dissabte, 5 de maig del 2007

Lo que queda de las mentiras del 11-M.

Muy bueno el documental de ayer de la Cuatro con Iñaki Gabilondo. Eso es hacer periodismo y no las bazofias que presenta TeleMadrid con los charlatanes que llevan tres años fabulando todo tipo de patrañas para salvar la cara al PP. El reportaje 11-M, la derrota de los embusteros reconstruyó con minuciosidad los acontecimientos del 11 al 14 de marzo de 2004, centrándose en primer lugar en los hechos, para pasar a desmontar la maraña de la conspiración, poner en evidencia las mentiras de los gobernantes del PP, explicar los fallos e imprevisiones que llevaron al atentado y dejar claros el respeto y la solidaridad que se debe a las víctimas. Y todo ello ha sido posible gracias a la celebración del juicio del 11-M, un juicio que los granujas de la teoría de la conspiración pretenden alargar, deslegitimar, en definitiva, impedir.

Lo mejor del programa es cómo dejó en claro la premeditación y alevosía con que el Gobierno del PP de entonces trazó una campaña de mentiras para tratar de ganar las elecciones del 14 marzo. Todos y cada uno de sus actos estuvo deliberadamente orientado a defender la tesis falaz de la autoría de ETA y a tratar de que ésta aguantara hasta que se hubiera producido la votación. Para entonces esperaban enfrentar a la gente con los hechos consumados, como hacían los nazis, con lo que ya daría igual que se supiera quién había sido de verdad; lo que no podía ser era que se supiera antes. Y cuando digo todos y cada uno de sus actos, me ratifico: todas las comparecencias públicas del señor Acebes fueron una sarta de mentiras deliberadas; las llamadas del señor Aznar a los directores de los periódicos, pura intoxicación; la exigencia de condena de ETA en el Consejo de Seguridad de la ONU, un vil chantaje; la entrevista en El Mundo del señor Rajoy, el día de reflexión acusando a ETA, una ilegalidad y un embuste. Todo una gigantesca tramoya de pícaros para sacar provecho electoral al atentado. Y la prueba más evidente (que no he visto se haya aducido por ahí) es que el Gobierno no reunió el Pacto Antiterrorista, sino que Aznar, al contrario, convocó una manifa que implícitamente insistía en la autoria de la ETA. ¿Y por qué no lo reunió? Porque temía que alguien sugiriera la suspensión de las elecciones dadas las circunstancias, lo que supondría que, al volver a convocarlas ya se sabría lo que el Gobierno sabía desde el mismo 11-M a mediodía: que habían sido los islamistas. Es decir, mintieron por supervivencia, para salvar el gaznate, porque se vieron pillados.

Lo que es asombroso no es que estos sujetos intentaran una maniobra tan sucia sobre casi 200 muertos; lo verdaderamente asombroso es que, con la ayuda de un puñado de periodistas sin escrúpulos, que han estado haciendo su agosto hasta la fecha sembrando bulos y embustes y cuestionando el trabajo de las funcionarios de seguridad y justicia, hayan prolongado su fechoría hasta el día de hoy y que sean ellos mismos, los Rajoys, Acebes y Zaplanas que llevan tres años mintiendo los que que se presenten a las elecciones en lugar de retirarse de la vida pública como gentes indignas y sin honor, que es lo que son.

Cuando habla la necedad.

Francamente, me deja perplejo la escandalera que se monta cada vez que el señor Aznar habla en público y dice una de sus habituales necedades. Perplejo. Pero ¿qué esperan? ¿Opiniones sensatas? ¿Juicios profundos? ¿Severas admoniciones? ¿Puntos de vista de algún interés? Y ¿cómo va a decir algo así un hombre que, como ha dejado ya claro desde hace largos años, es un necio engreído? Y cada vez que un necio habla de su Minerva dice eso, necedades. ¿Alguien recuerda algo sensato, de interés, de enjundia, dicho por este hombre que, por lo demás es lenguaraz y parlanchín como una cotorra?

Esas memeces irresponsables sobre el vino y la conducción que producen bochorno forman parte del repertorio de gracietas tontas de este personaje, como el famoso bolígrafo en el escote de la periodista, el "milagro soy yo", la boda en El Escorial, el baile de Macarena con motivo del acto en memoria de Miguel Ángel Blanco y las innumerables bobadas de las ruedas de prensa.

