dimecres, 20 de juny del 2007

Un buen libro sobre la transición democrática.

Realmente bueno. De lo mejor que llevo leído sobre la transición democrática (td) y llevo leído un tantico. Es una obra extensa (Temas de Hoy, Madrid, 2007), con 778 págs. de texto, sin contar las notas, pero no es una obra densa, de difícil lectura, ni tampoco prolija. Está escrita con bastante agilidad, tiene un tono decididamente narrativo (al fin y al cabo, es historia) y en un castellano o español elegante y neutro.

Obviamente, el libro de Sartorius y Sabio no tiene pretensión de neutralidad, sino que está concebido desde la perspectiva de quienes simpatizan con el curso de los acontecimientos entre 1975 y 1977, esto es, un punto de vista democrático. Se podría haber escrito desde un punto de vista contrario a la democracia y de hecho lo hacen, de un lado, quienes añoran la dictadura y creen que la td ha sido una calamidad y, de otro, quienes piensan que la td se quedó demasiado corta, como una democracia "formal", pudiéndose haber optado por la revolución. El punto de vista digamos "moderado", de quienes simpatizan con la td como se hizo, que es el de los autores de la obra, es tan general que casi parece un no-punto de vista, una especie de neutralidad objetiva. Esta no existe en las cosas humanas y los autores desgranan a lo largo del texto un juicio de valor permanente acerca de la bondad de la transición y la maldad de quienes se oponían a ella. Es más, el libro no se ha escrito para probar lo que los autores juzgan obvio, esto es, que la td fue una suerte, un acierto histórico, la solución de los problemas de la España del momento, sino para reatribuir méritos en cuanto a los protagonismos de dicho acierto histórico, esto es, para responder a la pregunta de ¿quién posibilitó la transición? Y los autores consideran que el pueblo español, a través de sus luchas.

La obra es una valiosa investigación histórica que se apoya para algunos puntos (especialmente el de la conflictividad laboral y social de comienzos de 1976 en adelante) en los informes periódicos de los gobernadores civiles, una fuente que no he visto muy explotada por ahí, siendo así que tiene un enorme valor. Los gobernadores civiles (que eran Jefes Provinciales del Movimiento ex officio) eran los ojos del régimen de Franco y siguieron siendo los ojos de la Monarquía después de Franco. En general, el recurso a fuentes de primera mano caracteriza a toda la obra, igualmente en los capítulos sobre las fuerzas armadas, la Iglesia o las relaciones exteriores, sin contar las entrevistas y conversaciones que los autores han mantenido con diferentes protagonistas del proceso.

En el caso de uno de los autores, Sartorius, estos diálogos son un monólogo, dado que en él coinciden la condición de protagonista de la época y la de autor del estudio sobre ella. Un caso de juez y parte, típico de las ciencias sociales en las que es frecuente que el estudioso opine sobre un fenómeno que el propio estudioso contribuyó a crear como actor. Esto quiere decir que, junto al carácter de rigurosa investigación histórica, el libro reúne una segunda condición de ser como una especie de memorias de Sartorius. La parte más extensa, la dedicada a la lucha social y laboral, a la que se atribuye el protagonismo de la td es sobre la que el propio Sartorius, miembro por entonces del Partido Comunista y abogado defensor de los sindicalistas, tiene una abundantísima información. En realidad, la interpretación que la obra nos ofrece de la td es la de que ésta consistió en dos momentos esenciales: uno, la ofensiva huelguística de primeros de 1976 y el otro, la legalización del Partido Comunista.

