dijous, 13 de desembre del 2007

Perdón por las autocitas.

Los bancos centrales han vuelto a saltar al ruedo a la vista de cómo estaban poniéndose las cosas, apenas cuatro meses después de que lo hicieran para remediar la repentina restricción del crédito del mes de agosto pasado, que puso en un brete a los mercados, abrió la ominosa posibilidad de una crisis generalizada y animó a todas las autoridades políticas y económicas a largar declaraciones tranquilizadoras que sólo aumentaban el nerviosismo general. El anuncio de nuevas inyecciones masivas de liquidez en los mercados es una medida "preventiva", que trata de adelantarse a los problemas crediticios que pueden plantearse en momentos de especial efervescencia económica como son las Navidades, en que todo el mundo se gasta lo que tiene y lo que no tiene. En fin, que los señores gobernadores de los bancos centrales quieren que no se nos amargue el turrón. Excepto el del banco japonés, por lo que veo, sin duda porque, no siendo cristianos, los japos no se sienten obligados. Lo que suceda a partir de enero de 2008 sólo Dios lo sabe; ese Dios que se apresta a nacer el veinticinco de este mes. Si Dios quiere .

Voy a permitirme una licencia. Dado que estuve siguiendo la crisis ((¿qué crisis? Aquí no hay crisis y el que diga lo contrario es un comunista a las órdenes de Ben Laden)), voy a encadenar algunas citas de mis posts desde diciembre de 2006 (primer amago de crisis en el sector hipotecas) hasta el mes de septiembre pasado. Así, aparte de darme algo de pote, me ahorro repetir lo ya dicho con otras palabras. Ahí va:

El 8 de diciembre de 2006 (hace un año) en un post titulado Ahogadxs por las hipotecas, decía servidor: "...a dinero barato, más demanda de vivienda; a más demanda de vivienda, precios más altos. La burbuja de 2000 a 2004, más o menos. Ahora, con el dinero más caro, los precios tienden a estabilizarse, pero las hipotecas ahí están. Veremos qué pasa si siguen subiendo los tipos de interés." Por cierto,una ojeada al gráfico que reproduzco del FAZ de ayer prueba que, en efecto, los años de 2002 a 2005 (más o menos), los del dinero fácil, a un interés tirado, prepararon esta catástrofe de hoy.

El 11 de agosto de 2007, en Psicología del pánico, decía: "...lo fastidioso de esta crisis y lo que corre el riesgo de convertirla en un pánico (los famosos run on banks de fines del XIX y primeros del XX) es que nadie sabe todavía quiénes serán los perdedores y en qué cuantía. Y no se sabe porque las operaciones de créditos hipotecarios "basura", esto es, de alto riesgo de impago no son trasparentes y se amalgaman, además, en paquetes de inversión con otros productos, con lo que se han diseminado por Occidente y Japón como si fueran bombas de racimo y no se sabe quién está pringado."

El 16 de agosto de 2007, en un post titulado Un crac a cámara lenta, añadía: "Ayer, los mercados bursátiles volvieron a bajar. Y eso que el Banco Central Europeo había "inyectado" el martes 7.700 millones de euros más, con lo que el aluvión de pasta que ha entrado en el mercado desde la semana pasada es de 211.365 millones de euros. Por un lado, el BCE sube los tipos de interés porque dice que hay que prevenir la inflación, encarece el dinero y ahoga a las familias hipotecadas y, por otro, inunda el mercado de liquidez."

Al día siguiente, en Más sobre la crisis: "Poco a poco, iremos viendo quién se salva y quién perece. En los EEUU, el gigante de los préstamos hipotecarios, Countrywide Financial afirma haber conseguido 11.500 millones de dólares para seguir funcionando, pero el panorama es sombrío. Otros fondos tendrán que cerrar. El impago de hipotecas en tiempos de tipos de interés al alza está devorándolo todo. En el resto del mundo, los analistas y los políticos ventilan el peligro afirmando que sus respectivos sistemas financieros están a salvo porque ha habido poco contagio con los fondos de alto riesgo de los EEUU. Pero eso está por ver."

