dimecres, 22 d’abril del 2009

La tortura en el gobierno de Bush.

Una vez que los papeles con dictámenes "legales" autorizando las torturas se hicieron públicos, el margen de maniobra del señor Obama se estrechó mucho. Dijo entonces el presidente que los funcionarios que habían aplicado las normas "legales" de tortura actuaban de buena fe y no se los procesará. Palinuro comentó en su día que, siendo los EEUU un Estado democrático de derecho, lo que el Presidente diga tendría una importancia relativa. En una entrada titulada Una cumbre a la izquierda mi alter ego señalaba: "Dice el señor Obama que no se perseguirá a los responsables de torturas porque "obedecían órdenes". Me extraña que ignore que la obediencia debida no es eximente en los casos de tortura. Los torturadores deben comparacer ante la justicia y estoy convencido de que, diga lo que diga Mr. Obama, comparecerán, porque habrá mucha gente, víctimas, ciudadanos comprometidos en la lucha contra la tortura, defensores de los derechos humanos, etc, que llevarán a los torturadores ante los tribunales. Entre los acusados debieran estar Donald Rumsfeld, Richard Cheney y, por supuesto, el máximo responsable de la práctica de la tortura en los EEUU durante el mandato de George W. Bush: George W. Bush."

Y así van las cosas. Precisamente los papeles mencionados se han hecho públicos porque una de esas organizaciones, la Unión Americana por las Libertades Civiles (ACLU) obligó a publicarlos mediante procedimiento judicial. Y lo mismo puede acabar pasando con todos los que participaron en esos repugnantes métodos bendecidos por el Gobierno de derecha del señor Bush. De momento parece abrirse la posibilidad de incoar procedimientos contra los asesores legales del Gobierno Bush que sancionaron el empleo de la tortura justificándola con el rollo de la "guerra contra el terrorismo". Los muy refinados señores John C. Yoo, Jay S. Bybee y Steven G. Bradbury pueden acabar sentados en el banquillo por decir que métodos como el ahogamiento simulado, la privación del sueño, las bofetadas, los encierros en lugares angostos, la obligación de estar de pie, la adopción de posiciones incómodas o el hecho de compartir con insectos un encierro en un cajón no son torturas. De todos ellos el más peligroso me parece el señor Yoo, catedrático de derecho constitucional de la Universidad de Bekeley (cómo cambian los tiempos) y padrino de la teoría de que, una vez declarada la guerra, en este caso, esa fantasmagórica "guerra contra el terrorismo", el Presidente ya no tiene límites a sus poderes, que las Convenciones de Ginebra no son de aplicación y que el Presidente puede poner en marcha, como lo hizo, un programa de espionaje en masa a sus propios ciudadanos, pinchando sus teléfonos o violando su correspondencia, aparte, claro es, de torturar a quien le plazca, siempre que no mate al torturado o lo mutile. He aquí a un catedrático de la Universidad en un país libre razonando como un esbirro de las SS.

Este John Yoo, por lo demás, no es sino un pálido reflejo del verdadero espíritu de torturadores y delincuentes que se apoderó de los gobernantes de los EEUU en aquellos aciagos años. ¿No ha salido por la televisión el señor Dick Cheney, ex-vicepresidente de los EEUU, diciendo que si se han hecho públicos los memoranda de la tortura, también deben hacerse aquellos otros en los que se rinde cuenta de lo fructíferas que han sido las torturas? No sé si alguien ha oído recientemente una formulación más canalla de la vieja teoría de que el fin justifica los medios, pero de eso se trata. Con estas declaraciones el señor Cheney ya tiene garantizado un procedimiento de oficio y, con él, su jefe, el siniestro amigo del siniestro señor Aznar.

Con razón salía asimismo el señor Tenet, ex-director de la CIA diciendo que se estaba poniendo en peligro la invención esa de la "guerra contra el terrorismo" (versión contemporánea de la "guerra contra el comunismo") y que esos documentos no debían de haberse hecho públicos nunca. Por cierto, para quien quiera verlos, están aquí: Top Secret. Y con mayor razón decía Kant que todo aquello que no puede hacerse público es malo.


