diumenge, 27 de setembre del 2009

Creía el juez De la Rúa.

Estaba acostumbrado el juez De la Rúa, amigo íntimo del Curita y quién sabe si del Bigotes también (los amigos de mis amigos son mis amigos), estaba costumbrado, digo, a que su palabra fuera la última en los angostos límites del Reino de Valencia; habituado a que su palabra fuera la ley ante la que todos se inclinan. Por eso, probablemente, dijo a su íntimo amigo el Curita que no se preocupase por lo que saliera en la instrucción, que en cuanto el caso llegara a sus manos procedería a archivarlo, dijera lo que dijera el instructor, el fiscal, la opinión pública y el sursum corda. ¿Pues no es él el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Valencia, el hombre que zanja todos los casos y que administra la ley en nombre del Rey, el que resuelve todas las controversias y decide en última instancia? Esto es lo que explica aquellas sorprendentes declaraciones del señor Camps cuando más arreciaban las informaciones sobre el cohecho que había cometido supuestamente, de que "El proceso que se ha iniciado hace meses está cada vez más cerca. Quedan uno o dos escaloncitos, y entonces toda esta cuestión tan extraña, tan absurda y tan estrafalaria habrá pasado al pasado". En román paladino: quedan uno o dos pasos más hasta que el procedimiento llegue a mi amigo íntimo el juez de la Rúa, quien se encargará de darle carpetazo. Entre tanto, el Curita, probablemente el tipo con el morro más largo que haya dado la política española, y llevamos ya unos cuantos, seguiría tomando el pelo a los ciudadanos, hablando de cuánto ansiaba poder declarar para explicarlo todo, siendo así que, cuando, en efecto, le tocó declarar, se negó a hacerlo quizá advertido por su amigo del alma.

¿Qué está pasando ahora? ¿Por qué el caso no abandona las portadas de los periódicos y cada vez muestra más su verdadera naturaleza como una posible decisión arbitraria e injusta del juez, rayano en la prevaricación si no plenamente incluido en ella?

Está pasando que la gente ya no se deja atropellar; que la decisión del señor juez De la Rúa choca de tal modo con lo que la gente sabe y ve de este rocambolesco caso que suscita verdadera indignación y crece y crece la demanda no ya de que se explique el señor Camps sino de que lo haga también su obsequioso amigo el juez De la Rúa. Que explique por qué no ha querido tomar en consideración un informe policial que le llegó en debido tiempo y forma y, según el cual, al parecer la Generalitat valenciana está gobernada por un grupo de delincuentes organizados.

La imagen es una foto dalequetepego, bajo licencia de Creative Commons).

¿Qué son las rentas más altas?

Hace unas fechas el presidente del Gobierno, dando cuenta de que pensaba subir los impuestos, auguraba que pagarían más las rentas más altas. Ahora miro en derredor los muros de la patria mía y comprendo que para el Presidente las rentas mas altas son las que pueden permitirse el lujo de comprar objetos con el 16 por ciento de IVA, o sea, todos. Este es un país de ricos a lo que se ve o la subida van a soportarla los tramos medios de renta, como siempre.

El señor Rodríguez Zapatero que tantas veces ha fallado ya, parece empeñado en que no lo elijan, llegado el momento, porque la subida del IVA en dos puntos porcentuales es hacer que pague más todo el mundo, empezando por los que más han sufrido el impacto de la crisis. Por supuesto, los que más tengan serán quienes más paguen; pero esa es una subida lineal mientras que el Presidente inducía a pensar que la medida incluiría progresividad geométrica. El debate sobre si bajar los impuestos es de izquierda está ya resuelto: es de izquierda lo que haga el presidente, por la razón que sea, lo argumente o no. Aunque también puede haber aquí un engaño si, por ejemplo, sale mañana el señor Rodríguez Zapatero diciendo que ser de izquierda es no ser de izquierda. (La imagen es una foto de Remo, bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 26 de setembre del 2009

Estructuras disímiles.

La atención mediática que se presta a las reuniones primero del G-8 y hoy G-20 no guardan relación con su eficacia real en el orden internacional. La táctica "G" tiene mucho ruido y pocas nueces.

