polémica sobre democracia participativa y sociedad civil hoy. Luego de reconocer el interés de la distinción ilustrada entre la libertad de los antiguos y la de los modernos, Resnick se aferra a la conveniencia de impulsar la participación democrática. Admite que la democracia directa tiene pocas posibilidades en el Estado moderno (no hace ni mención a las posibilidades del ciberespacio, lo que no deja de ser curioso) pero sostiene que no está muerta, como se comprueba con el activismo político social en los Estados Unidos y Europa desde los años setenta hasta hoy (P. 89). Detecta el autor una serie de consultas populares producida en los años noventa en Europa y Canadá (en Dinamarca contra Maastricht en 1992, en Francia en el mismo año, en Suiza en contra de la Unión Europea, en el Canadá en 1992 en contra del acuerdo de Charlottetown, en Italia en 1993 para cambiar el sistema político) a los que llama "plebiscitos antipolíticos" que le parecen llenos de promesas para la participación de la gente en el futuro en contra de la política tradicional (p. 95). Termina esta segunda parte con una consideración ambivalente de la reaparición del concepto de la "sociedad civil" en Europa. Fue decisivo en su opinión en el hundimiento del comunismo cuando lo invocaron gentes como Michnik o Havel (p. 104) pero entiende que los teóricos occidentales han acabado hipostasiándolo para predicarlo a los países del Tercer Mundo un poco en la línea del imperialismo conceptual que llevaba la famosa teoría de la modernización (p. 113), un ingenioso punto de vista que el autor reconoce honradamente que se le había ocurrido a otra persona que cita.

La tercera parte aborda los temas de la democracia, nacionalismo y cosmopolitismo con una última referencia a Hobbes. Su posición es ecléctica: así como hoy el nacionalismo y la democracia comparten el mismo supuesto (la soberanía popular) y van en buena medida de consuno, tanto si se trata del nacionalismo "político" a la francesa como del "cultural" a la alemana, también hay una complementariedad entre el nacionalismo y el cosmopolitismo: "Para decirlo de otro modo, es preservando nuestras identidades locales y nacionales como identidades primarias, más que borrándolas, como tendremos una modesta posibilidad de llegar a realizar algo del ideal cosmopolita." (p. 147). No dejo sin señalar que Resnick cita con aprobación la idea crítica de Pierre Bourdieu de que lo que llamamos "globalización" es un nombre para enmascarar en buena medida la política hegemónica de los Estados Unidos (p.141).

El último capítulo A la sombra de Hobbes hace una brillante síntesis del pensamiento del filósofo inglés y le contrapone una de cosecha propia que debe entenderse como una propuesta programática normativa. Según Resnick, la concepción hobbesiana se caracteriza por tres datos: a) el hombre es un lobo para el hombre; b) el valor político máximo es el orden; y c) demasiada democracia sólo podrá entorpecer el gobierno eficaz (p. 152). Frente a ello, sostiene, hay que reconocer que: a) las tendencias a la solidaridad son tan intensas como las contrarias; b) el valor máximo es el de la libertad y no por ello vivimos en el desorden en nuestras democracias; y c) hay una clara tendencia a incrementar los mecanismos de participación democrática en nuestras sociedades (p.158).

El libro de Resnick es una exposición de una teoría política democrática razonablemente participativa, igualitaria y adaptada a las necesidades y circunstancias de la globalización.

Paisajes que alimentan.

Mi amiga Gabriela Herrera me envía esta ingeniosa presentación pwp. Al margen de la prolijidad de la prosa, la verdad es que tiene gracia, sobre todo por el contrasentido que encierra: la contemplación del paisaje suele estar alejada de las consideraciones culinarias... Pero no siempre. Salvando todas las distancias, recuerdan bastante las pinturas de Arcimboldo.

Gracias, Gabriela.

Se accede también directamente a la presentación en Google docs. pinchando aquí.

diumenge, 18 de maig del 2008

Tortura.

Hace un par de días el Parlamento vasco aprobó por mayoría una moción no de ley que acusa al Gobierno español de "amparar" las torturas en los centros de detención y, más concretamente, al ministro del Interior, señor Rubalcaba, de "amparar" a los guardias civiles denunciados por tales hechos. La moción se aprueba a escasos días de la visita del lehendakari Ibarretxe al presidente del Gobierno y parece una especie de tarjeta de visita por adelantado, como para decir a éste que se prepare, que baja el indómito vascón.

De inmediato ha comparecido el señor Rubalcaba para decir que los hechos denunciados están bajo investigación judicial y que el Gobierno "no ampara nada y menos la tortura". Naturalmente. Estaría bueno que dijera que sí, que el Gobierno ampara la tortura como lo hace, por ejemplo, el de los EEUU, si bien es cierto que a lo que ampara no lo llama tortura sino con algún otro circunloquio que no tengo ganas de ir a buscar, algo así como "interrogatorios intensos" o cualquier otra canallada.

Hasta aquí la respuesta del Gobierno español es correcta. Pero me hubiera gustado más que no hubiera habido ni el menor pie a la aprobación de la moción del Parlamento vasco. Me hubiera gustado más que España no aparezca en los informes de Amnistía Internacional como país en el que aún se tortura. Que la práctica no sea tan sistemática como en tiempos de Franco sino sólo aislada, esporádica y casual no es obstáculo para que se sancione con toda dureza cuando se produzca y se trate de evitar a toda costa.

Y ello por un criterio moral obvio e indiscutible: no se tortura. El Estado de derecho no tortura. Para torturadores ya están los asesinos de ETA, capaces (entre otros muchos casos) de torturar durante más de quinientos días a un ser humano en un inmundo agujero o de tener a otro durante cuarenta y ocho horas maniatado, cegado y amenazado de muerte para descerrajarle luego dos tiros en la cabeza.

Dice el señor Rubalcaba que los etarras tienen instrucciones de denunciar torturas no bien les ponen la mano encima. Añado yo: los dos pilares fundamentales de la difusa solidaridad social de que aun goza la organización de criminales son los presos en las cárceles y las torturas cuando se dan. Lo de los presos no es evitable mientras los etarras sigan cometiendo delitos; lo de las torturas sí.

Toda tortura es inhumana e inaceptable.

(La imagen es una foto de Perdidoenlared, bajo licencia de Creative Commons).