dijous, 20 de setembre del 2007

¡Felicidades, Sofía!

Ayer cumplió dos años mi nieta Sofía, que tiene como veinticinco días menos que su tío, mi hijo Ramón y año y medio más que su otro tío, mi hijo Héctor.

Por supuesto tuvo su tarta que, como se aprecia, es de chocolate con piñones y nueces. Ahí se la ve quién sabe si meditando sobre lo rápido que pasa el tiempo (caramba; parece que fue ayer cuando saqué la cabeza al mundo en un hospital de Barcelona). O quizá se pregunta qué significado tendrá ese signo cabalístico con una lucecita en la chorola (¿y qué querrán estos mayores que haga yo con la lucecita? En otras palabras, ¿qué se espera de mí?). Bueno, en todo caso, la llama es siempre símbolo de la vida y si ahora no "entiende" el significado de lo que sucede, lo hará dentro de unos años, cuando vea esta foto, amorosamente guardada junto con otras de la infancia en algún álbum.

El caso es que, a poco de encontrarse con el fenómeno, entró en escena el torbellino del mundo y resultó que no bastaba con contemplar con asombro sino que era necesario hacer algo. ¡Ay madre mía!

¡Soplar! ¡Hay que soplar! Y héteme aquí que aparece tu madre, mi hija Inés, convertida en diosa de los vientos que logra el milagro de extinguir la llama para robarle el misterio de la luz y guardárselo en el bolsillo porque ahora tienes un año nuevo que vivir y no es cosa de que el dos se derrita que, además, pondría perdida de cera la tarta.

Ayer descubrimos que Sofía cumple años a dos días de su santa. Nos enteramos porque los Príncipes de Asturias celebraron la onomástica de su segunda hija, una muy reciente. Nuestra Sofía es mayor.


dimecres, 19 de setembre del 2007

La unidad de la izquierda (II).

Un lector me acusa de perder de vista el hecho de que los explotados de hoy día están en el sector servicios y que, a los efectos del carácter explotador del capitalismo, todo sigue igual. Seguirá, para qué vamos a discutir; incluso puede haber empeorado. Pero los trabajadores del sector servicios no son proletarios. Marx había escogido el término para significar a los que no tenían otra cosa que vender que su fuerza de trabajo, los que no tenían nada que perder. Sobre sus hombros descansaba el protagonismo revolucionario de la historia. Los trabajadores del sector servicios están explotados sin duda alguna pero tienen algo que perder, diversos tipos de propiedades (con las que se endeudan más o menos), ciertos niveles de consumo, etc. Son propietarios (o eso creen ellos), el resultado de lo que la señora Thatcher llamaba el "capitalismo popular".

Es cierto que la izquierda tiene que dirigirse a estos sectores explotados y a otros que mencionaremos a continuación. Pero no puede hacerlo con el discurso a los proletarios porque no lo son. Junto a estos sectores de explotados, la izquierda debe atender a los inmigrantes, que ya son una magnitud estadísticamente relevante y las minorías discriminadas por diversos motivos. Los inmigrantes son los más cercanos a la condición proletaria. Pero son extranjeros y aunque muchos quieren echar raices en el país de acogida, otros sólo quieren hacer un dinero y volver a su país.

La defensa de las minorías se me antoja un objetivo típico de la izquierda por cuanto viene a hacer realidad el principio de la igualdad. Nadie debe verse perjudicado por razón de su opción sexual, religiosa, familiar, etc. Y este es un terreno en el que el debate está siendo particularmente enconado. La apertura de las instituciones sociales a la minoría de los homosexuales, por ejemplo, está costando más que los procesos de emancipación de los judíos que tuvieron lugar en siglo XIX y suscitaron asimismo mucha oposición. En este campo, cuando menos, debiera haber unidad de la izquierda y es llamativo que no la haya.

En esto de la unidad, por último, no debe perderse de vista algo que la autoconciencia de la izquierda sostiene que no le afecta y es sin embargo una de sus características: la vanidad. En las condiciones actuales de la izquierda en España, la cuestión se da entre un partido con no muchos militantes pero notable peso electoral y una colición de fuerzas de baja representatividad entre las cuales se cuenta el Partido Comunista de España, cuya cuota electoral oscila entre el cinco y el nueve por ciento. La izquierda es particularmente propicia al personalismo, cosa menos frecuente en la derecha, aunque pueda resultar paradójico.