(La imagen es una foto de isa e, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 21 d’abril del 2009

Fuera Franco

A una pregunta del senador de Entesa Catalana de Progrés, Miquel Bofill, sobre la lápida que figura debajo del frontón neoherreriano del antiguo Ministerio del Aire en Moncloa y que reza Francisco Franco Caudillo de España, MCMLIV contesta el Gobierno que ahí se quedará porque, aunque la llamada Ley de la Memoria Histórica provea que esos símbolos han de desaparecer, su artículo 15,2 dice que "no se retirarán símbolos y monumentos públicos cuando concurran razones artísticas, arquitectónicas o artístico-religiosas protegidas por la Ley" y la tal lápida está protegida por el vigente Plan General de Ordenación Urbana de Madrid, de 1.997.

El Gobierno vacila o tiene más miedo que vergüenza porque el tal Plan General no es una ley sino una norma de desarrollo de una ley y, sobre todo, ¿puede decir el Gobierno en dónde están las "razones artísticas, arquitectónicas o artístico-religiosas" de ese insultante pegote? Si no hay coraje para quitar la placa, propongo se sustituya por otra, más acorde con el espíritu del tiempo que diga: Francisco Franco, genocida de España, MCMLIV. Por respeto a la verdad histórica.

(La imagen es una foto de kaosenlared, bajo licencia de Creative Commons).

Racista, tú.

¡Jobá con la alianza de las civilizaciones! Un poco más y en la conferencia de Ginebra sobre el racismo llegan a las manos como en el parlamento coreano. Cada vez me parece más posible un ataque preventivo israelí contra instalaciones nucleares iraníes. A estos musulmanes les pierde la bocacería. Es posible que, como señalan gentes bien informadas, el señor Ahmadineyad haya ido a Ginebra a hablar a los iraníes por encima de las cabezas de las delegaciones pues hay elecciones en su país. Pero la verdad es que, si quería cargarse el evento, lo ha hecho de cine.

Encuentro imposible defender la política israelí de exterminio palestino pero asímismo me lo parece la teocracia iraní y su palabrería insultante basada exclusivamente en el cálculo demente de que nadie en Occidente quiere atacar a Irán y abrir el enésimo frente en la zona. Pero se equivoca de medio a medio.

(La imagen es una foto de TheEfrit, bajo licencia de Creative Commons).

Abajo el ruido.

Por fin la señora Beatriz Corredor hace algo en pro del bien común y no de los tiburones de las inmobiliarias. Le ha constado un año entender que, si es ministra de una Gobierno socialista, no es para engañar a la gente ordinaria a fin de que se entrampe con hipotecas leoninas ni para sacar las castañas del fuego a la mafia del ladrillo.

Como Palinuro tiene muy claro su orden de preferencias, en esta ocasión aplaude a la señora ministra por la nueva y hasta ahora aplazada normativa que obligará a los constructores a levantar casas más aisladas acústicamente. Eso de que, cuando estornuda el vecino del tercero, todo el inmueble lo jesusee es una de las muchas vergüenzas que demuestran hasta qué punto la población española ha estado en manos de una manga de sinvergüenzas cuyo único objetivo ha sido lucrarse a costa del bolsillo y la salud física y psíquica de la gente.

(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 20 d’abril del 2009

A buenas horas mangas abertzales.

Es fama en la Villa y Corte que En el entorno de Otegi se cree que es necesario preparar el camino hacia el diálogo pese a que el Gobierno no esté por la labor. Vamos, que hay que ir pensando en una nueva ronda de negociaciones con los perros españoles como si aquí no hubiera pasado nada.

Cuando el 30 de diciembre de 2006 esa organización compuesta por un amasijo de asesinos, deficientes morales y tontos ordinarios que se hace llamar ETA, voló la T4 de Barajas poniendo punto final unilateral al tercer y más esperanzador proceso de paz dialogada que ha habido en España y que tenía un apoyo amplísimo tanto dentro como fuera del País Vasco, voló toda esperanza de que tal proceso pudiera repetirse. Lo dijo sin rodeos el domingo el ministro del Interior : La vía del diálogo se ha acabado para siempre. Pero aunque no hubiera dicho nada, el asunto está bastante claro: ningún gobierno español volverá a amagar con diálogo alguno con ETA o con algún "proceso de paz dialogado" en el País Vasco si quiere seguir siendo gobierno un cuarto de hora después. Aquí estamos en contra de ese diálogo hasta quienes lo defendimos a capa y espada hasta el día 30 de diciembre de 2006. Ahí se terminó toda posibilidad de negociación.