Lo asombroso a mi modesto entender es cómo pudo ser presidente del gobierno de España una persona tan patentemente carente de todas luces y sobrada de mala uva y rencor. A eso es a lo que hay que encontrar una explicación porque se veía venir con toda claridad ya en los años 90, en 1996. Por qué llegó este necio a dónde llegó...para meter al país en una guerra que, entre otras cosas, nos dejó el mayor atentado de nuestra historia entre gracieta y gracieta.

Las edades de la vida (XXI).

Lo fascinante de la contemplación de las edades de la vida es la forma en que manifiesta esa peculiaridad de la vida humana que consiste en constituirse en punto de unión de lo inmanente y lo trascendente. Contemplada en sí misma en acto, que es la única forma en que cabe contemplar la vida humana en el presente, es la inmanencia absoluta. No hay más que el aquí y el ahora, una existencia autosuficiente y autorreferencial: el yo que habla y se conoce de modo intuitivo, vital, que dicen los irracionalistas.

Contemplada esa misma vida, sin embargo en su curso, a través de la sucesión de los yoes distintos pero que aparecen enlazados por la autoconciencia de la identidad, se proyecta d modo obvio hacia la trascendencia. El yo conoce su fin, pero se encuentra con la imposibilidad de realizar en sí mismo y, en consecuencia, se proyecta siempre en alguna forma de trascendencia. Hasta el materialismo es trascendente. El cuadro de más arriba, de Damien Hirst, pintado en 1991, representa un tiburón dentro de una pecera y lleva el muy significativo título de "De la imposibilidad física de representar la muerte en la mente de los vivos".

A la izquierda una canónica representación de las cuatro edades de la vida, de Edvard Munch (1902). ¿Canónica? Habría que matizar, como siempre que se trata de este sombrío genio del expresionismo nórdico. A primera vista, las cuatro figuras están compuestas de modo casual, como si se tratara de una instantánea de alguna calle cualquiera de cualquier pueblo de Noruega: una niña en primer plano paseando, quizá, con su nurse, una señora en el plano medio cruzando la calle y una anciana barriendo la puerta de su casa. Pura autosuficiencia, pura inmanencia de cuatro vidas concretas reflejadas en un instante determinado.

En un segundo momento, mirando con más atención, podremos apreciar unas señales que apuntan a la visión trascendente de la vida: la composición en pronunciada perspectiva, con el camino zigzagueante que se pierde en el horizonte entre casas y la variante sutil de la intensidad del color del rostro de las mujeres, desde el muy fuerte, bajo el sombrerito rojo de la niña (típico cromatismo expresionista), al menos acusado de la nurse, el pálido de la señora madura y el francamente desvaído de la anciana. ¿Qué es la trascendencia? La vida entera que la niña tiene por delante pero nosotros vemos a su espalda.

Puesto ya, me he animado a poner aquí la suite del Peer Gynt de Grieg, "En las cavernas del Rey de las Montañas", para que quede todo en Noruega.

divendres, 4 de maig del 2007

El caballo de Troya de Batasuna.

Lo malo de esta historia de Batasuna es que sea tan previsible. Nadie se sale del guión y la pieza llega a un final sabido. Como el Fiscal General del Estado y la Abogacía de idéntico ente presentaron ayer tropecientas impugnaciones a las listas de ASB y ANV, lxs señorxs de Batasuna, pusieron el grito en el cielo, como acostumbran y lanzaron las habituales amenazas: consecuencias muy graves si la izquierda abertzale no puede estar en las próximas elecciones municipales en el País Vasco. A buen entendedor... Está claro: si no pueden concurrir, viene el primo de la pipa y la dinamita. Para rematar la jugada, por si los españoles -que somos algo lerdos- no nos hubiéramos enterado, el señor Otegi lo puso gentilmente a nuestro alcance: si no pueden estar en las elecciones, él no tendrá argumentos para defender que aquí hay un proceso de paz y convencer a ETA de que deje las armas.

