dimarts, 22 d’abril del 2008

Y doña Esperanza no defraudó.

En absoluto, no defraudó en absoluto. La llevaron al programa 59 segundos, le pusieron enfrente a seis periodistas (de ellos cuatro directores de periódicos y un subdirector), ninguno de los cuales simpatiza especialmente con ella y sólo tres, creo con su partido... y se los cenó a todos con patatas, sin perder la compostura ni la sonrisa, distendida, ingeniosa y contundente. Mientras los periodistas insistían una y otra vez hasta el hastío del público para pillarla en alguna contradicción con pequeñeces y fruslerías personales sobre si se presentaba, no se presentaba, si el señor Rajoy sí o no, si el señor Arenas, si el señor Gallardón, la presidenta de la CA convirtió el programa en un acto de propaganda de su visión del PP, se quedó con sus interlocutores, los desconcertó, los dominó y prácticamente no los dejó resollar. Uno sacó ¡hasta la fiesta del cuarenta cumpleaños del señor Gallardón para preguntar lastimeramente qué había pasado entre ellos dos!

Todo el programa fue un lucimiento de la señora Aguirre. Mostró una notable superioridad dialéctica sobre sus interlocutores que no consiguieron sacarle lo que querían, pero estuvieron todo el tiempo dando vueltas a la noria, mientras ella los llevaba por donde se le antojaba. Al final, ya desnortados por entero, le pidieron los titulares del día de hoy... ¡y tampoco se los dio! De forma que si echan Vds. una ojeada a los que sacan los medios que comparecieron verán Vds. un gallinero divertidamente descolocado. Son los titulares de: El Mundo, La Razón, ABC, El Plural y Público. Por supuesto, no hace falta hablar de los comentarios personales y firmados de algunos de los contertulios a horas del evento: respiran frustración y auténtica inquina.

En algún momento de su lucidísima intervención la señora Aguirre señaló su convicción de que las mujeres están perfectamente capacitadas para hacer cualquier cosa que hagan los hombres. A la vista del programa de ayer hay que concluir que tan capacitadas o más porque sola una mujer dejó desconcertados a seis aguerridos periodistas hombres, demostró tener muchas más tablas que ellos y se lució.

Únicamente poco antes del final uno de ellos, el director del ABC, que parece el más reflexivo, cayó en la cuenta de por dónde orientar un ataque a la señora Aguirre que le hiciera efecto: precisamente por el del debate de ideas y principios del que ella se glorió todo el programa sin que a ninguno de sus interlocutores se le ocurriera ni por asomo ir por ahí. Pero ya era muy tarde y sólo le formuló una pregunta tan alicaída y corta que la señora Aguirre se permitió el enésimo lujo de lucirse, esta vez por la banda doctrinal, con dos frases que contenían tres falacias de albarda de burro en medio minuto: a) que las políticas liberales, conservadoras, reformistas y centristas vienen a ser las mismas en todas partes; b) que son las que han aportado mayor progreso y bienestar en Europa; y c) que la receta keynesiana de aumentar el gasto público es un disparate. Las políticas liberales no son iguales a las centristas o reformistas, ni son las que más bienestar han aportado, ni es cierto que el aumento del gasto público sea un disparate, como se prueba hoy mismo viendo las políticas que están adoptando todos los gobiernos, empezando por el estadounidense, para frenar la recesión. Pero para responder a esto es necesario tener en la cabeza algo más que los titulares de mañana.

(La imagen es una foto de Chesi, bajo licencia de Creative Commons).

¡Vivan las Américas!

PENNSYLVANIA, CUNA DE LA LIBERTAD

Hoy se celebran las primarias del Estado de Pennsylvania, con sus 158 delegados y un resultado previsto en el alero. Hace unas semanas, la señora Clinton sacaba dieciséis puntos de ventaja en los sondeos al señor Obama que, a su vez, le lleva a la dama 157 delegados de ventaja, esto es, 1.636,5 contra 1.479,5, según los cálculos del New York Times. Pero a día de ayer, después de semanas de una campaña realmente desagradable (mucho más sucia, por cierto, del lado de la señora Clinton y su marido que del del señor Obama), esa diferencia quedó reducida a unos cinco puntos. El senador por Illinois ha echado el resto en Pennsylvania, se ha gastado el doble en la campaña (ocho millones de dólares contra cuatro de Mrs. Clinton) y ha comenzado a responder con contundencia a los ataques de su rival.

Por ejemplo, gracias al equipo de Mr. Obama hemos podido enterarnos de que aquel demagogo predicador, Mr. Jeremiah Wright, que fue consejero espiritual del senador afroamericano, cosa que tantas insinuaciones malévolas y ataques directos del matrimonio Clintón le ocasionó, también estuvo en una reunión de oración y apoyo espiritual al presidente Clinton cuando éste andaba en apuros por sus relaciones con cierta becaria.

A estas alturas, me parece, muchos estamos tan hartos como Michael Moore (de quien saco la información sobre el señor Wright) del juego sucio de la ex-primera dama y, si pudiéramos votar, lo haríamos por Mr. Obama, que es, con mucho, el mejor candidato de los dos. Y no crean que lo digo yo, no, lo dice el Financial Times, poco sospechoso de compartir mis simpatías con demócratas y diversos tipos de izquierdistas.

