Después de un fin de semana trepidante de conjeturas, con la prima de riesgo en 612, cosa que se apreciaba en el rostro desencajado de los tres ministros a quienes tocó el viernes dar el parte de la derrota para desaparecer como almas en pena acto seguido, amanecía un lunes tormentoso que discurrió luego por la vía de la farsa y terminó en tragedia.
La tormenta arreció cuando la prima llegó a los 630, niveles de rescate. Con todos los actores políticos pidiendo al gobierno que, por el amor de Dios, hable con el Banco Central Europeo para que se frene la sangría. Y todos los medios -excepto La Razón, imagino- hablando de abismo, precipicio, etc.
De la farsa se encargó el presidente del gobierno, que la borda. Hizo caso omiso de los dos incendios que azotan España, el de la prima de riesgo y el de Girona (junto con algunos otros), en el que han fallecido cuatro personas, cientos de animales y se ha destruido cuantioso patrimonio. Igualmente pareció ignorar que tiene un casus belli entre manos a causa de Gibraltar. En lugar de hacer siquiera una mínima declaración sobre estos asuntos, Rajoy se fue a la toma de posesión de los presidentes del Tribunal Supremo y el Constitucional, la de los vocales del Constitucional, en ambos casos junto al Rey. Y terminó el día despidiendo a la selección olímpica española, momento inolvidable que recoge la instantánea, en lugar del Rey. Palinuro sostiene que uno de los motivos del absurdo comportamiento de Rajoy es que el hombre cree que es el Rey, que no le corresponde meterse en los asuntos cotidianos que preocupan a la ciudadanía. Lo suyo son los grandes acontecimientos, las finales de futbol, las tomas solemnes de posesión, la devolución del códice calixtino, las olimpiadas. Imita en esto al maestro de su maestro, Fraga, el que aconsejaba a la gente que no se metiera en política. Rajoy no se mete en política. Él, a inaugurar y a fotografiarse de aquesta guisa.
La tragedia llegó a última hora, cuando el gobierno decidió prohibir las operaciones en corto durante tres meses para frenar la caída de la bolsa. Una medida muy peligrosa porque aumenta la desconfianza ya que es una terrorífica intervención política del mercado de valores. Al mismo tiempo De Guindos sostenía rotundamente que España no necesita rescate alguno, cosa que este antiguo directivo de Lehman Brothers afianzaba al pedir una entrevista de tú a tú con el ministro alemán de Economía, Wolfgang Schäuble con la finalidad de arrancarle 300.000 millones de nada. Un rescate en toda regla preparado por quien con mayor porfía lo niega.
En estas condiciones el país, esa foto ¿no resulta ridícula? Por si no lo fuera, Rajoy hizo suyo el capítulo de ridículos refiriéndose a la crisis en tono festivo, asegurando que se vencen como hacen los deportistas, con trabajo y esfuerzo.
Olvidó decir: y mintiendo.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el public domain).