No quiero que nadie se me enfade, que tengo lectorxs muy puntillosxs, pero ¿cómo calificarían Vds. esto? Yo tengo un par de calificativos, pero no voy a utilizarlos de momento para no herir susceptibilidades. Me limitaré a describir la situación y los calificativos lo ponen lxs lectorxs. Luego lo haré yo. Veamos:

I.- Hay una Ley de Partidos mejor o peor (a mí no me gusta), pero que está en vigor y regula algunos requisitos para presentarse a las elecciones.- II. Lxs señorxs de Batasuna deciden que esa ley no reza con ellxs porque no les gusta y que no van a cumplirla.- III. Y aseguran, asimismo, que estarán en las elecciones.- IV. LLegado el momento, recurren a diferentes artilugios para conseguir su objetivo burlando la ley mediante varios caballos de Troya que, en términos jurídicos son "fraude de ley".- V. Cuando el ordenamiento jurídico pone en marcha los mecanismos para que los caballos no entren en Troya, lxs señorxs de Batasuna pasan a las amenazas y se lavan las manos por lo que pueda pasar.


¿Vale? ¿Está claro?

Nada hombre, seguiré sin calificar este comportamiento. Haré una consideración más en profundidad: uno de los caballos de Troya es una organización hibernada que en sus estatutos condena explícitamente la violencia. Es decir, para llevar adelante su terca decisión de no separarse explícitamente de la violencia (obsérvese que no digo de "condenar la violencia", ya que la Ley de Partidos no lo exige) estas gentes se valen de una organización que dice lo que ellas no quieren decir.

Me limitaré a exponer lo que creo que es la visión que de los españoles tienen lxs señorxs de Batasuna: una panda de tontos a los que se puede engañar con un caballo de Troya y, si no se dejan, se les amenaza con el uso de la violencia. Tampoco se crea que el asunto sea tan disparatado. Lo mismo pasó en Troya. Laocoonte advirtió a los troyanos que no llevaran el caballo al interior de la ciudad que era un peligro y, en divina cólera, Poseidón envió una gigantesca serpiente que allí mismo deglutió al perspicaz sacerdote y a sus dios hijos.

Y ahora sí, ahora se puede enjuiciar el empeño: aquí el hipotético castigo no vendrá de la mano de un dios, como Poseidón, sino de unos asesinos. Y los que han planificado la operación no son los inteligentes argivos con Ulises, el de los mil trucos, sino una colección de estólidos racistas.

¿Escocia independiente?

No hace falta decir que muchos ojos europeos están fijos en lo que pase en Escocia en las elecciones municipales que tuvieron lugar ayer en Gran Bretaña y, especialmente, las autonómicas de Escocia y Gales para sus respectivos parlamentos. Y menos falta hace decir que muchos de esos ojos, los que más interés tienen fuera del Reino Unido, son vascos. En efecto, por primera vez desde que se pusieron en marcha las instituciones de autogobierno en Escocia en 1999, los sondeos apuntan a que pueda vencer el Scottish National Party (SNP), aunque no por mayoría absoluta, poniendo fin a la tradicional supremacía laborista en Escocia. De darse tal victoria, el SNP pretende convocar un referéndum de independencia para 2010, dentro de tres añitos de nada.

Se entiende que cunda el interés y hasta cierta indignación entre los nacionalistas vascos: llevan viendo en los últimos años cómo otras naciones europeas emergen (o reemergen) a la luz de la historia: las bálticas, Eslovaquia, recientemente Montenegro y ahora...Escocia. Y la indignación tiene que ser mayúscula cuando se ve que algunos de estos que se salen con la suya son unos recién llegados en comparación con el vetusto PNV. El SNP, sin ir más lejos, se funda en 1934 (en 1928, si tomamos en cuenta su predecesor el National Party of Scotland), que es nada comparado con la centenaria historia del Partido de Sabino Arana.

Es una pena que, con los nuevos arreglos institucionales (votos en circunscripciones uninominales y votos en circunscripciones con listas, para mezclar el sistema matoritario con el proporcional), el recuento ahora tarde tanto. Estoy enchufado a la BBC, pero los resultados llegan con cuentagotas y nadie cree que sean medianemente definitivos antes de las seis de la mañana. O sea, que larga noche. Lo que sí parece saberse (aunque tampoco es cien por cien seguro) a la hora de redactar este post es que la participación está por encima del 60%. En las últimas elecciones estuvo por debajo del 50%. Si eso es así, me temo que los del SNP(Alex Salmond) vuelven a quedarse en la estacada. Parece que quienes están perdiendo votos son Liberales-Demócratas de Nicol Stephen.