Al día de hoy la sociedad internacional es un sarpullido de organizaciones que abarcan todos los extremos del Ser parmenideano. Por haber hay una organización internacional política que ejerce funciones de policía y, desde hace poco, juez internacional: la ONU. Al propio tiempo es un organismo ineficiente porque algunos Estados que lo componen no están interesados en su eficiencia. Por ejemplo, los Estados Unidos (pero no sólo ellos) hasta ahora y en buena medida ahora desprecian a las Naciones Unidas, la mantienen subfinanciada y dependiente en todo momento. El G 20 en cambio, se caracteriza por un universalismo que los europeos que somos los mejor situados para ordenarlo, no podemos residenciar en parte alguna ya que el carácter nómada del G-8, luego G-20 hace que no haya una sede fija, otro de los rasgos que impide ver al G-20 como un organismo internacional. Estos, incluso cuando no existen, como sucedió durante muchos años con el GATT, han tenido una sede; en este caso, Ginebra. Un organismo internacional sin sede no es enteramente comprensible. Sin sede quiere decir sin actividad administrativa concreta con lo que los hipotéticos administrados del G 20 no tienen a quién dirigirse en caso de alguna gestión. ¿Tiene gestiones el G 20?.

Los reportajes periodísticos se toman el trabajo de analizar las declaraciones del G 20 que son enunciados retóricos con el mismo valor que el oráculo de Delfos (desde cierto punto de vista, menos) pues carecen de mecanismos de imposición coactiva. Son meros desiderata tratados como puntos programáticos de un ente del tipo que sea pero acostumbrado con criterios generales de izquierda. Por eso las crónicas de la fábula "G" siempre subrayan su nulo valor práctico. En verdad, el sistema "G" sea G-8 o G-20 es hoy poco más que una foto de familia en la que todos se pelean por estar cerca del presidente de los EEUU y cuyo rasgo principal parace ser que el número de fotografiados jamás coincide con el de la organización. Cuando elG-8, eran once o doce y hoy, treinta y cuatro. Por cierto ¿qué hace el señor Rodríguez Zapatero al lado del Cavaliere? No quiero insistir en el bochorno sardo del otro día pero está empezando a parecerme que este presidente del Gobierno no acaba de encontrar su sitio que ¡no puede ser al lado de Berlusconi, del que todo el mundo huye!

Los organismos internacionales, que tienen sedes, presupuestos, entidades territoriales, etc, sí inciden sobre la realidad formulando políticas concretas que no son meras declaraciones sino que se establecen en marcos ejecutivos más o menos administrativos pero expertos. Estos no suelen formular declaraciones aunque a veces lo hagan, sino programas. Otra cosa es que su índice de alicación deje que desear. El G 8 surgió en verdad como una organización de facto, una especie de club "privado" de los más ricos en los que estos se reunían sin tener sobre la chepa a ciento cincuenta Estados subdesarrollados pidiendo dinero, una especie de tertulia para coordinar políticas internacionales de sus Gobiernos en los ámbitos internacionales. No trataba de ser un Ejecutivo mundial, sobre todo en la época del desvergonzado unipolarismo de Bush pero, al ser el "club de los ricos", en el que todo el mundo quería estar, se asumió que tendría, cuando menos una realidad, una entidad fáctica que permitiera realizar políticas. Pero no ha sido así.

Otra de las razones de la especial visibilidad del G 20 es que, cada vez que se reúne ese hecho ya provoca una cita de reunión de un movimiento antiglobalización o "alterglobalización" cuya naturaleza es en todo igual al movimiento al que se opone, el G 20. Al igual que el G 20, carece de sede, no tiene estructura territorial ni presupuestaria y por ello mismo, su eficacia para la acción deja mucho que desear. Se trata de un movimiento fragmentado en los de sus respectivos Estados nacionales pero con muy escasa capacidad de organización que queda reducid,a irónicamente, a la capacidad de convocatoria del G 20. Cada vez que este fija una ciudad ya sabe que está convocando al mismo tiempo al G 20 y a sus enemigos que irán al lugar en contramanifestación En realidad, el movimiento alterglobalización, igual que el antiglobalización tienen como última línea de defensa el hecho de que son respuesta a las iniciativas ajenas. Pero un movimiento que deja la iniciativa a otro, se convierte en un movimiento de defensa y limita mucho sus posibilidades.

