La cumbre de las Américas está resultando un espectáculo previsto. El señor Obama, muy bien recibido, es el punto de referencia de todas las intervenciones. El peso de la izquierda en la reunión se hace sentir. Daniel Ortega, el presidente de Nicaragua, se largó un discurso antiestadounidense de cincuenta minutos, Evo Morales dijo que esperaba que fuera la última cumbre sin Cuba y Hugo Cávez regaló a Obama Las venas abiertas de América Latina, la requisitoria de Eduardo Galeano contra el expolio secular del subcontinente. Está claro: la cuestión es Cuba, lo que representa una especie de autoafirmación de América Latina frente a los EEUU.
Algunos observadores han llamado la atención sobre el hecho de que la raza del presidente estadounidense esté teniendo una importancia en este viaje que no tuvo en Europa. Varios mandatarios han hecho referencia a la négritude del señor Obama y él mismo se ha referido a ella en algunas ocasiones, dandose así a entender que, por el hecho de ser negro, podrá comprender mejor los problemas de Latinoamérica en donde la pobreza es también un asunto de raza, como en los EEUU.
Encuentro curioso que, a la hora de aquilatar las posibilidades del diálogo entre Cuba y los EEUU, el presidente Obama se permita el lujo de decir que espera gestos del gobierno cubano como podría ser la liberación de los presos políticos porque implica una injerencia en los asuntos internos cubanos. A mí la injerencia me parece bien porque encuentro infumable que en Cuba haya presos políticos. Pero creo que el señor Obama requiere una respuesta en su mismo territorio que no entiendo por qué no se la dan los cubanos y que es muy sencilla pues basta con preguntar al presidente por qué se niega a perseguir judicialmente a los responsables de torturas en tiempos del señor Bush. También me parecería una injerencia razonable ya que encuentro inadmisible que se torture en los EEUU.
Dice el señor Obama que no se perseguirá a los responsables de torturas porque "obedecían órdenes". Me extraña que ignore que la obediencia debida no es eximente ni atenuante en los casos de tortura. Los torturadores deben comparacer ante la justicia y estoy convencido de que, diga lo que diga Mr. Obama, comparecerán, porque habrá mucha gente, víctimas, ciudadanos comprometidos en la lucha contra la tortura, defensores de los derechos humanos, etc, que llevarán a los torturadores ante los tribunales. Entre los acusados debieran estar Donald Rumsfeld, Richard Cheney y, por supuesto, el máximo responsable de la práctica de la tortura en los EEUU durante el mandato de George W. Bush: George W. Bush.
(La imagen es una foto de artemuestra, bajo licencia de Creative Commons).