Mi amiga Pilar Ruiz-Va me envía este video que tiene bastante gracia. Trata de en donde creen los estadounidenses que está Irán o cuál es el país que prefieren invadir la próxima vez. Hay uno que se pronuncia por Italia. Tiene subtítulos en español.
Cae bien la gente diciendo unos disparates tan colosales con tal cara de felicidad. Y se admiten apuestas. Yo creo que unos realmente no tienen ni guarra pero que otros van de coña. Es imposible (supongo) que alguien mayor de edad en los EEUU crea que Fidel Castro es un cantante. Y que una señora con pinta de hija de la Revolución pintada por Grant Wood no sepa qué es el Reino Unido. Otras veces, las respuestas son lógicas desde el punto de vista del país. Efectivamente, Utah es un Estado que empieza por "U".
La Tercera Comisión de las Naciones Unidas, de Asuntos Sociales, Humanitarios y Culturales, aprobó ayer por amplia mayoría de 99 países, con 52 en contra y 33 abstenciones un proyecto de resolución que pide establecer una moratoria en la aplicación de la pena de muerte en todo el mundo con vistas a su total supresión. Hay pocas dudas de que la resolución saldrá adelante en la sesión plenaria de la Asamblea General.
Como debe ser porque hay que acabar con esta lacra, esta vergüenza de la Humanidad.
La propuesta lleva las firmas de Albania, Angola, Brasil, Croacia, Gabón, Filipinas, México, Nueva Zelanda, Portugal (en representación de la UE) y Timor Oriental. Y ya se han levantado las habituales críticas y objeciones:
I.- Que la abolición es un intento de Occidente y más en concreto de la Unión Europea por imponer coactivamente a todo el mundo sus criterios en materia de derechos humanos. Ya se sabe, el famoso eurocentrismo con el que los europeos, que carecemos el menor respeto por la diversidad cultural, pretendemos obligar a todo el mundo a marcar el paso a nuestro antojo.
II.- Que la Unión Europea, ese club de viejas y ajadas metropolis, sigue sin entender que los felices tiempos del imperialismo pasaron hace ya muchos años. Que ya no está el horno para andar dando órdenes donde no se pinta nada.
III.- Que la pena de muerte, que no es cosa de derechos humanos, sino de derecho penal interno de los países, pertenece al ámbito de la soberanía de cada Estado y toda decisión al respecto de la Asamblea General será un acto de injerencia en los asuntos internos de los Estados Miembros.
El proyecto lo han apoyado países europeos y no europeos. Para seguir sosteniendo que se trata de un gesto eurocéntrico hay que decir que Filipinas, Gabón, Timor Oriental, etc toman sus decisiones al dictado de las viejas metropolis imperiales. Cosa tan sensata como sostener que quienes no votan como nosotros son unos vendidos, unos badulaques, están engañados y van en contra de sus intereses. Un tipo de reproche que no suele formularse a las claras, pero que está en la base de muchos análisis, en especial de la izquierda. Y que simplemente no es aceptable.
Las resoluciones de las Naciones Unidas no son vinculantes para los Estados Miembros con lo que es claro que ésta en concreto, además de no ser una prueba de podrido eurocentrismo, no es ni puede ser una imposición porque no tiene fuerza coactiva. La tiene, sí y mucha, moral. Y eso es lo que fastidia a críticos y objetores, esto es, que están obligados a salir en defensa de una práctica que nadie gusta de defender porque, a mi entender, es indefendible. Y no les gusta quedar como lo que son cuando se firman y llevan a cabo penas de muerte: como asesinos. Prefieren que no se hable de ello, que no se mencione, que se ignore. Por eso hay que hablar, debatir, someter el asunto a consideración pública.
Merece la pena ver el video que he colgado sobre la abolición. Está en inglés, pero es muy clarito. Se cuentan casos concretos de ejecuciones lastradas por algún horror, de esos que, cada uno de ellos por sí solo es un argumento definitivo contra esta odiosa práctica:
a) Error judicial. En Uganda, un hombre pasó diecinueve años en la cárcel condenado a muerte por un crimen que no había cometido. En China, se ejecutó a un hombre en 1995 por el asesinato de su esposa que apareció viva en 2005.
b) Crueldad de la pena. En Guatemala se ejecutó a un hombre mediante inyección letal. Tardó dieciocho minutos en morir, episodio emitido íntegro por la televisión. En Kuwait, un ejecutado en la horca tardó cinco horas en morir.
c) Falta de garantías procesales. En Arabia Saudí se ejecuta a inmigrantes africanos tras someterlos a procesos en una lengua que no entienden y, muchas veces, sin llegar a informarlos de que han sido condenados a muerte.
