dilluns, 21 d’octubre del 2013

Los viejos fantasmas


De las cuatro "cuestiones" que se plantearon a la II República, la cuestión militar, la agraria/social, la regional y la religiosa, tres siguen tan vivas como siempre y la cuarta, la militar, parece adormecida, si bien de vez en cuando algún general pega un respingo.

La "cuestión social" se llama ahora crisis pero es tan aguda como siempre. Trabajadores sin derechos, parados sin prestaciones, jóvenes en la emigración, autónomos ahogados y sin pequeñas ni medianas empresas, con tres millones de pobres, la situación es tan extrema que muchos se preguntan cómo es que no ha sucedido aún nada.

La "cuestión religiosa" más viva que nunca. Ayer hicieron un escrache a Rouco Varela en Valladolid, al grito de "¡Aborto libre!" y "Educación pública laica". ¡Qué tiempos! Monseñor, obligado a escuchar cómo se enaltece en público lo que él anatematiza. Conviene que se entere. La iglesia católica está legislando por medio de sus ministros más serviles, el de Justicia y el de Educación; está legislando en contra del aborto y de la escuela pública laica; a favor de la enseñanza religiosa obligatoria. Conviene, sí, que se entere de que lo hace en contra del sentir mayoritario de la gente. Bueno, en realidad, lo sabe. Lo sabe desde siempre; pero no le importa. Va muy segura de sí misma. Dios está de su lado.

Si algo prueba ese cartel de separación iglesia-Estado es que la Constitución, en materia religiosa aun con todo su exquisito cuidado, es papel mojado. La iglesia sigue siendo parte del Estado. No solo en lo simbólico (como es evidente por la omnipresencia católica en todos los ceremoniales civiles) sino en lo más material y pedestre de los dineros. El gobierno de Zapatero subió la asignación a la iglesia en la declaración del IRPF a cambio de una vaga promesa de autofinanciación eclesiástica en algún incierto futuro. Téngase en cuenta que, en el momento de subir su asignación, ya debería estar autofinanciándose, según los Acuerdos de 1979. Como muestra de buena voluntad, el mismo gobierno de Zapatero metió en el cajón el proyecto de ley de libertad religiosa. Eso era contemporizar, avenirse a la imposición eclesiástica en todos los órdenes. Solo quedaba a salvo el aborto y la educación pública laica.

Pero la iglesia, cuando puede, no contemporiza, sino que va por todas. "Todas" son ahora, precisamente, el aborto y la educación pública laica. Y eso hace que la gente tenga que salir pidiendo separación entre la iglesia y el Estado. Es la modernidad, que llama a la puerta.

De la cuestión regional, ya elevada a cuestión nacional, ¿qué decir? El nacionalismo español parece despertar lentamente como un dragón perezoso. Ya ha exhalado una par de llamaradas en forma de alegatos de Aznar y de Vidal Quadras en pro de la unidad patria y el combate a los separatistas, pero la bestia sigue inerte, sabedora de que los pujos secesionistas se estrellarán contra esa misma inercia, protegida por el Tribunal Constitucional, intérprete de la Constitución y presidido por un magistrado que abomina de todos los nacionalismos que no sean el suyo. 

La Constitución. Rajoy, impertérrito, dice que dialogará lo que sea con Mas pero no hará nada contrario a la Ley Fundamental. Tiene gracia. De los 16 diputados de Alianza Popular, el partido fundado por Fraga y antecesor del PP, cinco votaron en contra de la Constitución y dos se abstuvieron. Cómo cambian los tiempos.

En la parte catalanista la situación parece confusa. Hay muchas presiones de toda índole para que los nacionalistas pongan sordina a su reclamación de independencia. De Europa tampoco llegan signos alentadores. Los empresarios vacilan; temen por sus mercados. Los curas están sorprendentemente callados, sobre todo después del espectáculo de la beatificación en masa de mártires buenos, aunque alguno habla, como la monja Forcades. Pero debe de hacerlo a título personal.

Hasta en las filas partidistas comienzan a aparecer grietas. El sentimiento social a favor del dret a decidir, o sea, del derecho de autodeterminación, es muy fuerte. No puede decirse que la Unión Europea lo aliente. Pero nadie sabe cuánto durará esa actitud. Si la presión a favor de la consulta acaba provocando una situación que fuerce una intervención política del Estado con carácter excepcional, es muy probable que el ánimo de Europa cambie y comience a exigir del gobierno español negociaciones con la Generalitat que aquel, en principio, no aceptará. En esa situación de confrontación, la que más tiene que perder es España. No darse cuenta de ello forma parte de esa mentalidad que declara intangible una Constitución en contra de la cual votaron algunos de sus más insignes antecesores. Gonzalo Fernández de la Mora, por ejemplo, el autor de La envidia igualitaria, un libro que influyó mucho en Rajoy, llevándole a escribir un par de artículos de periódico abominando del postulado de la igualdad entre los hombres.

¿Cómo no van a estar vivas y coleando tres de las "cuestiones" de la República. Son los fantasmas del viejo caserón desvencijado que es España. 

(La imagen es una captura del vídeo de You Tube, titulado "Escrache a Rouco".