divendres, 24 de febrer del 2012

A escuchar al vate.

CONVOCATORIA


Hoy, 24 de febrero de 2012, leerá en público sus últimos poemas mi amigo José Luis Reina Palazón, gran traductor y exquisito poeta. El acontecimiento será a las 20:00 en el bar La flauta mágica, sito en la c/ Alcántara, nº 49, Madrid, más o menos entre Príncipe de Vergara y Francisco Silvela. Estamos tod@s invitad@s y estoy seguro de que José Luis nos recibirá con esa sonrisa que un día arrebató a los dioses.



EL LECTOR DE POESÍA

Tú te lees a ti mismo,
a ése que buscas tú
y siempre creas,
el que te dice las sombras de las letras,
el que te invita al descifrar del canto,
el que tú no conoces y habita en ti,
siempre que vas leyendo tu ternura,
tu cuerpo, tu loca fantasía hacia otro nombre.
Y siempre habitas tú en ese olvido
y al saberlo de ti te reconoces,
eres el alma del poema.

(José Luis Reina Palazón)

(La imagen es una reproducción del famoso cuadro de Henry Wallis, La muerte de Chatterton (1856))

Muerte de un viejo guerrillero.

Me ha entristecido la noticia de la muerte de José Sandoval. Lo conocí y lo traté en el penal de Soria entre 1967 y 1968. Tenía una condena que debía ser diez o doce veces la mía y siempre pensaba cómo era posible condenar a tantos años de cárcel a un hombre tan tranquilo y tan afable. Pero esas eran las apariencias y una muy buena educación. Por dentro estaba hecho de materiales más duros. Era comunista, combatió en el Vº Regimiento durante toda la guerra civil y luego formó parte de un destacamente guerrillero en la Unión Soviética, en lucha contra los nazis. Un hombre que defiende voluntariamente sus ideas con las armas en la mano y no en las manos de otros, merece siempre respeto, incluso aunque uno no comulgue con esas ideas.

Hace unos años, publicó sus memorias (Una larga caminata. Memorias de un viejo comunista), con prólogo de otro correoso militante, el novelista Armando López Salinas. De ellas hizo Palinuro una reseña en su día (Los viejos comunistas), en la que contaba algunas de las cosas que se dicen aquí.

El poco ruso que sé me lo enseñó él. Y, si es poco, no fue por falta suya, que era un excelente profesor, sino porque cumplí condena, salí a la falta de libertad de la Dictadura en 1969, y no continué lo que había empezado. En varias ocasiones he podido comprobar que no era tan poco y siempre que así ha sucedido, me he acordado de él con gratitud. Ya en la calle, nos tratamos intermitentemente mientras fue director de la Fundación de Investigaciones Marxistas y siempre con mutuo agrado.

До свидания, Иосиф! Покойся с миром.

dijous, 23 de febrer del 2012

El ejemplo de Valencia.

Es el que hay que seguir. Cuando parecía que la gente de Valencia vivía extrañamente subyugada por la manga de granujas y sinvergüenzas que llevan veinte años esquilmando las arcas públicas hasta dejar la Comunidad en la ruina y hasta los votaban por mayoría absoluta, he aquí que se lanza a la calle con un civismo, un pacifismo y una conciencia encomiables. No estaba todo perdido. Quedaba mucha dignidad entre la población que, por fin, consciente de su fuerza y de sus derechos, ha empezado a hablar.

Vuelven los valencianos a pedir la dimisión de Sánchez de León, esa delegada del gobierno entreverada de fascista que ordena apalear niños en la calle. Pero piden también más cosas. Su grado de conciencia política, como decía Palinuro ayer, ha aumentado. Piden que cesen los recortes en educación y que haya una educación de calidad. Y más aun, convierte a los valencianos en la punta de lanza o el mascarón de proa de la nave de la dignidad española, convocan a una huelga en Valencia y piden que se extienda a general en toda España y que los sindicatos la hagan suya.

La lucha de los estudiantes valencianos es la de todos los estudiantes españoles y la de estos, la de todos los españoles progresistas: parar los pies a un gobierno popular antipopular, que se ha estrenado con una batería de agresiones contra los derechos de los trabajadores.

