diumenge, 11 de novembre del 2007

Chévere, muchachos.

Lo único, pero muy interesante, que he sacado en limpio del lamentable incidente en la cumbre hispanoamericana es que todo dios considera que llamar "fascista" a alguien es insultarlo. ¿Qué dirán los fascistas al respecto? Digan lo que digan, lo suyo ha sido un exitazo en campaña de imagen. "Fascista" y "nazi" son dos insultos en toda la línea. Mucho más que el término "comunista". A pesar de todo lo que el comunismo ha supuesto, conserva cierta aura benéfica, revolucionaria, utópica. Todavía hay quien dice que "Jesucristo fue el primer comunista del mundo". Nadie, que yo sepa, ha dicho alguna vez que Jesucristo fuese el primer fascista. Ni los fascistas.

Por lo demás, la intervención del señor Hugo Chávez en lo referente al señor Aznar me pareció extemporánea, torpe, desaforada, grosera y bastante estúpida. No porque no esté de acuerdo con el fondo del discurso, sino porque no es el momento ni el lugar de ponerlo de relieve. En efecto, también a mí el señor Aznar me parece bastante fascista (con un fascismo nuevo, propio de la revolución tecnológica) y, desde luego, lacayo del señor Bush a extremos inconcebibles. Puedo estar de acuerdo con lo que dice el señor Chávez en este video

pero la cumbre no era el lugar para decirlo. Y no lo era porque las cumbres hispanoamericanas no son un mitin de fogosos partidarios del señor Chávez en donde éste puede gallear a su sabor. Las cumbres son espacios colectivos de diplomacia, colaboración y entendimiento, esto es, lugares en los que brilla la buena educación. Cuando se tiene, claro. Quizá el señor Chávez se siente tentado a seguir las audaces propuestas de Lenin en su tiempo para suprimir la diplomacia de los acuerdos secretos y por eso revienta la confidencialidad de las entrevistas. Si es así está mal porque pocas diplomacias han estado más llenas de secretos que la soviética.

Las cumbres tampoco son el lugar para ponerse borde por la misma razón por la que, cuando lo invitan a uno a casa ajena, trata uno de no agredir ni dejar en mal lugar al anfitrión que igual no quiere que lo indispongan con otros huéspedes. No es este un razonamiento que un ególatra infantil como parece ser el señor Chávez se haga por sí mismo; pero debieran soplárselo los asesores. Más que nada para no quedar como un patán.

No, no son las cumbres los lugares para tales exabruptos. Además es cosa muy poco inteligente. ¿Cómo no darse cuenta de que insultar a Aznar de esa forma es poner en un brete a los españoles presentes y no dejarles otra vía que reaccionar en respuesta como lo han hecho? Y lo han hecho muy bien. El Rey mandando callar al gárrulo militar y el señor Zapatero propinándole una lección de buenos y civilizados modales que lo dejó tieso y frío como una iguana. Los españoles consiguieron el aplauso general y el señor Chávez se quedó colgando del hilo del teléfono de don Fidel Castro, quien llamó a su joven paladín para hacerse presente en la cumbre desde el lecho del dolor, otro a quien gustan no poco las candilejas.

Tanto brillaron los españoles en la Cumbre a pesar de los ataques de varios mandatarios que nadie reparó en que el razonamiento expuesto por el señor Zapatero tenía un grave defecto lógico. Decía que la cumbre se basa en el respeto a los mandatarios elegidos por los ciudadanos de cada país. Pero eso será si los mandatarios son respetables porque el señor Chávez es elegido por la mayoría de la población y no es respetable en tanto no retire las expresiones injuriosas hacia otras personas.

Como es claro que el señor Chávez no lo hará, siempre se podrá suponer también que su finalidad originaria fue cargarse la cumbre para colocar al personal el rollo ese de lo bolivariano que, como la frecuente advocación del "socialismo del siglo XXI" nadie sabe en qué consista.

Hay que ver cómo gusta en Latinoamérica que alguien se meta con España y los españoles. En eso se echa de ver cuán españoles son sus hijos.

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