Poner en marcha un conciliábulo de amigos y allegados que hace un llamamiento a la recomposición de una izquierda revolucionaria, siempre bajo su esclarecida guía, claro está, es un ritual tan frecuente en el campo de la izquierda que parece consubstancial a su forma de ser, que siempre tendrá algo de conspiradora.

(La imagen es un cuadro de Giuseppe Pellizza, titulado El espejo de la vida(1895-98).Pellizza es también el autor de la imagen de ayer, llamada El cuarto estado, que Bertolucci utilizó como reclamo para su film Novecento.)

Cumplir la ley.

Trataba de ver ese programa de Sáenz de Buruaga en Tele Madrid, titulado "Madrid opina" pero es difícil porque tiene un grado de manipulación subido. En la sesión de ayer se quería zaherir al Gobierno por el asunto de la enseña nacional y contraponer la heroica Regina Otaola al vendepatrias y pisabanderas Rodríguez Zapatero. Había tres periodistas de El Mundo, uno del ABC y una de El País y Pedro Calvo Hernando, que no sé en qué periódico está pero es hombre de gran profesionalidad y objetividad. Esa clara desventaja de El País frente a los periodistas de la derecha debe ser para contrarrestar el abominable monopolio de la información del grupo Prisa. Había además dos políticas, la señora Cospedal, candidata del PP a la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha y la señora Rosa Díez que, se supone, representa a su nuevo partido o quizá siga yendo por la parte del PSOE. A esta feria la llaman "composición" plural y equilibrada de un foro.

Un espectáculo, de verdad. Un guirigay con todos a una contra el Gobierno por no cumplir la ley de banderas. Y eso que contamos con una sentencia del Tribunal Supremo diciendo que hay que cumplir la ley, que ya es sentencia. Salió la señora Otaola y el señor Zapatero estaba ya quedando como un patriota de boquilla, que habla mucho de España pero permite que no se cumpla la ley -cumplimiento que todos consideraron la esencia misma de la democracia- en asunto tan esencial como la exhibición de la bandera que simboliza, según la señora Díez, los derechos de todos, y todos los derechos, especialmente el de la vida. Esta señora Díez tiene toque para el melodrama. Ya su libro, titulado Porque tengo hijos, lo muestra.

¡Cúmplase la ley! era el grito unánime de aquel puñado de Catones y ciudadanos ejemplares cuando el señor Calvo Hernando planteó una cuestión que los dejó a todos descolocados y en una posición francamente ridícula. De acuerdo, vino a decir el señor Calvo Hernando, cúmplase la ley, cúmplanse las leyes; la de Educación para la Ciudadanía también. Se quedaron todos en blanco y hubo una sensación de bochorno general que irradió del aparato de TV, o eso me pareció. Hasta el señor Sáenz de Buruaga, de ordinario muy seguro, perdió los papeles. Al final, la señora Díez, cuyo sentido del ridículo es obviamente inexistente, zanjó señalando que la observación del señor Calvo Hernando es como la hipocresía de los nacionalistas vascos que no querían condenar un atentado específico, sino todas las formas de violencia. En efecto, grandes dotes para el melodrama y para la demagogia que suelen ir juntas.

Injusticias de la vida. Te pasas un tiempo planeando un programa bien manipulador y un contertulio te lo despedaza con un rasgo de ingenio. Porque, diga lo que diga la señora Díez, la doblez del personal , capaz de pedir que se cumpla esta ley pero que se incumpla aquella otra, quedó patente.

(La imagen es un lienzo de Jean Béraud, que se llama L'escrimeuse y se encuentra en Art Renewal).


dimarts, 18 de setembre del 2007

La unidad de la izquierda (I).

Pensaba escribir algo sobre la festividad del comienzo del año judicial, que tiene aspectos para sacarle tema: el Rey, en cuyo nombre se administra la justicia (lo que nos pone de los nervios a los republicanos) allí presidiendo; el señor Fiscal General del Estado, dibujando la patología penal nacional, el panorama de los delitos que se cometen en España, con lo que eso da para la demagogia política; el señor presidente del Tribunal Supremo y por ello mismo del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), un señor que es prácticamente un becario del PP, partido que se niega hace diez meses a renovar el CGPJ para no perder la mayoría que ostenta en él, correspondiente a otra composición parlamentaria y en un alarde de concepción política de la justicia.