Basta con ver y escuchar a los ministros y políticos conservadores para percibir que lo suyo es un plan premeditado de aniquilar los derechos de las clases populares y cargar falsamente las culpas sobre el PSOE. Basta oír al Director General de la Policía, Cosidó, diciendo que la acción policial el martes fue ejemplar, al ministro Wert seguir mintiendo con que el PSOE apoya manifestaciones violentas siendo no ya solamente su policía la única que recurre a la violencia sino su propio gobierno y el mismo ministro que habla: ¿o atacar los derechos de los trabajadores por decreto no es violencia? ¿No es violencia eliminar la "Educación para la ciudadanía" a fin de dejar a los chavales en manos de las doctrinas de los curas? ¿No es violencia suprimir el derecho al aborto o intentarlo con el matrimonio gay? Violencia es y de la más reaccionaria, de la más baja estofa. Por eso es un derecho de la ciudadanía luchar contra ella, y el camino lo señala Valencia.

(La imagen es una foto de popicinio_01, bajo licencia de Creative Commons).

La conciencia de un pueblo.

El mayor peligro que corre la llamada #PrimaveraValenciana, en camino de convertirse en la Primavera Estudiantil, es que pase a segundo plano de actualidad y quede anegada bajo la copiosa lluvia de noticias de la vida cotidiana. Como acontece con casi todas las que ocupan un par de días las portadas de los periódicos, que desaparecen bajo otras más urgentes o impactantes. Porque cuando eso suceda, los manifestantes valencianos, cuyo tesón en la protesta es encomiable, volverán a estar indefensos en manos de las fuerzas encargadas de defenderlos. Y eso da miedo.

La garantía del movimiento ciudadano de Valencia es el apoyo y reconocimiento que encuentre en el resto de España. Para hoy hay convocada otra manifa pidiendo la dimisión de la delegada del gobierno, Sánchez de León, quien se niega tozudamente a asumir su responsabilidad en la brutalidad del lunes, y es toda. En ese forcejeo político y moral planteado en Valencia, el resto del país debe apoyar la reclamación de la calle. Sobre todo porque esta ha aumentado su grado de conciencia, como sucede siempre que se pasa a la acción política, a la práctica, que ensancha y fortalece la teoría. La realidad se comprende mejor cuando se forcejea con ella. Los valencianos han vinculado por fin el conflicto y su circunstancia concreta de los recortes en educación con la condición general del gobierno en su Comunidad Autónoma, caracterizada por el depilfarro, la incompetencia más deplorable, el caciquismo y una presunta corrupción generalizada; una casta política de la derecha que parece tener patrimonializado el gobierno de la Comunidad.

Esa relación de sentido es extrapolable a toda España en donde la pregunta es ¿por qué debe pagar la educación las consecuencias de la incompetencia o la corrupción de los gobernantes? Y más específicamente, ¿por qué debe pagarlas la educación pública en beneficio de la concertada o de la privada a la que se sigue favoreciendo con exenciones fiscales?

Por más que el gobierno de la derecha se obstine en considerarla así, la educación pública no es un gasto sino una inversión; aparte, por supuesto, de un derecho de los ciudadanos. Hay todos los motivos para que las movilizaciones en España en apoyo a Valencia se conviertan en manifas a favor de la educación pública y en exigencia de que el gobierno y sus Comunidades Autónomas cambien la orientación general de su política en este terreno. La educación es una prioridad absoluta y no se puede mermar y mucho menos negar a palos.

Esto es tanto más necesario cuanto el gobierno y sus defensores en los medios ya están tratando de deslegitimar las protestas, de justificar la brutalidad de la policía y de amparar a los políticos de comportamiento más antidemocrático. Para ello recurren a los infundios, las insinuaciones y las simples mentiras. El ministro del Interior dice que la culpa de la violencia la tienen unos radicales que solo habitan en sus pesadillas, pues ninguna de los cientos de cámaras que han grabado los hechos ha registrado su presencia. La labor de desinformación la coronó ayer el ministro de Cultura en sede parlamentaria al afirmar que los socialistas se ponen del lado de la protesta violenta. Mentira podrida. No porque los socialistas se pongan o dejen de ponerse en donde quieran, pues allá ellos, sino porque la protesta no es violenta. No lo fue el martes, no lo fue el miércoles (y en ambas hubo miles de participantes) y no pretende serlo hoy. Los únicos que han recurrido a la violencia han sido los policías a las órdenes del gobierno del ministro. Y eso es un hecho.