Por supuesto, esto no desmerece de la altísima calidad de la obra. Los capítulos sobre las fuerzas armadas y la Iglesia son extraordinarios. El que más me ha gustado es el de la influencia del exterior en la td, al que yo también dediqué un articulejo in illo tempore pero con mucha menos carga documental que los autores. De todas formas, coincido con la magnífica interpretación de Sartorius/Sabio que podría resumirse así: los franceses dieron buenos consejos en el ámbito ideológico; los alemanes prestaron sólidos marcos a los partidos y los estadounidenses dieron lo que podríamos llamar la venia regendi, esto es, el espaldarazo o la alternativa a la Monarquía según los planes que el Rey expuso en su momento ante el Congreso de los EEUU. Algo que siempre me ha recordado aquellas convocatorias del Senado romano a los reyezuelos del norte de África en los tiempos de la Guerra de Yugurta. Los ingleses aplicaron una política de wait and see que sólo en alguna ocasión se vio rota por algún gesto más efusivo de los normal en las relaciones entre los políticos británicos y sus correspondientes españoles. La señora Thatcher vino de visita a un congreso de UCD, creo, cuando aun no era la "dama de hierro" y el señor Michael Foot, lider del Partido Laborista también se interesó por España.

En la parte que el libro tiene de memorias hay un aspecto curioso. El Sartorius protagonista (no en primer plano, pero sí en segundo y muy importante) de los acontecimientos los vive como miembro del Partido Comunista, pero el Sartorius autor los narra treinta años después ya como persona próxima al PSOE. Esto provoca una intrigante dualidad argumentativa en la obra. De un lado se dice reiteradamente que la actitud adoptada por el PC y Comisiones Obreras en esos meses fue acertada y la que verdaderamente desencadenó e hizo posible la transición en los dos citados momentos: la agitación huelguista de 1976 y la legalización del PC en abril de 1977. Entre medias, otro hecho del calendario comunista, la masiva y silenciosa respuesta de la ciudadanía de Madrid al asesinato de los abogados de Atocha. Y de otro lado se dice con frecuencia que el PSOE y Felipe González en concreto, pedían que se legalizara al PC antes de las elecciones, pero estaban dispuestos a ir a ellas aun con el PC en la ilegalidad; y no solamente se dice, sino que se justifica como actitud pragmática y realista. Supongo que el Sartorius actor tendría un juicio muy negativo hacia esa actitud de Felipe González. El Sartorius comunista y el Sartorius socialista, en lugar de comportarse como el Dr. Jekyll y Mr. Hyde, han decidido comportarse como dos Dr. Jekyll.

Lo anterior forma parte de una experiencia muy frecuente en las generaciones de los cincuenta, los sesenta y los setenta, la de haber abandonado a lo largo de su vida un pronunciado radicalismo de juventud, que se ha desparramado por todos los cangilones de la noria política. En el caso de los autores del libro, en concreto en el de Sartorius, ha abandonado el radicalismo político de los comunistas por el posibilismo de la socialdemocracia.

El libro es estupendo y esas cuestiones como de la memoria (allí donde cada cual se juzga a sí mismo) lo hacen más humano.

dimarts, 19 de juny del 2007

Y punto.

El señor Juan Carlos Rodríguez, abogado de la acusación particular de la AVT, ha hecho un alegato final en el juicio del 11-M que quintaesencia la divertida "teoría de la conspiración". No ha faltado ni una de las memeces que los partidarios de este bulo han venido propalando en los últimos tres años: que si la furgoneta "kangoo", la mochila de Vallecas, los explosivos estos, otros o los de más allá y el aluvión de sospechas, insidias, trolas e infundios sobre la actuación de las fuerzas de seguridad y sobre el proceso en general.

Hasta la saciedad se ha señalado ya que el principal inconveniente con que tropiezan estos fabuladores frenéticos (medios de comunicación de la derecha, periodistas avispados, politicastros conservadores) es que, al tiempo que difunden todo tipo de rumores y dudas sin fundamento sobre las pruebas del proceso, no aportan ni una sobre su versión alternativa, alternativa a la que llaman "versión oficial". Es más, ni siquiera tienen una versión, sino una nebulosa de insinuaciones sobre si ETA pudo participar en algún momento no precisado, si algún servicio secreto que no se menciona pudo meter el cazo en otro momento tan poco precisado como el anterior y así hasta la saciedad.