Después de lo anterior se entenderá que no merezca la pena analizar los propósitos concretos de esta cumbre de Pittsburgh que no incluyen ninguno nuevo y no son más que repeticiones de lo que los gobiernos ya vienen haciendo. Un par de previsiones a beneficio de inventario y un enésimo aplazamiento del ataque a los paraísos fiscales. Este asunto seguirá siendo espinoso en tanto no se reconozca que algunos miembros de la UE son de hecho paraisos fiscales, como Bélgica o Luxemburgo, o los albergan en su seno, como el Reino Unido y sin contar los que hay diseminados por el continente bajo diversos estutos jurídicos, como Gibraltar, Andorra, Mónaco, San Marino o Liechtenstein.

(La imagen es una foto de International Monetary Fund, bajo licencia de Creative Commons).

El señor De la Rúa debe responder.

Dice Manolo Saco en su blog que el caso Camps acabará siendo el caso de la Rúa. Tal cual. El calado de los nuevos papeles que han aflorado y que el juez más que amigo se ha permitido ignorar y ha rechazado más tarde incriminan de tal modo a la pandilla valenciana, empezando por el Curita y terminando en el Bigotes que me pregunto si no cabe denunciar al juez de la Rúa por obstrucción de la justicia. Lo que esos papeles muestran es un régimen completamente corrupto en el Gobierno de la Comunidad Autónoma de Valencia, un expolio sistemático de los recursos públicos y una cuidadosa organización de financiación ilegal del PP, todo ello bajo la atenta mirada de sus máximos responsables políticos. Es de suponer que los papeles estén ya siendo investigados en un juzgado de Madrid pero, de no estarlo, sería la Fiscalía anticorrupción la que tendría que actuar de oficio ipso facto. Porque si estos papeles son ciertos urge una acción pública para poner fin a tanto desmán, frenar la catarata de insultos en que se convierten las comparecencias públicas de un señor Camps cada vez más acosado y forzar una explicación pública del señor De la Rúa.

La imagen es una foto dalequetepego, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 25 de setembre del 2009

La "justicia" del juez De la Rúa.

Vamos a ver si he entendido bien este esperpento del no proceso al señor Camps, al que una trama corrupta paga los trajes al parecer porque el pobre andaba en andrajos. A ver si he entendido bien esta farsa de la no dimisión del señor Camps tras haber mentido como un bellaco al país entero afirmando que él se paga sus trajes.

Ya sé que cabe esgrimir razones formales para justificar el archivo de la causa contra Camps y la devolución a la fuente del informe de la policía sobre la financión ilegal del PP, pero hacerlo es una trampa similar a si se pretende negar la mentira con el argumento de que el señor Camps no mentía porque él se paga los trajes... que se paga. Todo se puede retorcer, amañar, desnaturalizar y emplear aviesamente pero se entiende que eso no es de recibo y hay que justificar los propios actos a la luz del sentido común y de las normas morales ordinarias con una base cultural cristiana.

El sentido común dice que un juez adoptando decisiones en una causa penal contra un amigo suyo es una inmoralidad en todo el planeta y en todo tiempo y condición. El señor Camps y el señor De la Rúa son amigos íntimos, según declaró en su momento el señor Camps sin que nadie, ni el mismo señor De la Rúa dijera nada en contra.

En consecuencia, el señor De la Rúa debió abstenerse en el caso de su amigo el señor Camps. No lo hizo y eso es lo que confiere a su acto la condición de inmoral. De nada sirve decir que no hay tal inmoralidad porque nadie la denunció en su momento y nadie puso en marcha la sucesión. La frecuencia de uso no convierte un acto inmoral en uno moral por la misma razón por la que el mucho frotar no convierte una calabaza en un suntuoso carruaje. El señor De la Rúa debió abstenerse motu proprio, sin necesidad de que se le exigiera, salvo que quiera dejar a su amigo Camps por mentiroso por cuanto no sea cierto lo que éste dijo de su amistad más que amistad. Por cierto, incidentalmente, ¿cuánto más que amistad y de qué naturaleza? ¿Son amantes el señor Camps y el señor De la Rúa, son maestro y discípulo del budismo zen? ¿Qué son el uno para el otro? Esta es una cuestión procesalmente importante a la que debiera contestar el señor De la Rúa so pena de que se piense que lo suyo es la inmoralidad y la injusticia.

