dijous, 30 d’octubre del 2014

El alcance de la podredumbre


De la corrupción, de la peste de la corrupción, está indignado, harto, escandalizado todo el mundo. Hasta los corruptos. Y, desde luego, sus responsables políticos. Vaya exhibición de gestos contritos, miradas implorantes, muecas de dolor y profunda decepción de diversas líderes y lideresas en los últimos días. Todos cantando la palinodia. ¡Cuánta amarga reflexión! Cuánto "no eran dignos", "esas cosas", "pedimos perdón", "disculpas", "no se repetirán", "quién iba a decirlo", "estamos abochornados". Pero ni uno dimite.  No dimite Rajoy, ni Aguirre, ni Cospedal, esa señora que no ha mucho se daba por automáticamente dimisionaria si se demostraba que un baranda del PP tenía cuentas en Suiza.

Y no se trata de un hecho repentino, inesperado, sorprendente. Es la última manifestación, por ahora, de un proceso de podredumbre, de encanallamiento, que arranca de muy atrás, tan atrás que muchos de los delitos ya han prescrito. Un proceso con hitos como Matas, Camps, Fabra, Gürtel, Urdangarin, EREs, Bárcenas, caja B y hasta parece que C, sobresueldos, comisiones, Pujoles,  blackcards, Blesa, Rato, Acebes. Un proceso en el que están directa o indirectamente implicados todos los dirigentes del PP, especialmente su presidente. Parece obvio, ¿no?

Pero como el caso es tan colorido, pintoresco, celtibérico y animado, la atención pública se concentra en los aspectos más espectáculares, incluso circenses: los choriceos de los consejeros, sus onerosos secretillos; las declaraciones de los villanos no hace tres lunas, mostrando horror ante el fraude; Cospedal afirmando anteayer que el PP lucha sin descanso contra la corrupcion, de la que es causa y efecto y en la que ella chapotea con mantilla y peineta. Todo ello alimenta la afición de los españoles por tomarse las cosas a pitorreo. Residencian la granujería entre algunos políticos y empresarios y tienden a perder de vista la esencial.

La corrupción lo ha invadido y lo ha machacado todo. Y es bueno sacar consecuencias. Comiéncese con los medios. El PP compró Libertad digital. Literalmente. Al margen de si después alguien pilló o no pasta adicional, cosa nada de extrañar entre mangantes, el medio fue el más feroz abanderado de la teoría de la conspiración del 11M que formuló el ministerio del Interior del PP con la muy razonable pretensión de engañar al mundo entero. Es decir, cabe defender causas, ideas políticas por dinero; a tanto la mentira. Y hay gente que da crédito a esa basura. En RTVE nombran director de informativos a un hombre que procede de La Razón, un pasquín progubernamental cuya viabilidad económica es similar a la de Libertad Digital. El sistema mediático español está corrompido. Mantiene algo de integridad y salud en el ámbito digital.

Continúese con las instituciones más elevadas del Estado. El Parlamento, por ejemplo, al servicio del gobierno. En él se habla de lo que el gobierno quiere, como quiere y cuando quiere; que no quiere casi nunca. Y no solamente se resigna la cámara a no controlar nada sino que no hace ni amago de conseguirlo. En mitad de un desgobierno absoluto, con cincuenta responsables políticos en los calabozos, pueblos sin alcaldes ni funcionarios, con media cúpula del PP entrando y saliendo de los juzgados, el PP, o sea, el gobierno, impide la comparecencia del presidente a dar cuentas. Y la oposición en pleno sigue disciplinadamente sentada, legitimando la perversión de la democracia en una autocracia. No digo que ejerza el derecho al pataleo pues la cámara es lugar de respeto, pero ¿por qué no se presenta ya de una vez una moción de censura? ¿Hay que creer que la corrupción afecta también al Congreso y convierte a los diputados en cómplices al modo en que la cúpula de Caja Madrid tenía atrapados a todos los consejeros, respiraran como respiraran?

Y el gobierno mismo. Pásense por alto los últimos dislates ministeriales, protagonizados por los ministros Mato y Gallardón, que podrían considerarse episodios de ópera bufa de no ser porque provocan verdadero sufrimiento en inocentes. Váyase al ministerio de Hacienda. Según parece, ese fenómeno de la picaresca madrileña postmoderna, Granados, especie de Dr. Magoo con gomina, se acogió a la amnistía fiscal de Montoro. Estaba, pues, en la lista de amnistiados cuya publicación ha pedido repetidas veces la prensa, habiéndose negado siempre a ella el ministro con no muy claras razones. He aquí una de ellas: ¿no estaba obligado Montoro a comunicar al juez ese dinero que Granados quería blanquear? ¿O aquí se amnistiaban fortunas que venían en talegos, sin indicación de su procedencia? Sin embargo, ha sido preciso un chivatazo de la fiscalía suiza para que, años después, se ponga en marcha la justicia española. Entre tanto, el ministro Montoro, callado, alimentando la sospecha de que, en España, la legislación vigente se aplica solo a los catalanes y a los pobres. Y el presidente también callado o "ya tal".

Como callado está cacique delincuente Fabra, que sigue en la calle, tres o cuatro meses después de que se ordenara su ingreso en prisión, en espera de un indulto que depende de un gobierno cuyo presidente lo consideraba, un ciudadano y político ejemplar, sin duda con muy sana base de juicio y dando buena idea de su escala de valores. Una situación que no ayuda en nada a refutar las opiniones según las cuales también el poder judicial está corrompido. Bien claro debe decirse, sin embargo, que en ese poder judicial se encuentran jueces que, en condiciones sumamente adversas, con periodistas dispuestos a vilipendiarlos a cambio de dinero, honran su profesión y son acreedores al reconocimiento de los ciudadanos.

Y el sistema financiero. Bankia como ejemplo del alcance de la podredumbre. Las cifras astronómicas, las cantidades malversadas, indebidamente apropiadas, saqueadas y el espectáculo de esos pillastres fundiéndose la pasta ajena en vicios casi obscurecen la gran estafa de las preferentes, merced a la cual, esta banda de delincuentes despojó de sus ahorros de toda la vida a miles de personas, pequeños ahorradores, ancianos. Ahora parece que los abogados del 15MpaRato tienen listo un medio por el que los estafados pueden demandar a la entidad y recuperar la aportación inicial con un cuatro por ciento de interés. Genial. Ojalá lo consigan. El modo de resolver la crisis de Bankia no es hacérsela pagar a la gente, sino recuperar los miles de millones que se llevó una banda de mangantes en connivencia con los políticos del partido popular.
Esto no se regenera con un par de nuevas leyes aprobadas al galope por la mayoría absoluta del gobierno, con la oposición de los demás partidos e impulsadas por un presidente y una vicepresidenta acusadas ambos de haberse embolsado sobresueldos de la caja B. 
Hay que dimitir y convocar elecciones.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).