Eurocentrismo o no eurocentrismo, hay que acabar con un hábito tan inhumano. Algunos países que aplican la pena de muerte, como los EEUU, el Japón, etc, argumentan que dictan y ejecutan esta pena con todas las garantías procesales y pleno respeto a los derechos humanos. Respetan los derechos humanos pero atentan contra el fundamental, que es el derecho a la vida. Es curioso que los más acérrimos defensores de la pena de muerte suelan ser también los más acérrimos enemigos del aborto. Reconocen el derecho a la vida al feto y se lo niegan al adulto en pleno uso de sus facultades mentales. Esta contradicción muestra a las claras un núcleo de razonamiento viciado. Son igualmente los que se oponen denodadamente a cualquier forma de eutanasia.
Hay que abolir para siempre esta execrable costumbre.
Mi hijo Andrés me envía este video que me parece estupendo y cuelgo aquí para general solaz. Scrat sabe muy bien lo que quiere y lo procura con denuedo pero al final puede con él su codicia. Triste y humano destino. Snifffs.
¿No se da cuenta de que está Vd. resultando cargante? ¿Qué pretende Vd.? ¿Entretener a su gente en el interior generando un conflicto en el exterior, como aquellos generales argentinos que provocaron una guerra con el Reino Unido para ver si conseguían que sus compatriotas dejaran de considerarlos insoportables? Dado que la opción armada queda aquí descartada, ¿hasta dónde quiere llevar sus provocaciones? ¿Va a residenciar a las empresas españolas, los bancos, que allí actúan? ¿Se toma Vd. por el país, igual que Franco sostenía que ofendía a España quien lo criticaba a él? ¿O sólo se lo hace? ¿Qué sentido tiene actuar a impulsos de la vanidad personal, jugando con el bienestar de la gente y la prosperidad de los países? ¿Qué excusas le debe el Rey? Excusas las debe Vd. por no dejar hablar a la gente. Y más que sigue debiendo por continuar emponzoñando las relaciones bilaterales y multilaterales pues, según leo, ha comenzado Vd. a amenazar a terceros países si no le complace la actitud que adopten frente a España. Eso es lo que se llama "doctrina Hallstein" pero en versión de risa.
¿Por qué no se calla de una vez y deja de agitar el patio con el sempiterno y confuso agravio de los quinientos años? ¿Que lo siguen a Vd. sus dos aliados, señores Ortega y Morales y cuentan con el apoyo lejano pero tonitronante del Comandante? Pues eso es lo más penoso de la izquierda latinoamericana, que reproduce el viejo discurso de la oligarquía criolla, con ignorancia de los últimos doscientos años (ciento nueve en el caso de Cuba) en los que las relaciones entre los dos lados del atlántico se han intensificado mucho. Primero fueron los españoles quienes emigraron a América y hace ya algunos años que son los americanos quienes emigran a España. Actualmente, casi el diez por ciento de la población española es de origen extranjero, unos cuatro millones de personas, de los que cerca de un millón y medio son sudamericanos. No venga a envenenar las relaciones, buen hombre. No chingue, hombre, no chingue. Y no amenace, caramba. Sosiéguese si su insufrible garrulería se lo permite. O sea, cállese.
Era de prever que el señor Llamazares se impusiera claramente a la candidata que la prensa llama "del sector crítico", esto es, básicamente la dirección del Partido Comunista, a la que repatea el médico asturiano. Durante unos días corrieron dos o tres especies alarmistas. La más inocente cuestionaba la validez del censo, elaborado sobre una militancia hinchada por exigencias congresuales. Es muy verosímil pero irrelevante ya que afecta por igual a ambos candidatos. La segunda especie era más corrosiva por cuanto sostenía que al tener la señora Sanz los apoyos del PCE, barrería en muchas más circunscripciones de las que se creía en un principio. No era cierto pero así se minaba la posición del señor Llamazares.