Aunque los nacionalistas escoceses consigan ganar estas elecciones, su referéndum previsto no les daría buen resultado pues cerca de dos tercios de los escoceses se oponen a la independencia. No obstante todo ello me interesa señalar aquí dos cosas: la primera es que muchos países (Canadá, Montenegro, Escocia, etc) están dando ejemplo a España de cómo se resuelven estos problemas, esto es, civilizadamente, si ponerse histéricos y mediante un referéndum o los que hagan falta, cuyo resultado habrá que respetar sea el que sea. Al respecto, en mi modesta opinión, el principal obstáculo al referéndum en el País Vasco es la existencia de ETA. Mientras exista esa organización, y durante algunos años después de su desaparición hasta que se restablezca una atmósfera de confianza y seguridad en la sociedad vasca, convocar un referéndum me parecerá no sólo ilegal sino inmoral.

La segunda: Europa es un continente, el viejo continente, caracterizado por un hacer y deshacer permanente en todos los sentidos. Si la comparamos con América, por ejemplo, donde apenas se ha movido una frontera en los últimos 150 años y, por supuesto, ni un solo Estado ha cambiado de forma de gobierno, veremos que el viejo continente es territorio de experimentación. Caen repúblicas, se fundan monarquías, Estados separados se unen, Estados unidos se separan... ¿y qué? No pasa nada. ¿Que el País Vasco se pronuncia por la independencia (que no creo)? Bueno ¿y qué? ¿Por qué no se puede hablar de la posible independencia de vascos, catalanes, etc, sin que se te eche encima una manga de trogloditas hablando de alta traición, lesa Patria y semejantes majaderías?

Las edades de la vida (XX).

Es curioso cómo han venido pareciéndose a lo largo de los siglos las concepciones de las edades de la vida, tanto sus representaciones como las tareas que se les encomendaban...hasta el día de hoy. Me atrevería a decir que vivimos en la época de la humanidad en que por primera vez se ha roto esa especie de sabiduría inmutable.

La ilustración de la izquierda es una miniatura del siglo XIV, de uno de aquellos libros, especie de breviarios, mezcla de santorales, devocionarios, calendarios y vademecum, llamados Très riches heures... y representa la idea medieval sobre las cuatro edades del hombre; el hombre noble, claro es, la vida del villano discurría de forma muy distinta y no se diga la del siervo. En este castillo señorial, a través de cuya ventana vemos un simbólico árbol de la vida se concentran los cuatro momentos típicos de la vida: el niño que juega con un taca-taca, el joven dedicado a la caza con halcón y, probablemente a la poesía trovadoresca, el adulto, en armadura completa y con lanza, entregado a la noble actividad de la guerra y el anciano con su cayado que parece estar despidiéndose. Cada cual sabe el lugar que tiene en la vida y en eso descansa el orden que se pretende inmutable. Pero lo que está claro es que todas las edades están, por así decirlo, fuera del negocio social, son irresponsables, excepto el caballero. El niño, el joven, el anciano son "bocas inútiles"; la resposabilidad social recae sobre el guerrero, como corresponde al ideal de la sociedad "militar" que Spencer postulaba como evolutivamente anterior a la "industrial", que era la suya, la nuestra.

Somos nosotros, los contemporáneos, quienes hemos alterado sensiblemente esa distribución de las funciones sociales por edades, al reconocer mayor importancia social y capacidad de decisión a los jóvenes (algo que han conseguido ellos y nadie les ha concedido) y prolongr al mismo tiempo la actividad social de los ancianos, cosa que también se han ganado ellos. De ahí que también nos neguemos a reconocer las edades de la vida como compartimentos estancos.

En todo caso, por si alguien quiere saber cómo sonaba la música la Edad Media, aquí dejo una pieza escrita en el siglo XII por Ricardo Corazón de León para matar sus ocios en la prisión en que esperaba que lo rescataran y se llama, muy apropiadamente, Ja Nus Hons Pris e interpretada con banjo



dijous, 3 de maig del 2007

Alors, ça bouge! El debate de anoche.