Pero es un asunto aburrido. Esa oposición que ejerce el PP y que desborda el ámbito político y se lleva a los demás órdenes de la vida politizándolo todo puede sacar de quicio al santo Job, huelga decir a quienes no lo somos. Porque además es una práctica deliberada de instrumentalización partidista de las instituciones al grito de que eso es lo que hacen los demás. Morro, vamos.

Por eso pensé abrir una reflexión sobre esa posibilidad que ha emergido hace poco de una unidad de la izquierda, que es un tema de mucho interés sobre al que la izquierda le gusta discutir y discutir. Y con razón porque es muy sorprendente que, siendo el sistema electoral como es, que premia la unidad y castiga la fragmentación, la izquierda se presente siempre dividida. Y con el ejemplo de la derecha bien a la vista pues reúne en un solo partido desde el centro-derecha a la extrema derecha. En la derecha no se habla de unidad sino que se hace, en la izquierda se habla mucho porque no se hace.

Y la cuestión es si buenamente se puede. La división entre una izquierda templada, reformista y otra radical y revolucionaria se ha dado siempre. El comunismo nació como una escisión izquierdista en el seno del movimiento socialista y enfrentado a éste y así ha seguido hasta nuestros días, con algunos momentos excepcionales, como los de los Frentes Populares en los años treinta, la Unidad Popular de Allende o el programa común de la izquierda en Francia en los años setenta. El resto ha sido enfrentamiento y no parece que vaya a cambiar en un futuro próximo. Para la izquierda radical y revolucionaria, el socialismo, la socialdemocracia no es izquierda, sino una de las dos patas sobre las que camina el capitalismo. Esto es bastante cierto pues ningún partido socialdemócrata aspira a una transformación completa, revolucionaria, del orden socioeconómico. Lo que sorprende es que la izquierda radical se niegue a reconocer que hay dos patas, una la izquierda y otra la derecha y que no son iguales.

Uno de los argumentos de los partidarios de la unidad de la izquierda llama la atención sobre el hecho de que en muchos municipios haya gobiernos de unidad de la izquierda. Eso es verdad y suele explicarse apuntando a la naturaleza de la política local, de carácter más patrimonial que la nacional y donde la incidencia personal de las medidas adoptadas es más evidente, pero no sirve para hacer deseable la unidad de la izquierda en el orden nacional.

Como socialdemócrata partidario del reformismo más descarado que no cree sea posible ni conveniente el hundimiento revolucionario del mercado, que es el corazón mismo del capitalismo, me pregunto cómo prueba la izquierda revolucionaria su creencia en la revolución siendo así que su sujeto y protagonista tradicional, el proletariado, ha ido mermando en lugar de ir aumentando, como sostenía la visión marxista, hasta el extremo de que apenas alcanza el treinta por ciento de la población activa. En cuanto al auxiliar, cuya importancia se descubrió en la praxis revolucionaria del siglo XX, esto es, el campesinado, su destino ha sido peor que el del proletariado. Entre el dos y el cinco por ciento de la población activa trabaja el campo. Con un treinta y cinco por ciento de la población activa no puede darse movimiento revolucionario alguno. Sí puede darse un golpe de Estado siempre que se cuente con un partido disciplinado y unido, dirigido por un político con mentalidad de estratega, como era Lenin. En esa imagen se ha quedado anclada la visión de la izquierda revolucionaria y por eso añora la existencia de un único partido que funcione como un pequeño pero decidido ejército revolucionario. Es el momento dorado de los comunistas del que sacaron un espíritu que llamaron "bolchevización del comunismo occidental" y que de inmediato hubieron de acallar y guardar en el baúl de los recuerdos.

Desde entonces hasta hoy, esa izquierda revolucionaria ha puesto sus esperanzas de transformación radical del orden social no en la conciencia revolucionaria de su sujeto ni en el funcionamiento inexorable de las leyes de la historia, sino en la aparición afortunada y excepcional de algún dirigente carismático. Esa esperanza es difícil de articular con una alianza programática con otra fuerza o corriente política nada interesada en su realización.

Paseando por la vida.