Ese sesenta y cinco por ciento del voto es un espaldarazo para la actual dirección de Izquierda Unida. Los sectores contrarios o "criticos", esos que elevan el tono de voz para ocultar la falta de voces, dirán que ha triunfado la blandenguería socialdemócrata, el entreguismo al segundo pedal de la bici capitalista, pues cuando pillan una idea no la sueltan así como así. El hecho es que, con el sesenta y cinco por ciento del voto para el señor Llamazares, los señores Alcaraz y Frutos podía ir presentando la dimisión.
La cuestión ahora se va a ventilar relativamente pronto pues consiste en averiguar cómo recibe el electorado el resultado de las primarias. IU está en uno de sus momentos parlamentarios más bajos. Por mal parada que salga en marzo 08 es difícil que empeore. Se da también la novedad del partido UPD. Izquierda Unida podía avisar de su disponibilidad para una alianza de gobierno con el PSOE. Eso que llaman los críticos "seguir perdiendo perfil". A lo mejor le da más votos; más que con el perfil de la famélica legión.
Vaya con don Gonzalo Suárez, que ha vuelto a sorprender con su última peli, Oviedo Express, con la que, para no faltar a la costumbre, ha cosechado denuestos y aplausos casi a partes iguales. Es una virtud esta de no dejar indiferente a nadie. Sé poco del señor Suárez pero, por lo poco que sé, es hombre de mi predilección porque se me antoja una especie de maldito contemporáneo, ese tipo brillante de cuyo genio se hace lenguas todo el mundo pero a quien nadie quiere ver cerca de sí, no vaya a decir o hacer alguna inconveniencia.
Bueno, el caso es que, según parece, ha hecho una adaptación libre de un cuento de Stefan Zweig que se llama Angustia y es la historia de una adúltera a la que chantajean. Yo la llamaría mejor Miedo porque el título alemán es Angst. Por cierto, que ya se han hecho otras adaptaciones del cuento en cuestión, una de ellas, de Roberto Rosellini, llamada La paura, con la que entonces era su mujer, Ingrid Bergman. Pero no sólo es una adaptación libre del cuento de Zweig, sino una réplica de La Regenta por cuanto la historia tiene como eje una compañía de teatro que ensaya una versión teatral de la novela de Clarín que, precisamente, se estrenará en el Teatro Campoamor de Vetusta. La historia la cuenta un ángel y la mujer del alcalde, veinte años menor que él, se llama Emma. Con esos ingredientes, ¿qué se le puede pedir al señor Suárez? Pues que responda a la pregunta que el director de la obra en la peli se hace sobre si se puede llevar al teatro La Regenta. Y la respuesta es sí. Obsérvese que es exactamente la situación que aquí se comentaba con la versión cinematográfica de Tristram Shandy, donde la respuesta también es sí, todo depende de cómo se enfoque. Garantizado queda el logro si, en vez de contar la historia al estilo tradicional, se cuenta que se cuenta mientras se cuenta lo que sucede al contarlo. No es un trabalenguas, sino desconstrucción posmodernista.
Hay mucha gente que se enfada por lo que cree que es un vodevil. Y mucho más que debieran enfadarse porque, además de vodevil (y con gracia) es un tebeo, un comic en el que el desarrollo de la trama y las escenas se tratan como si fuera una especie de farsa. Sólo la escena en que la adúltera descubre en el armario a la amante de su amante es un toque de genialidad. Y con continuos guiños cinematográficos; el más obvio, el de los planos con la estatua de Woody Allen y con otros bastante claros: el ángel procede del cine de Frank Capra y la escena final remite directamente y prácticamente reproduce la de Sunset Boulevard. Los actores están bien, aunque son muy desiguales, los diálogos son muy ingeniosos y, para consuelo de los indignados por el vodevil, que echen cuenta del melodrama en el que no falta el recurso escénico por excelencia del teatro del siglo XIX, esto es, el pistoletazo en escena. En resumen, a mi modesto entender, una película inteligente, sutil, muy bien llevada, con oficio y agilidad y que se ríe de todo, incluso de sí misma. A lo mejor fastidia por eso.
Estoy desconcertado. Decía servidor hace un par de posts, en uno titulado Chévere, muchachos que
"Lo único, pero muy interesante, que he sacado en limpio del lamentable incidente en la cumbre hispanoamericana es que todo dios considera que llamar "fascista" a alguien es insultarlo."