Bien, atentos a la pantalla. Es posible que, si el resultado de las primarias de hoy en ese Estado cuya primera Constitución de 1776 se ha considerado siempre como la "más democrática" de América, no es lo suficientemente favorable a la señora Clinton, ésta abandone la carrera, dejando ya frente a frente a los dos rivales, señores Obama y McCain y al país más cerca de tener su primer presidente negro o, cuando menos, mulato.


GUAY DEL PARAGUAY

Estupendo que haya ganado las elecciones a la presidencia de la República del Paraguay el ex-obispo Fernando Lugo. Con un 40 % del voto, sacó diez puntos a la candidata de los Colorados, Blanca Ovelar y casi 20 al general retirado, Lino Oviedo. Lugo es un izquierdista que, según él mismo dice no tiene una formación ideológica predefinida, pero es de izquierda. Ha ganado las presidenciales cómodamente pero, al tiempo que éstas, también se celebraban elecciones parlamentarias (Congreso y Senado) y ahí no ha obtenido la mayoría y, aunque la hubiera obtenido, le esperan tiempos muy difíciles porque la coalición que preside, la Alianza Patriótica para el Cambio, está compuesta por unos treinta partidos que van de la extrema izquierda al centro, lo que, entre otras cosas, quiere decir que la estabilidad parlamentaria del Paraguay estará condicionada no sólo por las alianzas internas sino por la influencia que en ellas puedan ejercer desde el exterior supuestos aliados de Lugo como los señores Chávez y Morales. En cualquier caso, es importante que en otro país de América Latina haya otro gobierno de izquierda, con sensibilidad a los problemas de la pobreza, del imperialismo y de la condición de los indígenas.

Comentario aparte merece la situación canónica del señor Lugo. Hace ya cinco años que pidió la secularización al Vaticano para poder proseguir su carrera política porque, además de las prohibiciones canónicas, el artículo 235, 5 de la vigente Constitución paraguaya de 1992 hace inhábiles para ocupar la Presidencia de la República a "los ministros de cualquier religión o culto". El Vaticano, sin embargo, se negó a concedérsela, supongo que en atención a que el sacramento del orden imprime carácter, pero le concedió una suspensión provisional que las instancias públicas del Paraguay han aceptado de modo que no han planteado la ineligibilidad del señor Lugo. Y es de suponer que el Vaticano acabe resolviendo la situación a satisfacción del exobispo aunque, como es de izquierdas, nunca se sabe...

(La imagen es una foto de billjacobus1, bajo licencia de Creative Commons y representa un billete de un guaraní, de curso legal. Lo pongo a ver si la prensa española se entera de que el país se llama El Paraguay y no "Paraguay", como dicen los anglohablantes).

dilluns, 21 d’abril del 2008

Esperando a doña Esperanza.

Esto no va a quedar así ni mucho menos. El señor Rajoy ha pasado el finde haciendo pim pam pum y fuegos de artificio con la señora Aguirre y sus integérrimos principios liberales (véase el post de ayer, titulado La ideología de la derecha) en claro abuso de posición dominante. Arrecia el vendaval en el PP y el encontronazo no lleva pinta de resolverse mediante negociación o acuerdo. Ayer, los dos "grupos de presión" (según terminología del señor Rajoy) que apoyan a la señora Aguirre, la COPE y El Mundo suministraron munición dialéctica en abundancia a la Presidenta de la CA para disparar contra el del PP. El "liberalismo" de los negocios, el "liberalismo" de los apandadores no quiere quedarse fuera de la jugada porque ningún negociante que se precie permite que lo ninguneen y lo marginen. Habiéndose ya perdido las formas, hay que ir al ataque sin más y ocupar todos los puestos. Se trata del negocio de la radio y el periódico. Así se lo explicaban ayer a la señora Aguirre para que no se distraiga: el peligro de que el señor Rajoy se salga con la suya es que ya no habrá quien tosa al grupo Prisa y a El País, o sea, su competencia.

Como no consiguen batir a tal competencia en las lides ordinarias del mercado en el que dicen creer a pies juntillas, El Mundo y la COPE pretenden conseguir el poder por persona interpuesta para poner en marcha desde él algo parecido a lo que ya hicieron en 1996, esto es, una persecución política, judicial y penal de la competencia. El liberalismo de los apandadores consiste en apoderarse del poder político para usarlo luego como un ariete en contra de la competencia.

(La imagen es una foto de Chesi, bajo licencia de Creative Commons).

Escupid sobre todas las tumbas.

Cuando en 2002 salió en París por primera este libro (Punks de boutique. Confesiones de un joven a contracorriente, Almadía, México, 2008, 219 págs) de Camille de Toledo, publicado por Calmann-Lévy llevaba por título Archimondain jolipunk y fue algo parecido a una sensación. Un comentario favorable del filósofo alemán Peter Sloterdijk que el propio De Toledo incluye en la obra, ayudó a catapultarlo de forma que en relativamente poco tiempo estaba traducido al alemán, al inglés y al italiano. ¿La revelación de comienzos del siglo XXI? ¿El final de la postmodernidad? Algo así debieron de pensar muchos, incluido quizá De Toledo. Sin embargo, de entonces al día de hoy, en que damos cuenta de la estupenda traducción al español hecha por Juan Asís y Ramón Palao, esos vaticinios no se han cumplido. Y no será por falta de lanzamiento, sino probablemente por el contenido de la obra en sí.