Vi el debate íntegro de la cruz a la fecha. Vaya paliza que dio doña Ségolène a don Nicolas. No le dejó hueso sano. No sé quién ganará las elecciones el domingo, ya veremos qué dicen los sondeos el viernes, pero lo que está claro como el agua es que el debate lo ganó la señora Royal holgadamente. Y no lo digo yo, no crean. Lo vi en Arte TV, que es una cadena franco-alemana, que permitía votar sobre la marcha. En la imagen de la izquierda puede verse cómo iban las votaciones a los, más o menos, 20 minutos de programa, en que Royal había hablado 8'43'' y Sarkozy 11'27''. La línea roja son los votos de los telespectadores por Royal, la azul por Sarkozy. Una diferencia contundente. Compárese con la imagen al final de este post, obtenida minutos antes del fin del programa, cuando los candidatos ya habían hablado durante 140', aproximadamente 70' cada uno. Se verá que el gráfico canta la misma historia: superioridad neta de la señora Royal a lo largo de todo el debate.

Por lo demás, lo mismo reflejan los primeros sondeos, por ejemplo, el que publicaba Le Monde a las 01:15 de la madrugada: Ségolène 52,6%, Nicolas 36,7% con 16.541 votos. Muy comprensible. La candidata demostró más competencia, más iniciativa, más conocimientos y mayor flexibilidad que el hombre de la derecha, que se limitaba a dos vías: a) elaborar un discurso autoritario hecho de disciplina, respeto, autoridad por doquier (¡esa idea de que los alumnos se levanten en clase cuando entre el profesor!) con semblante dulce; y b) tratar de acorralar a la señora Royal, pillándola en algún renuncio. Estuvo a punto de hacerlo al hablar de la energía nuclear (en el gráfico de más abajo es el pequeño remonte que muestra a la altura del minuto 75) pero luego resultó que él tampoco se sabía la lección nuclear, que desconocía el porcentaje de consumo en Francia y confundía las generaciones de prototipos. Los asesores -a los que debería despedir ipso facto- le insistieron en que limara asperezas y eso lo perdió porque un reaccionario autoritario jamás dará buen juego de tolerante, dialogante y comprensivo. Y todo lo que dijo sobre la inmigración, el África, Turquía, Europa, metía miedo. Hablando de Europa creo haberle entendido que propone un impuesto nuevo sobre las importaciones. Este hombre está loco.

A su vez, la señora Royal estuvo precisa y contundente y con propuestas originales. Interrumpía demasiado, para mi gusto, y se mostró a veces dura, despreciativa con el adversario, lo que supongo le va a restar votos centristas. Ganó sin duda en toda la línea en el momento en que el otro metió el patoncio, tratando de hacer demagogia con los discapacitados; ahí doña Ségolène hizo sangre y proporcionó los primeros titulares de prensa.

Me llamó la atención la cantidad de veces que salimos a relucir los españoles y el señor Rodríguez Zapatero como referentes tanto para la una como para el otro. No sé si alguien del PP habrá seguido el debate, pero ya puede ver que los franceses tienen una opinión de España mucho mejor que la que ellos abrigan. Por último, en los tres minutos finales es donde el señor Sarkozy acabó de fastidiarla. Repito que debiera despedir fulminantemente a sus asesores porque el asunto no consiste solamente en ponerse una camisita azul, sino en aprovechar esos tres minutos vitales de declaración programática para dirigirse al electorado, a lxs francesxs. En su lugar, el señor Sarkozy se dirigió a los periodistas Arlette Chabot y Patrick Poivre d'Arvor que, por cierto, lo hicieron muy bien, y a la señora Royal. Al contrario, ésta, en su turno, no perdió ni un segundo, dirigió la mirada a la cámara, se encaró con millones de francesxs y les soltó un discurso vibrante, hablando de la VIª República, de la democracia participativa, de la democracia social, de que es madre de cuatro hijos, y pidiendo el voto de lxs indecisxs.

Un debate estupendo entre la izquierda y la derecha en Francia y, por encima de Francia, en Europa. No sé si el domingo ganará la señora Royal, pero se lo merece de todas todas.

El miedo y la máquina.

Los de Trazando caminos han propuesto como tema del mes el miedo y a mi se me ha ocurrido hacer una pequeña reflexión sobre el miedo y la máquina, tomando pie en una secuencia de 2001, la odisea del espacio, de Kubrick, que es muy impresionante. Quien quiera verla, que pinche en Trazando caminos. Hay otras aportaciones, claro, muy interesantes. De todas formas, habiéndome animado, traigo aquí también un trozo del comienzo del film, "El amanecer de la Humanidad". Miren (y escuchen) lo que se puede hacer cuando se junta el genio de Kubrick y el de Richard Strauss en el comienzo del poema sinfónico Así hablaba Zaratustra.