Por último, el argumento de que, no habiendo sido recusado el señor De la Rúa, ha cumplido el plazo, por cuanto en asuntos de honra y honor no hay plazos ni plazas. Tu delito puede haber prescrito por lo que no serás penado por la ley pero seguirás siendo un inmoral y los jueces, como los políticos, no pueden sr inmorales porque esa es la mayor corrupción que cabe albergar en un sistema.

Parece que no y hasta el señor Rajoy anda por ahí diciendo que el "caso Camps" quedó en nada. Pobre señor Rajoy, que nunca entiende de qué va la música: el caso Camps no solamente pervive sino que se ha multiplicado por dos con el "caso De la Rúa". Es lo que tiene la corrupción: que contamina todo lo que toca. Ahora el señor De la Rúa separa de la documentación del caso Camps un informe policial que prueba financiación ilegal del partido de su más que amigo señor Camps. No dudo de que el señor De la Rúa, consumado maestro en triquiñuelas procesales, habrá encontrado alguna justificación formal o alguna laguna pero se estará de acuerdo en que, en principio, un juez que lejos hacer avanzar la causa de la justicia, trata de evitarla es cosa rara.

El caso Camps es un golpe fortísimo al conjunto del sistema jurídico y político español.

(La imagen es una foto de dalequetepego, bajo licencia de Creative Commons).

La vergüenza del Parlamento español.

En el breve plazo de cuarenta y ocho horas el Parlamento español, en un caso el Senado y en dos el Congreso de los Diputados, han tomado tres decisiones que avergüenzan a cualquier persona con un mínimo sentido de la libertad y la dignidad. Como un solo hombre, en cerrada formación de falange macedónica, los senadores y diputados de los dos partidos mayoritarios han votado unidos de acuerdo con las órdenes de sus partidos y no según el dictado de sus conciencias, supongo. Supongo porque me niego a creer que 329 hombres y mujeres del Congreso de los Diputados estén de acuerdo en rechazar la moción de Esquerra Republicana-Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds sobre una política integral de la prostitución que, entre otras cosas, dficultaría esa práctica detestable de los anuncios eróticos en los periódicos que los imprimen y con los que se financian; cinco votos a favor y seis abstenciones frente a la marabunta de 329 dispuestos a que las cosas no se toquen y las putas sigan pasándolas putas.

También me niego a creer que, de 263 senadores del Reino, sólo treinta pertenecientes a los grupos políticos minoritarios (¡loor a ellos!) hayan votado a favor de la moción de Entesa Catalana de Progrès por la que se pretendía que las fiestas en las que se maltrata a los animales no puedan ser declaradas de interés turístico nacional o internacional (y, en consecuencia, no reciban subvenciones). Es decir, la inmensa mayoría de senadores conservadores y socialistas ha votado a favor del maltrato animal. "Maltrato animal" suena un poco como las inaprensibles ideas platónicas. Hay que traerlo algo más a casa. "Maltrato animal" significa que sus señorías, que lo son con mi voto, aprueban que se acribille vivo a un becerro, que se alancee a un novillo o toro aterrorizado hasta la muerte, que se arroje a una cabra viva desde lo alto de un campanario, que se claven banderillas de fuego a un toro, que a lo largo y ancho de la península, se apalee, destroce, despelleje, descoyunte, aplaste, desgarre, empale, degüelle a decenas, a cientos de animales indefensos para solaz de unas jaurías salvajes, tan salvajes como las señorías populares y socialistas que condonan y apoyan esta canallada.

