Esas gentes que se han asignado pagas extras por arruinar una entidad semipública que está siendo rescatada con dineros de los contribuyentes, debieran encontrarse ya a buen recaudo. Porque aquí no hay que investigar gran cosa en busca de pruebas. Están todas por escrito en las actas, los documentos, las decisiones, las órdenes para que se apresten y se libren las cantidades. Es un comportamiento tan indigno que produce vergüenza hablar de él. Uno se pregunta qué tipo de personas son las que toman estas decisiones, especialmente en estos momentos.
Pero no son las personas lo que aquí interesa. Allá se lo guisen ellas en sus conciencias. Lo que aquí interesa es saber hasta qué punto están generalizadas estas prácticas en el sector bancario español y mundial, por cierto. Las cantidades de los sueldos, pensiones, primas, bonos, de los banqueros son estratosféricas y quizá provengan de decisiones como la de la CAM. La mala fortuna de ésta es que la han pillado. Las personas son como todas y hacen lo que todas. La cuestión es el sistema que posibilita esto.
Es posible que el capitalismo sea compatible con la ética y la equidad; incluso que sea un sistema ético y equitativo. Hay gente que lo sostiene de buena fe. Y la vieja visión calvinista y puritana del capitalismo primitivo fue una realidad y puede volver a serlo. Pero, mientras lo es, el capitalismo da abundantes pruebas de ser un sistema inmoral y muy injusto, según la tradición del pensamiento occidental que siempre ha considerado que la polarización entre unos pocos muy ricos y unos muchos muy pobres es inmoral e injusta.
A la inmoralidad y la injusticia del capitalismo puede añadir o quitar el poder político, el Estado (al que Hegel consideraba manifestación de la eticidad), según las medidas que tome. Si María Dolores de Cospedal restringe o retira subvenciones a los sindicatos pero no a la patronal está aplicando un criterio político que sólo puede justificarse demostrado fehacientemente que los sindicatos disfrutan de unas subvenciones indebidas, y eso será difícil por cuanto la capacidad de los sindicatos de autofinanciar su organización es mucho menor que la de la patronal. Suele decirse que los sindicatos tienen muy baja afiliación y que no son representativos. Pero eso mismo puede decirse de los partidos políticos que, al no poder financiarse por su cuenta, precisan de fondos públicos. ¿Por qué los partidos sí y los sindicatos no?
También suele contestarse que los partidos, además de los militantes, tienen los votantes, porque se presentan a las elecciones. Pero lo mismo podrían hacer los sindicatos dado que la Constitución dice que los partidos son instrumento fundamental para la participación política. Pero no único. A lo mejor cabe plantearse una reforma del sistema representativo que dé entrada a intereses transversales a los partidos. Mientras los sindicatos (que también están constitucionalizados) no puedan defenderse de medidas políticas como la citada de suprimir subvenciones, las medidas serán tan injustas como las de la CAM. Otra forma de saquear.
Una propuesta así huele a corporativista. Pero se reconocerá que el sistema actual es ya corporativista desde el momento en que los grupos de presión se valen de los partidos y así encuentran eco parlamentario la Iglesia, los empresarios, los banqueros, los militares. ¿Por qué cargar contra los sindicatos?