Las edades de la vida (XIX).

El hombre propone y Dios dispone. No sé si podré mantener la promesa de los veinte posts dedicados a las edades de la vida dada la abundancia de material interesante.

Hay una vertiente de la leyenda en la que el asunto de las edades no es el objeto del relato, sino que, por así decirlo, es la urdimbre de que está hecha una narración distinta, un cuento diferente en el que el paso de las edades de la vida se da por supuesto y no es objeto directo de la atención. Y, sin embargo, tiene una representación plástica abundantísima.

Se trata del mito de Edipo y, en concreto, el episodio del encuentro de Edipo con la esfinge. Se recordará que ésta le plantea una pregunta al futuro Rey de Tebas, la misma que plantea a todos los caminantes que están forzados a pasar por el estrecho desfiladero ante ella y con idénticas condiciones: si la contesta correctamente, pasará; si no, morirá. Y la pregunta reza: "¿Cuál es el animal que primero anda a cuatro patas, luego a dos y por último a tres?" A lo que el sagaz Edipo responde que es el hombre que de niño va a gatas, de maduro en posición bípeda y ya anciano se sirve de un bastón o cayado para ayudarse en su tembloroso caminar. Con esta respuesta correcta (niñez, madurez, ancianidad, las edades de la vida), Edipo continúa su viaje hacia su terrible destino mientras la esfinge se precipita en el vacío.

Ya dije que la leyenda tiene una abundantísima representación. Más arriba vemos un plato griego bastante grande del siglo IV a.d.C., una representación muy elegante del momento en que la esfinge, subida a una columna jónica, plantea el enigma a Edipo, ataviado de peregrino. Pero el motivo ha seguido apareciendo en el arte occidental hasta el día de hoy. A la derecha, la interpretación que hizo Ingres en 1808 y se encuentra en el Museo del Louvre, en París. Vemos al caminante en el momento de descifrar el enigma en una zona de riscos, con el paso angosto que lleva a Tebas y cierra el monstruo. En el suelo, huesos y restos de seres humanos que lo intentaron antes y perecieron. La esfinge, apenas entrevista, acentúa la voluptuosidad de los rasgos femeninos, pero sigue fiel a la imagen clásica: abdomen y patas de león y alas de ave. No entiendo bien la figura del fondo, como no sea la de alguien que se asusta de lo que supone va a pasar.

Lo curioso de esta leyenda y de la figura de Edipo, que es central en muchos campos, incluido el del psicoanálisis, es el batiburrillo que se organiza precisamente con el tema de las edades. El hijo de Yocasta responde con clarividencia: niñez, madurez, ancianidad; pero luego, al seguir su camino y cumplir su destino sin saberlo, las lía todas: tiene cuatro hijos en una relación incestuosa involuntaria con su madre de forma que, como repite horrorizado el coro en la tragedia de Sófocles, es el marido de su madre y el padre de sus hermanos.

El orden natural de las edades de la vida alterado por el ciego designio del destino contra el que nada pueden los seres humanos. Sabedor finalmente Edipo de cómo se cumplió la fatídica profecía que lo hacía asesino de su padre y esposo de su madre, se ciega arrancándose los ojos (un requisito, el de la ceguera, en el mundo mitológico para alcanzar el don de la profecía) y pasa el resto de sus días maldiciendo el día en que nació o en que no le dejaron morir abandonado en el monte. Pero no recuerdo (corríjaseme si me equivoco) que en ningún momento se arrepienta de haber resuelto el enigma de la esfinge.

dimecres, 2 de maig del 2007

El nacionalismo como enfermedad moral.

En un siglo de incertidumbres, inseguridades, ideologías fracasadas y promesas rotas, el nacionalismo emerge como la única doctrina capaz de dar aparentes garantías con un (falso) sentido de la peculiaridad individual. A diferencia del comunista, del fascista, del tradicionalista, del anarquista o de cualquier otro seguidor de un sistema universal, el nacionalista cree que sólo comparte su doctrina con los de su nación, pero que hay muchas naciones en el mundo (que él respeta, por supuesto), cada una distinta de la otra, razón por la cual piensa que no comparte con todas ellas la misma forma de razonar. Pero eso es exactamente lo que hace. Nacionalismos específicos hay muchos, pero el nacionalismo es una doctrina universal que se basa en un par de supuestos elementales que ya aparecen en el Antiguo Testamento: este es el pueblo elegido y esta la tierra prometida.