Tal cual parece. No amaina la bronca montada con el "fascista" que el señor Chávez ha obsequiado al señor Aznar, quien se pasea ufano y mudo por América Latina. Y por si fuera poco creo haber visto que la señora San Sebastián ha demandado o va a demandar a alguien por llamarle "fascista". Pues no sé yo. Desde luego, con esta unanimidad, no cabe sino admitir que llamar "fascista" a alguien, como llamarle "nazi", es un insulto. Pero ¿lo es en sí mismo? Por lo que sabemos del sistema fascista italiano, si por fascista se entiende el partidario de ese sistema tal como se produjo, desde luego. Y eso mismo podrá decirse del régimen nazi, del soviético y de todos los comunistas. Pero lo habitual es soslayar la acusación asegurando que se es "fascista" o "nazi" o "comunista", sin estar de acuerdo con lo que los diversos sistemas perpetraron. Siendo esto así, entendiendo por "fascista" al que suscribe y defiende algún lindo programa de voluntariosa regeneración nacional (habituales entre fascistas) el término no connota insulto.
Sucede, por lo demás, que eso del insulto y la injuria es asunto sumamente oscuro pues tiene un elemento componente subjetivo fundamental. Para que haya un insulto tiene que haber un insultado. No es posible insultar al vacío. Un insultado que se sienta ultrajado, vejado, por alguna manifestación del insultador. En estos términos, ¿acaso no es cierto que habrá gente que se sienta insultada aunque el supuesto insultador se haya limitado a decir "Hola, buenos días"? Y al revés.
Toda la bronca viene porque esa especie de telepredicador que los venezolanos han elegido como presidente llamó "fascista" varias veces al señor Aznar en una intervención en la reciente cumbre hispanoamericana. Se cumplía así una vez más la famosa Ley de Godwin porque todo ha saltado por los aires. Al Rey, pobre, ahora que pierde un apoyo en la familia, le han sacado a Mitrofán, los conquistadores, el expolio, su origen romano, la muerte de su hermano, el nombramiento digital de Franco, lo que cobra, lo que gasta, lo que viste, los vicios de familia, sus andanzas y devaneos y lo que se tercie.
La acusación más frecuente que se le hace (al Rey) es que carece de legitimidad para mandar callar a un Jefe de Estado electo. Claro, esa legitimidad descansa en exclusiva y para este asunto concreto en la presidenta de la sesión, señora Bachelet, quien no la ejerció. En todo caso, se acusa al Rey de faltar a las formas. Pero ¿cuáles eran las formas del señor Chávez? Sigo pensando que lo que hizo el Rey estuvo muy bien. No hay quien soporte a los atorrantes que interrumpen a quien está en el uso de la palabra, negando a todos los demás el derecho a escucharlo y a no escucharlo a él y en eso no tiene nada que ver la legitimidad o no legitimidad. Insisto, yo hubiera hecho lo mismo. Lo que no sé es si me hubiera atrevido.
En cuanto a los fascistas, las cosas están claras. Llamar "fascista" a alguien no es insulto en sí mismo. La primera foto la he obtenido en un web que se llama Ilduce.net destinada a glorificar el recuerdo de Benito Mussolini y el fascismo, gente muy satisfecha de que se la considere fascista y a la que el término no resultará insultante en modo alguno sino encomiástico. La otra foto, la de policía, la he encontrado en la red, en la página web del profesor de Física Andreas Aste. Parece que Mussolini fue detenido por vagabundería en Basilea en 1903 y que esa es la foto de archivo de la policía de Berna.
La pregunta es si es insulto llamar a alguien seguidor del señor Mussolini con sus antecedentes policiales. Hitler los tuvo penales, bien es cierto que por preparar un golpe de Estado. ¿Queda la doctrina estigmatizada por el hecho de que su fundador haya pasado por los calabozos de la pasma por vago y quizá malhechor? En mi opinión, no, pero tampoco me parece asunto de interés.
En último término recurrir al latiguillo de "fascista" quizá sólo denote falta de vocabulario. Uno puede decir que el señor Aznar es arrogante, intemperante, autoritario, faltón, trivial y de escasas luces y no se le está insultando porque no se le llama "fascista". Claro que si no se le llama, ¿cómo saber que no se esté hablando del señor Chávez?
No sabe uno por donde empezar que en esto de emitir opinión los rumbos son muy confusos. Es posible que se deba a la ausencia del señor Rajoy, a quien se tiene en cuenta más por lo que no dice ni hace que por lo que hace y dice, pero el hecho es que en un solo día diversas voces de segundo plano pero muy autorizadas en el partido de la derecha entonan un desconcierto tan atroz que uno se pregunta si ese partido quiere ganar o perder las elecciones. Parece lo segundo. La falta de una única voz, de un único discurso hace que se oiga esta algarabía de segundones que pueden decir cualquier cosa porque ya saben que no caerá sobre ellos la tarea de gestionarla. El asunto es tan llamativo que choca que los responsables no hayan tomado medidas para resolverlo.
