dimarts, 22 d’abril del 2008

Y doña Esperanza no defraudó.

En absoluto, no defraudó en absoluto. La llevaron al programa 59 segundos, le pusieron enfrente a seis periodistas (de ellos cuatro directores de periódicos y un subdirector), ninguno de los cuales simpatiza especialmente con ella y sólo tres, creo con su partido... y se los cenó a todos con patatas, sin perder la compostura ni la sonrisa, distendida, ingeniosa y contundente. Mientras los periodistas insistían una y otra vez hasta el hastío del público para pillarla en alguna contradicción con pequeñeces y fruslerías personales sobre si se presentaba, no se presentaba, si el señor Rajoy sí o no, si el señor Arenas, si el señor Gallardón, la presidenta de la CA convirtió el programa en un acto de propaganda de su visión del PP, se quedó con sus interlocutores, los desconcertó, los dominó y prácticamente no los dejó resollar. Uno sacó ¡hasta la fiesta del cuarenta cumpleaños del señor Gallardón para preguntar lastimeramente qué había pasado entre ellos dos!

Todo el programa fue un lucimiento de la señora Aguirre. Mostró una notable superioridad dialéctica sobre sus interlocutores que no consiguieron sacarle lo que querían, pero estuvieron todo el tiempo dando vueltas a la noria, mientras ella los llevaba por donde se le antojaba. Al final, ya desnortados por entero, le pidieron los titulares del día de hoy... ¡y tampoco se los dio! De forma que si echan Vds. una ojeada a los que sacan los medios que comparecieron verán Vds. un gallinero divertidamente descolocado. Son los titulares de: El Mundo, La Razón, ABC, El Plural y Público. Por supuesto, no hace falta hablar de los comentarios personales y firmados de algunos de los contertulios a horas del evento: respiran frustración y auténtica inquina.

En algún momento de su lucidísima intervención la señora Aguirre señaló su convicción de que las mujeres están perfectamente capacitadas para hacer cualquier cosa que hagan los hombres. A la vista del programa de ayer hay que concluir que tan capacitadas o más porque sola una mujer dejó desconcertados a seis aguerridos periodistas hombres, demostró tener muchas más tablas que ellos y se lució.

Únicamente poco antes del final uno de ellos, el director del ABC, que parece el más reflexivo, cayó en la cuenta de por dónde orientar un ataque a la señora Aguirre que le hiciera efecto: precisamente por el del debate de ideas y principios del que ella se glorió todo el programa sin que a ninguno de sus interlocutores se le ocurriera ni por asomo ir por ahí. Pero ya era muy tarde y sólo le formuló una pregunta tan alicaída y corta que la señora Aguirre se permitió el enésimo lujo de lucirse, esta vez por la banda doctrinal, con dos frases que contenían tres falacias de albarda de burro en medio minuto: a) que las políticas liberales, conservadoras, reformistas y centristas vienen a ser las mismas en todas partes; b) que son las que han aportado mayor progreso y bienestar en Europa; y c) que la receta keynesiana de aumentar el gasto público es un disparate. Las políticas liberales no son iguales a las centristas o reformistas, ni son las que más bienestar han aportado, ni es cierto que el aumento del gasto público sea un disparate, como se prueba hoy mismo viendo las políticas que están adoptando todos los gobiernos, empezando por el estadounidense, para frenar la recesión. Pero para responder a esto es necesario tener en la cabeza algo más que los titulares de mañana.

(La imagen es una foto de Chesi, bajo licencia de Creative Commons).