Mi hijo Andrés, que por fin se ha decidido a actualizar su blog, llamado Androides de segunda, ha puesto un video que también ha colgado en Youtube, sobre él mismo, una especie de recorrido fotográfico de infancia y adolescencia que está muy bien. Reconozco a la persona que retrata cada foto (son todas de carné, de photomaton, todas primeros planos frontales), la he tratado, la he tocado, he hablado con ella y la he visto crecer. La verdad es que impresiona. Impresiona ver cómo en el Andrés niño estaban inscritos los rasgos del Andrés adulto que, a partir de algún momento, dejó se sonreír . Ya le volverá la sonrisa. La vida es larga, aunque para el arte sea breve.

En fin, he pensado que puede tener interés para otros. Es como el recorrido gráfico y veloz de una maduración. Por eso, tras pedir el correspondiente permiso, helo aquí.

Como padre, además, lo encuentro muy guapo. Dice que lo ha hecho con un programa muy sencillo. Pues le ha salido muy bien sincronizado. Tengo que pedirle que me pase el programa.

dilluns, 17 de setembre del 2007

Arden los Reyes en efigie.

Ya están la Fiscalía y el Tribunal de Orden Público (perdón, quiero decir la Audiencia Nacional, se entiende) otra vez en plan guerrero a cuenta de un supuesto delito contra el Jefe del Estado, sus símbolos, sus allegados, su efigie o todo lo que le toque. Con otro frente abierto por un chiste en una revista de humor esto no puede ser bueno para la Monarquía que debe de ir mal si tanto necesita que la protejan. Igual que la portada de El jueves puede ser injuriosa para la Casa Real, ahora dizque quemar a los Reyes en efigie es insultarlos. No veo la relación lógica por lado alguno. Es perfectamente posible quemar a alguien en efigie o en persona real sin insultarlo, incluso haciéndolo con el mayor de los respetos. No creo que los funcionarios que acompañaban a las esposas del maharajah muerto a la pira funeraria fueran insultándolas.

Espero que sea obsequiosidad de los servidores públicos que aquí parecen adscritos a la Casa Real como porteros de noche. Quiero creer que los Reyes admitirán que entra en su sueldo (esa pasta gansa que la colectividad les paga y sobre la que hay tanta especulación, especulación en sentido metafísico, claro, no financiero) el admitir que alguien pueda quemarlos en efigie, aunque no sea más que por razón similar a la que los mueve a ellos a rendir tributo anual a Santiago Matamoros, cuya actividad esencial fue la de cargar contra la morisma en Clavijo y abrir cuantas cabezas de infieles pudo. Quiero decir que ambos hechos, el de quemar la efigie de los Reyes y homenajear a Santiago Matamoros, en culto de dulía como Dios manda, remiten a idéntico orden alegórico y simbólico que pertenece al ámbito de las creencias colectivas. Y esto es aun más acentuado en el caso del empleo del fuego porque este elemento está en creencias ancestrales que perviven en ritos y prácticas actuales de la más diversa índole, empezando por la explicación mitológica de su origen a través de la leyenda de Prometeo.

El uso del fuego en las manifestaciones políticas tiene su intríngulis. El quemar una efigie o un símbolo (sucede mucho con las quemas de banderas españolas, estadounidenses, etc) equivale a un acto de magia, a un deseo de quemar aquello que los símbolos simbolizan, España, los EEUU, sin ignorar que, por su naturaleza, los Estados son incombustibles. Cuando los nazis (o los bomberos de Fahrenheit 451) quemaban libros era la cultura lo que querían quemar, también incombustible a fuerza de intangible.

Desde el origen de los tiempos está el fuego presente en los ritos iniciáticos y de purificación. En el canto XXVII del Purgatorio de la Divina Comedia Virgilio explica a Dante que tras la purificación por el fuego estará en situación de acceder al Paraíso, cosa que a él le está vedada y así sucede. Por el fuego se purificaba en Occidente a los judíos, los herejes, los relapsos, etc mediante los autos de fe. Ritos de iniciación y purificación por el fuego que se conservan hoy, por ejemplo en la masonería, aunque supongo que serán purificaciones tan simbólicas como lo que pretenden conseguir; vamos que lo harán siguiendo la sabiduría de las antiguas prácticas chinas que llamaban purificación por el fuego a juguetear con una pieza de jade.