Es esencial que la #PrimaveraValenciana, la protesta pacífica valenciana, siga siendo objeto de atención en toda España. No es decartable que quienes recurren a la mentira para argumentar también den en la flor de introducir provocadores en las manifas para conseguir las confrontaciones violentas que, suponen, justificaría su política represiva.

(La imagen es una foto de melderomer, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 22 de febrer del 2012

El fascismo no es lo que era.

Con Franco esto no pasaba. Por tercer día consecutivo más y más valencianos se han echado a la calle para exigir la dimisión de la delegada del gobierno, Sánchez de León. No les gusta Sánchez y, en vez de callárselo, lo dicen a gritos. No, con Franco no pasaba. Por eso llevan su retrato algunos maderos valencianos; el retrato de su caudillo y, seguramente, el de la propia Sánchez de León que, sin embargo, no sabe estar a la altura de su destino histórico. El primer día, esta brava camarada ordenó a la policía tundir a palos a los chavales que se manifestaban pacíficamente. El segundo día, viendo que se le iba la poltrona (y el suculento salario), trató de echar las culpas de los palos a los policías y prometió investigar si hubiera habido desmanes. Aparte, naturalmente, del de haberla nombrado a ella. Y el tercer día "negoció" con los manifestantes que no había nada que negociar y que no movía el trasero de su asiento.

Los fascistas de los que estos toman ejemplo, eran una pandilla de criminales, pero decían tener un sentido heroico, una afición por el gesto y una estética de la bravura. Esta otra pequeña funcionaria, que quiso dar un escarmiento a los valencianos probablemente para hacer méritos ante sus jefes, agarrada como una garrapata al sillón, ya no sabe qué hacer o decir para que se calme la tormenta que inició con su prepotencia y su falta de sensibilidad.

La situación ahora está atascada: los valencianos seguirán manfestándose mientras Sánchez de León no dimita. Si siguen manifestándose, habrá que volver a emplear la policía. Eso supondrá más y más numerosas manifestaciones en cumplimiento de la regla de acción-reacción y a los ojos del mundo entero.

Sánchez de León debe dimitir de inmediato y, si no lo hace, el ministro debe destituirla. Y si el ministro no la destituye es él quien debe dimitir. Y, de paso, que se vaya con el almibarado Wert, ese que habla de "manifestaciones violentas" que solo existirían en su imaginación si la tuviera.

La calle se subleva.

Los trescientos se convirtieron en tres mil; los tres mil, a saber. Los conflictos sociales son muy diversos y dependen de muchas circunstancias, generalmente únicas, razón por la cual lo más peligroso en enfrentarse a ellos con una idea preconcebida. El gobierno reaccionó el lunes con una exagerada violencia contra manifestantes pacíficos, quinceañeros y escasos. Quería mostrarse fuerte, contundente y cosechó una reacción general de rechazo. Hasta los suyos tuvieron que defenderlo acudiendo a las mentiras más insólitas como la de que un anciano ciego había agredido a los antidisturbios. En consecuencia, el martes retiró la policía y la gente tomó las calles a miles pacíficamente para mostrar su repulsa.

La responsable de la brutal agresión, la delegada del gobierno en Valencia, aseguró que se investigarían los hipotéticos excesos pero que no se retiraban los cargos contra los detenidos y ella no pensaba dimitir. Esto es, no ha entendido nada. Suele pasarle a la gente autoritaria. Claro que el ministro del Interior tampoco estuvo más sembrado. Reconoció que podía haber habido algún exceso de la policía pero, acto seguido, echó la culpa a los radicales, esos entes de ficción que no parecen por sitio alguno ya que los únicos radicales que la gente pudo ver fueron los antidisturbios en una danza frenética de carreras y porrazos. Es decir, tampoco ha entendido nada. Debieran dimitir los dos, él y su delegada.