Yendo más al grano, se identifican hoy en el mundo dos formas de nacionalismo que llamaremos la radical y la moderada. La radical es aquella que supedita el juicio moral del individuo a lo que éste cree que son los intereses de su nación. En nombre del superior interés de la nación (right or wrong, my country), se puede matar porque el fin justifica los medios. La forma moderada identifica el nacionalismo con un particular apego a la patria de cada cual: su paisaje, sus gentes, su lengua o su cultura que se condensa en la increíble proposición de que uno "está orgulloso de ser...español, vasco, francés, escocés, estadounidense", etc, etc, pero sin matar. No me molestaré en refutar la fórmula radical que, entiendo, lo hace por sí sola y dicha refutación se encuentra en el código penal: todo aquel que supedita su juicio moral a una idea política (y la nación es una idea política, puesto que se refiere a la polis) es un delincuente en potencia. Que lo sea en acto es cosa de tiempo.

Es el nacionalismo llamado moderado el que requiere comentario y en concreto ese "estar orgulloso de ser..." que es la más estúpida falacia que quepa imaginar. Yo puedo estar orgulloso de lo que haya conseguido con mi trabajo, mi esfuerzo y mi tesón; pero es absurdo decir que se está orgulloso de lo que uno es por casualidad porque eso equivale a decir que uno está orgulloso de que le haya tocado la lotería. Si me toca un premio me pondré más o menos contento, pero mi orgullo tendrá poco que ver con ello.

Por las razones antedichas, me gusta pensar que no soy nacionalista en el sentido radical ni en el moderado. Y no lo soy de verdad, no como esos nacionalistas españoles que, al enfrentarse a los nacionalistas vascos, catalanes, etc, aseguran que no son nacionalistas, cuando es obvio que, si no lo fueran, carecería de sentido que se enfrentasen a ellos. Esto quiere decir que no veo ningún inconveniente en el nacionalismo moderado, fuera de la incongruencia lógica que ya he señalado y a la que tienen perfecto derecho quienes comulguen con las doctrinas nacionalistas moderadas de la nación que sea. Sí tengo, y mucho, en contra del nacionalismo radical porque no me gustan los asesinos.

A veces me dicen que esto es imposible, que todos somos nacionalistas y que yo también habré de serlo, aunque sea moderado, que me sentiré identificado con España, sus símbolos, etc. Vale, no quiero perder el tiempo discutiendo asuntos triviales, entre otras cosas porque si se dice que todos somos nacionalistas, el debate carece de sentido pues el nacionalismo no existe, al menos el moderado. Y vaya si existe y vaya si conduce a yerros morales de gravedad. Para zanjar la cuestión, tomo el toro por los cuernos invocando el derecho de autodeterminación que, como tengo publicado por doquier, me parece un derecho de los pueblos que hay que respetar. ¿Que soy nacionalista (moderado) español? De acuerdo, siempre que se reconozca que mi nacionalismo presupone una nación española voluntariamente formada por sus partes componentes, en el famoso plebiscito cotidiano de Renan. No quiero una nación española "cárcel de pueblos", que obligue a otros a integrarse en ella. ¿Que eso es lo que ha pasado en España en los últimos doscientos años? Es posible, pero ya decía yo que no soy nacionalista español al uso. Soy nacionalista español partidario del derecho de autodeterminación de los pueblos que componen España; es decir, poco nacionalista ¿verdad?

Vamos ahora al nacionalismo de los otros pueblos de España. En todos ellos se da la forma moderada, cosa perfectamente legítima pues la idea de España no puede ser un límite a la libertad de conciencia y expresión de los ciudadanos españoles que, entre otros, tienen el derecho a no querer ser ciudadanos españoles. Ahora bien, en una parte de España ese nacionalismo moderado coexiste con uno radical, uno que asesina, que lleva más de treinta años asesinando, que ha asesinado a 900 personas y causado daños y sufrimiento sin tasa ni medida. Y eso plantea otro problema. El problema de que el correspondiente nacionalismo moderado vasco no puede llamarse andana, no puede hacer que ignora que en nombre de los ideales que él profesa, unos criminales asesinan a la gente, siembran el terror en torno suyo y atemorizan a quienes no piensan en términos nacionalistas; nacionalistas de ese nacionalismo que es el vasco. Un problema moral y muy, muy grave.

