dilluns, 11 de juny del 2012

España sí es Uganda

Y que me perdonen los ugandeses. Me repatean estas expresiones de racistas aparentemente ilustrados. Como las de los que utilizan el adjetivo tercermundista. Suele tratarse de arrogantes ignaros que parten del principio de que ser ugandés, español o danés es cosa que dependa de uno y no una necesidad independiente de la voluntad. Es decir son racistas. Pero me viene bien la expresión de este racista de campanario para hacerme entender. Quiere decir el registrador de la propiedad metido a gobernante que España es un país serio, responsable, complejo, avanzado, moderno, etc, etc. No como Uganda que, en opinión de Rajoy, no es nada de esto. Pero no le pregunten más porque estoy seguro de que es incapaz de señalarlo en el mapa del África y eso suponiendo que alguien le haya dicho que está en el África.
Pues bien, tomando sus concepciones racistas al pie de la letra (e, insisto, sin compartirlas en absoluto; al contrario, rechazándolas), resulta que, como siempre que abre la boca, Rajoy falta a la verdad, bien porque mienta bien porque no sepa lo que dice.
El hombre presumía de liderazgo frente al endeble Zapatero y pasa la mayor parte del tiempo escondido, oculto, parapetándose tras sus ministros y ministras.
Presumía de decir siempre la verdad y llamar al pan, pan y al vino, vino, pero todo lo que ha dicho hasta la fecha es mentira o error involuntario. Generalmente mentira grosera, descarada.
Presumía de determinación y de no ceder como  Zapatero y ha tenido que tragar todas las imposiciones que le han hecho y arrastrarse por los foros internacionales suplicando un trato favorable que nadie le ha dado.
Presumía de tener la fórmula para salir de la crisis y seis meses después se descubre que no tiene ni idea de en dónde se anda ni de las condiciones en que está su país.
Presumía de no improvisar como Zapatero y cada resolución que toma es una ocurrencia del último minuto, por si consigue engañar a los socios europeos.
Es decir, España puede no ser Uganda pero Rajoy sí es un ugandés dentro de la mentalidad racista del propio Rajoy. Y un ugandés vociferante, presuntuoso, soberbio y necio. El esperpento protagonizado por este incapaz el fin de semana ha sido algo indescriptible. Sabiendo que, aun a pesar de haber dicho que no era preciso rescate alguno, tendría que implorarlo, acabó poniéndolo el sábado, a ver si conseguía engañar a la gente, distraída con el fútbol del domingo. Envió, como siempre a un segundón, Guindos, a dar la cara por él y a explicar lo inexplicable, mientras él trataba de escurrir el bulto.
Pero no pudo. La opinión pública, irritada, indignada, enfurecida, fozó su comparecencia el domingo, antes de viajar a Danzig. En ella se presentó con una historia alucinante que no creía ni él, según la cual el rescate no era un rescate sino poco menos que un glorioso "pelotazo" de España que se había obtenido gracias a que él se había impuesto a los otros países, Alemania, Holanda, Finlandia, etc, con los que no había hablado porque, entre otras cosas, en Europa nadie lo escucha ya y las decisiones se toman al margen de su parecer. Concluyó su sarta de embustes y dislates sosteniendo que, pues el tema estaba resuelto, se iba a ver a la roja en lo que Palinuro considera que es una falta de respeto a los españoles propia de un gañán.
Todos los medios extranjeros estaban ayer pasmados de la inverecundia del presidente español que, pretendía convencer al mundo entero de que sus mentiras, sus fantasías de indocumentado, eran la verdad misma y que los equivocados eran los demás. Así que la conclusión fue la esperable: estos españoles arrogantes, orgullosos, ignorantes, pretenden que el mundo no es como es, sino como ellos ordenan que sea. La realidad se encargó acto seguido de poner al embustero compulsivo de La Moncloa en su sitio. Tras un comienzo relajado, alcista, de la bolsa y un descenso de la prima de riesgo a comienzo del día, lo suficiente para que los turiferarios de Rajoy, los marhuendas de guardia, entonaran trémolos de victoria, la tendencia se invirtió, la bolsa cerró en pérdidas y la prima se puso en 521 puntos y los pelotas y agentes de agitprop enmudecieron, aunque seguramente La Rzaón dirá mañana que una prima de riesgo de 521 puntos es un síntoma de salud envidiable.
Es decir, el tema no estaba resuelto, como sabía todo el mundo, incluido el propio Rajoy que, como buen ugandés de su imaginación, trataba de sustituir el mundo real por el de sus embustes.
¿Por qué no dimite si ya ha demostrado que, además de ser mucho peor que Zapatero, es un embustero con mala intención capaz de hundir España él solo?
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

Haciendo el ridículo.