Así que, cuando estas tribus nacionalistas queman efigies de los Reyes o banderas españolas están en ritos de tránsito o de exaltación grupal imprescindibles para la conservación de sus identidades colectivas, esas que el ordenamiento constitucional vigente incita a respetar, proteger e incluso mimar como prueba de la gran "diversidad de los pueblos de España", tanta diversidad que algunos de entre ellos dicen no ser España. No me parece que un rito de este tipo sea materia delictiva, por más vueltas que quieran darle los cortesanos. Con desórdenes en la vía pública (siempre puede chamuscarse alguien) van que (se) chutan.

En el asunto concreto de la pequeña cremá gerundense hay que recordar que los pacíficos catalanes celebran su diada el 11 de septiembre, fecha en la que conmemoran amargamente la derrota de Cataluña a manos de las tropas de Felipe de Borbón, Felipe V de España. Ya es significativo que un pueblo tenga su signo distintivo en celebrar una derrota y no una victoria. No sólo se celebra la Patria sino que se la celebra en estado de postración. Tanto que alguien en la Casa Real debiera haberle dicho al Rey que la Diada no es el mejor día para ir a darse una vuelta por Girona (sede del más denso independentismo catalán) si uno se apellida Borbón. No voy a decir que esta metedura de pata real sea como cuando el bruto de Sharon se presentó con mil policías en la explanada de la Mezquita, esto es, una provocación pero, si no se anda por ahí es que el conocimiento que tiene la Casa Real de Cataluña es rayano en cero.

(La ilustración es La prueba del fuego de Pedro de Berruguete, donde se ve al inquisidor Santo Domingo de Guzmán siendo testigo de cómo el libro santo no sufre daño mientras que los escritos heréticos son devorados por el fuego.

diumenge, 16 de setembre del 2007

El espíritu de Galeuzca .

Reunidos en Barcelona los tres mandatarios supremos de los tres nacionalismos moderados, es decir, no asesinos, el gallego, el vasco y el catalán, parecen dispuestos a firmar un pacto de sangre, en expresión algo truculenta del señor Mas para oponerse con todas sus fuerzas a cualquier intento de reforma de la Constitución que vaya en merma de su influencia política en España. En este ágape se ha escuchado al señor Mas y al señor Imaz. Al señor Quintana se le ha visto pero no se le ha oído nada, lo que quizá pueda entenderse como una táctica o un sino galaicos.

Es imposible ver reunidos a los nacionalistas periféricos de mayor peso electoral y no recordar el proyecto Galeuzca, la coordinación política de Galicia, Euzkadi y Cataluña con finalidad fieramente independentista que surgió en los años veinte del siglo pasado y tuvo una oscilante existencia hasta que prácticamente desapareció mediado el régimen de Franco. Pareció que resucitaba el espíritu "galeuzcano" durante el mandato de Aznar en la famosa Declaración de Barcelona de 1998. Pero fue el propio Jordi Pujol, si no recuerdo mal, quien se apresuró a disipar las reminiscencias trinitarias.

Este pacto de sangre trae de nuevo efluvios galeuzcanos, aunque nadie haya hablado de ellos. La fórmula es romántica pero se orienta a una finalidad práctica obvia: evitar toda reforma de la Constitución y del sistema electoral que disminuya el peso parlamentario de las formaciones nacionalistas. Pero por mucha sangre que mezclen, si el PP y el PSOE se pusieran de acuerdo en alguna reforma de la Constitución y el sistema electoral, no se podría bloquear. La manera real de evitar una "gran coalición" a la española sería que los nacionalismos fueran leales a la Constitución española como Constitución y como española.

Pero eso es pedirles que renuncien a la ventaja que tienen en el sistema político español consistente en obtener sus pretensiones en el momento presente al tiempo que no solamente no se apartan sino que se avivan las opciones independentistas de futuro. Mucho, demasiado pedir. Los nacionalismos periféricos disfrutan de una ventaja estratégica en el sistema político que les permite definir sus relaciones con el Estado de manera doble: de un lado, como partes componentes de ese Estado, de otro como partes iguales en una unión aeque principaliter, lo que permite a los nacionalistas intervenir en los asuntos de todos y reservarse al mismo tiempo un ámbito territorial del que están excluidos todos menos ellos. Es la Scottish Question aplicada a España. Y no es mal negocio.