Ciertamente, no hubiera sido raro un joven de veintiocho años (cuando hoy son ya treinta y cuatro y el joven tiene dos novelas más en el mercado) que saliera a la plaza pública escandalizando. Hasta cierto punto esto es una tradición en Francia y a la mente se vienen nombres como los de Théophile Gautier, Arthur Rimbaud o Raymond Radiguet, si bien en este caso no parece haberse mantenido la llama del escándalo y el interés, de forma que si se consulta "Camille de Toledo" en Google viene dando unas 11.800 entradas cantidad más propia de un modesto y oscuro profesor universitario que de una estrella rutilante que rompe moldes en el universo literario y ensayístico contemporáneo. ¿Por qué ha sucedido esto, cuenta habida de que el libro tiene el tono irreverente, sarcástico y agresivo que normalmente se valora en estos menesteres de hacer tabula rasa con el pasado y establecer un nuevo genio creador? Me atrevo a decir que porque si bien es una especie de manifiesto rupturista con el mundo heredado, que es el nuestro (y el suyo, por cierto), le falta una clara unidad de sentido, una unidad de voluntad, un significado específico. La prueba más evidente se me antoja está en los títulos con que se ha traducido a las distintas lenguas de que yo tenga noticia. El libro se ha titulado Goodbye Tristesse en alemán, aunque parezca mentira, con un guiño como teutónico a Françoise Sagan, Coming of Age at the End of History en inglés y Superpunk, arcimondano. Confessioni scomode di un giovane disobbediente en italiano, donde, como en español, se vierte también el subtítulo. Sea cual sea la relación entre título y contenido, el desacuerdo respecto al primero probablemente refleja el que hay respecto al segundo.

Si tuviera que pronunciarme por alguno de los enunciados creo que lo haría por el inglés porque es el que mejor condensa en una línea el contenido de la obra. Es una condensación que alguien podría considerar humillante para el autor puesto que habla de "hacerse mayor" pero no debe de ser el caso porque el propio De Toledo se refiere en alguna ocasión a su juventud e, incluso, a su adolescencia. Y lo sitúa perfectamente en un tiempo ideológico, el del fin de la historia de Fukuyama, con el que nuestro autor entabla algún que otro combate y él mismo considera determinante en su formación.

El libro es, en efecto, un manifiesto generacional que recuerda mucho a los de la generación contra la que, en cierto modo, se subleva, pues está escrito de forma muy parecida, con la misma irreverencia por los valores heredados, la misma mentalidad contracultural y parecida agresividad frente a lo que se ve como mediocre y caduco, esto es, casi todo lo anterior. El autor reitera la definición de su generación como la comprendida entre dos hundimientos (el del muro de Berlín en noviembre de 1989 y el hundimiento de las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2002) (págs. 31. 32. 51, 196, 210). Generación entre dos hundimientos. No me parece mal, pero me quedo con la que alguien nos aplicó a nosotros: "Hijos de Marx y la Coca-Cola". Cuestión de gustos.

Así pues, por reiterada confesión del autor, es un manifiesto generacional, algo que suele preocupar mucho a los veinteañeros y se difumina después en el curso de la vida; un manifiesto de una generación que no quiere el poder (p. 157), que se alza contra las ilusiones del mundo pasado, el de la generación del 68, que le parecen caducos y las del que se juzga su enterrador, esto es, la del fin de la historia, para la que reserva su más agudas críticas. "Que se mueran, ¡carajo! y que se lleven sus egos miserables, sus recuerdos, su Estado, su liberación sexual, sus revoluciones fallidas, sus desilusiones, sus partidos, parlamentos y todos sus cadáveres." (p. 32). No es mala idea: hay que hacer sitio para los nuevos.

La nueva generación del "doble derrumbe" se alza frente a la opinión "muy generalizada de que el mundo está definitivamente cerrado y de que ya no existe más que un único sistema de gestión política, social y cultural de lo humano." (p. 33). O sea, en contra del pensamiento único, vamos. ¿Me atreveré a decir que como todos los que protestamos, seguimos protestando y nos moriremos protestando?

El libro es muy interesante asimismo porque es un diálogo fogoso con maestros antiguos, en muchos casos hipostasiados, como Foucault, Deleuze (quien más parece haber influido al autor) Guattari y Debord. Sobre todo, Debord con cuyo cadáver exquisito ajusta cuentas sosteniendo que el situacionismo no fue más que "el pedestal ideológico de la sociedad de la información" (p. 57), que "no cuestionaba lo real, sino su imagen" (p.61), una crítica que tiene que dejar un poco descolocados a los situs que estaban a tortas precisamente contra la imagen, la cosificación, el espectáculo.

Esta generación del "doble derrumbe" admite la condición líquida del ser presente (p. 101), muy en la estela de Zygmunt Bauman que es tan viejo que es incluso anterior al 68; se considera repleta de scheezes (entre la contracultura y el credo de los nuevos emprendedores) (p. 131); y adopta la hipotética práctica TAZ (Temporary Autonomus Zones) del anarquista estadounidense Hakim Bey (p. 165).

