dissabte, 15 d’agost del 2015

La lista de la CUP y Palinuro.


Hace unos días los amigos de la CUP nacional me ofrecieron integrarme en su lista en uno de los últimos puestos, sin posibilidades de salir elegido, como gesto simbólico de apoyo. Se entendía, me dijeron, que ello no implicaba coincidencia plena con las posiciones de la CUP. Así también lo tomé yo: se trataba de mostrar de modo práctico mi compromiso con el derecho a decidir de los catalanes aquí y ahora y no en algún hipotético futuro. Palinuro defiende ese derecho, como se sabe, desde hace años, lo cual no lo convierte en partidario de la independencia de Cataluña. Solo en partidario del derecho de los catalanes a decidir por su cuenta lo que aquellos crean mejor, incluida, por supuesto, la independencia. Mi visión sobre la posible independencia de Cataluña y/o los països catalans está expuesta con detalle en mi libro de este año sobre La desnacionalización de España (editorial Tirant Lo Blanch, Valencia) y reside en la idea de que, de darse, quizá sea la última esperanza que quede al país de salir de un letargo, una modorra, un atraso, una agonía que dura ya tres siglos y medio. Si España no reacciona ante la independencia de Cataluña, está muerta y es presa de buitres.

De forma que acepté. No fue sencillo para mí porque, desde la transición, jamás he participado en ninguna actividad de política práctica representativa, habiéndome mantenido siempre en un terreno puramente especulativo. Acepté, sin embargo, integrarme por primera vez en mi vida en una lista electoral de una candidatura con cuya línea ideológica netamente de izquierda, asamblearia, republicana, laica, socialista, ecológica y feminista, estoy de acuerdo. La mera coincidencia ideológica, sin embargo, tampoco hubiera sido suficiente. Se añade algo más: la clara excepcionalidad del momento, la situación límite en la que el país se encuentra merced al infame carácter del gobierno español actual y que nos obliga a quienes tenemos convicciones democráticas y de izquierdas a tomar partido por ellas, aunque muchos puedan sostener, con falsedad, que es en contra de nuestros intereses. Porque si nuestros intereses son contrarios a nuestras convicciones, debemos renunciar a ellos.

Así pues, repito, acepté.

Pero, luego, la Junta Electoral Central recordó que, de acuerdo con la legislación electoral aplicable al caso, los candidatos en las listas de las elecciones autonómicas deben estar censados en la Comunidad Autónoma en la que se celebren.

Es decir, no puedo ir en la lista de la CUP por imperativo legal que la CUP y yo acatamos.

Pero hubiera ido.