Leo en un libro de Tony Judt una cita estupenda de George Orwell: "Para ver lo que tenemos delante de las narices hay que luchar denodadamente". Desde luego. Y como luchar denodadamente no es universal afición, la mayoría de la gente no ve lo que tiene delante de las narices. Otros podrían luchar, pero prefieren no hacerlo pues lo que tienen delante de las narices no les gusta o no les conviene. Se inventan entonces historias y fantasías con el fin de engañar a los demás. Es el caso de Mariano Rajoy. El rescate no es un rescate.
El presidente del gobierno no contaba con comparecer en público a dar cuenta de la operación de rescate de la banca española. Por eso mandó por delante a De Guindos con la misión de trasladar el mensaje: el rescate no es un rescate sino una línea de crédito en condiciones muy ventajosas. Entre tanto, él preparaba su viaje a Danzig como portaestandarte de la Patria, a hacer lo que se ve en la foto de El País. Esa foto, en un momento en que cae sobre España un yugo de 100.000 millones prestados que habrá que devolver con intereses, no es solamente un insulto a los españoles, sino a un mínimo sentido de la decencia humana.
"Pero no", decía De Guindos, con la misma alegría dibujada en el rostro que podría tener si estuviera enterrando a un ser querido, "no es en absoluto un rescate, es un crédito a la banca, del que responderá la banca". "Pero no", respondía de inmediato Wolfgang Schäuble, ministro alemán de Finanzas, "no se presta el dinero a los bancos", sino a España Es decir, al Estado y lo tendrá que devolver el Estado, o sea todos nosotros. Tendremos que devolver un dinero que no veremos pues irá a los bancos. Algún listo ha dicho que es una astuta forma de convertir en pública la deuda privada. Falso: es añadir a la deuda privada la pública como si fuera privada. Un negocio redondo.¿Y qué dicen las autoridades?
Lo primero que se les pasa por la cabeza. Su único fin es presentar una derrota patente como una imaginaria victoria a base de negar lo evidente. Y negarlo siempre. Sea o no necesario. Por ejemplo, Rajoy pasó tres meses negando que España fuera a necesitar un rescate y dice haber pedido una línea de crédito de forma voluntaria. Eurolandia, sin embargo, sabía que España pediría el rescate -llamándolo de otra forma- el sábado, a ver si conseguía camuflarlo con el fútbol, y por eso, precisamente, celebró una conferencia expresamente sobre España que pidió el rescate porque no le quedaba más remedio y estaba, como dice Libération, entre la espada y la pared
Esta negación de lo obvio, este presentar una humillación como una victoria, un golpe recibido como uno dado, recuerda mucho el intento del gobierno del PP de colgar la autoría del atentado del 11-M de 2004 a ETA en una delirante pretensión de que la gente no viera lo que tenía delante de las narices, sino lo que él, el gobierno, había fabulado. Y ha provocado una indignación social generalizada análoga a la de la mentira masiva de marzo de 2004. Indignación, cólera, verdadera furia. Los del 15-M han vuelto a sol a pedir la dimisión de Rajoy.
Presionado por la opinión, a rastras, de mala gana, Rajoy hubo de comparecer públicamente ayer, antes de seguir adelante con su falta de sensibilidad de irse a dar berridos a Danzig. Pero fue para largar una serie trolas en la versión oficial de los hechos. No hay tal rescate sino, al contrario, un triunfo de España cuya salud es tal que le basta salir al mercado y los inversores se dan de bofetadas por prestarle dinero. Cuando todo el mundo sabe, pues lo dijo Montoro, que España tenía cerradas las puertas de los mercados Lo sabía también Rajoy. No tenía, pues, más salida, que pedir el rescate a Europa, como lo hizo a la fuerza y aceptando las condiciones impuestas y las que quedan por imponer. En este campo es donde los gobernantes tratan de confundir a la población. No fue Al-Qaeda (Rajoy decía en 2004 tener la "convicción moral" (sic) de que había sido ETA), sino ETA. No es un rescate sino un triunfo de España. Es más, a él no lo ha presionado nadie sino que ha sido él quien ha presionado a los europeos para conseguir ese magnífico crédito.
Sin negar que el crédito a España y, de momento, es light en comparación con los de Grecia o Portugal, la pretensión de presentar el hecho como un triunfo en lugar de una claudicación es ridícula. Diga lo que diga Rajoy, al tener cerradas las puertas de los mercados, no había más salida para España que pedir ayuda y esta es obligada. Salir sacando pecho en estas circunstancias es bombástico y cuadra perfectamente con la imagen estereotipada de los españoles que reina en Europa: un pueblo de bravucones ignorantes muertos de hambre dándoselas de señores. Es decir, estamos haciendo un ridículo universal, como queda constancia mirando lo que dicen los periódicos extranjeros pero que conocen mejor la realidad española que La Razón o el ABC. Por ejemplo, el Economist califica las maquinaciones de Rajoy de slightly comical, es decir,ridículas en román paladino. Y The Guardian lo clava cuando dice que Rajoy está embarcado en una campaña orquestada para presentar el rescate como una victoria nacional. También el Financial Times se pasma por el intento de convertir una derrota en un triunfo pero, siendo yankies y haciéndolo todo más a la pata la llana, pone a España en el club de los perdedores, con Irlanda, Portugal y Grecia. Ahora ya saben los españoles lo que tienen delante de las narices.
Supongo que Rajoy no hará caso al parecer mayoritario de la red de que se quede en Polonia y volverá a España. Tiene pendiente  una comparecencia parlamentaria pedida por toda la oposición. Conociéndolo, no es seguro que acepte. Y, si lo hace, dirá, no lo que tiene delante de las narices, sino lo que se ha inventado para no dimitir. Exactamente lo contrario de lo que dice todo el mundo en el extranjero. Pero eso a Rajoy no le importa pues no sabe idiomas.

diumenge, 10 de juny del 2012

La rueda de prensa del polaco.