Como tampoco doy crédito a que en la Comisión de Cooperación Internacional para el Desarrollo sólo haya obtenido un voto (el de Joan Herrera, presentador de la iniciativa) la moción para que el pleno del Congreso repruebe las provocadoras palabras del Papa en el África cuando dijo que es el preservativo el responsable de la extensión del Sida.Traigo aquí la imagen de Herrera como tributo a su coherencia y decencia intelectual. Por dieciocho votos en contra (PP, PNV y CiU) y dieciocho abstenciones (PSOE) se ha derrotado la petición de que el poder civil democrático pare los pies a una Iglesia invasora de los ámbitos sociales del siglo con sus doctrinas venenosas. Por supuesto, ha faltado tiempo a la Conferencia Episcopal Española para ladrar al Congreso que la representación popular no tiene nada que decir en las decisiones de los órganos eclesiásticos. Los mismos obispos que están todo el día metidos en política, limpia y sucia, con motivo del aborto, la salud sexual, la clonación, los experimentos científicos, la enseñanza, las parejas homosexuales y todo aquello en lo que los ciudadanos pretendan ejercer algún tipo de autonomía personal. Esas dieciocho abstenciones socialistas reflejan la abyección de un partido rendido a la Iglesia, que profesa un laicismo de boquilla mientras garantiza todos los privilegios de la clerigalla y cuyo Secretario General y presidente del Gobierno nombra como presidente del Tribunal Supremo a un fanático que antepone sus convicciones religiosas a su sentido de la justicia propinando de paso una bofetada a las decenas de juristas de categoría que hubieran movido una jurisprudencia más laica, más al servicio de una sociedad civil de ciudadanos.

Y como no puedo creer que sus señorías, al menos los diputados/das de izquierda estén de acuerdo con la esclavitud de la prostitución, el maltrato animal o el oscurantismo del Papa, tendré que atribuir su incomprensible actitud al hecho, verdaderamente de risa, de que las tres mociones progresistas hayan sido presentadas por grupos minoritarios de la izquierda y no estén en el programa legislativo de sus maquinarias burocráticas y que los muy sumisos sólo voten lo que cocina su jefatura. Y aun me parece más grave que en dos de las ocasiones los sociatas hayan cometido el vil atentado al carácter libre y avanzado de nuestra tradición progresista juntando sus votos (o sea, repito, el mío también) al de los reaccionarios neofranquistas de toda la vida.

(Las imágenes son sendas fotos de marcp_dmoz y Saül Gordillo, bajo licencia de Creative Commons).

dijous, 24 de setembre del 2009

Paseando por el mundo.

Anda la derecha rabiosa con el viaje del presidente del Gobierno a los Estados Unidos a participar en la Asamblea General de la ONU y, luego, en la reunión del G20 en Pittsburgh. Además, está de los nervios por no poder dar rienda suelta a su ira en los términos en que la siente: ¿Qué pinta este mindundi condeándose con los jefes de Estado y Gobierno del mundo? ¿Cómo ha llegado el "bobo solemne", en inepta expresión del señor Rajoy, hasta el G20? ¿Qué es eso de que el "traidor a las víctimas", según otra sólita infamia del selecto club del insulto, vaya a entrevistarse próximamente con Obama? ¿Cómo tiene la osadía de salir del ostracismo a que lo había condenado el señor Bush con el aplauso de la derecha española?

Por todo ello decidió ayer hacer el ridículo formulando una batería de preguntas al Gobierno en la sesión de control para averiguar los costes del viaje de la familia del Presidente a los Estados Unidos, como si hubiera pillado al Gobierno en alguna vergüenza contable. Los defensores de la familia, que viajan con ella siempre que pueden, como hacía el señor Aznar con su inseparable señora Botella, se encalabrinan ahora porque los demás hacen lo que hace todo el mundo, empezando por ellos mismos. Los mismos que montaron el inenarrable, fastuoso, espectáculo kitsch de la boda escurialense que algún día sabremos cómo se pagó. En estas circunstancias ¿cómo va a tomarse nadie en serio a esta oposición? ¿Cómo va a despegar el PP en intención de voto? ¿Cómo va a ganar peso el señor Rajoy cuya desgracia no es ya la inconsistencia de su equipo más cercano sino su propia liviandad tonitronante de Maciste de guardarropía?