El 1º de septiembre, en Efectos indirectos: "Porque nadie cree que esto vaya a quedarse así o que la crisis de agosto haya tocado fondo. Ni hablar. Al aumento de los impagos de hipotecas a causa de la subida de los tipos y a los problemas de liquidez de los mercados se une el tercer factor, la bajada, en algunos casos el hundimiento, de los precios de las viviendas. En su manifestación más extrema, en los EEUU los hipotecados están pagando cada vez más por cada vez menos. Y, como todo el mundo sabe, lo que pasa en los EEUU pasa luego en Europa y España es parte de Europa.O sea que la crisis tendrá efectos directos e indirectos."

El 6 de septiembre, en La crisis reptante, señalaba: "Son momentos tremendos para los profetas. Parece que sus vaticinios no se cumplen, ni siquiera los de corto plazo. La OCDE, que ha revisado a la baja la tasa de crecimiento de los EEUU para este año, dice que sin duda hay un "parón" económico, pero que no puede hablarse de "recesión". Bueno, otra profecía. Ojalá no haya recesión, pero cada vez llevamos más papeletas.

En Europa y específicamente en España, las autoridades aseguran que la crisis hipotecaria estadounidense no va a afectarnos porque nuestros créditos son sólidos y sanos. El ministro de Hacienda, señor Solbes, reconoce que hay "incertidumbres" en el horizonte económico. Las incertidumbres son el estado natural del horizonte económico, si no no existiría la bolsa. Por tanto, si el ministro habla de ellas es porque deben de ser particularmente ominosas. Y así seguirá mientras no se sepa quién y en qué grado ha metido dinero en los fondos hedge. Téngase en cuenta que esos fondos aparejan el alto riesgo con la alta rentabilidad, una tentación muy difícil de resistir para el capital especulativo y el financiero, en la medida en que no sean el mismo monstruo con dos cabezas. Así que es sólo cuestión de tiempo hasta saber si el estallido estadounidense llega a este lado del Atlántico y si lo hace en forma de mar picada o de tsunami."

El 8 de septiembre, en La crisis inexistente, se decía: "Esta crisis que es pero no es, que aparece y desaparece de modo misterioso, procede en buena medida de las que toman las distintas autoridades para frenarla, en virtud del efecto desconfianza que generan. Si el Banco Central Europeo renuncia a su prevista enésima subida del tipo de interés y, al mismo tiempo que dice que no pasa nada, vuelve a inyectar liquidez en el sistema no es que le preocupe la suerte de decenas de familias hipotecadas hasta sus colectivas cejas, sino que lo que está haciendo, en primer lugar, es demostrar que no sabe por dónde tirar y, en segundo, suscitar mayor inseguridad e incertidumbre, es decir, agravando la crisis que todos queremos evitar pero nadie sabe cómo."

Por último, el 15 de septiembre, en El impacto de la crisis, concluía: "Claro, en esta crisis todo está por ver; es la crisis del está por ver porque es la de la opacidad. Lo llaman crisis de "confianza", de falta de certidumbre. Esto de los subprime es como lo de los virus: vete a saber quién los tiene. Nadie se fía de nadie, los bancos no se prestan dinero entre sí (a esto lo llaman "crisis de liquidez"), los bancos centrales tienen que intervenir, antes de que el sistema financiero reviente y aun así, a alguno lo pillan. Como es el caso del Northern Rock (vaya con la roca) que ayer sufrió un pánico de sus impositores y sus acciones se desplomaron. Un pánico a la antigua usanza, con colas de gente para sacar sus dineros y meterlos bajo el colchón."

De nuevo perdón por las autocitas, aunque creo son ilustrativas. Añado dos consideraciones: estas nuevas "medidas preventivas" que han adoptado las luminarias de los bancos centrales (equivalentes, a mi modesto entender, a tratar de calmar una tormenta en un mar tropical vertiendo una botella de aceite de oliva) vienen propiciadas por dos factores que este verano aún no habían incidido negativamente como lo están haciendo ahora, en concreto, el precio del crudo y la fortaleza del euro frente al dólar. Ambos, sobre todo el segundo, muestran que este repentino acuerdo de los bancos centrales tiene expectativas de duración similares a las que tendría un acuerdo de caballeros entre hienas.

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