La cosa oscila pues entre la rebelión ante el "descorazonador" principio de que "...el capitalismo es desde ya, y por los siglos de los siglos, el único régimen auténticamente revolucionario. Quienes se oponen a él son unos reaccionarios." (pp. 78/79). Entre esto, digo, y una forma vital y atroz de aburrimiento. No sé si falta aquí algún ingrediente de lo que podría llamarse el "género de la provocación": una vez que da uno cuenta de la miseria espiritual de cuanto antecede, se sienta uno a contemplar los despojos repleto de hastío. Siempre es muy revelador aquello que le produce aburrimiento a uno: "Aburrimiento de las gafas de carey y las chaquetas de pana. Aburrimiento de la pipa, del socialismo. Aburrimiento de las ceremonias de los veteranos de guerra, de los dormitorios separados, las prohibiciones de salir. Y aun así, por encima de los grandes trastornos culturales de los años setentas que habían producido un mayor aburrimiento todavía -la nostalgia del carrujo, la pasión del vintage, el regreso del funk, la idolatría por las víctimas del rocanrol, por los olvidados del rocanrol-, el Estado-providencia no lo había hecho mal del todo". (p. 147). Eso del carrujo debe de ser un mexicanismo por porro. El libro, se habrá observado, está muy bien traducido (y conste que no me pierde el hecho de que de los dos hermanos, uno sea ahijado mío) pero la editorial mexicana debe de haber impuesto algunos portazgos lingüísticos, como platicar o huarachudo.

Bien, llegados aquí, conviene que los lectores sepan que este sacrílego y escandaloso joven que arremete sin piedad contra el capitalismo, sus panegiristas y sus adocenados críticos es, a su vez, nieto del creador del emporio Danone, una de las mayores fortunas de Francia, educado en los centros más exquisitos y elitistas, habiendo cursado estudios en universidades del Reino Unido y los Estados Unidos, poseedor, entre otras cosas, de una especie de mansión de una antepasada suya en Calcuta desde la que podía contemplar a los pobres "invisibles". Además, su nombre no es Camille de Toledo, sino Alexis Mital. Habrá quien diga que estas circunstancias restan todo valor a su crítica, rebelión y manifiesto. En mi opinión, el joven De Toledo (se trata de uno de los apellidos de su padre, descendiente de judíos sefardíes) ha hecho una rebelión contra el orden constituido empezándola por donde hay que hacerlo, esto es, por él mismo y sus relaciones familiares. Pero nada en el mundo impedirá que esta peripecia personal coloree su juicio sobre el orden social y sus opiniones sobre él. Será algo tan inevitable como la apropiación que el capitalismo ha hecho de todo cuanto se le enfrentó y que él, a su vez, critica.

En resumen, un libro muy interesante para quien quiera saber qué se avecina.

(Las imágenes son todas reproducciones de la cubierta del libro de De Toledo en las diferentes lenguas).

diumenge, 20 d’abril del 2008

Contra el PSOE.

Otro bombazo en otra casa del pueblo en otro pueblo de otra Euskadi. Esto es tenacidad, sí señor. ETA funciona como un mecanismo de relojería. Cada tanto, bomba. Con la misma inteligencia que un mecanismo de relojería. Cada tanto, bomba y cuando se pueda, un muerto. Todos de inmediato condenan, excepto ANV que no va a condenar a los suyos. Los demás quieren echarlos pero no pueden porque los concejales de Izquierda Unida no condenan. Es que hace falta un par para condenar a ETA en un pueblito de Euskadi. Y estos de IU son un par pero no lo tienen.

Debe de ser verdaderamente muy incómodo que, por un lado, anden todo el día diciéndote que estás vendido a ETA, que no haces más que negociar con ella, que estás genuflexo ante ella y por otro esa misma ETA esté matando a tu gente o bombardeando las casas del pueblo en Euskadi. Muy incómodo. Y no se entiende cómo algunos sujetos, que deben de tener el rostro de hormigón, salen a los medios escritos, hablados o vistos a decir que los socialistas siguen negociando con ETA. Sería de esperar que con esta última bomba de la organización armada de cretinos se terminara la cantinela de la negociación con ETA con estribillo de venta de Navarra. Pero nunca se sabe. También lo del 11-M estaba claro ya al día siguiente y jurídicamente desde el fallo de la Audiencia Nacional en octubre de 2007 y, si se dan Vds. una vuelta por Libertad Digital encontrarán al infatigable Luis del Pino reconstruyendo su particular 11-M con otra revelación contenida en aquel Trocito de móvil, una fábula tan alambicada como alguna de Gaston Leroux.

Lo peor de la estupidez es que es muy pegajosa y, cuando se instala en alguna parte, es muy difícil desalojarla. En gran medida, la lucha contra ETA es la lucha contra la estupidez, tanto más complicada cuanto que, además, hay que hacerlo luchando contra la estupidez de los propios aliados.

(La imagen es un grabado de Katsushika Hokusai, Fénix 1842-45).

La ideología de la derecha.