No hay un relato lineal de lo que pudo pasar distinto del de la "versión oficial", ni lineal ni en zigzag. No hay nada más que el intento de embarullarlo todo, tomando pie en la generalizada tendencia a encontrar explicaciones oscuras y abracadabrantes de los acontecimientos en cuanto tienen algo de emoción o dramatismo. No veo grandes diferencias entre estas necedades y las fabulaciones truculentas sobre los "auténticos" autores del atentado a las Torres gemelas o las "verdaderas" causas de la muerte de Diana de Inglaterra. Falto, pues, de todo apoyo probatorio, el señor Rodríguez concluyó una parte de alegato con un contundente: "ETA estaba. Y punto." Genial.

Muchos creen que esta sedicente "teoría de la conspiración" es una obra de cuatro orates, de esos de los márgenes lunáticos de la sociedad avanzada, tipos que tan pronto fundan una secta de suicidios mutuos como le meten cuatro tiros en la barriga a John Lenon. Nada más incierto. Ese conjunto de estúpidas patrañas está perfectamente pensado, calibrado, urdido para tratar de impedir que haya proceso del 11-M y que, de haberlo, llegue a buen puerto. Para impedir que se sepa la verdad porque quienes lo han puesto en pie saben que dañará al PP, partido de Gobierno cuando sucedió el atentado. Los autores son unos inmorales, desde luego, pero unos inmorales movidos por una clara finalidad política y también económica ya que, con la proliferación del cuento, han ganado y siguen ganando mucho dinero.

La finalidad política, esto es, exculpar al Gobierno del PP de Aznar de toda responsabilidad mediata por el atentado (aunque sea obvio que éste es movido por la invasión del Irak) y hacerle el juego en su mentira sobre la autoría de ETA, está clarísima en la intervención del señor letrado Rodríguez, cuando dice que el Gobierno de Aznar fue un "firme baluarte de la lucha antiterrorista". Pues menos mal, porque si no llega a serlo, la fantasmagórica ETA habría volado el todo Madrid. Igualmente queda patente cuando afirma que, después de la decisión de los tres de las Azores de invadir y saquear un país, los españoles acudimos allí "en misión humanitaria". Está claro que, quienes ha planeado y llevado a cabo este nuevo ataque contra las instituciones democráticas españolas que llamamos "teoría de la conspiración" saben que lo de menos es si lo que se dice tiene algún indicio de verosimilitud o no. Son como los etarras: la idea es aprovechar todos los resquicios, los intersticios del Estado de derecho para ocuparlo con su discurso, para exponer sus tesis, en forma abreviada, clara rotunda. ¿Que no son verdad? ¡Si lo sabran ellos, que las han inventado! Pero lo importante es que se expresen, que a la gente no le quede más remedio que oírlas. Algo se conseguirá. Exactamente las técnicas de propaganda de ETA.

Pero, a diferencia de lo que sucede con ETA, en este caso de los "conspiradores", como carecen de capacidad para atentar, sus patrañas no son solamente inmorales sino estúpidas e inútiles. Y punto.


La solución final.

Qué vergüenza. Qué bochorno. Cómo nos estamos prestando los europeos al metódico exterminio de los palestinos, a su expulsión, a su hacinamiento, a su muerte, en definitiva. Menos de venticuatro horas después de que el señor Mahmud Abás, presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), ese remedo de gobierno, instrumento perfecto para que los israelíes puedan seguir con propósito de acabar con los palestinos, aceptara todas las condiciones impuestas por los israelíes y sus poderosos aliados occidentales (EEUU y la UE), estos tres anunciaron a bombo y platillo que desbloqueaban los fondos de ayuda a Palestina que habían congelado injustamente desde enero de 2006. Las condiciones cumplidas por Abás han sido: ilegalización de Hamas, destitución de los ministros de esta organización, empezando por el primer ministro y nombramiento de otro, Salam Fayad, grato a los israelíes y sus amigos.


¿Y por qué estaban bloqueados estos fondos, entre ellos los procedentes de impuestos y aranceles que Israel recauda en nombre de Palestina? Simplemente porque, tras las elecciones habidas en enero de 2006 a instancias de la llamada "comunidad internacional" en los territorios palestinos, la organización vencedora fue Hamas, a la que Washington considera "organización terrorista". En consecuencia, Israel y los EEUU se negaron a reconocer al gobierno de Hamas y bloqueron los susodichos fondos. Y lo mismo hizo la UE en un gallardo acto de independencia.

