diumenge, 29 d’abril del 2007

Las edades de la vida (XV).

Hay algo cíclico en la vida; tanto en lo individual como en lo genérico. La hipótesis del eterno retorno es muy antigua, pues aparece en las concepciones filosóficas hindúes y reza con la especie así como con el individuo que lo experimenta en la rueda del karma; de ahí pasará a Occidente a través, parece, de Pitágoras, hasta encontrar sorprendente acogida en Nietzsche. Todo ha de volver, todo ha de repetirse en el mundo y asimismo en la vida individual. Nacimiento, plenitud, decadencia, muerte, nuevo nacimiento. Es comprensible que el yo se piense eterno y rechace la idea de la mortalidad y que para ello acuda al consuelo de la circularidad que representa la eternidad de forma gráfica. El yo sabe que no puede volver a vivir su propia vida, pero aspira a vivir otra. Las edades son los vértices de los triángulos cuyos lados son los radios de una circunferencia y la secante que une los puntos en que los radios cortan a la circunferencia, que da vueltas como una rueda; la rueda del karma.

Es el espíritu que se encuentra en el fresco que Hans von Marées, un pintor simbolista alemán influido por Böcklin, pintó en 1874 para la Stazione Zoologica del Mare de Nápoles y titulado "Las cuatro edades del hombre". Si observamos con detenimiento la composición veremos que tiene un carácter circular: arrancando de los dos niños que juegan con la manzana, en el sentido de las agujas del reloj, vamos a la pareja de jóvenes, de ahí al hombre maduro y de ahí al anciano que se agacha...a jugar con la manzana del niño. La ancianidad y la infancia es el punto del eterno retorno.

Por cierto, la manzana es, a su vez el leit motiv pictórico del fresco. Todas las figuras están desnudas, formando una curiosa composición en paralelo con los árboles del bosque y todas tienen un quehacer con la manzana. En la joven pareja es la mujer la que la sostiene en una actitud reminiscente de la leyenda bíblica de la tentación de Eva, mientras el hombre aparece pensativo. Ya en la edad adulta, en la plenitud de la existencia, el hombre es autónomo para procurarse la manzana de la vida o, si se quiere, para pecar por su cuenta.

El carácter rotatorio y circular del fresco suscita la idea de la vida como un torbellino. Al menos, a mí me la sugiere y por eso he subido la interpretación que de Le tourbillon de la vie hace Jeanne Moreau en una escena magnífica de una de las películas menos valoradas de François Truffaut pero que a mí me parece extraordinaria, Jules et Jim.

dissabte, 28 d’abril del 2007

Trágala, perro.

El rollo este de las elecciones municipales en el País Vasco aburre a las ovejas. Desde el bombazo de ETA en Barajas vengo resistiéndome a admitir la única conclusión válida que puede extraerse del comportamiento tanto de ETA como de Batasuna, la izquierda abertzale o como quieran llamarse estas gentes: que a fuerza de creer que los demás son imbéciles han conseguido demostrar y hasta convencernos a quienes hemos apoyado de buena fe todo el proceso, el diálogo, etc, de que aquí los únicos imbéciles son ellos. Imbéciles redomados y sin remedio.

ETA: declara una tregua, pone una bomba, mueren dos, dice que sigue en tregua, prepara atentados, asegura seguir en tregua, manda cartas de extorsión.

Batasuna: dice en Anoeta que va de acción pacífica, pero se niega a cumplir la ley, afirma que quiere cumplir la ley y a Otegi le sostiene el paraguas un presunto pistolero de ETA, que quiere ir a las elecciones municipales, pero sigue sin cumplir la ley, saca una organización de la nada y es filial de Batasuna, recurre a las asociaciones de electores, pero los candidatos, en un 80% son miembros de Batasuna y a alguno, además lo detienen por ser presunto miembro de ETA.

Pero estos ¿de qué van? ¿De trágala, perro? Han estado jugando con el apoyo que mucha gente de buena voluntad ha prestado al proceso de normalización sólo para acabar generalizando la impresión de que, en efecto, son una manga de racistas que piensa que "los españoles" son unos gorrinos despreciables. Vistas las cosas así, ¿cabe mayor encanallamiento y degeneración moral que hacer política protegido por pistoleros?

