Hace un par de días el Parlamento vasco aprobó por mayoría una moción no de ley que acusa al Gobierno español de "amparar" las torturas en los centros de detención y, más concretamente, al ministro del Interior, señor Rubalcaba, de "amparar" a los guardias civiles denunciados por tales hechos. La moción se aprueba a escasos días de la visita del lehendakari Ibarretxe al presidente del Gobierno y parece una especie de tarjeta de visita por adelantado, como para decir a éste que se prepare, que baja el indómito vascón.
De inmediato ha comparecido el señor Rubalcaba para decir que los hechos denunciados están bajo investigación judicial y que el Gobierno "no ampara nada y menos la tortura". Naturalmente. Estaría bueno que dijera que sí, que el Gobierno ampara la tortura como lo hace, por ejemplo, el de los EEUU, si bien es cierto que a lo que ampara no lo llama tortura sino con algún otro circunloquio que no tengo ganas de ir a buscar, algo así como "interrogatorios intensos" o cualquier otra canallada.
Hasta aquí la respuesta del Gobierno español es correcta. Pero me hubiera gustado más que no hubiera habido ni el menor pie a la aprobación de la moción del Parlamento vasco. Me hubiera gustado más que España no aparezca en los informes de Amnistía Internacional como país en el que aún se tortura. Que la práctica no sea tan sistemática como en tiempos de Franco sino sólo aislada, esporádica y casual no es obstáculo para que se sancione con toda dureza cuando se produzca y se trate de evitar a toda costa.
Y ello por un criterio moral obvio e indiscutible: no se tortura. El Estado de derecho no tortura. Para torturadores ya están los asesinos de ETA, capaces (entre otros muchos casos) de torturar durante más de quinientos días a un ser humano en un inmundo agujero o de tener a otro durante cuarenta y ocho horas maniatado, cegado y amenazado de muerte para descerrajarle luego dos tiros en la cabeza.
Dice el señor Rubalcaba que los etarras tienen instrucciones de denunciar torturas no bien les ponen la mano encima. Añado yo: los dos pilares fundamentales de la difusa solidaridad social de que aun goza la organización de criminales son los presos en las cárceles y las torturas cuando se dan. Lo de los presos no es evitable mientras los etarras sigan cometiendo delitos; lo de las torturas sí.
Toda tortura es inhumana e inaceptable.
(La imagen es una foto de Perdidoenlared, bajo licencia de Creative Commons).