Los señores de Batasuna son muy libres de especular lo que les dé la gana, faltaría más. Pueden decir lo que quieran sobre nuevos diálogos. Cualquier formulación de ese tipo suscitará de inmediato dos conclusiones encadenadas, una tras otra: 1ª) estos pavos creen que los demás son tan cretinos como ellos; 2ª) lo que quieren es dar una nueva oportunidad a ETA para recomponerse, ahora que está contra las cuerdas.

Ya no hay nada que negociar, nada que dialogar y el margen de maniobra del mundo nacionalista está muy acotado:

  • ETA tiene que deponer las armas incondicionalmente porque está derrotada.
  • Batasuna tiene que aceptar la ley de partidos porque no hay otra salida.
  • el PNV tiene que ir abandonando su ambigüedad porque se le ha acabado el cuento.

Si, como es de esperar, se termina con esa lacra de la violencia en el País Vasco, todos habremos ganado mucho, pero muy especialmente los vascos y más en concreto los vascos nacionalistas y más singularmente los vascos nacionalistas radicales e independentistas, que podrán defender y poner en práctica (si tienen el respaldo suficiente) sus ideas sin que los demás los miren como cómplices de los asesinos.

(La imagen es una foto de www.ukberri.net, bajo licencia de Creative Commons).

El de los trajes y su amigo el juez.

Parece que el señor Camps, presidente de la Generalitat valenciana, será imputado en el caso Gürtel y, siendo aforado, su caso se verá en el Tribunal Superior de Justicia del País Valenciano. El presidente de dicho tribunal, señor Juan Luis de la Rúa, es amigo íntimo del señor Camps, según expresa afirmación del interesado y consecuentes y reiteradas manifestaciones de palabra y hecho del propio señor de la Rúa. Es de esperar que el señor de la Rúa anuncie ipso facto que se inhibe en todo lo que tenga judicialmente que ver con el señor Camps. De no ser así es asimismo de esperar que el Fiscal General del Estado actúe de oficio y con la máxima prontitud para evitar un craso atentado contra la justicia. De lo contrario, resultará que tenemos un Fiscal General del Estado parlanchín pero poco escrupuloso en la defensa de la legalidad.

(La imagen es una foto de Público, con licencia de Creative Commons).

La ética liberal.

Es bueno que los/as especialistas escriban obras concisas y divulgativas sobre los asuntos de su conocimiento para beneficio del amplio público y por una de esas tengo a este librito de Esperanza Guisán (Una ética de libertad y solidaridad: John Stuart Mill, Barcelona, Anthropos, 2008, 127 págs) que viene a ser una especie de prontuario de la vida y obra de un pensador tan audaz y polifacético como Stuart Mill. No obstante creo que la autora se ha dejado llevar de su indudable conocimiento del personaje y la materia, sobre la que tiene abundante y conocida obra publicada y el resultado es un texto algo deslavazado, no muy satisfactorio y que, curiosamente, deja tanto más que desear cuanto mayor es la competencia específica que se reconoce a la autora. Es un fenómeno muy conocido para los especialistas en siniestralidad vial: es en las carreteras que conoces bien en donde te das la chufa.

La autora divide su ensayo en seis apartados para tratar aspectos distintos del pensamiento de Stuart Mill. En primer lugar, su propia vida, asunto inexcusable no solamente porque ésta fue suficientemente singular sino porque ya se encargó el mismo filósofo de dejar prueba por escrito en una Autobiografía que reputo uno de los textos más interesantes entre los de su género. Dice Guisán que en Mill se acumulan tres influencias, a saber, la de su padre, James Mill, la muy singular del amigo de éste, Jeremy Bentham, y la de su esposa, Harriet Taylor, que nuestra autora considera determinante (p. 22). Recoge Guisán la confesión de Mill de que él no inventó el término utilitarismo, sino que lo encontró en una novela muy leída por entonces de John Galt, Annals of the parish y que desde entonces ha caído en el olvido, así como su autor. Quiere el destino, que es juguetón, que John Galt sea hoy mucho más conocido por ser el misterioso héroe del último novelón de Ayn Rand, Atlas Shrugged, que alguien, alguna vez, conseguirá llevar a la pantalla. Por descontado, el John Galt de Rand es lo más contrario que cabe imaginar a un héroe de Mill.