Vae victis! ¡Ay de los vencidos! La discordia se ceba con ellos. Todo se les vuelve recriminaciones, rencillas, enfrentamientos. Desde que el PP perdió las elecciones el pasado nueve de marzo en su seno se masca la división y la bronca. Conocido es el hilo de los hechos que enfrenta a la señora Aguirre con el señor Rajoy. En la última entrega, al decir la doña que el Presidente del partido es una especie de socialdemócrata y ella liberal de siempre, ha inaugurado la "batalla de las ideas" a su corto pero leal saber y entender. El bollo que tiene en la cabeza doña Esperanza es tan grande como sus ganas de ser presidenta del Gobierno de España, para jugar a Mrs. Thatcher. Dice ser liberal pero no es seguro de qué liberalismo esté hablando porque, aunque la palabra liberal es de lo poco hermoso que la lengua española ha dado al lenguaje político universal allá por 1812, el término ha adquirido tan prodigiosa diversidad de significados que hasta puede tenerlos contradictorios. Pongamos un ejemplo, la señora "liberal" construye ocho hospitales con fondos públicos y entrega la gestión de la sanidad a empresas privadas. El negocio para éstas es redondo pues no arriesgan un euro en costear unas instalaciones carísimas que gestionan sin coste alguno y que, cuando sean obsoletas, podrán abandonar sin más en manos de quienes las sufragaron, esto es, los contribuyentes y que aún no habrán terminado de pagar. ¿Es esto liberalismo?

¿Es liberalismo en el sentido que dio al término el padre de la doctrina, Adam Smith? Ciertamente, no. Un liberal "clásico", smithiano hubiera visto con buenos ojos ocho hospitales (o treinta o uno) pero todos pagados desde los cimientos hasta la gestión por la iniciativa privada. Hospitales construidos por la autoridad pública equivale a socialismo.

¿Será entonces sinónimo de liberalismo en el sentido que se le da al término hoy en los EEUU? Pero ese sentido es igual a socialdemocracia, ideología que la señora Aguirre rechaza indignada y con razón porque es posible que la socialdemocracia privatice la gestión de los servicios públicos, pero lo hace a regañadientes ya que lo que ella quiere es financiación integral pública de esos servicios, infraestructuras y gestión.

¿Será pues sinónimo del conocido como libertarismo o libertarianismo en los EEUU? Tampoco porque, a fuer de partidarios del liberalismo clásico, los libertarians, al estilo de los "anarquistas" del Estado mínimo de Nozick, rechazan que la autoridad pública construya nada; es más, hasta les irrita que la autoridad tenga dinero para hacer obras públicas.

¿Será por último sinónimo del "liberalismo" que predica el señor Haider en Austria? En parte, aunque no del todo, es de esperar, porque el señor Haider tiene bastante de neonazi. Pero en parte, sí. Y donde este "liberalismo" no es puro nacionalismo, clasismo, xenofobia, es clamoroso caso de parasitismo de lo público por lo privado. El liberalismo de la señora Aguirre es el liberalismo de los negocios: alcancemos el poder para hacer negocios y (aquí viene el liberalismo), a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga.

La apoyan en esta ejemplar tarea dos medios de comunicación, la COPE y El Mundo, que tienen los negocios puestos en el triunfo del "liberalismo" aguirresco y otro medio público, Telemadrid que, si no hace negocio da igual porque lo costean todos los españoles o, cuando menos, todos los madrileños. Muy liberal, como se ve, contar con medios públicos de comunicación y, encima, manipularlos; aunque esto ya no tiene nada que ver con el liberalismo sino con la mera decencia.

Todo eso tiene de liberalismo lo mismo que Mein Kampf: es un discurso ultrarreaccionario, basado en la hegemonía de la Iglesia católica y en un clima de fagocitación de lo público por lo privado con barra libre para hacer negocios, empezando por los que, al parecer, hcen los allegados de la señora Aguirre con motivo del tendido de alta velocidad en Guadalajara. Es un liberalismo consistente en administrar los bienes y medios públicos en interés de grupos privados que es, precisamente, la definición misma de corrupción, esto es, poner lo público al servicio del interés privado. De esto hay muchísimo en el PP, pero no todo y puede que no la mayoría. E igual que Madrid no es España, por mucho que los madrileños así lo crean y tan atinadamente ha visto el señor Rajoy como buen pontevedrés, del mismo modo los "liberales del negocio" no son mayoría en el PP.

Durante los años de la democracia, treinta, de los que la derecha postfranquista sólo ha gobernado ocho, el PP, que ya había nacido con un odio franquista instintivo a las ideologías (no por ideologías, sino por no ser una sola, la suya), ha acabado configurado como un caso típico de esa forma de partido que Kirchheimer llamó catch-all-party, partido "atrápalo-todo". Y lo dijo en inglés porque, como buen judío alemán, tuvo que cruzar el charco para salvar el pellejo. Partido "atrápalo-todo", o sea, por encima de clases sociales, de sectores, religiones o grupos ideológicos, lo más próximo a un partido "nacional", algo que gustaba tanto a Franco que lo declaró partido "único". En democracia no le queda más remedio que admitir otras opciones, pero sigue siendo un partido que quiere englobarlo todo, no determinarse por nada porque, como decía Spinoza, toda determinación es una negación y así representar todos los intereses y ganar las elecciones. Un partido en el que caben todas las ideologías. Rajoy mencionó a liberales, conservadores y socialdemócratas. Le faltaron los comunistas, pero a esos ya los tiene con la plétora de conversos de los años setenta en conservadores aznarinos. En el PP caben todas las ideologías porque no tiene ninguna y hace aquello que recomendaba Franco: haga como yo y no se meta en política.

¿Rajoy? Un bendito, más chulo que un ocho con el respaldo de todos los barones de su partido de alguno de los cuales puede fiarse tanto como de la señora Aguirre. Que no hace falta ser muy mal pensado para llegar a la conclusión de que a más de uno, por ejemplo, a los señores Gallardón y Camps les interesa la victoria del señor Rajoy frente a Aguirre porque así lo tendrán más fácil ellos cuando se postulen en 2012 porque el PP haya vuelto a perder. Es muy difícil conjugar el interés de uno/a mismo/a, el del partido y el de la Patria. Sólo lo consigue algún iluminado y a base de imponer dictaduras. En las democracias, alguno de esos intereses cede a los otros y no cuesta nada averiguar cuál.