Y ya puestos, termino una conversa que tuve ayer por teléfono con un viejo amigo comunista que apoya a estos tipos y me pedía un ejemplo: conocí a José Luis López de Lacalle en la cárcel, en donde lo había metido Franco por comunista y ¡vaya si era comunista ortodoxo! ¿En nombre de qué lo mataron los pistoleros? Y conste que vi el video que hizo en su día Pepe Rei de Ardi Beltza para, entre otras cosas, justificar ese inicuo asesinato.

Pues, sí, todos somos Geremek.

Leo en El País un buen artículo de don Carlos Carnero, eurodiputado socialista, titulado Todos somos Bronislaw Geremek que denuncia la situación del también eurodiputado polaco, al que su país ha despojado de su acta en el Europarlamento por haberse negado a firmar la declaración que exige la ignominiosa ley de depuración que ha aprobado hace poco el parlamento (Sejm) polaco de mayoría conservadora. La ley exige de todos los funcionarios públicos, cargos electos, etc una declaración jurada de no haber colaborado en el pasado con los servicios secretos del régimen comunista.

Geremek, que fue miembro del Partido Obrero Unificado Polaco (o sea, comunista) hasta 1968 y tuvo luego el buen gusto y la honradez de abandonarlo para pasar a la oposición y contribuir a la creación del sindicato Solidaridad, ha tenido hoy otro gesto de honradez y gallardía, rechazando firmar esa infamia que se han sacado de la minerva los dos gemelos que desgobiernan a la infeliz Polonia.

El caso Geremek clama al cielo. Espero que haya movimientos de solidaridad, que firmemos cartas y protestas y, de momento, se me ocurre que el PSOE lleve a Geremek en sus listas en las próximas elecciones al Europarlamento.

Dicho lo cual, añado un asunto de matiz que he visto ya muchas veces. El señor Carnero termina su interesante artículo diciendo:

"Tenemos que ser una piña en defensa de Bronislaw. Si no, nos veremos obligados a recitar en silencio los tristes versos de Bertold Brecht en vez de tararear -aún desafinando- el Himno a la Alegría de Beethoven.
Sin duda se refiere a los versos siguientes:

Primero se llevaron a los negros,
pero a mi no me importó, porque yo no lo era.

Enseguida se llevaron a los judíos,
pero a mí no me importó, porque yo tampoco lo era.

Después detuvieron a los sacerdotes,
pero como yo no soy religioso,
tampoco me importó.

Luego apresaron a unos comunistas,
pero como yo no soy comunista,
tampoco me importó.

Ahora me llevan a mí, pero ya es tarde.
Sin duda. Se citan mucho. Y siempre se atribuyen a Bertolt Brecht. Pero no son de él. Son de otro resistente antinazi alemán, el cura Martin Niemöller; aunque hay quien se los atribuye a su vez a otro resistente también alemán, ejecutado por lo nazis en 1943, el teólogo Dietrich Bonhöffer. Aún no he salido de dudas. Estoy en ello. Lo que parece claro es que no son de Brecht. Ni tampoco dicen lo que el poema más arriba, sino:
"Sie kamen zuerst und holten die Kommunisten, und ich sagte
nichts, weil ich kein Kommunist war.
Dann kamen sie und holten die Sozialisten, und ich sagte nichts,
weil ich kein Sozialist war.
Dann holten sie die Gewerkschafter, und ich sagte nichts, weil ich
kein Gewerkschafter war.
Dann holten sie die Juden, und ich sagte nichts, weil ich kein Jude
war.
Dann holten sie mich, und es war keiner mehr da, um etwas zu
sagen."
Que traducido suena así: "Primero se llevaron a los comunistas y no dije nada porque no era comunista./Luego se llevaron a los socialistas y no dije nada porque no era socialista./Después se llevaron a los sindicalistas y no dije nada porque no era sindicalista./Después se llevaron a los judíos y no dije nada porque no era judío./Después me llevaron a mí y ya no quedaba nadie que dijera algo."
Desde luego, por la estructura y la versificación, parece de Brecht, pero no es de Brecht.


Las edades de la vida (XIV).