No me corresponde a mí dar consejos a nadie en este resbaladizo territorio pero sí expresar mi opinión que no puede ser otra que una extrapolación de lo que ya practico. Es decir, que predico lo que hago y no lo que no hago. Igual que decía más arriba que no estoy dispuesto a admitir que mi nación obligue a otros a formar parte de ella porque eso me parece una injusticia, estoy en mi derecho de pedir a los demás que apliquen la misma regla de oro de toda ética: si en mi nación quienes no piensan como yo viven atemorizados porque pueden ser (y son) asesinados por quienes sí piensan como yo, tengo la obligación moral de distanciarme de los asesinos y situarme junto a los asesinados, incluso al precio de renunciar a mi nacionalismo porque ninguna idea, ni ésta, puede basarse en la injusticia y el asesinato de gentes indefensas. ¿O es que los nacionalistas españoles no pueden obligar a los demás a formar parte de su nación, pero los vascos sí?

Es posible que los asesinos argumenten (para ello tienen ideólogos) que asesinan en defensa propia, porque no tienen otra salida en una situación de opresión y exterminio. No me convencerán porque sostengo, con Sócrates, que más vale padecer la injusticia que infligirla. Pero si mis nacionalistas moderados no quieren recurrir a Sócrates, voy a un terreno más práctico: no es verdad que los asesinos asesinen en defensa propia o porque no tengan más remedio. España es un Estado de derecho y una democracia donde cabe defender todas las opciones políticas sin necesidad de recurrir a la violencia. Los ideólogos al servicio de los asesinos tratarán de demoler esta idea, sostendrán que España no es un "verdadero" Estado de derecho, que no es una "verdadera" democracia. Se trata de una de las más curiosas mixtificaciones de estos ideólogos que, al efecto, se apoyan en izquierdistas radicales españoles que también cuestionan estos principios. Como es un asunto colateral aquí, al que tengo planeado dedicar un ensayito uno de estos días, abordaré el problema con un caso bien concreto y específico: el del señor De Juana Chaos, de todos conocido.

Muchos luchamos porque no se consumara la barbaridad, el atropello, la ilegalidad que se quería cometer con De Juana y, al final ganamos, por la mínima y no de modo enteramente satisfactorio (puesto que el señor De Juana no tenía que haber sido condenado en aquel segundo proceso que fue una farsa del principio al final), pero ganamos. Me siento orgulloso de ello y aquí sí tiene sentido sentirse orgulloso porque nos lo curramos. ¿Quiere esto decir que hayamos olvidado que el señor De Juana es un asesino? En absoluto: el señor De Juana es un asesino que cumplió su condena, no se ha arrepentido de sus execrables crímenes y de ningún modo quiero que, por haber luchado porque no se cometiera una injusticia con este asesino se me pueda confundir con él. Los nacionalistas moderados ¿qué tienen que decir al respecto? ¿Consideran moralmente aceptable seguir defendiendo sus ideas sabiendo, como sabe el señor Ibarretxe, como sabemos todos, que los asesinos, encargados de sembrar el terror, pueden matar a quienes no coinciden con ellas? Supongo que estos nacionalistas moderados estarán de acuerdo en que quien aplaude al señor De Juana y lo toma como ejemplo es un enfermo moral. ¿Y ellos? ¿No son lo mismo, aunque no lo aplaudan y se limiten a mirar para otro lado porque a ellos no les afecta pero saben que a quienes están en torno suyo sí les afecta?

No basta con pedir perdón a las víctimas: hay que hacer que no haya víctimas, que no haya miedo que envilece y encanalla a la gente, que los asesinos sean encarcelados, que quienes asaltan, destruyen, intimidan sean puestos a buen recaudo y, mientras esto no se dé, la acción política no será sino el lamentable resultado que se obtenga de una sociedad aterrorizada y, por lo tanto, envilecida, encanallada, enferma.