Las metáforas que más se emplean en política son las marinas. Se suele decir que el presidente o el gobierno o el monarca o quien sea lleva con pulso firme la nave del Estado. En la etimología griega del gobierno -el gobernalle de los barcos- se encuentra el piloto o timonel, el kybernetes, hoy ascendido a cibernauta. Cuando se comparte barco lo más sensato es no cuestionar según qué cosas. Para entendernos, volviendo al terreno político, los que llamamos "asuntos de Estado". Igual que en un barco no se discuten las decisiones del capitán al aparejar o fijar la derrota, tampoco en política se cuestionan los asuntos de Estado. La política tiene unos límites que no pueden traspasarse so pena de convertir el buque en uno de locos, según la vieja leyenda del Narrenschiff. ¿Qué cuáles son los "asuntos de Estado"? Aquellos que afectan a bienes públicos manifiestos, en concreto la seguridad, bien a través del orden público (en lo que corresponde a las fuerzas de seguridad del Estado y los tribunales de justicia), bien a través de la política exterior y de defensa. Sobre todo lo demás cabe opinar, discrepar, disentir, sobre la política fiscal, la salarial, la de infraestructuras o viviendas, las normas culturales o la forma de vestir. Pero en lo atingente a la seguridad colectiva hay que cerrar filas con el gobierno igual que en el barco se respalda al capitán ante el riesgo de zozobrar.
Si bien se observa, estos tres órdenes aquí identificados como "asuntos de Estado" son los que Adam Smith reservaba para las actividades del soberano, además de las correspondientes obras públicas. Son pues asuntos de Estado lo que son asuntos de Estado desde el punto de vista del padre fundador del liberalismo. Buscar la confrontación en ellos es un acto de irresponsabilidad difícil de igualar. Y sin embargo es lo que hace el PP. Su liberalismo es tan inexistente como desconocidas sus propuestas en materia fiscal, de vivienda, educativa, financiera, etc, a excepción de alguna promesa electoral hecha de rebote, del tipo de "y dos huevos duros" de Groucho Marx. Pero donde falta materia de debate en estos asuntos contingentes (pero que son los que, según las derechas, verdaderamente "interesan a los españoles") suenan las grandes palabras, los juicios temerarios, las bravuconadas o las típicas felonías. Oyendo hablar a la señora María San Gil o a los señores Acebes o Del Burgo uno se pregunta si no es un comando de dinamiteros dispuesto a que reviente y se hunda el navío antes de que llegue a puerto.
A raíz del fallido atentado de Getxo, la señora San Gil dice que, si ETA no tiene éxito ello se debe a que son estúpidos o nosotros tenemos mucha suerte. Así mismo. Ni una palabra sobre los cuerpos de seguridad, que están trabajando encomiablemente, hasta el punto que uno de los artificieros vascos ha perdido cuatro dedos. Tengo entendido que esta señora San Gil estuvo retirada por un episodio de salud felizmente superado. Pues ahora convendría que meditara algo más lo que dice y por partida doble. Es claro que los etarras son tontos, tontos morales rematados, enajenados, frenéticos y que la señora San Gil lo ponga en duda es realmente sorprendente. Y, por supuesto, si ETA no alcanza lo que está tratando de conseguir a todo trance es por la eficacia de las fuerzas de seguridad autonómicas y del Estado. Pero ¿cómo se puede ignorar esto o, lo que es peor, negarlo?
En cuanto a lo que dice el señor Del Burgo sobre el 11-m, que puede verse en una entrevista publicada en 20 minutos prefiero olvidarme. Después de tres años de sembrar dudas sobre el proceso y de tratar de bloquearlo, ahora asegura el político que él jamás dijo que tras el 11-m estuviera ETA y que, en todo caso, la sentencia es mejorable. Es preferible olvidarse y concentrarse en el señor Ruiz Gallardón que por fin ha dicho lo que, de ser España un país normal, no sería necesario decir, esto es, que lo que sucedió el 11 -m es lo que dice la sentencia y ésta se acata sin más pamplinas, reservas ni distingos. La situación de disparate a que se ha llegado se mide en el hecho de que el vara mayor de la capital tenga que decir algo tan elemental y en el de que todo el mundo se pregunte qué dirá la suma autoridad partidista que ya en su día acató con racanería la sentencia visto que habría que seguir investigando en otras líneas.