Termino hoy la serie de Thomas Cole (no la de las "edades de la vida") con los dos episodios restantes de "madurez" y "vejez". En la etapa de la madurez, el paisaje ha desaparecido, el hombre ha perdido el gobernalle, mientras el río de la vida atraviesa rápidos torrenciales, y discurre entre rocas peligrosas que también se alzan sombrías como riscos a los lados. El cielo es turbulento y atormentado y el pasajero, sobrecogido ante las dificultades, peligros e incertidumbres de la vida, parece encomendarse a las potencias celestiales. El ángel ha remontado a los cielos, como si quisiera ponerse a salvo ante tanta zozobra.

Una observación atenta, sin embargo, nos permite vislumbrar al fondo del óleo un horizonte luminoso de paz y sosiego, como una promesa para el caso de que el infeliz navegante consiga atravesar los torbellinos de la vida.

Por si alguien quiere acompañar la contemplación del cuadro con una música que considero apropiada, ahí va una interpretación de un momento de los Cuadros en una exposición, de Modest Mussorgsky, en interprtación de un chaval de 12 años.

Por último, el cuarto episodio, de Cole, la vejez: han regresado la calma y el sosiego, las sombras turbulentas de la existencia han quedado atrás, el ángel vuelve a acompañar al navegante y le señala la prometedora luz que fulge en lo alto en una escena similar a la de la juventud pero en la que la luminosidad no es la de una ilusión o quimera, sino el claro brillo de redención. Como Cole era tan místico, a su entrada pone a otro ángel, que parece invitar al hombre a entrar en las regiones celestiales. Quienes no damos en el trasunto místico, vemos en la escena la alegoría del ideal de la sabiduría al que puede consagrar su existencia el anciano, que sigue solo su periplo, sin cejar, hasta las metas que se haya marcado, libre de ataduras mundanas, a la búsqueda del conocimiento puro que dé sentido a su existencia.

Quien se sienta con ánimo puede pinchar en una hermosa interpretación del cuarto movimiento de la 6ª sinfonía en Re mayor, Patética, de Tchaikovsky, un adagio lamentoso consagrado al final de la existencia que siempre me ha parecido de una enorme belleza, a pesar de que las interpretaciones al uso le atribuyen eso, un sentido patético. Y es verdad, patetismo hay mucho, un patetismo hermoso que actúa como un bálsamo del espíritu.



divendres, 27 d’abril del 2007

¿Bonapartista?

Don Felipe González publica hoy un artículo en El País, titulado Cuál es la batalla, analizando la situación en Francia a diez días de la segunda vuelta. Los artículos del señor González suelen ser interesantes. En esta ocasión, sin embargo, hay algo que falla. Dice el articulista que la cuestión en estas elecciones en Francia es entre "modernizadorxs" y "bonapartistas", una oposición que cruza la divisoria tradicional izquierda/derecha que, en consecuencia no puede dar cuenta de ella. Ahora bien, cualquiera sabe (o cree saber) qué sea un(a) modernizador(a) pero, ¿qué es un(a) bonapartista? Desde el momento en que don Felipe no lo define, su contraposición es incomprensible. Dado que el término aparece contrapuesto a "modernizador(a)", se entenderá por bonapartista un(a) retardatarix, un(a) retrógradx. Pero para ese viaje no hacían falta alforjas. Hasta el señor Aznar, probablemente, puede entender que en todas partes hay quien está por avanzar y quién por retroceder o quedarse quietx. Eso es una vulgaridad y no merecería la pena emplear el término "bonapartista".

En política se entiende por bonapartismo el sistema político populista, autoritario/democrático que puso en marcha Napoleón III en Francia. Pero, al margen de otras cuestiones, ese sistema fue muy "modernizador" y, pr lo tanto, la contraposición carece de sentido. Como también carecería si por "bonapartismo" se entendiera el sistema imperial del primer Napoleón, todavía más "modernizador" que el segundo. Así que, con todos mis respetos, creo que el artículo del señor González es ininteligible o, por una vez en la vida, el señor González no sabe de qué habla. Más bien lo segundo.