O a lo mejor se orientan hacia otra táctica, la de dejar pasar un tiempo mientras traen refuerzos de otras provincias. Según parece se ha ordenado el traslado de unidades de la policía a Valencia desde Granada y otros lugares. De ser así, las autoridades demostrarían realmente no entender nada. La chispa valenciana ha prendido en muchas otras partes de España, en Galicia, Madrid, Málaga, Baeza. A lo mejor es más necesaria la policía en aquellas que en Valencia. Hoy hay manifas convocadas hasta en las sacristías.

El asunto es que, cegado por la soberbia de su triunfo electoral el gobierno no trae ninguna voluntad de compromiso, de consenso, de flexibilidad. Sus millones de votos y la situación de crisis lo legitiman a sus propios ojos para actuar como si viviéramos en un estado de excepción. Y no es el caso, al menos de momento. El gobierno tiene que respetar los derechos de los ciudadanos y no puede apalearlos por ejercerlos ni tratar de negárselos a base de embustes. Hoy la información está universalizada y no se puede mentir sobre realidades que todo el mundo conoce. Escuchar que los chavales agredieron a los policías, cosa de la que no hay prueba alguna, no solo mueve a risa sino que prueba quien tal cosa dice es un redomado granuja.

Los conflictos tienen siempre una causa. Negar que esta exista suele ser la primera reacción del poder, capaz de afirmar que el conflicto es inventado. Las manifas de estudiantes valencianos protestaban por los recortes en educación que dejan a sus institutos, por ejemplo, sin calefacción en invierno. El argumentario del PP, sin embargo, adoctrina a los suyos para que digan que no hay recortes y los manifestantes están manipulados por intereses extraños.

El problema es que las manifestaciones se han generalizado porque los recortes no solo existen sino que se aplican en toda España. En Valencia, sin embargo, tienen un carácter especialmente inicuo por cuanto, junto a ellos, junto a los recortes, se ha dado en los últimos veinte años un gobierno de despilfarro y corrupción que ha arruinado a la comunidad. Hay decisiones tan delirantes que quienes las hayan tomado no solo no debieran estar en el gobierno sino que debieran estar en la cárcel o en el manicomio. ¿A quién se le ocurre gastar 180 millones de euros del dinero de todos en un aeropuerto sin aviones? Esa es la causa última que el gobierno se empeña en negar y que los estudiantes valencianos han puesto de manifiesto con su acción al vincular los problemas de sus centros con el despilfarro y la corrupción del gobierno autonómico del PP y que está muy resumida en la foto de la derecha: "Arruinar una comunidad, dejar sin medicinas los hospitales, no pagar a los colegios, recortar los sueldos a los funcionarios, tener el paro más alto de España y seguir ganando con mayoría absoluta." Esa mayoría absoluta pese a todo es la que los ha perdido, cegándolos. Ahora tienen el conflicto en toda España y, por los mismos motivos, esos recortes que el argumentario del PP niega al tiempo que los practica con el claro desprecio por la verdad de que hace gala Cospedal cuando dice que España es un Estado policial y no se refiere a su gobierno, sino al del PSOE. Además de esto, ¿no es un insulto que unas gentes puedan arruinar una comunidad antaño próspera por su despilfarro o corrupción o ambas cosas a la vez y se vayan de rositas y, si acaso, diciendo, como dice Fabra que todo es una campaña de la prensa? Vamos, de lo que Franco llamaba la canallesca.

(Las dos imágenes son capturas de Tweeter y presumo que están en Creative Commons. De no ser así una nota en el kontrakt bastará para retirarlas).

dimarts, 21 de febrer del 2012

La dignidad de la gente y la indignidad de la gentuza.


Gente


La que se ha echado a la calle hoy en Valencia, pacífica, civilizadamente, por miles, a protestar por la brutalidad policial ordenada por unos mandos políticos de claras tendencias fascistas.

La gente quetambién pacífica y civilizadamente se ha echado a la calle en Madrid y otras ciudades para solidarizarse con los agredidos en Valencia, pedir el fin de la represión y la destitución de quienes no son dignos de los cargos que ostentan.

