dijous, 6 d’agost del 2009

La mezcla imposible.

La fundación de Telefónica tiene en marcha una exposición de fotografías pintadas de Gerhard Richter muy interesante de ver. Una vez que se ha franqueado la entrada del edificio, con sus grandes puertas doradas que recuerda mucho algunos otros neoyorquinos, como el Chrysler Building se encuentra uno con unas cuatrocientas tomas fotográficas personales del artista sobre las que éste ha pintado en una especie de curioso intento de mezclar dos géneros artísticos, la fotografía y la pintura. En su inmensa mayoría son escenas de la vida cotidiana, fotos de viajes, paisajes, tomas en la calle, edificios, retratos, etc y el efecto de la conjunción es muy variado, desde el de una casi completa aniquilación de la imagen en la foto hasta el punto de que no se reconoce lo que hay en ella, incluso si hay algo, hasta la de un equilibrio armónico en el que la pintura realza o acota la imagen fotográfica. Lo que no se produce nunca, probablemente porque no puede producirse, es una mezcla. Las técnicas son demasiado distantes. La pintura es toda subjetividad mientras que en la foto, sin que ésta desaparezca del todo, prevalece la objetividad del medio mecánico.

Richter es hoy uno de los artistas alemanes más cotizados y reconocidos internacionalmente. Estas fotografías pintadas, muy características suyas, son únicamente una parte de su enorme y diversificada producción. Nacido en 1932 y educado en la antigua República Democrática Alemana, se escapó con su mujer hacia 1961, unos meses antes de que se construyera el muro de Berlín y ya hizo toda su carrera en Occidente en una actitud de clara hostilidad a todo tipo de ideologías, pero sin perder la vinculación política de su obra. La prueba es la tendencia que contribuyó a fundar con otros artistas vinculados al pop, llamada humorísticamente "realismo capitalista", del que saltaría luego al expresionismo abstracto.

Richter mantuvo también la tendencia figurativista con temas sociales o incluso claramente políticos. Entre sus llamadas "pinturas fotográficas", que no son las fotografías pintadas de esta exposición, sino óleos a partir de fotografías, me parece especialmente impresionante la serie llamada Baader-Meinhof, de la que puede verse aquí una muestra, un óleo de un retrato juvenil de Ulrike Meinhof. Mientras la paleta de las fotografías pintadas es polícroma y en ellas utiliza normalmente los restos de los colores de las obras expresionistas, la de la pintura fotográfica suele ser blanco y negro y gama de grises con los contornos difuminados, que dejan una impresión como de ensoñación o irrealidad.

Además de los cuadros y las fotografías, Richter, hombre de creatividad arrolladora, ha hecho también lo que llama "atlas", grandes composiciones a modo de collages con todo tipo de fotografías, de las que ha producido cientos y resultan bien curiosas, mapas pintados y vidrio. Precisamente a este último campo pertenece la vidriera que hizo para la catedral de Dresde ya que la anterior fue destruida durante la segunda Guerra Mundial y no se podía reconstruir. La obra de Richter, que está en el estilo de otra anterior suya, llamada 4096 colores y es muy controvertida, remite al mundo de la informática y recuerda las fotos "pixeladas" . A mí me parece todo un hallazgo, pero hay gente que dice que rompe la armonía de formas con las otras vidrieras del templo.(La imagen de la vidriera de la catedral de Dresde es una foto de Ambidexy, bajo licencia de Creative Commons).