Eso es obvio. No está excluido que aquel de quien quieres independizarte te conceda la independencia de buen grado. Pero es bastante extraño. Lo habitual y esperable es que se oponga con uñas y dientes y hasta te persiga y encarcele por luchar por tu derecho a gobernarte por tu cuenta. Aquí mi artículo de esta semana en elMón.cat sobre este asunto y titulado RUI vs. DUI.
Ahora bien, si en cuanto al fondo de la cuestión, la unilateralidad, hay acuerdo, puede no haberlo en cuanto a la forma. Así hay quien dice (la CUP) que la independencia debe alcanzarse mediante un Referéndum Unilateral de Independencia (RUI) y quien dice (CDC) que debe hacerse mediante una Declaración Unilateral de Independencia (DUI). A primera vista, parecerían lo mismo, pero no lo son. El RUI busca "quemar etapas", ir directamente a la confrontación con el Estado, plantear un escenario de conflicto, mientras que la DUI trata de proceder de modo paulatino, gradual, de evitar la confrontación, mantener cuanto más tiempo mejor la legalidad y acabar en un proceso judicial internacional con garantías para ambas partes de que, el final, la solución será aceptabale para todos.
Los pros y contras de ambas posiciones se tratan en el citado artículo de elMón.cat, versión castellana es la siguiente:
RUI vs. DUI
Por fin aparece Cataluña en un
debate en la televisión entre las principales fuerzas parlamentarias del Estado
y lo hace para escenificar la fuerza y la voluntad del “no” al derecho de los
catalanes a la autodeterminación. El nacionalismo español de derechas y el de
izquierdas renovaron su voluntad unitaria jacobina con el aplauso del
catalanismo hispánico de Rivera, encantado de encontrar tan favorable eco.
Hasta Podemos clarificó el
alcance de sus propuestas catalanas, que tanta confusión han causado en el
Principado en donde los votantes de En Comú-Podem no tienen claro exactamente
qué estarán votando. Ayer pudieron verlo: estarán votando a favor de un
referéndum que se hará en toda España y que tampoco es evidente que se haga
porque no será línea roja en las negociaciones para la formación de un gobierno
nacional español. Es decir, no estarán votando nada.
Parece llegado el momento de la
confusión. Suele pasar en los trayectos prolongados y difíciles. Luego del no
de la CUP a los presupuestos de la Generalitat y, sin duda, como remedio para
no quedar encajada en el papel de aguafiestas por una sola causa, la
organización asamblearia ha decidido ampliar y profundizar los motivos de la
discrepancia y darle mayor empaque. Además de seguir gobernando con
presupuestos prorrogados y por lo tanto desajustados a los objetivos
perentorios que el gobierno quiere alcanzar, es preciso acelerar la hoja de
ruta para que no haya desfallecimiento. ¿Cómo? Mostrando la clara e inequívoca
voluntad de avanzar hacia la independencia. ¿No se acusa a la CUP de no querer
la independencia en el fondo, razón por la cual se rechazaron los presupuestos?
Pues ahora ha de quedar patente quién es quién en la vía independentista. Quién
quiere la independencia y quién la finge.
¿La fórmula? Que se organice un
referéndum unilateral de independencia (RUI) ya. Las autoridades se olvidan de planificar
una declaración unilateral de independencia (DUI) y se pronuncian por el RUI.
El caballo de batalla se llama ahora RUI. Siempre hay que tener un caballo
cuando se quiere ir a la batalla y este cumple la función de clarificar las
cosas y poner a cada cual en su sitio. La CUP no es el furgón de cola del tren
de la independencia, sino la locomotora.
Sobre todo cumple la función de
prolongar la práctica de la extorsión frente al gobierno independentista de la
Generalitat, a base de ponerlo en la incertidumbre de tomar una decisión que lo
enajene de una parte importante de su apoyo social. La independencia es un
objetivo del conjunto de la sociedad catalana. Transversal se dice ahora. No
solamente de sus sectores más radicales o combativos que no por serlo tienen
necesariamente que ser los más sinceros. También lo es de aquellos otros que
tratan de conseguir los cambios políticos y sociales no por la confrontación
sino para la reforma y la transición paulatinas.
Un RUI y un RUI inmediato tiene
todos los elementos de una ruptura repentina, algo que no se concilia con la fórmula
reiteradamente invocada de Puigdemont de ir “de la ley a la ley”. Un RUI
implica un salto en el vacío en el que, sin duda, podrá saberse quién está
dispuesto a todo para conseguir el objetivo de una vez y quienes prefieren
hacerlo paulatinamente. Es como un procedimiento de prueba de limpieza de
sangre patriótica. Pero estratégicamente no parece lo más acertado. Al
contrario, presenta tal cantidad de riesgos que bien puede entenderse como una
maniobra más de extorsión con la finalidad última de que descarrile el proceso.
El perfil de la buena conciencia se alza frente a la lentitud de todo
procedimiento pragmático.
Está claro que un RUI lleva a la
confrontación directa con el Estado en una situación de ilegalidad que será muy
difícil explicar en el exterior, ante la comunidad internacional de la que, en
muy buena medida depende el proceso. Por el contrario, una DUI, siendo tan
ilegal como el referéndum tiene un ámbito judicial natural en el que puede
sustanciarse de inmediato, que es la Corte Internacional de la Haya. En lugar
de una confrontación directa en la calle en una escalada de acción/reacción
entre el Estado y Cataluña estaremos en un terreno en el que ambas partes,
teniendo sus derechos reconocidos, podrán aducir sus argumentos ante un órgano imparcial.
No hay color.