dimarts, 29 de desembre del 2015

La memoria tiene dueño

Richard Overy (consultor editorial) (2013) El siglo XX. Madrid: Akal. (320 págs).
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Las editoriales suelen obsequiar a sus autores con algún libro suyo, de esos que son adecuados para regalos. Esta año, Akal me ha enviado esta especie de resumen del siglo XX, un buen ejercicio de fotoperiodismo de la centuria pasada, publicado originalmente en inglés, bien documentado, bien concebido y muy grato de leer.

En ocasiones se dice que el siglo XX ha sido el más corto pues, habiendo comenzado en la revolución rusa de 1917, terminó con la caída de la Unión Soviética, también Rusia, en 1991. Se trata, pues, de un siglo monotemático, pero con un tema grandioso: el siglo en que la utopía comunista se hizo realidad y tuvo tiempo para demostrar que en su seno se gestaba una de las más inhumanas y odiosas tiranías que haya conocido el planeta. Disponemos ya de numerosos análisis explicativos de cómo pudo producirse ese repentino derrumbe, pero ninguno, que yo sepa, desde una perspectiva marxista, siendo así que, al menos oficialmente, la URSS era un régimen inspirado en el marxismo. Sin embargo, los marxistas siguen callados. No me refiero a los escritos de los trotskistas que hablaban de la corrupción del régimen soviético, sino de obras de estudio e investigación marxistas. Silencio. El marxismo se creyó capaz de predecir el hundimiento del comunismo, pero no es capaz de explicar el del comunismo que es el que se ha producido. Los pocos partidos comunistas que quedan, seguidores del marxismo y de su curiosa perversión leninista, prefieren ocultar sus siglas y símbolos y, como IU en España, presentarse bajo otra denominación de origen, algo en lo que insisten, pues no les queda otro remedio. El trasvase masivo de miembros de IU a Podemos en España augura una operación  similar y, aunque por ahora, parece tener un relativo éxito, es cuestión de tiempo para que el fondo comunista del experimento acabe revelándose a los ojos de un electorado momentáneamnte embelesado con las apariciones televisivas de sus líderes.

Este fenómeno de unos militantes de una ideología, la comunista, que actúan en el seno de organizaciones que la ocultan es uno de los más curiosos fenómenos de psicología colectiva del siglo XX. El comunismo tiene una autoconciencia enraizada en la clandestinidad y este comportamiento desdoblado (somos de IU pero, en el fondo, somos comunistas; no somos de izquierdas ni de derechas pero, en realidad, sí somos de izquierdas), esquizoide caracteriza todas sus organizaciones y determina su comportamiento individual. Algún día volveremos sobre ello porque es fascinante para entender muchas otras cosas.

El siglo XX es el siglo del comunismo y el del fracaso del comunismo. Pero también es el de muchas otras cosas. Ha sido una centuria abigarrada, llena de sorpresas, invenciones, novedades, glorias y miserias. Como todas. Como lo será el siglo XXI. Pero, para nosotros, es el que encierra las claves inmediatas de muchos de los fenómenos coetáneos y por eso tiene más interés. Esta obra es un buen repaso, completo y documentado... desde un punto de vista inglés. Es decir, no es inocente. Los temas que se tratan evidencian una determinada perspectiva. Si el libro fuera francés, habría habido variantes. Por ejemplo, en lugar de dar importancia a la guerra de los bóers, a lo mejor comenzaba con el triunfo del Partido Radical y la separación de la Iglesia y el Estado en Francia. O daba más importancia al caso Dreyfus, que la tuvo. Algo que cien años después, los españoles aún no han logrado ni llevan camino de hacerlo.

Es más, este "anglicismo" de la visión mundial se observa en otro dato curioso: España no aparece como sujeto prácticamente en las 320 páginas del libro excepto para hablar de la guerra civil que fue el episodio español de mayor proyección internacional en ese siglo. Terminada la guerra civil, silencio; el silencio de la historia, eco del silencio que cayó como un manto sobre el país entero. Ni siquiera la famosa Transición merece una entrada en este repaso. Sí la hay para la Revolución de los claveles en 1974, en Portugal, pero no como preludio al fin de la dictadura en España, que ni se menciona, sino por derecho propio y para subrayar que, desde siempre, ha habido una relación especial de protección entre Inglaterra y Portugal que, de hecho, ha sido casi como una colonia o un "dominion" inconfeso de aquella. 

Es lógica esa perspectiva inglesa. La reina Victoria, epítome de la grandeza del imperio británico, murió en 1901, cerrando un siglo XIX que lleva su nombre y en el que la monarquía británica pasó a ser Imperio oficialmente pues la reina adoptó el título de emperatriz de la India. Lógico, pues, que los británicos comenzasen el siglo XX con una sobredosis de optimismo que los acontecimientos posteriores se encargarían de rebajar: la primera y la segunda guerra mundiales que quizá las democracias europeas no hubieran podido ganar sin la intervención de los Estados Unidos, la descolonización del África, la aventura de Suez en 1956, su tendencia al declive y estancamiento a partir de entonces que la revolución thatcherista de los años 90 no supo frenar, aunque lo prometió; y no solo no frenó sino que le añadió una nueva carga de desigualdad e injusticia social propia del neoliberalismo que otros países hemos padecido después.