Declarar al señor Rajoy la guerra de las ideologías, pretender dar con él la batalla "de las ideas", es empeño deliciosamente inútil porque, si lo presionan mucho estos manipuladores de las ideologías, descubrirán que el señor Rajoy es un político... apolítico.

(La primera imagen es una foto de adamrice y la segunda una de Bugtom ambas bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 19 d’abril del 2008

¿Qué dijimos?

En el PP caen chuzos de punta. Su gresca interna se ventila en los medios, cosa de la que los partidos se resienten pues suelen decir que los trapos sucios deben lavarse en la intimidad. Lo que sucede es que probablemente muchos de los afectados, por ejemplo, la señora Aguirre, digan que un debate de principios no es sacar "trapos sucios".

Tercia el señor Álvarez Cascos quien, incomprensiblemente, resulta tener influencia y prestigio en su partido y sostiene que éste no es un "partido de barones". Pues no sé yo que él mismo y la señora Aguirre sean otra cosa que barón y baronesa. Avisa asimismo de que la UCD se hundió a causa de los barones y de sus intrigas. Em realidad, las baronías ucedeas no eran territoriales, como las del PP, sino ideológicas. No se era importante por el hecho de ser cántabro o murciano, sino por ser el lider de los "azules" o de los democristianos.

Barones en cualquier caso, dirá el señor Álvarez Cascos y quizá no le falte razón.

Un estrecho colaborador de la señora Aguirre, el señor Güemes, sale al paso de unas declaraciones del señor Arenas en las que éste insta a la primera a decidir si se presenta o no candidata a la presidencia del partido en el próximo congreso, recomendándole que mire más por su casa, pues lleva perdidas seis elecciones autonómicas. He aquí un pragmatismo bien descarnado: los partidos están para ganar elecciones y no para dar la brasa: o sea, no para predicar, sino para dar trigo. Por lo demás, el señor Álvarez Cascos dirá lo que quiera pero el señor Arenas me parece un barón. Me parece más cosas, pero no hacen al caso, como también el señor Núñez Feijóo. Barones. Y es así que esos barones suelen asegurarse de la lealtad de sus mesnadas, hoy llamadas delegados al Congreso. Sin duda estaría muy bien que las deliberaciones del Congreso, que cuenta con más de tres mil participantes, se hicieran en las condiciones habermasianas de debate público en la acción comunicativa, en una situación ideal de habla, pero como que no va a ser así, como puede apreciarse por el tono y contenido de las proposiciones: "Decántese, señora Aguirre", "Cállese, señor Arenas".

Está bien el debate de ideas; mucho nivel.

(La imagen es un boceto de Alfred Jarry para Los gestos eróticos de Mr. Ubu, de 1889).

La libertad en Cuba.

Desde que el señor Raúl Castro sucedió a su hermano en la máxima magistratura cubana muchas cosas han empezado a cambiar en la isla. Y todas para bien. Bendito sea el señor Castro (don Raúl) que está consiguiendo hacer bueno a su hermano. No estaba claro que eso fuera a suceder. No se sabía cuánto poder conserva Fidel. Ni se sabe. En las dictaduras la sucesión en la Jefatura del Estado no suele estar regulada por dos razones: la primera, porque los dictadores planean siempre morir en el puesto y no ser relevados; y segunda porque no les importa quién los suceda ya que si salen del poder es porque han muerto o los han echado. La sucesión de Fidel por Raúl, lógica si se entiende el país como si fuera una posesión de familia, pero ilógica si se lo entiende de alguna otra forma, no está regulada en texto o costumbre alguna y responde a una decisión que tomó el Comandante en Jefe a la vista de su imposibilidad real de reincorporarse al puesto de mando, vista que lo llevó casi un año de cavilaciones.

No es probable -aunque tampoco imposible, mientras Fidel viva- que haya una retrocesión del poder, razón por la cual seguramente el señor Castro (don Raúl) camina con pies de plomo por el resbaladizo camino de las reformas. Pero ¡qué reformas! Hace ya un mes o dos que los cubanos pueden comprar electrodomésticos, siempre que los haya, claro, y puedan pagar lo que cuestan, que es mucho. También pueden comprarse móviles.

¿Cómo? ¿Teléfonos móviles?

Sí, móviles, celulares.

O sea, que antes no los tenían. En España hay más móviles que personas, como cuarenta y cinco millones. ¿Te imaginas que los españoles no pudieran comprar móviles? Ya tengo una definición de "dictadura", a saber: "dictadura" es un régimen en el que los ciudadanos no pueden comprar móviles por orden de la superioridad.

Las reformas del hermano sucesor siguieron con el permiso de que los cubanos puedan alquilar habitaciones en los hoteles antes reservados solamente para extranjeros. No está mal, tampoco, aunque no sé a dónde vamos a llegar con tanta libertad; seguramente al libertinaje, como decía Franco. Y, además de poder vivir en sus hoteles, los cubanos pueden ya comprar un ordenador cuando quieran (con la pertinente advertencia del precio) sin necesidad de pedir un permiso a la autoridad que normalmente era denegado.