El Sindicato Unificado de la Policía (SUP) que ha tenido la honradez y dignidad de calificar de cobardes a los mandos que tratan de escurrir el bulto, culpando a los agentes que han hecho lo que ellos les mandaban.

La decana de la Facultad de Historia que dejó altísima la autonomía universitaria frente a la indigna partida de la porra policial.

Los redactores de Canal Nou, que han tenido la dignidad de amotinarse ante el empeño de los jefes por seguir emitiendo la pócima de mentiras, embustes y provocaciones que realizan habitualmente.


Gentuza


El ministro Ruiz Gallardón, quien afirma que la policia respondió a la violencia, mintiendo como un bellaco a un país que contempló las fotos de cómo los matones policiales aporreaban niños, chicas y ciegos.

La inenarrable alcaldesa de Valencia, epítome de la verdulería nacional, diciendo que los manifestantes "no pasaban de doscientos" que, además de ser mentira, supone que, si los manifestante son menos de doscientos, la policía puede abrirles la cabeza.

La delegada del gobierno que dio las órdenes de apalear indiscriminadamente con el fin de amedrentar a la población civil para que no aumenten las protestas por una situación tan alucinante como la que refleja la foto de la derecha.

El ministro de Incultura, Wert, quien sostiene que los "problemas no se arreglan con manifestaciones", típica hipocresía que oculta que lo escandaloso no son las manifestaciones sino la agresión policial a los manifestantes.

La central de agit-prop del PP en Madrid, llamada TeleMadrid, en donde se calificaron los hechos de ayer en Valencia como "guerrilla urbana", en un episodio más de periodismo abyecto y rastrero lacayo del poder.

Si no es fascismo, lo parece

Valencia es una de las comunidades autónomas más endeudada, si no la más endeudada. Por dos veces ha habido que rescatarla con aportaciones del gobierno central por amenaza de quiebra. A esa situación se ha llegado porque lleva años gobernada por una casta política entregada al despilfarro y la supuesta connivencia con una trama de delincuencia dedicada al expolio y saqueo de las arcas públicas. El despilfarro es patente en proyectos megalómanos ruinosos, torres que no existen pero cuestan millones, aeropuertos sin aviones y otros disparates de este tenor. El expolio se ha venido dando supuestamente en las contratas públicas de todo tipo, la visita del Papa en 2006, malversaciones sistemáticas de fondos, concesiones millonarias ilegales y, por supuesto, "negocios" con la trama de Urdangarin. Igualmente es la comunidad en la que se da mayor densidad de políticos del PP imputados en causas de corrupción y presunta financiación ilegal del partido.

Valencia es también la comunidad en que antes se han aplicado los recortes del gasto público y con efectos más devastadores, en donde los servicios públicos no se prestan o se prestan en condiciones inadmisibles, en concreto los de salud y educación públicas. Y ahora le cabe la honra de ser la comunidad en la que la policía reprime con mayor brutalidad las manifestaciones pacíficas de ciudadanos, especialmente las de jóvenes y adolescentes que protestan por las deplorables condiciones de sus centros de enseñanza.

Que la policía apalee brutalmente a los chavales es por sí bastante indignante. Pero no hay que caer en el sentimentalismo. Lo haría igual con adultos o con ancianos. La policía cumple órdenes de los mandos políticos y las de estos son claras: mano dura con todos los manifestantes, la calle es mía, aunque haya que regarla con sangre. Que nadie se mueva, que nadie proteste. La libertad de expresión e información, los derechos de reunión y manifestación, las garantías de los ciudadanos frente a los excesos de la fuerza pública, todo eso es papel mojado. La mayoría absoluta nos da derecho a agredir por decreto los derechos de los trabajadores y a socavar más la Constitución y quien proteste, que se atenga a las consecuencias.

La concepción del orden público de la derecha es esencialmente autoritaria y represiva. Nada de dialogar. A los sediciosos (la policía los llama el enemigo) se los apalea para que sepan a qué atenerse y sirvan de escarmiento a otros sectores sociales que sientan la tentación de secundar su ejemplo. Es una concepción muy cercana al fascismo.