Pero esa pérdida de hegemonía económica y militar vino, en parte, compensada por un aumento de su influencia política tanto en el seno de la Commonwealth como en la Unión Europea cuando, por fin, Gran Bretaña pudo ingresar tras la muerte del general De Gaulle que se oponía a su entrada y, como se ha visto luego, con muy buenas y poderosas razones. Compensada también con una enorme influencia cultural: el fenómeno de los Beatles carece de parangón en la historia. Y no solo la música: el cine, la literatura, el teatro, la moda, la ciencia ingleses estuvieron y están en primer plano en el mundo.

El siglo XX fue el del ascenso de los Estados Unidos a potencia mundial. Su intervención en la primera guerra de la mano del presidente Wilson y sus famosos 14 puntos para la paz fue decisiva para configurar el mapa de Europa en la posguerra. Por cierto, esta contienda tiene un tratamiento también típicamente inglés: se abre con dos páginas dedicadas a Gallipoli, episodio que, salvo los especialistas, el público no anglosajón casi ignora por entero. Pero, para los ingleses fue muy importante porque en él entraron en combate por primera vez efectivos de la ANZAC, esto es, tropas de Australia, Nueva Zelanda y el Canadá que sufrieron un desgaste terrible. Y junto a episodios más conocidos como el Somme o Verdun, de nuevo asuntos absolutamente británicos, como la guerra en Arabia y el fascinante asunto de Lawrence.

El resto del siglo, American Way of Life, la gran depresión, la ley seca y, en Europa, el ascenso de los totalitarismos, fascistas, nazis y comunistas. El camino hacia la segunda guerra mundial que, como es de imaginar, tiene un tratamiento detallado, desde Dunkerque hasta Hiroshima y Nagasaki. La guerra en el desierto, Pearl Harbor, el Pacífico. Una guerra verdaderamente mundial. Francia ocupada, De Gaulle, la resistencia, el maquis. Las atrocidades nazis. El Holocausto.

El mundo de la posguerra se inicia con el discurso de Churchill en Fulton sobre el telón de acero y la guerra fría: la contención, el muro de Berlín, la crisis de Cuba (el momento en que el mundo estuvo más cerca de una III guerra nuclear) y sus consecuencias, entre ellas las negociaciones para limitación de armamentos y la doctrina final cuyas siglas, MAD, apuntaban a la fundamental irracionalidad de la carrera armamentística: Mutual Assured Destruction. El mundo de Stanley Kubrick. No he encontrado (quizá se me haya pasado) referencia a la aportación alemana al fin de la guerra fría a partir de la llamada "Política del Este" (Ostpolitik) de la República Federal, origen de la conferencia de Helsinki y de la OSCE hoy activa. Pero sí al cierre de la guerra fría con la Perestroika y la Glasnost.

El relato no solo se refiere a asuntos políticos, militares y económicos sino que también trae interesantes resúmenes de corrientes artísticas, culturales y científicas por decenios: la agricultura, el arte y las vanguardias, la arquitectura (especialmente en los años 20), los automóviles de los años 40, el cine de los 50, la música en los 60, la medicina en los 70, la moda en los 80 y la tecnología en los 90.

Además de la visión anglosajona, hay huecos para otros países y partes del mundo muy interesantes de recordar y relacionar: la revolución cubana, la guerra civil del Congo, la guerra del Vietnam (en donde los Estados Unidos sustituyeron a Francia como potencia militar colonial solo para salir derrotados como habían salido los franceses de Dien Bien-Phu), la batalla de Argel, la revolución china y su aftermath, con la revolución cultural. Francia tiene un tratamiento de estrella en los años 60 por la revolución de mayo del 68, Praga por la de agosto del mismo año y Alemania retorna al escenario en los años setenta con el surgimiento de las guerrillas urbanas de la Rote Armee Fraktion, más conocida como "grupo de Baader-Meinhof".

Termina el repaso en los años 90 con la globalización y la apertura de la actual crisis económica.

Una última consideración, mirando el cambiante mapa de Europa en los cien años del siglo XX. En el llamado "viejo mundo", obsesionado con la seguridad de las fronteras, los Estados no han parado de moverse no solo territorialmente, sino también políticamente: Alemania ha cambiado varias veces de tamaño; Polonia ha aparecido, desaparecido y vuelto a aparecer, como el Guadiana; de los Países Bálticos no hablemos; y de los Balcanes, menos aún; Checoslovaquia se ha partido, como Chipre, mientras Alemania se ha reunificado; han desaparecido y aparecido Estados y han cambiado sus formas de gobierno. Compárese con  las Américas: los mismos Estados que accedieron a la independencia a fines del XVIII y el XIX son los que hay ahora, con leves cambios territoriales y frecuentes transformaciones de democracias en dictaduras y dictaduras en democracias. Pero nada más.

Europa es un continente de experimentación. Está vivo.