La derecha tiene un sentido pragmático de política. No le interesan las grandes cuestiones ni necesita aupar al poder a los más inteligentes, los más audaces o más preparados. Le basta con que lo ejerzan (nominalmente) los más caraduras, los más faltos de honradez y dignidad, los capaces de hacer una cosa, decir la contratia y mantenerla en público en contra de las evidencias más aplastantes. Los principios le importan una higa; los blande siempre pero los ignora cuando hay que aplicarlos. La verdad está muy bien pero, si hay que mentir a mansalva, se miente con el mayor aplomo. Se pasa relativamente mal un cuarto de hora pero, a cambio, se disfruta del poder largos años y, si uno al final queda como lo que es, un granuja que no habla más que para engañar en interés de los poderosos a los que verdaderamente representa, ya le encontrarán un huequecillo bien remunerado en el consejo de alguna empresa o un retiro dorado como asesor de un consorcio. Es cosa de aguantar unos años, mentir descaradamente, insultar al adversario y despreciar a la gente. Lo demás va como la seda. Que se lo digan a Aznar.
Presionado por la indignación pública, Rajoy no ha tenido más remedio que comparacer arrastrado por la opinión en una rueda de prensa que ha oscilado entre el habitual farfulleo, las simplezas sanchopancescas que lo caracterizan, las bravuconadas del matón del barrio y las payasadas que le brotan de su estólida retranca natural.
Si lo sucedido ayer es un rescate (como dice todo el mundo, conjunto de canallas alimentados con la leyenda negra) o un chollo que nos ha caído gracias a su sin par eficacia de gobernante, su saber hacer, su previsión, su coraje, sus ideas claras es una cuestión que de puro obvia no necesita dilucidación. Por eso, el polaco, ya con un pie en la escalera del avión, afirma desganado que no va a "entrar en debates nominalistas". Qué aburrimiento ¿verdad?
El chollo, la línea de crédito, el botín logrado por el genio de la negociación no es resultado de la intervención, no. La intervención vendrá de la mano de ese chollo, o sea del rescate. En otro momento, aseguraba que no había opción pues era "lo de ayer" o la intervención. Con lo que queda claro que este hombre no solo dice lo primero que le pasa por la cabeza si es suficientemente oscuro, ambiguo, engañoso, falaz y embustero sino que, además, muchas veces, no se le pasa nada por la cabeza, que está vacía, ayuna de ideas.
Nadie lo ha presionado, sostiene Rajoy a quien nadie, tampoco, pidió su parecer para nada a la hora de decidir la intervención de España ya que se la impusieron por vía telefónica en llamada a su ministro, ni siquiera a él con quien nadie cuenta en Europa. Al contrario, asegura el polaco -que entre tanto se queja de no poder ver a Nadal en lo que cree que es un comentario gracioso-, soy yo quien he presionado a los demás hasta conseguir este chollo fabuloso de 100.000 millones al 3% y con condiciones draconianas. Que se entere Europa de quién manda aquí fumándose un puro en Polonia. 
Bueno, pues este payaso es presidente del gobierno de España y en este momento se dispone a ver un partido de fútbol junto al heredero del trono de su país mientres los ciudadanos de este contemplan angustiados un futuro cada vez más sombrío cuya carácter vendrá anunciado mañana cuando se sepa cómo arranca la prima de crédito.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

Ubú el polaco.