Porque lo que esa iniciativa parlamentaria y esa forma de hacer oposición no pueden ocultar es el hecho de que el jupiterino patriotismo del PP se acaba allí donde la representación de la Patria recae en el adversario político en cuyo caso en lugar de jugar con la debida lealtad, boicotean lo que pueden, difaman a su país en el extranjero como hace inevitablemente el peregrino señor Aznar, se alegran de los contratiempos nacionales, escatiman y regatean el reconocimiento a los logros del país y pretenden ridiculizar la representación exterior del Estado en una prueba evidente de miseria espiritual que no les hará ganar el reino de los cielos.

(La imagen es una foto de guillaumepaumier, bajo licencia de Creative Commons).

La afuereña en la Gran Manzana.

La fundación Mapfre tiene una exposición de la fotógrafa austriaca nacionalizada estadounidense Lisette Model en su galería de Azca que merece mucho la pena ver. Es parte de la fabulosa colección de fotos de autor del siglo XX que tiene la aseguradora y que documenta los años más tumultuosos, interesantes e innovadores de este arte en los Estados Unidos a lo largo del siglo XX. Una colección única con obras de Evans, Strand, Arbus, Steichen, Stiglitz, Weegee, Winograd, Friedlander y otros que son un verdadero fondo para el conocimiento de la historia, la sociología, el arte, la vida misma de este país. Sobre todo concentrada en la ciudad de Nueva York, pero no sólo porque se extiende off limits hasta llegar a la costa Oeste y documenta momentos especialmente interesantes como el New Deal.

Lisette Model, nacida Stein de padre judío vienés que pronto se cambió de apellido y madre católica en familia muy acomodada, se había orientado primero en la vida hacia la música, habiendo sido estudiante de Schönberg pero los avatares de la existencia, la historia centroeuropea, el ascenso del nazismo y otras circunstancias, la obligaron a cambiar sus proyectos y orientarse hacia la fotografía con un éxito que por entonces (años treinta a los cincuenta del siglo XX) no estaba al alcance de muchas mujeres.

Empezó en Niza, en donde se instaló con su madre antes de dar el salto con su marido a Nueva York y allí hizo aquella famosa serie La promenade des anglais, esos retratos de una aristocracia hastiada, que paseaba su spleen por la Riviera y contemplaba el mundo como si no tuviera que ver con ella. La guerra, la posguerra, los enfebrecidos años veinte, la crisis, el ascenso del nazismo, todo realidades palpitantes que acabarían dejándola fuera de la historia, como en una vitrina que es donde Model la fotografió como un documento de sociología de época.

Pero el giro más agudo se daría con el paso a los Estados y el encuentro con Nueva York, seguramente la ciudad más fotografiada del mundo. Como todos los de su profesión, Model tenía una irresistible tendencia a hablar y reflexionar sobre su oficio sin decir gran cosa que merezca la pena recordar. Y eso que hacia los años cuarenta la contrataron como profe de fotografía en la New School for Social
Research que era el lugar que pusieron en pie los exiliados alemanes de la Escuela de Frankfurt y en donde contrataban a todos los rojos germanohablantes. No es que Model lo fuera en demasía (roja, digo), pero sí lo suficiente para que se viera obligada a andarse con cuidado con el Comité de Actividades Antiamericanas del senador McCarthy. De hecho, aunque mantuvo su colaboración con Harper's Bazaar, otras publicaciones, como Life, le hicieron el vacío.

En aquella escuela formuló la única teoría fotográfica que merezca la pena escucharle, al margen de sus otras consideraciones un poco acarameladas sobre el instante fugaz, el ojo de la cámara, el momento inaprensible que es pábulo común de los fotógrafos. Dicha doctrina es muy breve, como todo lo bueno, y se resume en una recomendación que yo extendería a todas las actividades artísticas: "fotografía con las tripas". Si señor: pinta con las tripas, esculpe con las tripas, escribe con las tripas. O sea, sé auténtico, sincero, espontáneo, directo.

