¡Cuánto camino queda a la humanidad por recorrer hasta verse libre de estos buitres carroñeros, miserables sayones del dolor y del sufrimiento, empeñados en imponer a los demás sus odiosas creencias y en obligarlos a vivir sus vidas como a ellos les parece! Ese Papa nazi ayer y nazi hoy ¿no tiene nada que mejor que hacer que tratar de perpetuar el sufrimiento de una familia con un sadismo tan repugnante como característico de su función, de su religión y de sus dioses?
Piden perdón por los crímenes que cometieron hace cientos de años, pero tratan de seguir cometiéndolos hoy. Dicen preocuparse por el derecho a la vida de cada ser humano individualmente considerado pero los someten a todos a la cuchilla procusteana de sus rígidos dogmas acuñados en su odio enfermizo a la vida, a la belleza, a la alegría y al libre albedrío.
Afirman que la familia es una institución fundada por Dios pero sólo si se organiza y comporta como ellos ordenan; ellos, que no la conocen porque la tienen prohibida, lo que no quiere decir que no reproduzcan algunas de sus ocasionales disfuncionalidades como el vergonzoso abuso de menores que han venido practicando hace siglos y siguen.
Sostienen que su reino no es de este mundo y que no participan en política pero están siempre al lado del poder cuando éste es tiránico, ilegítimo y criminal, como trata de serlo el gobierno de ese siniestro payaso llamado Berlusconi. Su apoyo a los abusos de poder sólo es comparable a su abyecta sumisión a los poderes arbitrarios y entre los dos tratan de formar una coyunda que atenta contra la autonomía y la dignidad de las personas a las que consideran meros objetos para satisfacer sus ansias de poder, su sed de mal, su afición por el maltrato y la tortura.
Feliz Eluana que has conseguido por fin, después de diecisiete años, liberarte de las garras de estas hienas inhumanas. Todo mi apoyo a tu familia que también ha conseguido liberarse del infame estigma de tener que vivir una vida de sufrimiento sólo por dar satisfacción a unos canallas en lo más profundo de su odio a la humanidad; apoyo que se prolongará en los días que vienen, cuando la jauría civil y eclesiástica se le eche encima tratando de culparla, de no dejarla en paz, de convertirla en nueva víctima de su neurosis de esclavos aterrorizados por sus propias creencias.
(La imagen es una foto de 20 Minutos, con licencia de Creative Commons).