Hoy viene la cosa de portadología de primera. El titular tiñe de negro el horizonte. Los gobernantes, estos y los anteriores, han conseguido llevar España a la situación de los países latinoamericanos de los años 80 con la crisis de la deuda. Ahora entendemos los españoles lo tremendo que es no solamente no poder pagar la deuda sino no poder pagar los intereses de la deuda. Desde luego es la noticia más importante porque la posibilidad de impago de los intereses de la deuda llevaría España a la quiebra y a un rescate de condiciones leoninas.
Pero la noticia que el diario considera más importante es la de la posible escisión catalana. A ella va dedicada la ilustración. Cierto, es difícil encontrar una ilustración para el enunciado sobre los intereses de la deuda. Aunque quizá no para la medida del gobierno de entrar a saco en fondo de reserva de las pensiones: unos buitres devorando una presa estarían muy al caso.
Pero es que, además, la foto de marras es muy significativa. Basta con fijarse en el careto del Rey. El Parlament acaba de aprobar por amplia mayoría la propuesta de una consulta popular de autodeterminación, por decirlo de modo claro y contundente. Los diputados están muy contentos al abordar un autobús y el propio Mas aparece resplandeciente en claro contraste con el rostro del Borbón, un rostro taciturno con una mirada perdida en los confines del Imperio. "España antes roja que rota" parece decirse.
Estaba Rajoy tan tranquilo, hablando solemnemente de Gibraltar a una Asamblea General más vacía y desierta que el hemiciclo del Congreso al intervenir los diputados del grupo mixto, cuando se le ha montado un cirio en la Marca Cataláunica que no tiene ni idea de cómo gestionar.
Mostrando toda la pelambre de la dehesa, Soraya Sáez de Santamaría, dice que el gobierno se opondrá al intento secesionista catalán valiéndose del Tribunal Constitucional quien no puede ignorar que, según la CE, art. 2, hay una "indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles". Sapientísima señora. No se trata solamente de que confunda a propósito el derecho de autodeterminación con el hecho de la independencia, sino de que la derecha, como siempre, cree que los órganos del Estado están al servicio de su partido y, así, el Tribunal Constitucional es una especie de órgano legitimador de la política del gobierno.
Probablemente el Tribunal Constitucional negará la consulta y el derecho de autodeterminación, pero tendrá que razonar la negativa y quizá apunte a un procedimiento para resolver el contencioso de la autodeterminación en la línea de la famosa sentencia del Tribunal Supremo Federal canadiense en el asunto del Quebec y por el cual se precipiten luego los nacionalistas catalanes.
Por cierto y sin muestra de mala follá alguna, me permito señalar que la continua presión quebequesa por la independencia demuestra que el federalismo no es un dique de contención del separatismo como alguno de sus proponentes quiere suponer.