Vaya. En el Uruguay llaman a las cosas por su nombre. Justo lo que Rajoy dijo que haría en España, llamar al pan, pan y al vino, vino. Una más de sus desvergonzadas mentiras. No llama pan al pan ni vino al vino y mucho menos Bárcenas a Bárcenas. También dijo que sería un presidente "que daría la cara" y lleva dos años escondiéndola y solo asomando a través del plasma. Asimismo dijo que, cuando él gobernara, bajaría el paro y ha subido; que no subiría los impuestos y lo ha hecho, que no tocaría sanidad y educación y las ha destrozado, etc., etc.
Pero ya es irrelevante señalar la mendacidad del hombre que detenta (en el sentido estricto del término) el poder en España y ocupa indebidamente La Moncloa. Es, además, redundante. Todo el mundo -excepto, al parecer, algunos votantes- sabía que la palabra de Rajoy no vale nada, que es un embustero redomado, capaz de decir cualquier cosa por obtener sus fines, sin ética, sin honradez, sin moral. Alguien lo puso ahí porque sabía que haría lo que fuera preciso porque la derecha ganara las elecciones.
¿Quién? El Uruguay nos da la pista: los beneficiarios de esta estructura organizada de expolio, de robo en masa, de fraude y enriquecimiento fraudulento que presidía Rajoy, habiéndolo hecho antes Aznar y gestionaba Bárcenas, a quien investigan en aquel país por crimen organizado. Ese es el nombre que debiera estar empleándose en España. Es posible que el PP sea un partido político, aunque tengo mis dudas, pero cada vez se revela con mayor claridad como una asociación de malhechores y como tal debiera ser tratado por los tribunales. No puede tener otro nombre una organización que lleva veinte años recaudando millones en donaciones y fondos ilícitos de empresas a cambio de conceder a estas todo tipo de contratos públicos de modo fraudulento con evidente quebranto para los intereses generales; veinte años financiando sus campañas electorales ilegalmente cuyos resultados, obviamente, son nulos y así debieran ser declarados por los tribunales; veinte años repartiendo presuntamente dinero negro entre sus principales dirigentes, con Aznar y Rajoy, sobre todo Rajoy, a la cabeza, una jarcia de políticos profesionales que jamás han trabajado en nada útil pero se han forrado, se han llenado los bolsillos con dinero ajeno. Una vergüenza cuya ilegalización como asociación ya debiera haber sido instada en vía judicial. No creo que el PSOE, víctima del síndrome de Estocolmo, lo haga, pero a lo mejor se anima IU o algún grupo independentista vasco, de esos que han sufrido ilegalización tras ilegalización a instancias, precisamente, de esta misma organización de presuntos mangantes. Si se puede en el Uruguay, también se podrá en España.
Tiene gracia que sean dos países latinoamericanos, la Argentina y el Uruguay los que amparen dos elementales peticiones de justicia que en España no prosperan: condenar el regimen del genocida Francisco Franco en el primero e ilegalizar la organización criminal cuyo extesorero se llama Bárcenas. La dignidad de España ha ido a refugiarse allende el océano. Palinuro se declara argentino y uruguayo de corazón.