Es decir: los palestinos tienen que organizarse en forma de democracia, como quieren los occidentales y celebrar elecciones periódicas, pero los resultados de éstas sólo son válidos si salen elegidos aquellos que son bien vistos por los grandes patronos occidentales y el belicoso Israel. Al margen de toda otra consideración que, probablemente, estará muy puesta en razón, esto es algo infumable. Nuestra autoridad moral en este momento está por debajo de cero. Pero no haya problema: tenemos la sartén por el mango. Los palestinos no pueden rechistar y ese infeliz de Abás únicamente tiene que tragar humillación tras humillación, hasta la desaparición final de su pueblo.


Porque, además de todos estos atropellos, del continuo hostigamiento israelí, del desamparo de los palestinos, a quienes no ayudan ni los suyos (aunque algunos amenacen con el apocalipsis para tranquilizar a sus huestes), que yo sepa, el proyecto de construir el muro que terminará por encerrar a los palestinos que queden en un ghetto, sin tierras prácticamente, sin recursos, sin esperanza, sigue adelante y ya se ha construido más del 50%.

Sin duda entre los palestinos hay muchos terroristas muy condenables. Pero esta tarea de exterminio de un pueblo, acometida por un enemigo muy superior en armamento y tecnología, con el respaldo incondicional del país más poderoso del planeta y la aquiescencia, complicidad y auxilio de la también poderosísima Unión Europea es un crimen vergonzoso que nos deja a todos, moralmente hablando, a los estadounidenses, a los europeos y a los israelíes a la altura de los canallas que hace setenta años intentaron también el exterminio de estos últimos.

Me gustaría que el señor Rodríguez Zapatero, que tuvo la determinación y el coraje de contradecir al amo del Imperio sacando a las tropas españolas de una guerra inicua levante ahora la voz para oponerse a este exterminio sistemático.

Un descansito.

Ya dije ayer que habíamos venido a pasar el finde a Chiclana de la Frontera, en Cádiz, mientras -oh, ironías del destino- una de esas coaliciones municipales en plan friky aupaba al ayuntamiento a una alianza de PP. IU y el Partido andalucista. Paramos en casa de nuestra amiga Marian y decía asimismo que a lo mejor sacaba alguna foto del lugar, siempre que el personal no se me sublevara, que está cada vez más coqueto. Finalmente subo la que se ve a la izquierda, en la que están Marian, Celia, Iñaki Errazkin y los niños en un trozo recogido del jardín marianesco, que no llega a ser el de Bomarzo, pero es un vergel cuidadísimo. Errazkin es director del InSurGente, un periódico de rogelios islamofiloetarras que forma parte de la constelación de la prensa digital más revoluzzer, un tipo fantástico y muy buena persona, con el que da gusto hablar, aunque no se esté de acuerdo con él, como es mi caso, prácticamente en nada.

Confieso no ser capaz de resistirme a añadir esta otro foto. Fuimos a la playa, como es obligado en esta zona del país y sta época del año, aunque el tiempo no acompañaba gran cosa. Como puede verse, estaba casi vacía y Ramoncín se lo pasó en grande. Estaba tentado de asegurar que ese hermoso ziggurat de arena lo había hecho él, para darme pote de padre y, al mismo tiempo, soltar un rollo sobre lo filogenético y lo ontogenético, pero me lo impide el código deontológico del bloguero (ese que algunos quieren establecer como si fuera distinto del de los seres humanos en general) y que manda no mentir. Ramoncín todavía no alcanza a erigir obras tan impresionantes. En cambio sí lo hace a destruirlas. Doy fe.

dilluns, 18 de juny del 2007

Más de ayuntamientos democráticos.