Caramba, tampoco tenían ordenadores. Eso quiere decir que de acceso a internet, nada.

Nada de nada. Para enchufetas del régimen, extranjeros que se alojaban en los hoteles privativos y cibercafés a un pastón la hora y aun esos sólo daban acceso a una intranet cubana para escuchar loas a la Revolución y leer Granma y otras páginas igualmente apasionantes.

Dios mío.

Como suena. ¡No me vengas con tu anticastrismo y anticomunismo viscerales! Cuba tiene cosas buenas, como la sanidad, la educación y las actividades culturales. A ver cuántos pueden ir a la ópera en Port au Prince a diferencia de La Habana. Además, la última reforma del camarada Raúl es que los cubanos ya pueden viajar libremente al extranjero.

¿Ya no tienen que pedir un permiso que tampoco les daban nunca? O sea, los cubanos pueden viajar. Pues temo que el régimen tenga los días contados. No por eso que suele decirse de que viajar espabila mucho y los cubanos vayan a ser más críticos, probablemente porque ya lo serán, sino porque se van a ir todos, como sucedió en la República Democrática Alemana cuando se levantaron las restricciones, y no a México, sino a Miami.

Echar la culpa de todos los fracasos de Cuba al bloqueo de los gringos y atribuir a la presciencia del líder providencial, hoy bastante pachucho, todos los aciertos ha sido la práctica habitual de los panegiristas del régimen. Puede ser que el bloqueo sea responsable de alguna de las circunstancias reseñadas, incluso de todas, pero que los cubanos tengan o no acceso a la red tiene poco que ver con el bloqueo, sino que depende de la decisión de las autoridades en la isla. Y la decisión es represiva, consistente en impedir que los cubanos puedan comparar libremente con el extranjero (las comparaciones las hacen las autoridades y sus escoliastas por ellos) o informarse sobre lo que les interese. En verdad considero execrable, odioso, un régimen que impide el acceso a internet, que es la mayor puerta a la libertad que se haya abierto hasta la fecha a la humanidad. Sean cuales sean las razones del mando, yo no las admitiría y, en consecuencia, estaría en la cárcel. Por eso creo que los mejores cubanos de todos, los que merecen mis mayores respetos, son los que están hoy en las cárceles de la isla por "delitos" de opinión.

Y espero que la siguiente reforma del señor Castro (don Raúl) sea liberarlos. Para que no parezca que sus reformas se limitan a satisfacer el ansia de consumo de la población y también abordan el complicado tema de la dignidad de las personas.

(La imagen es una foto de florriebassingbourn, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 18 d’abril del 2008

España no se rompe; el PP, sí.

Las continuas tarascadas que la señora Aguirre propina a su partido están dejándolo con las cuadernas al aire y en un rumbo muy peligroso hacia una confrontación interna que parece aflorará con fuerza en el congreso de junio. Las declaraciones de la presidenta de la CA son muy sonadas porque tienen mucho calado. Mucho más del que parece a simple vista. Su insistencia en que se abra un "debate de ideas" en el partido no solamente trata de evitar que se la acuse de personalizar los problemas, de valerse de cualquier cosa para saciar su nada velada ambición de ser presidenta del Gobierno de España, sino que va directa al corazón del PP hoy: su indefinición.

Hasta muy recientemente la indefinición, la ambigüedad, todos bajo el techo común, fue buena fórmula. Pero puede que ya no lo sea tanto. Dos elecciones perdidas dan alas a la idea de que quizá convenga que el PP clarifique su posición entre las dos que hoy, parece, se reparten el alma de la derecha española: la "liberal" de la señora Aguirre y la otra que, a falta de un nombre autopropuesto, suele designarse con eso que la prensa más o menos de izquierda, llama una "derecha moderada", "derecha civilizada" (como si la otra no lo fuera) y "centro". Pongo entre comillas el "liberal" porque, viendo los dichos y hechos de la señora Aguirre, el término "liberal" que ella usa las merece. Por "liberalismo" entiende la señora Aguirre una actitud ultraliberal en lo social y económico al tiempo que ultraconservadora en lo moral. Ambas actitudes practicadas con gran agresividad. La batalla es de ideas y ella confía en que su "liberalismo" se impondrá en el PP porque, además del político, juega en el terreno mediático. Y mucho y muy bien. Con ese control que tiene sobre los medios capitalinos COPE, El Mundo y Telemadrid compensa doña Esperanza su falta de apoyo en la piel de toro. No hay más que ver cómo interviene en los enfrentamientos de los medios, a favor de los suyos y en contra de los que considera adversarios. Eso que dice de que El País trata de no llevar el trasvase del Ebro a portada es, a su vez, portada en Libertad Digital del día anterior: El País especula sobre el futuro de Aguirre para quitar el trasvase del Ebro de su portada. La señora Aguirre dice lo que dice su prensa. Hay una notable unidad de acción que es muy eficaz a la hora de que el personal, sobre todo los votantes, entiendan el mensaje.

Y hace bien. El grupo relativamente monolítico que se designa a sí mismo como "los liberales", cree que es un buen momento para tomar las riendas del gran partido de la derecha y arrastrarlo a apoyar sus posiciones ultras. Y es un buen momento porque el hipotético otro sector de la derecha está descabezado, debido tanto a la derrota personal del señor Ruiz Gallardón (a su vez enfrentado con La Cope en los tribunales) y a su evidente resignación como a la falta de una formulación sólida de un proyecto distinto del liberal que, evidentemente, nadie, ni el señor Ruiz Gallardón ha formulado nunca porque piensa que a él le fue bien en la indefinición y la ambigüedad.