Y la cosa parece quedarse de momento en ese terreno. El señor Imaz ha soltado un discurso casi españolista; españolista para el coturno vasco, bien entendido. Eso de decir que hay que colaborar con el Estado y tratar de conseguir uno plurinacional suena a música celestial en los oídos españoles y los compensa por las disonancias y cacofonías del discurso soberanista de los señores Ibarretxe y Egibar que quieren agarrar ya las de Villadiego o convertirse en algo así como un Estado libre asociado pero no exactamente como Puerto Rico.

Al pacto de sangre debe de pasarle como a la Triple Alianza de la Galeuzca primera, que es muy difícil de tomar en serio cuando se piensa en que se trata en cierto modo de conjuras en contra de un enemigo común, España, que han de organizarse y mantenerse en la lengua de ese enemigo, el español, que es la franca, aquella en que se entienden todos.

En el otro extremo de la tensión entre nacionalismos periféricos y nacionalismo español es un placer observar con qué decisión, denuedo y coraje se ha apresurado el señor Rajoy a exigir que la bandera de España ondee en todos los edificios públicos, según preceptúa la ley. De inmediato le han contestado del Gobierno que cuando él, él mismo, fue ministro del Interior o ministro de la Presidencia, las banderas españolas no ondeaban en muchos edificios municipales vascos y catalanes sin que entonces le pareceiera el asunto tan feo como ahora. Es lo malo que tiene ser oposición cuando se ha sido gobierno, que te sacan los colores cada dos por tres.

Ya, ya sé que el señor Rajoy entiende la rojigualda por bandera de España. En este blog se entiende que la bandera de España es la tricolor y, como no es organismo público ni edificio oficial, es la tricolor la que ondea.

Enviar este post a Menéame

dissabte, 15 de setembre del 2007

El impacto de la crisis.

Se reúnen los ministros de Economía y Hacienda de la UE en Oporto, ciudad que da nombre a un famoso vino dulce, se supone que para preparar el próximo Ecofin y largan mensajes de tranquilidad y sosiego. El señor Solbes afirma que el impacto de la crisis de las hipotecas basura en los EEUU en Europa será escaso y en España mínimo pues aquí todo el mundo es muy solvente. Los otros ministros repiten que no hay motivos para ser pesimistas. Está por ver que haya crisis.

Claro, en esta crisis todo está por ver; es la crisis del está por ver porque es la de la opacidad. Lo llaman crisis de "confianza", de falta de certidumbre. Esto de los subprime es como lo de los virus: vete a saber quién los tiene. Nadie se fía de nadie, los bancos no se prestan dinero entre sí (a esto lo llaman "crisis de liquidez"), los bancos centrales tienen que intervenir, antes de que el sistema financiero reviente y aun así, a alguno lo pillan. Como es el caso del Northern Rock (vaya con la roca) que ayer sufrió un pánico de sus impositores y sus acciones se desplomaron. Un pánico a la antigua usanza, con colas de gente para sacar sus dineros y meterlos bajo el colchón.

El pánico del Northern Rock se producía en el momento en que los ministros de Economía y Hacienda, reunidos en Oporto, decían que nada de impacto de la crisis de los subprimes en Europa. Por si acaso, el ministro británico de Economía, parte directamente afectada en la crisis de la "Roca septentrional", pide una regulación internacional que garantice la estabilidad bancaria europea, cosa que se me hace complicada. Y el Gobierno español, a su vez, mientras afirma que el sistema fianciero de nuestro país es muy sólido, va a poner en marcha un mecanismo para garantizar el pago de las hipotecas de aquellos que no puedan hacerles frente. Si siendo "sólido" hay que recurrir a medidas del tipo de generar fondos especiales, qué será cuando no sea "sólido".

Convendría que las autoridades comprendieran que sus intervenciones "tranquilizadoras" actúan como intranquilizadoras. El pánico del Northern Rock se produjo a raíz de que éste recurriera al fondo de emergencia del Banco de Inglaterra (BdI) y que este librara el dinero a un interés superior al fijado por el BdI. Precisamente el citado BdI acababa de hacer una de esas declaraciones alarmantes a fuer de estúpidas. Pretende el BdI que sólo acudirá en auxilio de las entidades "solventes" que, por serlo, no necesitan auxilio alguno.