La jefatura de dinamiteros recae en el señor Acebes, cuyo aspecto de lechuguino encaja fatal con las atrocidades de que colma diariamente al señor Zapatero. La decisión del señor Acebes de pegarse con el Gobierno acusándolo de ser el responsable de la falta de educación del señor Chávez es un desatino y una falta de lealtad tan patentes que no me explico por qué no se explican por qué el señor Rajoy no remonta en las encuestas. O ¿es que creen que la gente es imbécil? Sí, me temo que lo creen. Y temo asimismo que su grado de enajenación es tan extremo que piensan que están haciendo bien las cosas. De donde se sigue que, cuando el próximo mes de marzo, se den una castaña en las elecciones, la conclusión será que la gente vota equivocadamente. Mientras no crean que sea llegada la hora de enderezarla...
Los del InSurGente siguen varados en una misteriosa avería tecnológica y no comparecen en la red, lo que es una lástima. Espero que sea de verdad un problema técnico y no alguna sucia maniobra de censura de los poderes mundanos. En todo caso, mientras el periódico regresa a la blogosfera, estoy dispuesto a sacar aquí las viñetas de Kalvellido, pues no es cosa de que un fallo técnico prive a sus admiradores de su visión cotidiana, siempre original y con una pizca de miel y vinagre. Por supuesto, eso no implica que haya de suscribir el contenido de sus obras. Su libertad para publicar lo que quiera corre pareja con la mía para pensar lo que me parezca. Y así como ayer no coincidía en nada con la viñeta, aun reconociendo que tiene mucha chispa, llamada Y tú...por qué no te callas?, con la de hoy, también buenísima, podría coincidir con la primera parte de la expresión, pero no, nunca, con la segunda. El señor Aznar no fue, no es, ni será, probablemente, nada mío.
La cantidad de improperios, insultos soeces y denuestos que gente como Alfonso Ussía dedicó en su momento al obispo José María Setién, titular que fue de la diócesis de San Sebastián, hubiera bastado para hacer de él una personalidad pública. Se da asimismo la circunstancia de que Monseñor Setién es hombre de acusada personalidad, firmes convicciones, decisión y acusado sentido de su misión pastoral lo que mezclado con el vilipendio a que lo sometió la carcundia, lo convirtió en la figura más visible de la Iglesia vasca y una de las más visibles de la española.
Ahora acaba Monseñor de publicar un libro con el sugestivo título que puede verse a la izquierda y de muy interesante lectura, aunque algo fatigosa y no por la enjundia, sino por el descuido con que está escrito. Sea como sea resulta muy necesario para estudiar la actitud de la Iglesia católica y la del citado obispo en concreto frente al nacionalismo vasco y ETA en los años duros de los setenta, ochenta y noventa.
La obra es una especie de rendición personal de cuentas en la que se mezclan noticias biográficas con consideraciones de carácter doctrinal. Mons. Setién comienza bromeando con su posible doble condición de obispo nacionalista o nacionalista obispo. Pero hay pocas dudas de que es y se considera lo segundo: un nacionalista que es obispo, desde luego como podía haber sido cualquier otra cosa, pues es hombre inteligente. Se dirá que la condición de obispo, de religioso, es vocacional y es cierto; pero al definirse como nacionalista obispo, el nacionalismo es previo a la vocación, casi como una condición intrínseca del ser Setién, que no dependiera de él, como los peces tienen escamas y los pájaros plumas; aunque siempre hay excepciones.
El nacionalismo de Mons. Setién es exactamente el del PNV, aunque él lo presente como elaboración propia. Monseñor utiliza la lengua peneuve, nunca habla de España sino de Estado español, es soberanista, partidario del derecho de autodeterminación de los vascos, firme creyente en la idea de los derechos colectivos de los pueblos, defensor a ultranza de la vía negociadora para poner fin al "conflicto vasco", contrario a ETA, a la que condena sin ambages y cuya desaparición pide con reiteración, sólido puntal del llamado Plan Ibarretxe, que él menciona por su nombre oficial de Estatuto Político de la Comunidad de Euskadi, aprobado por mayoría absoluta en el Parlamento vasco y no admitido a consideración por el Congreso de los Diputados. Todo lo cual hace que no haya gran diferencia entre Monseñor Setién y cualquier jelkide.