El segundo apartado es el que trata del utilitarismo como concepción ética. Guisán explica que, aunque el deseo constituye la "fundamentación natural" de la ética en Bentham y Mill, la diferencia es que Bentham piensa que todos los deseos son iguales en tanto que Mill lo niega sosteniendo que los placeres más deseables son los que proporcionan las facultades más elevadas. Es famoso el dicho milliano de que "es mejor ser un ser humano insatisfecho que un cerdo satisfecho". La base de la teoría de Mill es la de cómo colaborar a que todos los seres humanos sean felices en su totalidad y la autora subraya que el filósofo tenía un deseo ardiente de "cambiar el mundo" (p. 42), un impulso fáustico muy común en la época victoriana y que también debe de estar en la base de la idea de Guisán de que hay bastantes parecidos entre Marx y Mill (p. 77). Hace luego Guisán especial hincapié en la oposición entre la ética kantiana y la utilitarista en torno a la cuestión del origen de los valores (p. 50) que no es especialmente clara a fuer de esquemática cuando dicha oposición es casi autoevidente con sólo aludir al consecuencialismo milliano y el anticonsecuencialismo kantiano. Es esclarecedora la amplia cita en la que Mill sostiene que, en el fondo, el imperativo categórico le da la razón (aun contra la voluntad de Kant) a la hora de afirmar que el principio de la moral es el interés colectivo de la humanidad.

El tercer apartado versa sobre la idea de la libertad en Mill, autor de una de las obras que más impacto han tenido en el tratamiento del asunto, Sobre la libertad que, junto a los Principios de Economía Política, de los que Guisán no habla en su ensayo, es la biblia del pensamiento liberal más rico y matizado, el que no hace distinciones que encuentro siempre no muy afortunadas, entre el liberalismo político y el económico. La libertad es libertad del individuo (p. 55), basada en el famoso harm principle, esto es, el principio de que el individuo es libre de hacer todo lo que no perjudique a los demás, incluido lo que pueda perjudicarle a él mismo, con la famosa salvedad del contrato de esclavitud voluntaria. Aquilatando la teoría de Mill respecto al deber de obediencia, Guisán concluye que es valedor del estado 4,5 en la teoría del desarrollo moral de Lawrence Kohlberg (p. 60), es decir, un intermedio entre la etapa convencional y la postconvencional. Me quedo intrigado por qué no situarlo directamente y por propio derecho en el estadio cinco en el que el propio Kohlberg sitúa la mayor felicidad del mayor número, principio caro a los utilitaristas.

El cuarto apartado se dedica a Mill y las mujeres y es una especia de glosa de ese ensayo valiente, original y fascinante que se llamó en su día The Subjection of Women en el que Mill demostró una clarividencia y una audacia de juicio respecto a la emancipación de la mujeres inigualados como no sea en la obra, mucho menos precisa, pero igualmente genial de Fourier. Parece a Guisán que Mill da en el clavo al sostener que la causa de la subordinación de las mujeres se debe al hecho de que se las haya impedido de siempre subvenir a sus propias necesidades, es decir, la dependencia económica (p.62), una dependencia que equivale al estadio primero de la esclavitud (p. 63). Y cualquiera que conozca la contundente actitud antiesclavista de Mill a lo largo de toda su vida, valorará este símil en todo su alcance.

El quinto apartado, relativo a Mill y el gobierno no me parece especialmente conseguido. Su base son las Consideraciones sobre el gobierno representativo, pero la autora se concentra en una perspectiva ética (sobre el buen gobierno, el servicio a la colectividad, etc) (p. 70), que es correcto, pero soslaya los puntos de mayor originalidad que son la profundización de la tiranía de la mayoría (procedente de Sobre la libertad), el carácter del gobierno representativo como gobierno por consentimiento y, sobre todo, la defensa del sistema electoral proporcional en el país del sistema mayoritario por excelencia o, lo que es lo mismo, el arbitraje práctico de la defensa de la(s) minoría(s) frente a la posible tiranía de la mayoría.

El último apartado es una especie de reconsideración que la autora titula El atractivo ético de Mill del que colijo que lo que le parece más interesante es que Mill actuara de conformidad con sus ideas y no se pareciera al "ridículo" Rousseau, que teorizaba sobre la educación de los niños pero llevaba a los suyos a la inclusa (p. 78). Ciertamente, pero no sé si el calificativo más apropiado para ese proceder sea el de "ridículo".