La indignación ha pasado de los perroflautas al conjunto de la sociedad. Y hasta la furia. ¿Cómo puede el presidente del gobierno no comparecer el día en que se admite oficialmente que España, el país que supuestamente gobierna, está intervenido? Comparecer solo o acompañado por si alguien pregunta algún dato concreto. Dar la cara ante la opinión; ofrecer alguna explicación. Decir: "señores, me equivoqué" o "señores, no me equivoqué pues ya lo había dicho" o "señores esto no hay quien lo entienda". Algo. Por el contrario, Rajoy se esconde, enmudece, se acobarda y, siguiendo inveterada costumbre, envía a un segundo a hacer lo que tendría que hacer él si tuviera agallas o ese "cuajo" del que presumía en el vestuario. Esa evidente cobardía es la que indigna a la gente a la que han aburrido con la cantinela del liderazgo, la firmeza, la decisión, la determinación, frente a un Zapatero errático, pusilánime, improvisador, zascandil. Pero el puisilánime dio la cara y el del liderazgo la escondió. De ahí la indignación.
¿Y la furia, incluso la rabia? Estas vienen del propósito del mismo escurridizo personaje de mantener su viaje a Polonia, a ver el fútbol. Alguno de sus asesores ha debido soplarle que lo mejor es hacer como si no pasara nada. O quizá se le haya ocurrido a él. ¿Qué sucede? Somos tan buenos que salimos al mercado y este corre a astillarnos 100.000 millones de euros porque España es un país serio. Así pues, no me molesten, que voy a hacer patria a Polonia pues, ¿quién ignora que el fútbol es la patria de los españoles como Dios manda?
Ya dijo él que no estábamos al borde del precipicio, que el país no necesitaba rescate. Lo repite el pobre Guindos (lo de pobre en el plano moral, claro) como el eco: no es un rescate; es un préstamo en condiciones muy ventajosas. Pero toda la prensa internacional lo llama "rescate" (bail out). Pues bien, en lugar de quedarse aquí a explicar a la ciudadanía cómo es que un bail out no es un rescate, Rajoy se va a hacer patria a gritos en Polonia. No es casualidad: Ubú, como se sabe, al que Rajoy se parece mucho, es Rey de Polonia.
Ubú: no iba a subir los impuestos, no iba a recortar la sanidad ni la educación, no iba a dedicar dinero público a la banca, no iba a tocar las pensiones, jamás subiría el IVA, no dejaría caer España ni iba a tolerar un rescate porque España es una gran nación.  Y él diría siempre la verdad a los españoles y llamaría al pan, pan y al vino, vino. Y la burla más insólita, hace 24 horas: quien quisiera saber algo, que le preguntara a él. Ubú.
Entiendo la furia, entiendo la rabia, la desesperación, la amargura de la impotencia. Todo eso forma parte de la cultura política de los españoles, acostumbrados a que la derecha en el gobierno diga una cosa, haga la contraria, no dé cuentas de sus actos y acuse a los adversarios de hacer lo que está ella haciendo.
Lo entiendo todo. Pero hay algo incontrovertible: cada país tiene los gobernantes que se merece.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dissabte, 9 de juny del 2012

Lo humillante no es el rescate; lo humillante es la cobardía de Rajoy.

Palinuro se reafirma en sus entradas de los últimos días, especialmente en la de hoy por la mañana.
Cuando, en la noche del 10 de mayo de 2010, los europeos obligaron a Zapatero a desdecirse de sus ilusiones socialdemócratas y reformistas y a aceptar el recetario neoliberal, el de León compareció al día siguiente ante la opinión y dio cuentas de lo que había hecho. Por cierto para cosechar, entre otras impertinencias, algunos desprecios e insultos de Rajoy. Ahora que la situación es infinitamente más grave, el mismo prepotente que aseguraba que siempre daría la cara, diría la verdad a los españoles y llamaría al pan pan y al vino, vino, está escondido, oculto, fuera de cobertura, como lo que es: un conejo en su madriguera.
El que pasó la campaña electoral diciendo que el gobierno socialista no sabía salir de la crisis, que Zapatero no inspiraba confianza y que el problema era él mismo; el que decía tener la solución y aseguraba que no subiría los impuestos, no tocaría la sanidad, ni la educación y que no permitíría que nos intervinieran, ha subido lo impuestos, recortado salvajemente la sanidad y la educación y ha ido como un perro apaleado con el rabo entre piernas, a pedir un rescate a la Unión Europea pues, si España estaba mal hace seis meses, después de medio año de desgobierno de este puñado de ineptos, la situación es catastrófica.
¡Ah Pero que el pueblo no se entere de que es un rescate. En lugar de comparecer él mismo a farfullar las vaguedades y tonterías que habitualmente suelta, el cobarde de La Moncloa ha mandado a De Guindos mientras él prepara su viaje a Polonia a ver la Roja. Dicho sea de paso: si este miserable es capaz de no comparecer en estos momentos pero mañana va a ver el partido de fútbol, el oprobio y desprecio que suscitará no tendrán parangón. Aunque, para que esto opere, sería necesario que el menda tuviera algo de dignidad. Y no es el caso.
De Guindos, el genio de Lehman Brothers, ha comparecido a ver cómo podía dar la noticia del rescate mintiendo, convirtiéndola en otra cosa. Mientras toda la prensa extranjera habla de bail out, o sea, rescate, Guindo tiene la orden de hablar de "préstamo financiero". Es igual que lo que intentaron hacer cuando el 11-M: tratar de convencer a la gente de que no habían sido los islamistas, sino ETA, es decir, mentir a mansalva en contra de lo que la realidad mostraba a la vista y todos los medios internacionales decían. Mentir para salvarse, para seguir aferrados a los cargos, cobrando por hacer las cosas mal Ahora están en lo mismo: mintiendo con un morro kilométrico en mitad de la chirigota de la plaza.
Los españoles ¿nos merecemos un gobierno tan indigno? No es ya solamente que sus ministros considerados aisladamente, sean una vergüenza en cualquier país civilizado, que Báñez sea un beata; Mato una analfabeta; Wert un engreído petulante; Guindos un inepto; Montoro un charlatán; Cañete un necio;  Rajoy un farfollas ignorante, con el añadido de la provocadora Aguirre, el corrupto Camps, la embustera Cospedal, no. Se trata de que, en su conjunto, el PP y sus gobiernos han expoliado España, la han arruinado y ahora la han entregado a la arbitrariedad de los extranjeros y su único preocupación es cómo mentir a la gente para ocultar el desastre que han provocado, salvarse de la quema y, si es posible echar las culpas a los demás..
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

El rescate o el drama de España.

