dijous, 7 de febrer del 2013

Sobrelandia

España está en la crónica de tribunales. También en no sé qué marcadores o palmarés deportivos. Pero sobre todo en la crónica de tribunales. Apropiaciones indebidas, fraudes, estafas, malversaciones, cohechos, extorsiones, despilfarros. Y robos, violaciones, asesinatos, malos tratos, secuestros, violencia machista. No nos referimos solamente a la España política. Toda ella está en la crónica de tribunales. Pero es la política la que nos importa aquí.

El asunto Bárcenas se ha llevado por delante al gobierno y, de paso, al PP. Porque ha traído a primer plano el caso Naseiro, que quedó impune por prescripción, pero actúa ahora como un peso muerto: la presunta corrupción de Bárcenas viene de antiguo, del origen mismo del PP y parece estructural al partido. No sé cómo va a salir de esta. El impacto de las sucesivas noticias, al albur de las incidencias procesales, es tremendo. Da la impresión de que las prácticas corruptas se han extendido como la mancha de aceite y se han venido aceptando durante años como prácticas normales. Elevando así el umbral de tolerancia del partido hacia la corrupción incompatibles con un funcionamiento mínimamente democrático. La negativa de la ministra Mato a dimitir ante un caso probado pero no condenado por prescrito es una muestra de esta situación insostenible. Como lo es el enrocamiento de la alcaldesa Botella ante un acontecimiento que ha fundido su, por lo demás, bastante mediocre gobierno.

El caos es patente. Aguirre se ofrece a liderar la necesaria regeneración del partido. Horas más tarde, la Fiscalía Anticorrupción confirma que Aguirre financió ilegalmente su campaña electoral. Con FUNDESCAM a cuestas y la Gestapillo pisándole los talones, doña Esperanza no está para liderar regeneración alguna. En realidad, no está ningun@. Tod@s parecen en principio pringad@s con los sobres malditos semejantes a copioso maná cayendo de las alturas sobre el pueblo elegido. Elegido, ¿entienden ustedes? Elegido como Camps, a quien el pueblo llano votaba por mayoría absoluta aun sabiendo que, además de votarlo, le pagaban presuntamente los trajes y hasta los sobres.

Sobrelandia es un lugar tormentoso, agitado, hostil. Todos los acontecimientos, todas las noticias tienen un grado de conflictividad y visibilidad mediática muy altas. La comparecencia parlamentaria de Ada Colau ayer, que Palinuro recogió en un Esta sí me representa,  fue una irrupción educada pero firme del pueblo en el lugar en donde supuestamente se le repreesenta pero no es así. Imagino que sus señorías se quedarían asustad@s y la vicepresidenta Sáez de Santamaría, con sus 6.000 casitas, querría desaparecer de la faz de la tierra.

Frente a ese ejemplo de solidaridad, lucha y sentido de la justicia, el señor duque (en funciones) de Palma (aunque esto ya no es seguro) dice que recurrirá al Tribunal Constitucional para no verse en un injusto empobrecimiento. La Casa Real, como un toro o un buey enfurecido, desmiente estar presionando a la infanta Cristina para que se divorcie, hasta para que prescinda del título de duquesa. Los desmentidos reales ya no tienen el valor de antaño, cuando indicaban a modo contrario el deseo del soberano absoluto: No estaréis pensando en suicidaros ¿verdad, Vizconde? ¿O sí?

El contraste es dinamita pura: cientos de miles de desahuciad@s, millones de parad@s, dependientes abandonad@s a su suerte, urgencias cerradas, miles de ciudadan@s necesitad@s de los bancos de alimentos que prepara la sociedad civil, cientos de miles de niñ@s por debajo del umbral de la pobreza, empresas cerradas, obrer@s al paro, emigrantes a miles. Eso por un lado. Por el otro, privilegios sin cuento, tasa ni medida, tanto para l@s polític@s como para los curas; tanto para las instituciones gestionadas con espíritu caciquil y patrimonial como para la Iglesia y sus distintas dependencias, incluida su red de medios de comunicación, financiada con dineros públicos pero de uso claramente tendencioso. Empresas y entidades financieras colonizadas y colonizadoras de los poderes públicos. Sueldos estratosféricos, planes de pensiones millonarias, vidas de lujo desaforado, de áticos marbellíes, yates, aviones.

Y todo ello, prácticamente sin gobierno, con un presidente que más parece un antipresidente, como el Rey del Prisionero de Zenda, un antirrey. ¡Qué comparecencias las suyas! ¡Qué papelones! Con esa desgalichada prosa y ese incontenible guiño del ojo que acabará siendo una obsesión, al estilo de las de las obras de Allan Poe. A él le gustaría dar la imagen del hidalgo perediano, pero la realidad lo lleva a la figura del Passepartout, de Verne.

Sobrelandia es un lugar gobernado desde la Quinta del Tuerto.

(La imagen es una foto de Julien Haler, bajo licencia Creative Commons).