La fascinación de la segunda vuelta, de esta segunda vuelta es que está siendo una segunda vuelta a tres, lo que ha cogido al señor Sarkozy, que había planificado una campaña a dos (Ségo vs Sarko), a contrapié. El señor Bayrou no hace mutis y está obligando a los dos candidatos mayoritarios a ocuparse de él. Al anunciar que no hace recomendación de voto y que funda el Partido Demócrata, sobre la base de los siete millones de votos obtenidos, este hombre entierra la derecha liberal y subordinada de la UDF, recrea el centro (ausente de Francia desde el MRP de la IVª República) y pone la vista en las elecciones legislativas de junio con una "tercera fuerza política" que, según dice (y merece la pena escucharlo) va a cambiar a Francia. Ha criticado duramente a Sarkozy, subrayando su carácter autoritario ("bonapartista", en definitiva, del bonapartismo de "Napoleon le petit") pero ha aceptado una invitación de Ségolène Royal a debatir con ella sobre sus tres puntos programáticos básicos: la democracia, el tejido social, la economía. Es posible que ese debate no pueda producirse en la TV porque es contrario a las normas sobre los tiempos de pantalla de los candidatos, pero ambos están interesados en hacerlo y lo harán de un modo u otro. Bayrou dice que también está dispuesto a debatir con Sarkozy, pero Sarkozy no responde porque no quiere compartir la campaña con el centrista.

¿Y qué enseñanza sacamos hasta ahora de la situación? Primera, que Bayrou consigue estar en la segunda vuelta de modo muy inteligente, aun sin ser candidato, forzando su éxito en las legislativas posteriores. Segunda, que Ségolène Royal ha ganado la primera baza por la mano a Sarkozy, adaptándose a la situación y reconociendo esa presencia de los centristas de Bayrou.

¿Modernizadorxs/bonapartistas? Aquí lo que hay es que Mr. Sarkozy ha perdido el primer combate y tiene difícil parar la marea del "tout sauf Sarkozy". Podría seguir haciendo consideraciones, pero no merece la pena. El cartel de más arriba, un cartel contra Sarko que obtengo de uno de los envíos colectivos de mi amiga Pilar (gracias) tiene su chiste. Lo que hay entre el "ensemble" y el "tout" es lo que puede hacer perder las elecciones a Sarzozy.

Fuera del Irak, my friend.

Han pasado cuatro años desde que el detentador del poder en Washington se subiera a un portaaviones a decir a voz en grito misión cumplida, sin que eso fuera más cierto que la existencia de las condenadas armas de destrucción masiva o el resto de trolas que los tres granujas de las Azores pretextaron para cometer esta carnicería. Y a los cuatro años tiene sobre su mesa un proyecto de ley del Congreso en el que se aprueban los dineros que ha pedido para seguir cometiendo sus crímenes en el país invadido, pero se le pone un plazo para sacar las tropas, que ya es hora. Es claro que hasta este pillastre entiende que hay que salir de ahí como sea porque, después de la bullshit que ha organizado, el asunto ya no tiene remedio y sus amigos parecen haber robado lo suficiente. Pero entiende que, si consigue prolongar el asunto un poco más, le pasa el mochuelo a su sucesor que habrá que elegir el año que viene y él se va de rositas.

Es decir, este sujeto va a vetar el proyecto de ley y, como los demócratas no tienen los dos tercios en las cámaras que necesitarían para levantarlo, el asunto va hacia un callejón sin salida ya que, si hay veto, no hay millones. Está claro que cuando el presidente haya conseguido un enfrentamiento entre el ejecutivo y el legislativo, que es lo que pretende, la presión política sobre los demócratas se hará insostenible y el país será recorrido por una oleada de patriotismo, de "traición a nuestros soldados" y cosas así. Una vez más se demostrará que como decía Samuel Johnson, el "patriotismo es el último refugio de un canalla". Como en España.

Las edades de la vida (XIII).

Me he quedado con la copla o crítica de que habitualmente se represente a la vejez en tonos negativos, como una edad de abatimiento, fragilidad, inutilidad y tristeza. Efectivamente, es lo habitual y en la medida en que la representación de las edades de la vida es una especie de subgénero, tiene una convenciones con arreglo a las cuales, el decaimiento físico de la ancianidad es una ilustración de the way of all flesh. Sin embargo, también es posible encontrar una perspectiva más positiva, que ponga de relieve circunstancias de la vejez no tan pesimistas. Hay una vía muy evidente, que vincula los años de la vejez a contextos sociales, comunitarios, habitualmente familiares, en donde lxs viejxs tienen una función que cumplir y en donde están integradxs, como un miembro más de la colectividad, con su carácter y peculiaridades, pero también con su autonomía.

