A Andalucía ha ido Mariano Rajoy a leer la cartilla a sus conmilitones. Y lo de leer es textual. Allí ha dicho cosas muy principales, con sentenciosidad a lo Fray Gerundio de Campazas. Andalucía es la tierra de España donde viven más españoles. Nada menos. También debe de ser la tierra de España donde vivan más jubilados ingleses y más marroquíes pobretones y más jeques árabes. También es donde hay más olivos.
Ha dicho otras cosas, igualmente necias. La más llamativa: quienes no ven la salida de la crisis es por sus prejuicios trasnochados. Curiosa querencia la de la derecha con el adjetivo trasnochado. En sus monsergas suele acompañar a "anticlericalismo", siempre trasnochado. El clericalismo, en cambio, es de plena actualidad. ¿Y los prejuicios? No dice cuáles son y no es fácil adivinarlo en boca del presidente de un gobierno que ha condecorado a la Virgen del Amor, en un acto de racionalismo ilustrado, casi volteriano. Y quede claro que se ha condecorado a la Virgen por ser mujer pues el gobierno tiene una idea altísima, desprejuiciada por entero de la dignidad de las mujeres. Se ve en su proyecto de ley contra el aborto.
Un prejuicio, sin duda trasnochado (como todos los prejuicios, por lo demás), es la idea de que los presidentes de los gobiernos no deben faltar a su palabra, mentir y mucho menos infringir la ley. Tampoco deben ser unos mangantes que hayan estado cobrando sobresueldos a las escondidas. Bueno, varios prejuicios encadenados. Que Rajoy faltó a su palabra lo ha confirmado él mismo en varias ocasiones, poniendo como pretexto el cumplimiento del deber; cosa absurda porque el primer deber es cumplir la palabra. Que miente se lo ha dicho toda la oposición a raíz de su comparecencia de agosto y se lo dice la realidad cada vez que abre la boca. La medida estelar del debate del Estado de la nación, la tarifa plana de 100 € resulta ser una estafa, cosa que se ha sabido menos de 24 horas después, en cuanto se han echado las cuentas. Las mentiras cada vez le duran menos.
Pero lo llamativo es lo del cumplimiento de la ley. De la instrucción del caso Bárcenas puede salir una o varias acusaciones de delito, y veremos a quién en concreto. El responsable político de esa situación es Mariano Rajoy como presidente del partido en el que se cometieron dichos presuntos delitos. Como presidente del gobierno, sin embargo, juró cumplir y hacer cumplir la ley y la Constitución. ¿Hay que dar a este juramento el valor de la palabra de Rajoy? O ¿ha de interpretarse el asunto como que Rajoy, presuntamente, amparó la comisión de delitos hasta el instante mismo del juramento y a partir de este dejó de hacerlo? ¿Tiene crédito Rajoy?
¡Ah, ya! Son prejuicios trasnochados.