Por último, la autora ha tenido el acierto de incluir como apéndice el primer capítulo de La sujeción de las mujeres en una magnífica traducción de Carlos mellizo. Es un placer releer a un hombre tan brillante en un asunto en el que la mayoría de los de su género desbarra: "...la desigualdad de derechos entre hombres y mujeres no tiene otra fuente original que la ley del más fuerte" (p. 90). Un juicio contundente que desbarata todas las artificiosas seudorrazones que se han aducido durante siglos para justificar esa vergonzosa situación de supeditación de las mujeres a los hombres en todo tiempo, toda tierra y toda cultura a tal extremo -y esto es de mi cosecha- que cuando antropólogos, etnólogos, sociólogos y todo tipo de estudiosos se lanzan en busca de una institución que sea verdaderamente universal es porque son incapaces de reconocer la que tienen delante de sus sabias narices: la supeditación de las mujeres a los hombres, hasta tal punto tienen estos, los hombres, interiorizado el carácter indiscutible, "natural" de tal supeditación. Pero, se pregunta el bueno de Mill "¿es que hubo alguna vez una forma de dominio que no pareciera natural a quienes la poseían?" (p. 99). A los ingleses del tiempo de Mill, dice éste, no les parece mal tener una mujer como reina, pero sí que las mujeres puedan ser soldados o diputadas (p. 101). Interesante observación que hoy propondríamos como un ejemplo práctico y manifestación de la disonancia cognitiva de Festinger. Y si queremos ver un antecedente del juicio moral milliano sobre lo que hoy llamamos "violencia de género", considérese lo siguiente: "En ningún otro caso (excepto en el de un niño) la persona que ha sufrido un daño probado judicialmente es puesta otra vez bajo el poder físico del culpable que infligió dicho daño. Como consecuencia de esto, las esposas, incluso en los casos más graves y prolongados, pocas veces se atreven a recurrir a las leyes que han sido hechas para su protección; y si en un momento de indignación incontenible, o por intervención de los vecinos, son llevadas a hacerlo (es decir, a recurrir a la ley), todo su esfuerzo posterior es revelar lo menos posible y rogar que el hombre que las tiraniza sea eximido de su justo castigo" (p. 103). El trozo desmerece algo de la calidad del resto de la traducción por el excesivo uso de la pasiva, pero su contenido es estremecedoramente actual. ¿O no?

diumenge, 19 d’abril del 2009

El etarrón.

Todo el mundo se hace lenguas de la eficacia policial al detener a este Jurdan Martitegi, jefe militar de ETA y, al parecer, responsable de una docena de atentados, incluido algún asesinato. Desde luego lo mejor para la sociedad civilizada es que un menda así esté entre rejas y no salga hasta dentro de muchos años, cuantos más mejor porque, como no es previsible que el paso del tiempo le haga reflexionar y comprender la inhumanidad de su comportamiento, estará bien que salga con las fuerzas muy debilitadas por la ancianidad. Será para entonces un anciano rabioso pero, por ello mismo, inocuo.

Aunque varios medios lo mencionan apenas alguno saca punta al hecho muy notable de que el mozo mida casi dos metros de estatura. Francamente no sé cómo pueda uno abrigar esperanzas de mantenerse en el secreto y la acción clandestina, pasando por invisible, cuando se miden casi dos metros. Mucha tiene que ser la fe de este joven terrorista en la causa por la que lucha ya que, con sólo mirarse en el espejo (en uno en el que pueda reflejarse), debía de haber comprendido que sus posibilidades de mantenerse incognito eran escasas.

Y eso nos lleva al segundo elemento de esta noticia: la juventud de su protagonista. Un chaval de veintiocho años es el jefe militar de ETA. De un lado está claro que este Martitegi ha destrozado su vida porque va a pasar un montón de años en la cárcel, lo que es una desgracia. De otro es curioso qué rápido se asciende en la jerarquía de la organización. Debe de querer decir que no tienen gente y han de echar mano de estos novatos que quedan de a tres para entregarse una pistola en lugar de dejarla en el hueco de un árbol. Y también está claro cual es el currículum del etarra del siglo XXI: kale borroka o militancia en alguna organización legal de la izquierda abertzale hasta que la ilegalizan; integración en alguna actividad etarra; dos o tres años poniendo bombas y pegando tiros; treinta o cuarenta años en la cárcel. La verdad es que es una pena.