Sé que lo he dicho otras veces pero, habida cuenta de los hechos innegables que todos hemos de padecer, reitero mi afirmación de que solo los necios o los provocadores pueden sostener que el PP y el PSOE sean lo mismo. Por cierto, ignoro en dónde están los hipercríticos del 15-M pero, estén en donde estén, habrán de admitir que, mientras hubo un ministro socialista en Interior, ellos pudieron realizar sus actividades. Ahora ya les ha advertido la delegada del gobierno de Madrid que no las tolerará. Será interesante ver qué sucede cuando el 15-M reaparezca; si reaparece.

Según mis noticias -pues no veo la tele- la mayoría de las cadenas censuró las imágenes más impactantes de la brutalidad policial; no se reprodujeron los vídeos -por lo demás colgados en Youtube- en los que se ve a los policías como matones armados hasta los dientes corriendo como locos por las calles apaleando a cuanto ciudadano vieran menor de 25 años. No importa: las redes cumplieron su función y propalaron a los cuatro vientos las barbaridades que se estaban cometiendo. La policía no puede actuar brutalmente contra los ciudadanos sin que estos fotografíen o registren en vídeo los hechos y los suban a internet en todos los soportes de forma que imágenes como la de Público ayer saturaban FB, Twitter y la blogosfera en general, llegando en tiempo real a todas partes del mundo. Son las que recogen hoy los periódicos. Es el poder de internet, del ciberespacio, en el cual todos participamos de los acontecimientos no ya como espectadores sino como simpatizantes, auxiliares, correos y codeliberantes en las decisiones. Por ejemplo, para hoy se esperan concentraciones, manifestaciones, actos de protesta en toda España. ¿Quién los ha convocado? Nadie. Se han convocado solos, de modo espontáneo en la red. Habrá alta participación del estudiantado universitario desde el momento en que la Facultad de Historia de Valencia será el centro de atención general. El conflicto se extenderá y radicalizará a medida que el gobierno siga aplicando la única política de orden público que conoce, la del palo y tentetieso.

Por cierto, esto no es Túnez, ni Egipto, ni Grecia. Esto es España.

dilluns, 20 de febrer del 2012

Valencia (Spain) Today.

We need to reach out so much as possible.

Please help spread the news. Spanish police is openly brutalizing children who protest peacefully against school cuts.

With the new right wing Gvnt, Fascism is back in one of the most corrupt countries of Europe, in which thieves get cleared by the "courts" (still staffed by Francoists) while people who fight for justice, like judge Garzón, are ousted of the judiciary by means of dubious judicial proceedings.

The repression in Valencia will probably ignite a social revolt in the country. It is therefore essential that the international community keep an eye on the events in Spain, where nobody gives a damm for human rights under the PP Gvnmt.

Esto también requiere respuesta.

Puede que esté empezando una #primaveravalenciana; puede que no. Lo que está claro es que el gobierno de la derecha no ha perdido el tiempo con contemplaciones. Todos sus actos han sido ataques a los derechos de la ciudadanía, a su seguridad, su nivel de vida, sus libertades, su derecho al trabajo. Y, cuando parte de esa ciudadanía, harta (como en Valencia) de que no haya servicio público de educación por el que sin embargo ha pagado, se manifiesta, el ataque pasa a la vía de hecho. Los policías reciben órdenes de cargar sin contemplaciones contra jóvenes y adolescentes estudiantes, aporrearlos, machacarlos con pelotas de goma, gasearlos. Sabíamos que el ministerio del Interior está en manos de fascistas; pero faltaba por comprobar que hasta sus miñones más ridiculos (como esa delegada del Gobierno en Valencia, que no puede ser más falaz, brutal y desagradable) se aplican con saña a la tarea.

Hay que responder a las agresiones del gobierno. De forma pacífica y civilizada (lo que no son ellos), pero en masa. Espero que las redes sociales nos convoquen a manifas de solidaridad con Valencia.

Hay que parar el fascismo que, listos que somos, hemos traído con nuestros votos y la ayuda inestimable de los imbéciles que decían que el PP y el PSOE son lo mismo. A la vista está. Por cierto, ¿en dónde andan los del 15-M?