La imagen es un óleo de Theobald Chartran titulado Firma del protocolo de paz entre los Estados Unidos y España el 12 de agosto de 1898. Representa el momento en que el embajador de Francia en los EEUU, en representación de España, estampa su firma, bajo la atenta mirada de un dominante McKinley, en el protocolo del tratado que pondrá fin a la guerra hispano-norteamericana. Derrota y rendición prácticamente incondicional de España y pérdida de los restos del imperio en América y Asia. El cuadro se encuentra en la Sala de Tratados de la Casa Blanca, lugar de reunión frecuente de los gabinetes presidenciales hoy, y figura en lugar prominente.

Hoy es el día. Los oráculos del fondo de la selva de Teotoburgo imponen la claudicación de España, que ha de aceptar las condiciones del llamado rescate de la banca y que el FMI, en una muestra de servicial previsión, ha tenido la delicadeza de cifrar en 40.000 millones. No sé qué caso hará la germana del gentil toque parisien. Bruselas, como siempre, estará a verlas venir. Queda por saber qué dirán los auditores externos pero, en principio, la situación es clara: los plenipotenciarios tienen que firmar.
España solo manda ministros plenipotenciarios para administrar las derrotas, lo que parece un contrasentido, pero es el contrasentido que configura, al parecer, la amarga experiencia nacional de ser intervenidos. Unas veces por los alemanes, otras por los ingleses, otras, las más, por los franceses, la historia patria es una sucesión de intervenciones que han orientado los destinos nacionales mucho más de lo que lo hayan hecho las decisiones domésticas. Después de quedarse con Gibraltar, los ingleses ayudaron decisivamente a los españoles a librarse de los franceses. Es la gesta de Wellington en la llamada Peninsulan War, con muy escaso respeto a la emergente conciencia nacional española.
A su vez, los franceses estaban aquí porque en uno de los actos de cobardía más miserables que registra la historia, los dos Borbones, padre e hijo, Carlos IV y Fernando VII entregaron la corona a Napoleón, quien la puso en la cabeza de su hermano, convirtiendo España (y su imperio) en lo que podríamos llamar un fraternato. Ese Fernado VII, el Deseado, fue luego el ídolo de la derecha española que debía de ver en él un patriota.
Para qué seguir. El 98 (ut supra) provocó una sacudida tan fuerte de la citada conciencia nacional que hasta apareció un filósofo. Los filósofos surgen siempre de la perplejidad y esa perplejidad trajo la IIª República a la que puso violento fin una coalición de alemanes, italianos, moros y cristianos nativos de Santiago y cierra España.
Ignoro si en estas horas amargas Rajoy medita sobre su triste sino. Venía de salvador de la Patria y tiene que mandar plenipotenciarios a firmar las capitulaciones. La gran nación en la hora nefasta de la claudicación. Seguramente no es para tanto porque en nuestra época las guerras se libran en los parqués, en los despachos de mullidas alfombras en lo alto de rascacielos, en medio de formas corteses, compartiendo un aperitivo. Pero el zaherido orgullo nacional español lo toma por la tremenda. Resuenan los ecos de una larga historia de derrotas: la Invencible, Rocroi, Trafalgar y lo que vino después. Y Rajoy, con su huero patriotismo, así tiene que experimentarlo.
¿Podría pasarle por la cabeza alzar bandera por la resistencia, negarse al rescate, a la intervención extranjera? Podría. Numancia tiene su belleza, pero no es previsible su repetición. Oponerse a Europa, aislarse de Europa -vieja pulsión unamuniana- no es opción para la derecha y dudo de que lo sea para la izquierda. No, desde luego, para el PSOE y, con reservas, tampoco para la izquierda radical.
Así que llueve sobre muy mojado, sobre una historia de frustración permanente, de una nación que se ha hecho a fuerza de derrotas gracias a unas clases dominantes muy católicas, muy tradicionalistas, muy ineptas y nada patrióticas. Una nación que de vez en cuando es intervenida al albur de circunstancias que no controla. Por eso, todo consistirá en encontrar un nombre que disimule la cruda realidad de la subordinación a los dictados de otros, un nombre que engañe, como el de evangelización del Nuevo Mundo, por ejemplo, o el Movimiento Nacional, algo así como Refundación Financiera Española (ReFE), que daría para interesantes portadas de la prensa de derechas y dejaría a la gente tranquila, a tiempo para saborear cómo la Roja revalida su título. Es lo de los toros en 1898.

divendres, 8 de juny del 2012

El ruido y los millones.