Sólo que Monseñor Setién, además, es cura y cura que va de progre por la vida con eso del nacionalismo pero que es un reaccionario que mete miedo. Basta con ver cómo relaciona el aborto con el terrorismo de ETA:
No caí en la trampa de quien se empeñaba en hacerme decir que, de esa manera, "equiparaba" yo el aborto con los asesinatos de ETA. Pero la negación de esa abusiva identificación no podía llevar a la conclusión de que el aborto no fuera en sí una negación clara del derecho fundamental a la vida de la persona, al igual que lo era el asesinato producido por ETA." (pág. 110)
O sea, no pero sí o sí pero no.
Veamos ahora al obispo ocupándose de su grey y sin ignorar, como de hecho no ignora, que en ésta hay de todo: nacionalistas vascos, españolistas y todo tipo de matices interiores e incluso sin matices. Hay asimismo fuerte división, enfrentamiento muchas veces a muerte, conflicto, guerra. En ese contexto, Monseñor justifica la atención que el pastor dedica a los descarriados, los terroristas, los asesinos recordando los evangelios. Él no duda de que ETA es una organización criminal, pero añade que, como cristiano, tiene que amar hasta a los criminales. Ese amor por los criminales es el que le ha costado más duras diatribas de la caverna hispánica. A mí, en cambio, me parece perfectamente legítimo, mientras ese amor por el criminal no le lleve a ayudarlo en su crimen, a ser cómplice o encubrirlo; de no ser así, las relaciones que tenga Monseñor con criminales es asunto suyo, privado. Cosa, sin embargo, que él no reconoce porque, a fuer de católico, cree que la práctica religiosa pertenece al ámbito de lo público. Eso es lo que hace a los católicos bastante fastidiosos.
Lo explica muy bien Mons. Setién cuando dice que la expresión "dolor de ETA" no es ambigua, sino ambivalente, puesto que pide ocuparse tanto del dolor que ETA causa como el que le es causado a ella (pág. 159). Una distinción forzada ya que la ambivalencia no supone la coexistencia de deberes sino la idea de que uno debe erradicar al otro, que no es lo mismo. En todo caso, comienza y acaba la obra haciendo una propuesta cada vez lo suficientemente ambigua para que, en el ínterin, quepan todas las posiciones. En el comienzo se dice que hay que pronunciarse entre conseguir la paz y luego la justicia o, al revés, primero la justicia y después la paz en el País Vasco (pág. 105) y termina asegurando que nos encontramos ante la disyuntiva reconciliación y luego justicia o, al revés, primero justicia y luego reconciliación (pág. 180). Como se ve, nada nuevo. Él, por supuesto, escoge siempre la segunda opción como buen nacionalista.
Y como buen nacionalista, su compromiso de hoy es viento de mañana, pues todo depende de ese ente superior al que se refiere varias veces, el magma Nación. Si ayer se decía que no es pensable un funcionamiento democrático en el País Vasco mientras exista ETA, se apoya luego el Plan Ibarretxe que es eso precisamente: consultar a la población para que la gente se pronuncie libremente con el cañón de la Parabellum en el cogote.
Monseñor termina su obra diciendo que quiere mirar al futuro. Aparte de que futuro a él no le queda mucho pues es octogenario, su idea de él aparece claramente mediatizada por sus imágenes de madurez, de juventud, de adolescencia, de niñez. Es "su" futuro, lo que él quiere como futuro. Palpita en cada hoja de este libro: una euskadi independiente camino de una Euskal Herria independiente. Todo lo cual está muy bien y es muy legítimo mientras no se asesine a nadie. Otra cosa es que Monseñor Setién quiera establecer algún tipo de relación entre el catolicismo (¡ay las procesiones a Santa María de Aranzazu!) y el credo independentista burgués o moderado. Ahí es donde, al hablar de la "iglesia vasca" sus colegas de jerarquía le afean la denominación y él responde que igual de inadmisible es la expresión "iglesia española" y a fe que, desde el punto de vista religioso tiene razón: las dos son iguales de extensas pues, siendo católicas, son universales.
¿Contiene este libro una justificación de los crímenes de ETA. No, al contrario, contiene una condena continua. Pero también contiene un intento de comprensión de sus motivaciones y eso a muchos los saca de quicio.