Con razón odia Rajoy la ruedas de prensa, las preguntas y a los periodistas. No hay modo de meterlos en cintura, caramba. Cuando crees tenerlo todo bien atado, cuando menos te lo esperas, salta un Ciprian Baltoiu y te suelta la pregunta que llevas siete meses evitando. Y no solo la suelta en perfecto español de forma sino también de fondo. Le pregunta el rumano cuándo y dónde piensa responder a la cuestión de Bárcenas, si en el Parlamento, ante un juez o en un discurso en la tele. No es de extrañar que a Rajoy se le descompusiera el rostro. La foto de El País es muy buena. Pero merece la pena ver el vídeo, que está colgado en el portal de La Moncloa íntegro. Espero que los especialistas en lenguaje no verbal, gesticular, nos deleiten con sus interpretaciones porque la faz del presidente, según va primero oyendo y luego comprendiendo la pregunta, canta. Es un gesto de pasmo absoluto, seguido de otro de resignación ante lo inevitable: tiene que hablar; tiene que decir algo; tiene que improvisar. Improvisar, santo cielo, con lo mal que se le da. Y, en efecto, esto es lo que improvisa: que Baltoiu es un buen "seguidor de la política española" y que, comparecerá en el Parlamento a últimos de julio o primeros de agosto, cosa que, lo más seguro, improvisó en tan angustioso momento. Lo de haber presentado ya la solicitud de comparecencia suena a la habitual ración de trola.
Resumen: Rubalcaba ha arrancado la comparecencia y Baltoiu ha fijado el día y el lugar. Rajoy es como un cardo arrastrado por el viento. Va a dónde le dicen. Prueba irrefutable de liderazgo. Sáez de Santamaría y Margallo estarán satisfech@s de su presciencia: Rajoy comparece cuando lo estiman oportuno y conveniente... Rubalcaba y Baltoiu. Y no haya equivoco: Baltoiu merece que le hagan socio de honor de la asociación de la prensa. Eso es solidaridad profesional, sí señor. Sus colegas le deben una. A lo mejor se la devuelven en Rumania, en donde quizá los periodistas rumanos tengan la misma libertad que aquí tienen los españoles, es decir, escasa. Todos los periodistas hubieran querido hacer esa pregunta y muchos en sus exactos términos, pero hay una serie de barreras que lo impiden, desde las institucionales de La Moncloa y los chanchullos y maniobras para emascular las ruedas de prensa potencialmente "peligrosas" hasta las relaciones contractuales con sus empresas en tiempos de precariedad y zozobra laboral. En España, la de periodista es profesión de riesgo. Que se lo digan al de ayer, apaleado mientras curraba en el escrache feminista.
Y más y más. Ya dicen los heraldos de la verdad que Rajoy comparece a petición propia. (Sí, es la misma petición propia que hace en urgencias el que acaba de abrirse la cabeza con una farola). Para calmar, añade Cospedal, ese clima de alarma social que ellos han creado. (Ellos son los "políticos y periodistas"; o sea, los judeomasones que no descansan). Y porque, corona el nuevo discurso Rajoy, él quiere aclarar dudas que legítimamente tiene mucha gente. Suena, en efecto, a contraataque que merecería algún crédito de no ser porque todas esas consideraciones y afirmaciones se hacen a los siete meses de estallar el escándalo. O, lo que es lo mismo, siete meses negándose en redondo a dar explicación alguna de nada, mintiendo como bellacos, diciendo lo contrario de lo que ahora aseguran con la misma falta de vergüenza que en ellos es endémica y pandémica.
Ahora, hay otro giro radical y falso, sembrado de los habituales embustes. Dice Rajoy que él va siempre al Parlamento (sic), que responde cuando le preguntan (sic) y que hasta ahora nadie le ha preguntado en el parlamento. Parece como si el que no siguiera la vida política española fuera Rajoy. O quizá piense que la gente es tonta, no se entera de lo que pasa y se le puede colocar cualquier trola.
Contraataca también la dueña dolorida, más dolorida y más amenazadora que nunca. Asegura que ya va a presentar la segunda denuncia contra Bárcenas, de la que lleva hablando un par de semanas. No va a dejarse pisotear. El señor Bárcenas no es el PP. Lo que hiciera es cosa suya y sus papeles son todos falsos en lo que respecta a los cobros de sobresueldos en "sobres marrones". Hasta ahí podíamos llegar. Pero ¡qué le vamos a hacer! Son los papeles de Bárcenas frente a su palabra que, la verdad, vale poco, después del contrato simulado liquidado en diferido. Y ahí ya la dueña pierde los estribos e, indignada de que se cuestione sistemáticamente su integridad, se apunta al expediente no-estoy-en-política-por-dinero. Por todos los dioses: otra que se sacrifica por la Patria, como Rajoy. Ya escama y avergüenza un tantico que tengan que decirlo. Sostiene Cospedal, descubriendo la luz de la verdad, que ganaría mucho más con su profesión de abogada del Estado. ¿Sí? ¿Cuántos abogados del Estado poseen un cigarral de 2,5 millones de euros a los cuarenta y tantos años de edad y con 1.200 euros de trienios?
La señora Cospedal se ha zafado con una triquiñuela de comparecer en el parlamento castellano-manchego, pero se despacha a gusto por la televisión, que para eso es suya, aunque la paguemos entre todos. Es el estilo caudillo, que esta temporada se lleva mucho.