dissabte, 23 de maig del 2015

La nación elegida.


Núria Clotet y Jordi Fexas (2014) Súmate. Cuando todos contamos. Barcelona: La Campana. 170 págs.
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En algún momento del año pasado recibí un email de unos desconocidos preguntándome si estaría dispuesto a presentar en Madrid una asociación catalana proindependentista nueva. La asociación, en efecto, no me constaba. Se llama Súmate y su peculiaridad consiste en estar compuesta por ciudadanos españoles castellanohablantes y residentes en Cataluña. "Vaya", pensé, "los que faltaban para la fiesta": españoles inmigrantes o hijos de inmigrantes en Cataluña a favor de la independencia. Estos debían de ser los que en las encuestas de identidades declaran sentirse "tan catalanes como españoles", pero lo declaran en español.

Acepté de inmediato. Se presentaban en el viejo y casi ruinoso caserón del Club de Amigos de la UNESCO, en Tirso de Molina, un lugar con una larga historia de lucha contra el franquismo. La primera vez que lo pìsé, allá en los años 60 del siglo pasado, se presentaba una asociación funcionalista europea, o algo así, movida por Tierno Galván. En aquellos años, declararte a favor de Europa podía llevarte a la cárcel y en aquel acto, sin duda habría agentes de la brigada político-social vigilando a los rojos. Europa ha sido siempre en España cosa de rojos. En fin, la transición y eso.

La sala estaba a rebosar... de catalanes residentes en Madrid, convocados probablemente por los de ERC, que tienen muy buenas relaciones con Súmate. Querían que los medios de Madrid informaran del acto y consiguieron que lo hicieran los catalanes en Cataluña. En Madrid, silencio. Antes de pedírselo a Palinuro se lo pidieron a Évole e Iglesias, pero ninguno pudo o quiso ir. Tuvieron que conformarse con el hosco Palinuro.

La delegación de Súmate era un puñado de españoles residentes en Cataluña, no catalanohablantes y partidarios de la independencia. Se expresaban de modo vehemente, estaban ansiosos por explicar su actitud a sus compatriotas y parecían unidos por un ideal común que mencionaba de continuo el más vehemente y expansivo de todos, su presidente, Eduardo Reyes, un cordobés de origen que tiene l'allure de un apóstol, de un profeta, casi se diría de un cruzado de la causa si no sonara muy español. Su visión es una Cataluña independiente, una sociedad libre, democrática, igualitaria, compuesta por catalanes que, al mismo tiempo, puedan sentirse españoles y mantener sus íntimas relaciones con sus allegados en otros puntos de la península. Es un ideal que comparten todos, generalmente hijos de la inmigración (que es siempre emigración de otra parte) y que evidencian con el mismo entusiasmo. España es su nación. Cataluña, también. Y ahora quieren un Estado independiente.
 
Los asuntos del nacionalismo y las identidades nacionales, siendo cosas de los sentimientos, son tremendamente delicados y confusos. Estos sumandos de Súmate suelen recibir un trato hostil en España, en donde muchos los llaman "charnegos agradecidos", "sumisos" y humillados "al racismo catalán", cuando no "traidores" y algunos los amenazan directamente. Es fácil olvidar que la nación desde la que se los menosprecia e insulta empezó por echarlos de sus casas, de sus tierras, de su país y, ¿por qué no? de su nación. Se querrá o no, pero es un desarraigo que, al hacerse permanente, de padres a hijos, genera nuevas raíces. "No" dicen los españoles, "la nación es la misma". Fue un desplazamiento demográfico interno. La nación es la misma. 
 
¿Lo es? Eso es algo que solo pueden decir las gentes porque se trata de sus sentimientos, cosa de cada cual. Estos españoles/catalanes partidarios de la independencia tienen algo que solo ellos tienen entre todos los españoles: una causa por la que luchar, una nación libremente elegida. Viene al recuerdo la anécdota de Ayn Rand, autora icono del neoliberalismo, en una ocasión en que daba un mitin en la campaña del ultraderechista Wallace con su espantoso acento ruso y uno del público le recriminó hablar de los Estados Unidos siendo rusa. Contestó la autora de El manantial que el interpelante era ciudadano norteamericano por nacimiento, lo cual no tenía mérito,  mientras que ella lo era por libre decisión personal.
 
El libro está escrito por Núria Clotet, periodista y Jordi Fexas, empresario (muy sociedad civil catalana) que se limitan a intercalar morcillas aclaratorias entre los parlamentos de los distintos miembros de Súmate a los que dan la palabra directamente. Es muy ilustrativo leer sus historias, comprender sus motivaciones, seguir sus pasos según se entusiasman cuando ven que la acción colectiva rinde frutos, que si suman sus fuerzas se hacen oír y ver. Al menos lo han conseguido en el nacionalismo catalán que los considera en primer lugar porque ellos se hacen considerar y, en segundo, porque ahí hay un sector del electorado catalán que pudiera sentirse alienado de un discurso soberanista en catalán, pero no tanto en español.
 
Ese es el valor del libro, que es lo que se llama un "testimonio vivo". Y, si me equivoco, ya me lo harán ver.