(La imagen es una foto de 20 Minutos, bajo licencia de Creative Commons).

Una cumbre a la izquierda.

La cumbre de las Américas está resultando un espectáculo previsto. El señor Obama, muy bien recibido, es el punto de referencia de todas las intervenciones. El peso de la izquierda en la reunión se hace sentir. Daniel Ortega, el presidente de Nicaragua, se largó un discurso antiestadounidense de cincuenta minutos, Evo Morales dijo que esperaba que fuera la última cumbre sin Cuba y Hugo Cávez regaló a Obama Las venas abiertas de América Latina, la requisitoria de Eduardo Galeano contra el expolio secular del subcontinente. Está claro: la cuestión es Cuba, lo que representa una especie de autoafirmación de América Latina frente a los EEUU.

Algunos observadores han llamado la atención sobre el hecho de que la raza del presidente estadounidense esté teniendo una importancia en este viaje que no tuvo en Europa. Varios mandatarios han hecho referencia a la négritude del señor Obama y él mismo se ha referido a ella en algunas ocasiones, dandose así a entender que, por el hecho de ser negro, podrá comprender mejor los problemas de Latinoamérica en donde la pobreza es también un asunto de raza, como en los EEUU.

Encuentro curioso que, a la hora de aquilatar las posibilidades del diálogo entre Cuba y los EEUU, el presidente Obama se permita el lujo de decir que espera gestos del gobierno cubano como podría ser la liberación de los presos políticos porque implica una injerencia en los asuntos internos cubanos. A mí la injerencia me parece bien porque encuentro infumable que en Cuba haya presos políticos. Pero creo que el señor Obama requiere una respuesta en su mismo territorio que no entiendo por qué no se la dan los cubanos y que es muy sencilla pues basta con preguntar al presidente por qué se niega a perseguir judicialmente a los responsables de torturas en tiempos del señor Bush. También me parecería una injerencia razonable ya que encuentro inadmisible que se torture en los EEUU.

Dice el señor Obama que no se perseguirá a los responsables de torturas porque "obedecían órdenes". Me extraña que ignore que la obediencia debida no es eximente ni atenuante en los casos de tortura. Los torturadores deben comparacer ante la justicia y estoy convencido de que, diga lo que diga Mr. Obama, comparecerán, porque habrá mucha gente, víctimas, ciudadanos comprometidos en la lucha contra la tortura, defensores de los derechos humanos, etc, que llevarán a los torturadores ante los tribunales. Entre los acusados debieran estar Donald Rumsfeld, Richard Cheney y, por supuesto, el máximo responsable de la práctica de la tortura en los EEUU durante el mandato de George W. Bush: George W. Bush.

(La imagen es una foto de artemuestra, bajo licencia de Creative Commons).

dissabte, 18 d’abril del 2009

Cuba: la Östpolitik de Obama.

En la cumbre de las Américas que acaba de empezar en Port of Spain, capital de Trinidad y Tobago, se reunen treinta y cuatro mandatarios de otros tantos países de las Américas. Sólo faltará Cuba. Estas cumbres de las Américas, que empezó a poner en marcha Bill Clinton en 1994, son reuniones de temática económica, comercial, social, tecnológica, etc normalmente de interés para todos los países. En la actual, en mitad de la crisis generalizada, hay un interés especial en tratar el voluminoso plan de trabajo que han elaborado previamente los expertos y los mandatarios latinoamericanos esperan de su primer contacto con el señor Obama que éste anuncie un plan de lucha contra la pobreza en el continente, en definitiva, la siempre necesaria y siempre denostada "ayuda de los EEUU" (USAID).

Sin embargo, todo el mundo da por hecho que el tema que dominará la cumbre será el de Cuba, expulsada de la Organización de Estados Americanos (OEA) en 1962 y sometida a un estricto embargo económico y comercial desde hace cuarenta y siete años. Todos los movimientos y declaraciones previos a la Cumbre de los distintos actores han estado orientados a allanar el camino a una medida realmente importante como podría ser la readmisión de Cuba en la OEA, que se manifestaría el mes que viene en Honduras y, quien sabe si también un levantamiento, aunque sea parcial, del embargo. Esos pasos previos se han ido sucediendo a una velocidad insospechada, prueba de que hay un ánimo extendido de llegar a alguna solución. Declaraciones y contradeclaraciones de los señores Obama, Castro, Clinton, Chávez, etc, en términos en general distendidos y algunos pasos prácticos como el levantamiento de la prohibición de viajar a la isla a los cubanos residentes en los EEUU o de enviar dinero a Cuba, van acotando el terreno en el que podrán tomarse las medidas concretas para el restablecimiento de relaciones normales entre Cuba y los EEUU..