Una crisis de confianza como las que desatan las intervenciones de las autoridades y los bancos centrales que el mercado ya descuenta en cuanto se producen y tienen, a veces, el efecto contrario a aquel para el que se decidieron. Precisamente esta relación entre las crisis y la actividad del banco central es la que ha puesto en solfa el largo mandato de Alan Greenspan al frente de la Federal Reserve que ahora se revisa en sentido crítico, viendo que ha sido siempre una actividad expansionista que, además de provocar la crisis bursátil de 1987, ha alimentado diversas "burbujas". Ya se le conoce como "Mr. Burbujas". La última, esta inmobiliaria merced a la cual los precios de las viviendas se han cuadruplicado y quintuplicado con el riesgo de una crisis en el momento en que esos comiencen a bajar.

Según dicen las gentes informadas la Fed se divide hoy entre partidarios de Greenspan y partidarios de su sucesor Ben Shlomo Bernanke que es como decir entre partidarios de seguir las indicaciones del mercado y partidarios de disciplinarlo algo más. Las dos políticas que pueden seguirse en el capitalismo, un sistema económico que lleva incorporadas las crisis como las sandalias incorporan el polvo de los caminos.

(Las ilustraciones son miniaturas del Livre des très riches heures du Duc de Berry (1498/09) y representan las leyendas de San Jerónimo y San Martín de Tours. Se encuentra en el Musée Condé, en Chantilly).

divendres, 14 de setembre del 2007

La nación española.

En los debates sobre la nación suelen volar los insultos, las amenazas y, si se tercia, algo más, apenas se dan comenzados. Basta que un patriota vea que su interlocutor no entiende igual que él la patria común para que intente llegar a las manos. Hay cosas de las que no se puede hablar porque, apenas se mencionan, alguien empieza literalmente a mugir. Por ejemplo: ¿es divisible la patria? Muuuuuuu, muuuuuuu.

Al mismo tiempo la parte esencial del debate político español es sobre cuestiones que tienen que ver directa o indirectamente con la nación. Que si España es una nación, que si no, que si las naciones son Cataluña, País Vasco, Galicia y Castilla, que también Andalucía, Aragón..., que nación de naciones, que el Estado por un lado y la nación por el otro, que el derecho a decidir, la autodeterminación, la soberanía, el vals de las banderas, las competiciones deportivas, la Unidad Militar de Emergencia. ¿Quién da más? Lo único que queda claro a la vista del guirigay es que quienes aseguran muy ufanos que en España no hay un problema nacional no saben de qué hablan.

Precisamente el único problema que tiene la democracia española es el de la organización territorial del Estado. Un problema real y nada baladí. El Estado de las Autonomías no sirvió para contener los programas independentistas sino, al contrario, para acicatearlos. Y ahora volvemos a las andadas con las llamadas "relaciones centro-periferia".

Ayer, cuatrocientos independentistas catalanes protestaron por la visita de don Juan Carlos a Girona. Decían los manifestantes, mientras quemaban retratos del monarca, que éste había dicho que nunca se persiguió la lengua catalana en el Estado. ¿Que no? La ilustración es un cartel de la República, que he sacado de la colección del ministerio de Cultura que traía el otro día InSurGente. En él se ve cómo la autoridad (fascista) multaba con doscientas pesetas de entonces (1938) a dos personas por "hablar catalán de mesa a mesa en el comedor de un hotel" en San Sebastián. La persecución es patente.

No obstante, las manifestaciones de los jóvenes independentistas, que se parecen a los actos de kale borroka no pueden ser motivo de gran preocupación para la autoridad competente.

Mucho más deben preocupar esos desplazamientos de las respectivas burguesías catalana y vasca a favor del soberanismo. Y más el Cercle d´Estudis Sobiranistes que están montando unos intelectuales nacionalistas catalanes con ánimo de crear una casa común en la que pueda convivir todo el nacionalismo, el de CiU y el de ERC, sin excluir otras formaciones. Una de las voces cantantes de esta nueva pulsión independentista es el vocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), señor Alfonso López Tena quien sostiene que, como Cataluña es una nación, debe tener su Estado independiente de España. Muchos comentaristas se han preguntado si es compatible ser independentista y vocal del CGPJ. Es claro que sí. A mi juicio, lo significativo no es que el señor López Tena sea vocal del CGPJ sino que sea notario. Uno tiende a pensar que si un notario avala una opción política, ésta será algo serio. El contraejemplo es la Fuerza Nueva del notario Blas Piñar. Es esa radicalización independentista de la clase media la peligrosa. El independentismo no es reivindicación del radicalismo político sino también objetivo del nacionalismo llamado "moderado".