En el fondo, la frase de doña Esperanza sobre los socialdemócratas iba dirigida contra el señor Rajoy porque cree que el señor Rajoy y sobre todo el señor Ruiz Gallardón son socialdemócratas; no del todo pero sí en parte. Y tiene razón. Ambos dirigentes traen orígenes franquistas: el señor Rajoy, vía don Manuel Fraga y el señor Ruiz Gallardón vía su suegro, señor Utrera Molina, también ministro de Franco y uno que, según dice en su libro de memorias, anda por la vida Sin cambiar de bandera. Vale decir, de camisa. Pues bien, como derecha franquista, tienen ambos un toque de paternalismo intervencionista que saca de quicio a los "liberales" a quienes parece que eso es pura socialdemocracia.

Se trata de la derecha más tradicional en España, más acorde con el liberalismo histórico español mientras que los otros, los "liberales" no encajan en ese modelo histórico español por dos razones: primera porque son muy extranjerizantes; la señora Aguirre quiere ser Mrs. Thatcher; y la segunda porque son integristas religiosos; la punta de lanza ideológica es una emisora de Conferencia Episcopal, o sea de la Iglesia católica española. Cómo se combina eso con el liberalismo azañista, del que el señor Aznar dice saber mucho, es un misterio insondable. Para su desgracia, sin embargo, este sector de la derecha no parece encontrar un nombre que "venda", que no sea derecha franquista, paternalista, intervencionista o socialdemocracia, por lo cual prefiere mantener silencio. Sabia actitud, acorde con el viejo dicho de "Calla a no ser que lo que tengas que decir sea mejor que el silencio", pero que no siempre puede mantenerse, sobre todo en política, en donde de continuo te exigen que lo rompas.

De ahí la importancia de que la señora Aguirre esté en mitad del palenque, lanza en mano, presta la rodela, retando al caballero que quiera defender al "centro" o "derecha moderada", en nombre del "liberalismo" y muy apoyada en su particular brunete mediática. Y que no salga nadie, que el señor Rajoy no sepa dar una respuesta en el campo de las ideas y/o proyectos, y se dedique a recabar apoyos territoriales a su candidatura, lo que está provocando mucha agitación en el partido en el que ya se discute sobre el tipo de mandato de los delegados, es prueba de que las aguas bajan turbias.

Al final hay que preguntarse qué pasará si en el Congreso se enfrenta una propuesta del señor Rajoy todo sonrisas pero sin ideas y una crecidísima señora Aguirre que, además de las sonrisas, trae las ideas. Y qué pasará si gana la señora. Porque si gana la señora, se ha acabado la carrera política del señor Rajoy y del señor Ruiz Gallardón quien, en un acto que probablemente sea noble pero muy irreflexivo, vinculó su futuro al del señor Rajoy poniéndose a sus órdenes sin condición alguna. Es posible que ambos se vayan a casa, teniendo en cuenta que los dos son bastante mansos. Pero habrá mucha presión sobre el señor Ruiz Gallardón para que capitanee una escisión del PP por el lado "centrista" o "moderado". Y ganas no le faltarán al Alcalde que tiene algunas cuentas que ajustar con doña Esperanza. En contra de la hipotética escisión opera el acusado sentido del interés de la derecha (que le hace ver la conveniencia de no fragmentarse) y la memoria del desastre de la UCD.


Por cierto, cómo está el patio mediático. El señor Daniel Anido, director de la Cadena Ser llama a los señores Burgos, Jiménez Losantos, Ramírez y Ussía, entre otros, pajilleros, reprimidos, grasientos, puteros, siniestros, cobardes y acomplejados. El clima que he detectado por ahí en general es de alegría porque alguien finalmente les dice cuatro cosas a esas gentes que llevan años soltando veneno, en la idea seguramente de que es el único lenguaje que entienden. Lo entiendo a mi vez, pero es su lenguaje. Y ahí son maestros. Acuñan estos pavos insultos de a doblón que tratan de aplastar al insultado. Se admiten apuestas de qué será lo que digan de él. Para mí que de degenerado, borracho y mamporrero no bajan.

(La primera imagen es una foto de adelgado, la segunda es de Chesi, la tercera de Brocco Lee, todas bajo licencia de Creative Commons).

El hambre en el mundo.

Mi amigo Tom Cahill me envía un mapa interactivo del hambre en el mundo a lo largo del último tercio del siglo XX. Es de la FAO o sea que supongo que estará bien hecho. El mapa gradúa en colores el porcentaje de población que en cada caso esta subalimentado. Por cierto, obsérvense España y Suecia en 1970. Puede verse cómo en estos casi treinta y cinco años ha mejorado sensiblemente la situación de las poblaciones en Asia y América Latina, pero África sigue siendo un continente en estado de emergencia por las hambrunas a día de hoy. Mirando esto se entiende lo de los cayucos, las pateras y lo que sea. Esa gente no está huyendo sólo del subdesarrollo, la pobreza, la guerra, la corrupción esto o lo otro, no; está huyendo sobre todo de morir de inanición. Quien quiera ver el mapa animado que pinche en mapa del hambre.