La posición del señor Obama en este asunto es equiparable a la que adoptó Willy Brandt cuando accedió a la cancillería de Alemania Occidental en relación con la Oriental y a la que se llamó la Östpolitk, la "política hacia el Este" con el ánimo de romper el bloqueo de relaciones entre las dos Alemanias y abrir una senda que terminaría treinta años después con la reunificación. Es de esperar que la Östpolitik del señor Obama hacia Cuba dé resultados bastante antes, si no de inmediato. Para ello ayudan mucho estos gestos diplomáticos que van a haciéndose aquí y allí, abordando temas de carácter económico y comercial.

Sin embargo, el mayor inconveniente con que se encuentra el señor Obama en su propósito es la ley Helms-Burton, muy parecida al que también se encontró en su día Herr Brandt, la doctrina Hallstein. Los dos obstáculos son formalmente distintos ya que Hallstein era eso, una doctrina, un criterio que se seguía en la República Federal mientras que la Helms-Burton es una ley en vigor aprobada por el Congreso de los EEUU en 1996. Pero su contenido esencial es el mismo: prohibir que terceras partes, otros países, se relacionen con el respectivo apestado, la República Democrática Alemana (RDA) entonces y Cuba ahora. Según la doctrina Hallstein, todo país que reconociera diplomáticamente a la RDA rompía por ello sus relaciones con la República Federal. Según la Ley Helms Burton toda empresa o país que haga negocios con Cuba sufrirá represalias en los Estados Unidos y se le prohibirá acceder a los mercados gringos.

La ley tiene bastantes más provisiones igualmente duras hacia Cuba, como la prohibición de establecer relaciones diplomáticas con la isla mientras estén en el poder Fidel o Raúl Castro, motivo por el que Aznar y los suyos la saludaron alborozados. Con too lo más grave es esa prohibición de que empresas de otros países negocien con Cuba porque es una tan clara e ilegal extralimitación de competencias y representa tal ruptura con el principio de territorialidad de las normas, que ha sido condenado por el Consejo de Europa así como varios países aliados de los EEUU (entre ellos, el Canadá, México, Francia, etc). La doctrina Hallstein, al no ser una norma positiva sino sólo una política o un criterio, podía ser injusta o inmoral, pero no impedía la acción jurídica del gobierno alemán, mientras que la inconstitucional ley Helms-Burton sí obstaculiza la del gobierno estadounidense. Una de sus provisiones es facultar al Congreso para anular cualquier norma emanada de la Presidencia que suponga un levantamiento aunque sea parcial del embargo. El presidente Obama puede levantar el embargo, sin duda, pero necesita el acuerdo de las cámaras y la derogación de la citada ley, es un proceso que no depende enteramente de él. Tiene mayoría en ambas cámaras (raspada en el Senado) pero, dado el sistema representativo gringo, no está asegurado que consiga su objetivo, supuesto que lo sea.

La Östpolitik de los EEUU es complicada como también lo era la de Willy Brandt. No obstante, tiene la ventaja de que, igual que en el caso alemán, se trata de hacer frente a una situación tan injusta, antigua y enquistada que nadie la defiende claramente. Prácticamente todo el mundo está de acuerdo en que el embargo ha sido un monumental fracaso. De lo que se trata es de ponerle fin sin hacer mucho el ridículo. Una de las vías sería instar la declaración de inconstitucionalidad de la ley, pero eso, que depende del Tribunal Supremo todavía sería más prolongado en el tiempo. Por ello es importante lo que suceda en esta cumbre. Si el Congreso de los EEUU ve que hay una voluntad continental unánime de acabar con el embargo seguramente procederá a abolir sin más esa iniquidad conocida como Ley Helms-Burton a la que únicamente debe de quedarle un partidario: el señor Aznar.

(La imagen es una foto de jmtimages, bajo licencia de Creative Commons).