Recordatorio.
 

Hoy, viernes Palinuro firma ejemplares de su libro El sueño de la verdad. Los conflictos en la sociedad abierta a las 18:00 en la caseta 259 de la editorial La Catarata.

Hay algo extraño, casi burlesco, en esa lonja de los rescates en que se ha convertido la política nacional e internacional en los últimos años, casi desde el comienzo de esta crisis que bien podría llamarse la "crisis de los miles de millones evanescentes" como corresponde a su naturaleza más de estafa. Los políticos, los empresarios, financieros, comunicadores en general, forman una turbamulta en la que se cruzan cantidades millonarias con los más diversos propósitos. Los miles de millones han pasado a ser la última razón significativa de la acción humana en todas sus facetas. Nadie habla de la organización social o la representación política o el sistema económico o el educativo, de Europa o de cualesquiera otros temas sino es en términos de miles de millones, de cuántos cuestan o cuántos producen. Los miles de millones aparecen y desaparecen de las portadas de los periódicos como duendes juguetones.
Siendo millones, son números, y los números son el lenguaje del concimiento exacto, de forma que cabría esperar que al cruzarse las cantidades tendríamos claras las opciones. Pero no es así sino al contrario. El baile de miles de millones solo sirve para confundir. En primer lugar porque sus cuantías los sitúan fuera de la capacidad de comprensión de los mortales. Como pasa con las distancias siderales. Cinco millones de años luz es una cantidad que se puede enunciar pero no visualizar. 100.000 millones de euros, tampoco. Y no vale decir que eso solo nos pasa a la gente del común, pero que los políticos y los financieros son otra cosa. No es cierto. Tampoco saben de lo que hablan y, en muchos casos, lo hacen literalmente al tuntún. Porque, exactamente ¿con qué criterios, según qué cálculos, se llega a estas cantidades que, además, suelen ser contradictorias y nada de fiar? Tómese el coste del hipotético rescate español (acabe siendo este lo que sea y con el nombre que menos ofenda al gobierno) del que hay tantas versiones como opinantes, sin olvidar que algunos de estos opinan cosas sucesivamente contrarias. Utilizo cantidades redondas porque el recurso a las centenas, decenas y unidades suele ser un truco para dar verosimilitud a lo que se dice. Bankia iba a necesitar unos 4.900 millones; luego se convirtieron en unos 24.000. Alguien quiso resumir el coste general, cifrándolo en 40.000. El FMI lo dejó en unos magros 37.000. Aparecieron unos alemanes -o quizá fuera Bruselas- hablando de una "inyección" (este curioso término de resonancias médico-curativas requiere más detallado análisis) de 80.000 millones al FROB. Pero a un dirigente (español) del PPE le parecieron pocos y habló de 100.000. Y eso que no sabía, como no sabía nadie, que aflorarían dos cajas más pidiendo otros 9.000 millones que, al parecer, no se habían contabilizado antes. Como pueden no haberse contabilizado oras veinte. Vaya usted a saber.
La crisis procede en gran medida de las operaciones especulativas y, en consecuencia, los discursos sobre ella son también especulaciones con cantidades que nadie visualiza, nadie sabe de dónde saldrán, porque tampoco sabe nadie con seguridad cómo se han calculado. Piénsese en otro baile, menos grandioso, más barrio o país: el de las primas, pluses, sueldos o pensiones que pillan los altos directivos de cajas de ahorros más o menos quebradas: catorce millones se lleva este, ocho el otro, cuatro este otro, uno doscientos, Rato. ¿Cómo se calculan estas retribuciones estratosféricas por actividades que, de momento, dan la impresión de haberse limitado a estar en un consejo o presidirlo haciendo pajaritas de papel? No parece que haya otro criterio sino que se calculan según la capacidad de cada beneficiario en salirse con la suya. En el fondo, de la fuerza.
Por todo esto Montoro, poco dado a la fatiga mental, ha decidido no hablar de números y, cuando se le pregunta, contesta que "no será una cantidad excesiva". De Guindos tambien prefiere evitar un patinazo cuantitativo. Así que, en mitad de la confusión en que cada cual lanza la cantidad que le place, Rajoy decidió zanjar el guirigay con coraje diciendo que quien quiera saber si habrá o no rescate y a cuánto ascenderá el rescate/no rescate, que le pregunte a él. Sería tranquilizador de no ser porque tiene a gala no comparecer en ruedas de prensa y, si lo hace, no admitir preguntas o no contestarlas; de no ser porque ni él mismo da crédito a su palabra, tras haber admitido que hará lo contrario de lo que dijo "si cree que debe hacerlo", es decir, si le viene bien; de no ser, por último, porque aplaza todo pronunciamiento al dictamen de los auditores extranjeros que en este momento están examinando el sistema financiero español.
No es un modo de clarificar las cosas. Para mayor desgracia, tampoco es cierto que el gobierno vaya a tomar medidas según el citado dictamen porque este no le está destinado. El dictamen irá a las autoridades europeas, a Alemania en particular, que serán quienes digan cuál es el margen del gobierno español. Un país que no puede tomar decisiones porque desconoce las magnitudes básicas de la situación económica y ha de esperar a instrucciones de fuera no es soberano y está intervenido de hecho, quiera o no reconocerse.
A título de consolación queda al país todavía la posibilidad de adoptar medidas hacia dentro y también aquí hay un ruido fenomenal con otro baile de miles de millones carentes de significado, cuantificaciones arbitrarias de medidas restrictivas que muchas veces se toman más por razones ideológicas que económicas y que están amparadas en la voluntad (que se cree justa y oportuna) de ahorrar cuanto se pueda y al coste de lo que sea. El último ejemplo es la propuesta de Aguirre de reducir los diputados de la asamblea madrileña a la mitad. Ya se ha cuantificado el ahorro: 50 millones de euros. Es un cálculo absurdo porque no toma en cuenta los costes colaterales de la reducción; pero da igual porque su finalidad es política. El ejemplo se extiende como la pólvora pues empareja con un sentir popular muy contrario a las autoridades. Pero conviene saber en qué lugar está la dimensión óptima de las instituciones y del sector público en general. Una opción ahorrativa máxima (y muy bien venida por algunos, es de suponer) es eliminar el parlamento por entero que, en realidad, sobra porque basta con un caudillo. Es lo más barato. Luego resulta que no, que es lo más caro cuando se meten otras consideraciones en juego como la dignidad de las personas.
El último baile de millones es precisamente el que propicia la extensión de la corrupción en España. Los millones de la Gürtel, por ejemplo, millones que parecen haberse escamoteado a la sombra, incluso, del Santo Padre, con lo que serán, cuando menos, millones santos. Y si las autoridades mientes en los millones, excusado es decir los delincuentes, con los cuales a veces aquellas se alían, si es que no son los mismos.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dijous, 7 de juny del 2012