En concreto, el aspecto más problemático de la intensificación del nacionalismo no español es la insistencia en la celebración de referéndums de autodeterminación. El señor Carod-Rovira quiere celebrar el suyo en 2014, tricentenario de la pérdida de las libertades y fueros catalanes. El señor Ibarretxe quiere convocar en cuanto pueda y, según parece, con independencia de si ETA sigue o no matando. Ese es el aspecto más difícil de tragar del plan del lehendakari, que pretenda ignorar las diferencias reales que se dan en los derechos de la gente según sea nacionalista vasca o nacionalista española en razón de la amenaza permanente de ETA sobre la población civil. No me resulta de recibo que el señor Ibarretxe diga que ETA no va a marcar la agenda política en el País Vasco, cuando es exactamente lo que hace. El señor Ibarretxe tiene que entender que si un solo ciudadano está amenazado, lo estamos todos.

Si este irritante asunto de la violencia tan injustificado como primitivo se liquidara definitivamente podría hablarse de muchas cosas, de autodeterminación, de independencia ¿por qué no?


dijous, 13 de setembre del 2007

Empiezan a irse.

Cualquiera que siga los acontecimientos en el Irak estará perplejo. Hace seis meses, el señor Bush insistía en que no había otra vía que keep course, esto es, mantener el rumbo y el rumbo era quedarse en el Irak hasta garantizar su pacificación y el funcionamiento de las instituciones democráticas. Desde que las últimas elecciones legislativas dieron una mayoría demócrata en la Cámara de Representantes se han venido produciendo rifirrafes entre el Gobierno y la Cámara Baja a propósito del Irak. La Cámara quiere retirar las tropas y acabar con la aventura sin grandes pérdidas. Keep course es lo contrario. Pero esa es la Cámara; el Senado suele ser de otra opinión y en él, la mayoría demócrata de 51 contra 49, con un senador que entra y sale de la UVI, no es tal. De hecho, el último rifirrafe terminó con un triunfo del Gobierno que incrementó la cantidad de soldados en el Irak en más de treinta y cuatro mil, dentro del espíritu del keep course.

La perplejidad se suscita cuando se observa el Comandante en Jefe de los ejércitos, señor Bush, presentarse sin avisar por razones de seguridad en la provincia de Anbar en la que, según dicen, funciona el plan de pacificación y, una vez allí, anunciar un plan de retirada gradual de tropas. Hasta treinta mil soldados volverían a casa antes de julio de 2008. Tiene razón la señora Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes al decir al señor Bush que no está retirando tropas, sino rebajando el incremento que él mismo había puesto en marcha unos meses antes.

La retirada de los invasores del Irak está siendo un hecho, aunque estos aseguren que no hay tal cosa. Hace un par de semanas, los británicos abandonaron la base de Basora para acantonarse en el aeropuerto. El señor Brown dice que no se trata de una derrota. No, claro, se trata de una retirada estratégica para evitar la derrota. Lo mismo que sucede con los Estados Unidos (EEUU).

Repentinamente, el partidario del keep course se ha hecho flexible y acepta que hay que retirar tropas, exactamente las que había enviado antes. A pesar de que el último informe del general Petraeus viene a reconocer el fracaso político de la situación y a recomendar la retirada, el presidente Bush es partidario de mantener la situación, aunque con este simulacro de retirada. En algún momento de 2003, el señor Bush proclamó a los cuatro vientos que la misión estaba cumplida y la guerra ganada. Ni lo uno ni lo otro.

¿De qué se trata, pues? De ganar tiempo para cubrir el último cuarto de la legislatura en paz y sosiego. El señor Bush ya sabe que él no va a ganar la guerra; pero tampoco quiere darla por perdida. ¿Resultado? Dejar la patata caliente al sucesor; dejarle en herencia un embrollo. Porque el Irak es como un segundo Viet Nam. Es curioso que se haga realidad el deseo del Che de que surjan uno, dos, muchos vietnams. Sólo que el que los provoca es el propio imperialismo.