Este cuadro sorprendente, de uno de los escasos pintores musulmanes contemporáneos, Mohammed Hamed Ewes, y que se llama "Las generaciones", 1996, recoge en un estilo "naif" muy curioso, una estampa culturalmente significativa, que puede interpretarse en el sentido enunciado: los niños con sus juegos, el padre atento y el abuelo de blanca barba, integrado en la colectividad, ilustrándose por medio de la prensa, al día, seguramente, en tanto se le requiere para la realización de otras funciones. No escapará al(a) agudx lectorx la conspicua ausencia de mujeres en el cuadro, que sólo aparece en la niñez, única época en que las mujeres del islam estan plenamente visibles, porque aún no lo son.

Por supuesto, no ignoro que tampoco esta representación de la vejez es enteramente satisfactoria en cuanto imagen alternativa, porque no deja de adjudicar a los viejos una función adyacente, no autónoma, pobre, marginal, de un grupo del que, en el fondo, está despidiéndose y que no lo considera en su integridad como persona plena. Para buscar algo así, he tenido que ir a una de las dos series que pintó por encargo en 1842 el pintor anglo-estadounidense Thomas Cole y que se conserva en la national Gallery en Washington. La otra serie, de idéntica temática (que hubo de pintar al tener problemas con el encargo de la primera) se encuentra en el Instituto Munson-Williams Proctor, en Utica, New York. La serie se llama "El viaje de la vida" y consta de cuatro episodios, la niñez, la juventud, la madurez y la ancianidad, cada uno con sus características.

Cole, que llegó a ser el paisajista estadounidense más cotizado y famoso, maestro de algún otro pintor que llegó a superarlo, como Frederick Church, tenía la rara habilidad de combinar un profundo sentido del paisaje naturalista con una imaginación alegórica. Las dos primeras imágenes del hombre navegando por el río de la vida son la infancia y la juventud, correspondientes en paisaje a la primavera y el verano. Cole, que tenía un profundo sentido cristiano y místico, representa al niño recién salido de un caverna, acompañado por un ángel, que viaja con él en una embarcación que recién se hace a la navegación en un paisaje soleado, de aguas tranquilas y cristalinas y abundantes frutos.

En la juventud, el verano de la existencia, el joven impetuoso ha cogido por su cuenta el gobernalle de la nave y, mientras el ángel lo contempla desde la orilla, dirige su barca en pos de un ideal que se le aparece en el cielo, las metas ideales que la impulsiva juventud quiere alcanzar navegando por aguas mansas pero que, si las miramos bien, ya empiezan a acelerarse hacia ese horizonte de montañas y rocas que emerge del fondo a la derecha.

Qué hace el hombre en los episodios de la madurez y la vejez lo dejo para mañana y así levanto un poquito de suspense.


dijous, 26 d’abril del 2007

El cuentista fabulador.

No quiero aburrir a nadie, pero he de reiterar que la señora vicepresidenta del Gobierno me cae muy bien. No soy original, dado que lo mismo sucede a una cantidad grande de mis compatriotas pues María Teresa F. de la Vega sale muy bien parada en los índices de popularidad, generalmente aprobada y por encima de su jefe, el presidente, Rodríguez Zapatero. La señora Fernández de la Vega es la cara del Gobierno y la verdad es que es la cara de la sensatez, la moderación y la claridad de ideas.