El rescate no-rescate.

En la reciente y apresurada reunión del G-7, el tema monográfico ha sido España, la situación española. Pensando que el país está en buenas manos, la bolsa ha subido y la prima de riesgo ha bajado. Sin embargo, la palabra más oída en las conversaciones y declaraciones era "orgullo", el orgullo español. España tendría que pedir el rescate en las condiciones griegas, pero su orgullo se lo impide. A veces la historia funciona a base de prejuicios de este tipo. El de los españoles orgullosos no resiste medio soplido, pero funciona. El criterio dominante ha sido poceder al rescate de España sin que parezca un rescate para que los quisquillosos españoles no se enfurezcan. ¿El procedimiento? Astillar 80.000 millones de euros no al Estado, pues el gobierno no quiere, ni a los bancos pues no se puede, sino al FROB, un ente intermedio y ambiguo que sirve para este tipo de combinaciones.
Es un rescate, blando o suave, pero rescate, y España está suave o blandamente intervenida. Las condiciones del interventor se impondrán a los bancos y ya los bancos las repercutirán después sobre la clientela. El gobierno pinta poco aquí, salvo cuidar de que no haya mucho tumulto en las calles. Es decir, queda para la gobernación interna, con Rajoy como gobernador de la península intervenida, pues también lo está Portugal. 
Esta del interior es la parte en la que los españoles lucen ese exotismo suyo tan peculiar de sus viejas tradiciones que maravilla en el exterior. La ministra de Trabajo, Fátima Báñez, al pedir la intercesión de la Virgen del Rocío para acabar con la crisis, es la mejor imagen que el país puede dar a esa Europa descreída y materialista a la que tenemos tanto que enseñar. Y con el ejemplo, como el que va a dar en el Corpus Cospedal, la adelantada de la Cristiandad.
Mientras tanto, Aguirre reduce un 3,3% el sueldo de los funcionarios porque de algún modo hay que hacer frente al agujero de Bankia, en donde su personal lleva años haciendo lo que le parece
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

Una historia de dos Cotarelos.

Antes de nada aprovecho para comunicar a l@s amig@s que mañana, viernes, 8 de junio, a las 18:00 Palinuro estará en la feria del libro, en la caseta 259 de La Catarata, firmando el suyo, El sueño de la verdad. Estaremos encantados de veros allí.

