El resultado de las elecciones del domingo tiene dos rasgos: 1) no termina de resolver la situación de bloqueo que venía de la votación enterior; 2) la izquierda se ha dado un batacazo colosal lo que, tal como están las cosas en España y en Europa, significa que no habrá gobierno de izquierdas en muchos más años que los cuatro de este legislatura, si empieza. Es difícil encontrar algún caso de mayor incompetencia en la gestión que la de estos políticos en agraz.
Curiosamente, lo que ha quedado de nuevo incierto en España, se ha clarificado en Cataluña. Podemos no consiguió el sorpasso al PSOE en España que tanto ambicionaba y su confluencia catalana tampoco el sorpasso al blooque independentista. Pero este es el gobierno y ahora se encuentra el camino de la hoja de ruta expedito. Ya no hay más posibilidades de seguir engañando al electorado catalán con la propuesta de un referéndum de autodeterminaciçon pactado con el Estado. Esa hipótesis es una fantasmagoría. El Estado jamás aceptará un referéndum catalán. Son los independnetistas quienes tienen que poner en marcha medidas unilaterales, bien un referéndum o bien una declaración unilateral de independencia. Y los de En Comú Podem tendrán que acalararse si quieren la independencia o siguen mareando la perdiz. Y lo mismo sucede con la gente de la CUP que en septiembre tendrá que decir "sí" o "no" a renovar la confianza parlamentaria en Puigdemont. A partir de septiembre, las cosas en Cataluña estarán muy claras.
Aquí, la versión castellana del artículo en elMón.cat:
Claridad
Pasadas las elecciones generales, algunos dicen que las circunstancias españolas han cambiado y que la incertidumbre del 20 de diciembre se ha disipado.
Solo a medias o quizá nada en absoluto. Algo sí ha quedado claro: los españoles no quieren cambiar. Han dado la mayoría a un partido de derechas, el PP, único que ha aumentado en votos. Podían haber votado a uno de izquierdas, el PSOE o Unidos Podemos, pero no lo han hecho. Al contrario, los dos han bajado en votos y el PSOE también en escaños. Podían haber votado a un partido que se dice de centro. Pero lo han hecho por uno de la derecha con un historial delictivo comprobado, un partido que es una asociación de malhechores, imputado por los jueces, presidido por un sospechoso de haber cobrado sobresueldos ilegales, un partido corrupto, franquista, nacionalcatólico, centralista y catalanófobo. No le han dado la mayoría absoluta, como en 2011, pero le han encomendado formar gobierno minoritario, cosa que hará en alianza con Ciudadanos y, seguramente, contando con el apoyo de la minoría vasca y el diputado nacionalista canario, es decir, 175 escaños. Podrían ser 176 y mayoría absoluta si se diera un episodio de “tamayazo” hipótesis nada descabellada en un sistema político tan opaco y corrupto como el español.
Si el electorado hubiera dado mayoría a la izquierda, quizá las cosas se habrían sido algo distintas. Pero no en Cataluña pues, tanto con la derecha como con la izquierda dominada por el PSOE, las posibilidades de que España acceda a convocar un referéndum catalán (cualquier tipo de referéndum) son inexistentes. A día de hoy hay 244 diputados en las Cortes contrarios al referéndum, más de dos tercios.
Los españoles no quieren cambiar y quien diga que es posible cambiar España está mintiendo deliberadamente y a ojos vistas.
¿Cuáles son las opciones para Cataluña? Si Podemos no pudo hacer el sorpasso al PSOE en España, tampoco pudo hacérselo al bloque independentista en Cataluña, que, aunque ha perdido votos (CDC), se ha mantenido muy bien en escaños. Y ahora corresponde aplicar las enseñanzas de las elecciones generales.
Si en España no hay posibilidad alguna de referéndum, si no cabe hablar en serio de reforma de la Constitución. ¿Qué sentido tiene proponer un referéndum pactado con el Estado, como hace En Comú Podem?
También en Cataluña se precisa claridad. Y se puede conseguir. Claro es que la oferta del referéndum pactado es una vía muerta o un engaño. Y claro también que el bloque independentista mantiene su apoyo parlamentario a la hoja de ruta. Falta por ver si la CUP sigue en su actitud errática respecto al gobierno independentista por la que han pedido perdón pero sin especificar qué piensan enmendar. Y septiembre, cuando aumente la presión del gobierno español y haya que pronunciarse sobre la cuestión de confianza de Puigdemont está a la vuelta de la esquina.
El resultado de la brexit ha ayudado bastante a traer claridad. Ha dejado claro que con un 52 % cabe tomar decisiones trascendentales. Es obvio que con el 51% también y eso clarifica mucho. Añádase el más que probable nuevo referéndum de autodeterminación en Escocia y se verá que en Cataluña corremos peligro de retrasarnos.
En el plazo inmediato, Cataluña tendrá que decidir por una medida de carácter unilateral; un referéndum o una declaración unilateral de independencia (RUI vs DUI). Y cada vez está más claro que la más segura y más prometedora es la DUI porque es institucional, legítima, no compromete la posición de los funcionarios en Cataluña, internacionaliza de inmediato la cuestión y la somete a arbitrio judicial internacional con una perspectiva muy elevada de salir triunfante.
Y, sobre todo, porque es una decisión clara que obliga a las fuerzas políticas de carácter ambiguo (los comunes) o errático (los cupaires) a clarificar su actitud.