Ayer estuvo estupendamente al responder al señor Acebes:

"Se está convirtiendo usted en un cuentista a fuerza de fabular. (...) Le oigo a usted faltar a la verdad con soltura y sin rubor, mentir un día sí y otro también; y miente con un tema que provoca alarma y promueve sentimientos encontrados mientras, con el mismo desparpajo, pide consenso. No tiene ni tino ni medida, lo ha perdido. Ustedes han perdido el rumbo. Por el camino que van no parece que lo vayan a recuperar ni con la mejor de las brújulas, pero estoy dispuesta a regalarle una con tal de que vuelvan al consenso que quieren todos los ciudadanos."
Ni más ni menos que lo que piensa muchísima gente. No comprendo cómo en el PP mantienen a esa pareja de Acebes/Zaplana cuyo crédito es cero. Cómo ningún asesor de imagen les ha explicado que cada aparición suya es contraproducente que, cada vez que el señor Acebes se asoma a la pantalla, con ese aspecto de petimetre agresivo, el PP pierde votos y que cada vez que lo hace el señor Zaplana, cuyo aspecto, gesticulación y entonación resultan chulescos, provoca una reacción de rechazo. ¿Cómo van a ganar elecciones con una gente que ya antes de abrir la boca produce irritación y excuso decir después de hacerlo, con la cantidad de disparates y desmesuras que suelen soltar?

Susan George.

El doctorado estuvo muy bien. Susan George y Ulrich Beck pronunciaron sendas lecciones magistrales de gran altura y el acto estuvo muy lucido. Traigo la foto de la laudatio a George porque la hice acompañada con presentación en powerpoint, que siempre ayuda a clarificar un texto. Vinieron algunxs dignxs miembros de Attac-España, entre ellos Mariano Aguirre, que se mostraron muy contentos del reconocimiento universitario a la tarea que realiza su organización. La verdad es que esta organización (asociación para el gravamen de las transacciones financieras con el fines de ayuda humanitaria) tiene una finalidad social que cuando se le explica a la gente no conozco a nadie que le ponga objeción alguna... salvo lxs llamadxs realistas políticxs, esxs que dicen que dicho objetivo no se conseguirá nunca porque nadie se atreverá a someter al capitalismo mundial a norma alguna. Pero, claro, tal cosa no es un argumento en contra de la pretensión de Attac, cuyo fundamento moral es indiscutible, sino en contra del capitalismo internacional.

Me quedó una pequeña insatisfacción: el coro y orquesta de la UNED interpretó el Aleluya del Mesías de Händel con tanto espíritu y de un modo tan magistral que debimos haber roto en aplausos, en lugar de mantener el decoroso silencio que mantuvimos.

Las edades de la vida (XII).

La vida es una unidad y su división en edades no la rompe, pues se pasa de la una a la otra sin solución de continuidad. Sólo desde fuera de ella, desde la visión de otra vida, pueden apreciarse esas diferencias y únicamente si no ha habido una relación continua, permanente entre ambas porque, si la hay, tampoco se percibe la diferencia de una edad a otra, sino solamente en el recuerdo o en la imaginación creadora. Para la conciencia de la propia vida los estadios son también una referencia exterior, algo de lo que nos informa la imagen que contemplamos en el espejo y eso desde que tenemos conciencia para ello. En el interior, en la vida vivida desde dentro, definitivamente no hay más separaciones que las que imponen las circunstancias exteriores, pero no la conciencia. Desde que se adquiere el uso de razón, siempre de un modo confuso, la continuidad a lo largo de toda la existencia se manifiesta sin interrupción alguna. De toda la vida me ha maravillado esa condición de la identidad que hace que las personas digamos "yo", siempre el mismo "yo", por referencia a un cuerpo que va cambiando tan claramente que, quien lo vea desde fuera, dudaría de que se tratase de la misma persona.

El cuadro de Gustav Klimt, Las tres edades de la mujer, de 1905, que se encuentra en la Galeria Nazionale d'Arte Moderna, de Roma casi refleja esa unidad esencial de la vida, si bien como está contemplada desde fuera, las tres edades aparecen claramente diferenciadas. Las tres figuras de las mujeres, la niña, la madre y la anciana, aparecen como entrelazadas en el estilo tan caro al pintor de las mujeres-serpiente. La niña y la madre están fundidas en un abrazo, mientras que la única situada como fuera del conjunto, apuntando a la soledad de la vejez, es la de la anciana que se tapa la cara con la mano. La plenitud de la existencia en la figura materna, así como la belleza del modernismo klimtiano, que enlaza con la tradición icónica bizantina en el uso de los dorados, da un aire de dulce sosiego a la representación de las edades de la vida que habitualmente traspira tristeza y melancolía.