Vamos a la historia. Sucede que hace unos días me llamó una señora muy amable de la Real Academia Galega, pidiéndome un retrato de mi abuelo Armando, porque la docta institución va a publicar un libro con semblanzas y textos de los autores a quienes se haya dedicado algún año el Día das letras galegas. A mi abuelo le dedicaron el de 1984 y, con tal motivo, se publicó entonces profusamente la foto en la que aparece más arriba cubierto con un canotier, un sombrero muy de moda a fines del siglo XIX y primeros del XX, de importación francesa, aunque este me parece de fabricación nacional. Yo tenía una mejor y esa es la que he enviado. Reproduzco, sin embargo, esta otra por una grata razón sobrevenida.
Ello fue que, al abrir hace unas horas FB me encontré en el muro de Alicia Cora un retrato de Palinuro, un carboncillo, me parece, hecho por su hija Itziar. Fue una sorpresa la de toparse con uno mismo como en un espejo, ante una imagen fabricada por otros ojos. Unos ojos que lo ven todo y te lo devuelven para que sepas cómo eres. Muchísimas gracias, Itziar. Es un honor. La autora es una  notable artista a la que Palinuro dedicó una entrada a fines del año pasado, titulada Talento natural. Bueno, el título no era mío. Lo había copiado del blog de la propia Itziar que se llama así, Talento natural y trae una abundante muestra de su obra.
Palinuro. Perdóname que interrumpa, Cotarelo, pero ya veo a dónde quieres llegar, a decir que hay un hilo de continuidad entre tu abuelo y tú a través del sombrero. No está mal. Al fin y al cabo, el sombrero es una prenda esencial en la historia de la humanidad. Desde los primeros tiempos hasta hoy, los hombres han mostrado una irreprimible tendencia a ponerse algo sobre la cabeza. Y le han echado mucha imaginación. De los complejos tocados de los faraones a los cascos de los vikingos, la kipá de los judíos, las chisteras, los bombines, los penachos, los bicornios, los tricornios, las mitras, los birretes, las coronas, los cascabeles de los bufones, los capirotes, las capuchas. Incluso en una época tan hostil al sombrero como la nuestra hay profesiones, empleos, cargos, que los llevan y, en la moda de la población civil, siguen viéndose algunos sobre todo pajillas, de ala corta estilo gangster o pamperos de diversas formas. Pero el tuyo no es ninguno de esos. Conozco tu secreto: es un tejano con las alas planchadas para darle un aspecto mormón.
Cotarelo. Hay más continuidades, pero esas pertenecen ya al ámbito de la intimidad familiar.

dimecres, 6 de juny del 2012

La gran estafa

El escándalo de Bankia es tan grande, tan ruidoso, tan indignante, que no se puede disimular por más que el gobierno del PP, principal responsable del desaguisado, esté haciendo lo que pueda por ocultar los hechos, impedir las comparecencias, encubrir a los culpables y por más trabas e impedimentos que se pongan a las peticiones de investigación y los deseos de aclarar las cosas.
Han tocado los dineros a la gente, a decenas, a centenares de miles de personas y, poco a poco, la reacción social, sorda al principio, pero evidente, empieza a hacerse sentir y amenaza con llevarse por delante no solo a los muchos políticos del PP que llevan años robando en las cajas, sino al partido en su conjunto. En menos de 24 horas una iniciativa popular de crowdfunding ha reunido los fondos necesarios para querellarse contra Rodrigo Rato. Y esto no es más que el inicio de una marea social que seguirá y seguirá hasta procesar a los responsables de esta estafa que llaman crisis y a los políticos cómplices que la han propiciado.
Una idea del temor que este movimiento suscita la da que, a su vez, también en menos de 24 horas, la Fiscalía haya abierto una investigación por presuntos delitos en la constitución de Bankia. ¡Qué raro! La misma Fiscalía que llevaba dos semanas sin apreciar irregularidad alguna, de pronto siente la llamada del deber, percibe la indignación ciudadana y se pone en marcha. Repito: ¡qué raro! Qué raro que un Fiscal General nombrado por el PP abra una investigación cuyo resultado, si no está falseado, será demoledor para ese mismo PP. Qué raro. ¿No será que se pretende desactivar la bomba de la indignación social y las medidas ciudadanas contra los responsables de este gigantesco desfalco? ¿No se tratará de engañar una vez más a la ciudadanía para seguir robándola? Esperemos que no, no porque el PP y su Fiscal no lo pretendan sino porque las cosas han llegado a un punto en que ya no caben más encubrimientos. Ahora recurrirán a las dilaciones.
Pero tampoco servirá de mucho. El caso Bankia será el sepulturero del PP porque no es otra cosa que el último intento de ocultar que los políticos del PP llevan años mangoneando presuntamente las cajas de Madrid y Valencia, así como otras menores, como la de Ávila, la de Segovia, etc, colocando en ellas a sus enchufados, asignándose salarios estratosféricos, esquilmándolas, financiando ilegalmente su partido, comprando y sobornando; pillando cacho, vamos, como corresponde a los truhanes Es decir, llevan años presuntamente valiéndose de los dineros ajenos para chanchullos y delitos hasta que, por fin, han arruinado el invento porque, además de presuntos ladrones, son unos probados incompetentes.
Sí, la querella popular debe seguir y la sospechosa investigación de la Fiscalía también. Pero todo ello sonará ridículo cuando los censores foráneos que están calibrando el sistema bancario español emitan su informe en el que seguramente se denunciará que las cajas han sido saqueadas por una mezcla de políticos venales del PP, empresarios corruptos del PP y delincuentes allegados al PP y que la corrupción tiene enterradas hasta el cuello a las autoridades autonómicas del PP en Madrid y Valencia, entre otras.