En el post de ayer me puse a cantar las virtudes de la actitud pactista, negociadora, cambalachera y pastelera propia de las democracias frente a las tendencias impositivas y unificadoras propias de los autoritarios. Me reafirmo en lo dicho. La democracia es una forma de organización compatible, desde luego, con cualquier composición numérica de gobiernos. Los países de tradición anglosajona suelen tener gobiernos monopartidistas, mientras que los países europeos continentales muestran una notable proclividad a los gobiernos multipartidistas y a las coaliciones. Países hay, como Holanda, que llevan más de un siglo con gobiernos de más de un partido. Las coaliciones obligan a negociar, a pactar, a ser flexibles y no intransigentes. Hasta los gobiernos monopartidistas suelen consistir en pactos entre distintas tendencias dentro del único partido de gobierno.


Así que vivan las coaliciones que sirven para que los partidos se vigilen también más de cerca e impiden que ninguno imponga todo su programa, bendito sea el Señor. Pues el partido, todo partido (hasta los que se llamen "de la Justicia" o "de la Verdad"), como su nombre indica, es una "parte". La idea de un "partido único" es una contradicción en los términos tan llamativa que parece un chiste.

Nada, sin embargo, hay perfecto en la vida; nada es absoluto y la bondad de las coaliciones tampoco. Ayer se produjeron algunas coaliciones municipales (muy pocas, teniendo en cuenta que en España hay ocho mil ayuntamientos) que son al gobierno local en general lo mismo que las astracanadas al teatro. Me parece. En el pueblo al que he venido a pasar el finde, a visitar a algunos amigos cuyas fotos igual pongo mañana si les parece bien, esto es, Chiclana de la Muga (este topónimo tiene, a su vez, copyright), una coalición PP, PSA e IU ha arrebatado la alcaldía al PSOE que la ostentaba hace ventiocho años. IU aliada al PP ya es fuerte y andan los sociatas por ahí diciendo que vuelve la famosa "pinza". A su vez, esa alianza a IU tampoco puede parecerle tan mal desde el momento es que es la consecuencia lógica de su teoría de las "dos orillas": si el PSOE y el PP son lo mismo porque el PSOE se ha hecho de derechas, tanto da pactar con el uno o con el otro.

Iba a ponerme a sentar doctrina sobre estas coaliciones sui generis cuando me entero de que en Ardales, provincia de Málaga, IU arrebata la alcaldía al PSOE en alianza con dos ediles de Falange Auténtica. Concejales comunistas gobernando del bracete de otros falangistas. No sé si cuando Carrillo formuló la audaz política de "reconciliación nacional" llegó a pensar que la cosa podía ir tan lejos.

Recuérdese que junto a la bonita teoría de los pactos se decía ayer que cada pueblo es un mundo. En el caso de Ardales, hasta parece que otro mundo. El alcalde saliente, señor Pendón, llevaba veinte años en el cargo. Que los dioses me perdonen pero, ¿no son demasiados? Como los ventiocho de Chiclana. Esa tendencia de los políticos a eternizarse en los cargos sin duda es democrática pero ¿es racional? Si son los partidos los que presentan a los políticos, ¿no pueden cambiarlos cuando menos cada diez años? Éste que se ha ido, el señor Pendón, se ha ido rabiando porque pretendía añadir otros cuatro añitos en el cargo, o sea en total venticuatro sin duda prometiendo cambio. Creo que IU ha abierto expediente a los concejales joseantonianos. La verdad es que los pavos se han pasado una primavera, no ya solamente por razones éticas sino más que nada estéticas.

Desde luego, es legal, aunque no muy legítimo. Supongo que habrá algún votante de IU que se sienta un poco estafado, incluso alguno de la Falange Auténtica (el partido que fue del señor Aznar) que pensaría que votaba a favor de los herederos de la División Azul, los héroes que fueron a dar su vida contra el comunismo en los helados frentes del Este y se los encuentra hoy en infame coyunda con los herederos de Stalin. En definitiva, una reedición del pacto germano-soviético.

Recuérdese, no obstante, que estos pactos así como de farsa y licencia del alcalde castizo son una ínfima minoría en una mar océana de sano y principiado pactar.

Segunda vuelta, devuelta.