Así son las fotos de Model de aquellos años: la serie de bañistas de Coney Island o la muy curiosa de los "pasos a la carrera" principalmente en la calle 42 y en donde se puede intuir la sorpresa que a la vienesa acomadada pasada por Niza causó la llegada a la febril actividad de Manhattan, cuyo espíritu supo también captar con la serie de los reflejos, composiciones complicadas con diversos equilibrios y que tan bien traducen el espíritu neoyorquino porque mezclan los aspectos humanos, cotidianos, existenciales con las líneas, ángulos, perspectivas de la arquitectura neoyorquina, única en el mundo.

Aunque la exposición contiene sólo una ínfima parte de la obra de Model es suficiente para que los amantes de la Gran Manzana pasen una hora deliciosa.

dimecres, 23 de setembre del 2009

Cuando se tiene un amigo juez.

Se tiene un tesoro.

Los trajes te salen gratis.

Puedes cometer delitos, que estos no se investigan.

Si se investigan, dejan de investigarse por orden de tu amigo el juez.

Puedes ser político y recibir regalos que nadie pensará que son cohecho.

Y si lo piensa, tu amigo el juez probará que no lo es.

Las pruebas en los procesos no son pruebas.

Puedes decirle al juez qué hacer con ellas.

Puedes predecir la duración de los trámites procesales.

Puedes predecir el sentido de las decisiones judiciales.

Todo el mundo te trata bien porque el juez es tu amigo.

Puedes incumplir tus promesas.

El principio de igualdad ante la ley no reza contigo,.

Estás por encima de la ley.

Demuestras que la justicia no existe.

(La imagen es un óleo de Francesco Granacci, titulado Una santa ante el juez, que se encuentra en la Galería de la Academia, Florencia).

Centinela de Occidente.

¡Qué solos nos has dejado, Caudillo! Los enemigos de la libertad maquinan sin cesar y cada vez somos menos los dispuestos a hacerles frente. La voluntad flaquea. Occidente se hunde, degenera, pierde el rumbo. No se respeta el orden natural de las cosas. Las razas inferiores invaden nuestras ciudades. Los que nos asaltaron hace mil trescientos años vuelven a hacerlo ahora impunemente. Las costumbres se corrompen. Se pierde el sentido de la autoridad. La familia se disgrega. Los maricas imponen su ley. Los negros aspiran a ser como los blancos. Hasta llegan a presidentes de los Estados Unidos. Los criados sustituyen a los señores. Las mujeres ya no son mujeres. Se resquebraja el principio de autoridad. Los gobernantes son débiles con los terroristas y ceden a sus chantajes. El terrorismo islamoetarra, impune por el 11-M, cada vez crece más. Se impone la política del apaciguamiento. Nadie quiere ver las armas de destrucción masiva que, sin embargo, están por doquiera. Gobiernan los incompetentes. Felipe aún no se ha ido. No existe el ánimo del esfuerzo. Las guerras no se hacen para ganarlas. Hágase usted las Azores completas para esto. La burocracia lo invade todo y nos dice cuándo y en dónde podemos comer, beber, fumar... El intervencionismo del Estado es atosigante, casi bolchevique. No se respetan los valores tradicionales. Ni los no tradicionales. No hay valores. No hay ética. Predomina el chanchullo, la componenda, la mangancia, el socialismo. La gente honrada no puede salir de casa. El espíritu del 68 envenena el mundo. Los enemigos de España, derrotados en el 39 y en el 42 y en el 62 y en el 66 y en el 75 y en el 96, vuelven a la carga para ganar la guerra que siempre pierden con la ayuda de Dios. Ya no hay sentido de la responsabilidad, ni del decoro, ni de la medida, ni del orden, ni de la verdad, ni del sentido. Las meretrices piden derechos; las lesbianas, respeto. La religión se hace a la carta. Se desprecia la cultura por las modas. Nos avergonzamos de nuestras raíces. Nos sometemos a la mariconada de lo políticamente correcto. España es una charlotada de 17 Españitas y dos zonas morunas. El enemigo está ganando la partida. Los mentirosos del cambio climático están convenciendo a la gente. Caemos en la peligrosa ilusión del pacifismo. Los falsos dioses toman nuestros templos. Los falsos profetas, la televisión. Y sin el escudo de misiles estamos con el culo al aire. ¡Qué solos nos has dejado, Caudillo!

(La imagen es una foto de ceslava.com, bajo licencia de Creative Commons).