El gobierno, sus propagandistas, predicadores, periodistas a sueldo, su guardia pretoriana en el Parlamento y secuaces varios afirman gozosos que la salida de la crisis está ya a la vista, todo lleno de brotes verdes, que el PIB crece, que Europa da por concluido con gran éxito el rescate bancario. Ese rescate bancario que, según Rajoy, nunca se había pedido ni existió. Que el tirón de las exportaciones se nota, que la destrucción de empleo ha tocado fondo, que el índice de esto y aquello y la confianza y blablabla, machaconamente, a través de los medios públicos de comunicación, los tebeos que utiliza como "prensa afín" y sus innumerables telebasuras Mentiras y más mentiras. La mentira sistemática como forma de gobierno.
Eso es lo que los gobernantes dedicados al expolio de los españoles y la ruina de España andan diciendo. Lo que hacen es otra cosa. Aumentan las inversiones militares en fuerzas y cuerpos de represión, en compra de material antidisturbios y endurecen el marco penal represivo, tipificando como delito toda forma de protesta. Porque son embusteros, demagogos y expoliadores, pero no tontos. Saben que, si siguen robando a mansalva, privilegiando los bancos, consiguiendo que sus delincuentes no sean penalmente perseguidos, dando dinero a manos llenas a la iglesia católica, expulsando a las gentes de sus casas y obligando a los jóvenes y no tan jóvenes a emigrar del país en busca de trabajo, quizá pueda haber un problema de estallido social al que piensan hacer frente como mejor saben: empleando la violencia y la represión.
Porque la realidad a día de hoy dice lo contrario del aparato de propaganda del gobierno: la deuda pública está en otro máximo histórico del 93,9 por ciento del PIB y acercándose al 100 por ciento ; el Estado, o sea todos los españoles, hemos perdido 37.000 millones de euros en ese rescate tan exitoso que, según el compulsivo embustero del presidente, nunca existió. Y, para coronar el éxito, las UE nos exige otra mordida de 37.000 millones de euros para 2014 que, por descontado, saldrán de los sueldos de los funcionarios, los capítulos de sanidad, educación e investigación y desarrollo y, cómo no, de las pensiones de los viejos, esas que el mismo embustero compulsivo, el que lleva decenios cobrando sobresueldos y ocultándolo, no iba a tocar.
Esta presunta asociación de malhechores no es un gobierno de España; es un gobierno en contra de España.