Supongo que es el momento de soltar un rollo sobre la "sabiduría del electorado", en este caso, el francés, que ha otorgado al señor Sarkozy una mayoría absoluta, pero no aplastante, como vaticinaban las encuestas. En la imagen, que saco de Le Monde, basada en las encuestas de Ipsos, CSA y Sofres se ve cómo la derecha ha ganado las elecciones pero ha perdido treinta o cuarenta diputados mientras que la izquierda las elecciones las ha perdido pero ha ganado unos cincuenta diputados. El mensaje que la "sabiduría" del pueblo ha mandado a las élites dirigentes es: reformad, sí, pero contando con la oposición. El señor François Fillon, presidente del Gobierno francés, con loable celeridad, ha reconocido la importancia de la oposición, garantizando sus derechos y ha coronado su explicación con una imagen que le sale del fondo del corazón: ya no hay, dice, franceses de izquierda o de derecha; sólo hay franceses. Siempre que escucho a alguien estableciendo estas unidades me acuerdo de emperador que lamentaba que el pueblo no tuviera una única cabeza para cortársela de un solo tajo.

Confieso que cada vez me cae mejor este señor Sarkozy, en quien veo un estilo original; pero la verdad es que tiene un porte autoritario que ya está notándose. Sólo la mentalidad autoritaria puede proponerse en serio acabar con el "sesentayocho" porque fue un movimiento esencialmente antiautoritario.

Más en el territorio del análisis político, parece razonable pensar que los socialistas se han beneficiado en masa de los votos de Movimiento Democrático de Bayrou en la segunda vuelta. De algo sirvió que doña Ségolène se marcara el debate en TV con Bayrou como el que se marca un tango en la segunda vuelta de las presidenciales; los electores del centrista han sido caballerosos.

diumenge, 17 de juny del 2007

Ayuntamientos democráticos.

Ayer se constituyeron las corporaciones locales en España; un verdadero baile de acuerdos, pactos, alianzas, a veces contra natura si eso existiera en este territorio. Nada que no sea pura política que consiste en eso, en pactar, en llegar a acuerdos, cambalache. Una gran cosa, por cierto, porque es lo que sucede cuando nadie domina a los demás y puede imponer sus condiciones. Pactar es la esencia misma de la vida. Y tiene su riesgo. A los pactistas acaban llamándolos "pasteleros" en sentido despectivo (por lo que creo que el digno gremio de pasteleros debiera protestar) y gente de poca entereza. Ciertamente, resulta mucho más hermosa la figura del vencedor indiscutible, tiene algo de mítico, de wagneriano, de superhumano en el sentido de Nietzsche. El triunfador no entra en cambalaches, pactos o transacciones, puesto que todo lo resuelve con el filo de su espada o el poder de su doctrina o ideología.

Las gentes del común vivimos vidas hechas de compromisos, de pactos y transacciones y nos gustan los políticos que viven así también porque saben que las sociedades son muy complejas, en ellas conviven gentes muy distintas, que son mosaicos abigarrados y no líneas en el vacío. Por otro lado, como cada pueblo es un mundo (en Rusia, la comunidad aldeana, se designa con la misma palabra que mundo, mir) y en algunos de ellos los pactos se han realizado con entes políticos exclusivos de la localidad, la densidad de la red de alianzas es grande y ha dado lugar a una variedad de fórmulas de duración estimada variable.

Del "pasteleo", el intercambio y el do ut des de la política municipal y (es de suponer) la no municipal, se han quejado de siempre los señoritingos de la derecha, los que, puestos a poetizar, ensalzaban la voluntad de sacrificio de la vida como milicia y otras majaderías; a estos se añaden ahora los izquierdistas fracasados y resabiados que, no siendo nada electoralmente, propugnan la abstención y encuentran atractiva la idea de romper las urnas porque, de todas formas, ellos no van a salir elegidos.

En líneas generales, el PSOE ha salido ganando, se lleva once alcaldías nuevas y pasa a regir ventitrés capitales de provincia y el PP ventidós. Menos mal que el PP ganó las municipales...

De lo que se atisba en Navarra es posible que se produzca una alianza entre los socialistas y los nacionalistas de Na-Bai. Es lo que dice querer el señor Blanco. Lo tiene fácil.

Palestina ya no existe.

Israel la ha devorado en algo más de cincuenta años. Cualquiera que eche una ojeada al mapa contiguo (que saco de una página web educativa) se dará cuenta de que el posible Estado palestino es una entidad territorial fragmentada y menguante. Ya la situación que emergió de la guerra de los seis días en 1967 era insostenible; esa propuesta del lado israelí de 2000 es un dibujo de bantustanes, no hay que engañarse, con el territorio de Cisjordania fácilmente troceable en tres partes e indefendible.

En este contexto, qué más quieren los israelíes que una guerra civil entre palestinos y la división territorial que se ha producido, con la minúscula y superpoblada Gaza independiente de hecho y camino al desastre. La guerra civil entre combatientes del mismo bando es una clarísima premonición de derrota total. Lo mismo pasó con los republicanos españoles en 1937. No me parece envidiable el destino del pueblo palestino. Su exterminio es cuestión de tiempo. Los israelíes lo tienen previsto, los estadounidenses lo alientan y los europeos lo toleran.

Un artículo de Imaz.

El artículo que publicaba ayer Josu Jon Imaz en El País requiere algún comentario. Supongo que no levantará entusiasmos en los círculos del abertzalismo radical, a quienes el señor Imaz achaca supeditación a ETA, pero es el artículo que los españoles querríamos leer de un presidente del PNV: lo primero, acabar con el terrorismo; luego, ya se verá.

La situación está ya tan clara que asombra cómo los de las pistolas no han conseguido cambiar de una vez y cesar en su actividad. En todo caso, es un asunto suyo y que ellos lo diriman. A los demás nos basta con saber que elpresidente del PNV y el PNV están en contra de la violencia de modo claro y contundente y nada de ambigüedades y sobreentendidos. Habiendo traspasado la línea roja de la última tomadura de pelo de la tregua tan unilateralmente rota como declarada, esta actitud del PNV, más acorde con los tiempos de lo que fue el Pacto de Lizarra, es exactamente lo que se necesita para terminar con ETA en el terreno policial y judicial. En el político hace ya algunos años que ETA es un cadáver.

dissabte, 16 de juny del 2007

La saga de Gara

Es curiosísimo el intento del periódico Gara de fabricar noticias como parte de una especie de plan general de emancipación o liberación del País Vasco. Un plan que tiene sus combatientes en otros frentes y en el de los medios de comunicación, también. A la hora de la liberación de la patria, cualquier cosa vale. Lo mismo dicen los grandes patriotas del nacionalismo español.

Hace unas fechas Gara amenazaba con publicar los compromisos que había adquirido el Gobierno y/o el PSOE en el curso del proceloso proceso. Acto casi seguido cumplió su amenaza, pero resultó que no había tales compromisos y, en todo caso, el Gobierno negaba haber adquirido alguno. Ahora no se habla de "compromisos" sino de reuniones o charlas que puedan haberse celebrado. Aparte de que reunirse y charlar con quien sea para ver de qué va la otra parte es lo más lógico del mundo, la cuestión es por qué este hecho haya de ser una noticia. En principio parece lógico pensar que de lo que se trata es de perjudicar al PSOE porque se supone que reconocer la existencia de estos contactos será embarazoso para él.

Quizá sí, quizá no. Si el periódico admite que no llegaron a nada porque el Gobierno se empeñaba en que cualquier acuerdo había de darse dentro de la legalidad española, eso hará ganar muchos puntos al Gobierno, que da la imagen que la gente pide, esto es, dispuesto siempre a negociar pero no a ceder.

Una vez que el Gobierno niega, cual ha hecho ya, la cosa se convierte en su palabra contra la de Gara y que cada cual crea a quien quiera. A mí, después de lo de los famosos "compromisos", creer a Gara me resulta algo difícil. La intencionalidad de la noticia, por llamarla de algún modo, es demasiado patente.

De todas formas, Gara tiene fácil probar sus afirmaciones. Puesto que, según dice, hubo testigos de organizaciones internacionales (o algo así), le bastará con nombrarlos y que ellos digan si hubo o no hubo las dichas reuniones.