Este libro (Francesc Pallarés (ed.) Elecciones. Autonómicas y locales 2007, Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas, 2008, 335 págs.) es el pendant de otro sobre las elecciones generales de 2004 editado por el mismo centro y debidamente reseñado en dos entradas de Palinuro, tituladas ¿Quién ha sido? (I) y ¿Quién ha sido (II)? Buena idea del CIS de convertir esto, según parece, en una serie.
El volumen 2 consiste en una serie de trabajos de especialistas en los que se estudian las elecciones autonómicas y municipales que se celebraron en España en 2007, incluyendo también las de aquellas Comunidades Autónomas (CCAA) con facultades para convocarlas cuando les interesa, esto es, Andalucía (2004), País Vasco (2005), Galicia (2005) y Cataluña (2006). La perspectiva que se emplea, lógicamente, es comparativa, atendiendo a los factores de pluralidad territorial y relación multinivel dentro del esquema propuesto por Reif y Schmitt de "elecciones de segundo orden".
Jordi Muñoz y Lucía López (Elecciones y agenda de campaña en contextos multinivel: las elecciones autonómicas de 2007) estudian los contenidos de la campaña basándose en análisis de prensa. Creen que el modelo de elecciones de segundo orden es problemático (p. 19), rompen con el modelo de análisis espacial tradicional en pro de una teoría herestética según la cual no son los partidos los que se ajustan al espacio sino los que traen el espacio para ajustarlo a sus posiciones (p. 20) y toman en consideración los factores siguientes: nivel de polarización o competitividad en las elecciones subestatales, relevancia de actores en la arena del segundo nivel, estructura mediática subestatal, efecto capitalidad, polarización o competitividad en el primer nivel, posición de las elecciones en el ciclo electoral del primer nivel y tamaño de gobierno del segundo nivel (pp. 21/22), y llegan a la conclusión de que los partidos priorizan los temas del nivel que les sea más favorable electoralmente y que el modelo de las elecciones de segundo orden no es suficiente (p. 37).
Mariona Ferrer, Carolina Galais y Francesc Pallarés (La abstención en las elecciones autonómicas de 2007. Características territoriales y bases individuales en perspectiva autonómica comparada) comprueban que la abstención es mayor en las elecciones de segundo orden, fenómeno que suele explicarse aduciendo la importancia objetiva de la consulta, el peso del primer orden, la falta de cercanía a los partidos, el menor esfuerzo movilizador de los partidos y, en definitiva, su aspecto coyuntural (p. 40). La media de abstención en las elecciones autonómicas es del 33,3 por ciento, muy superior a las generales (p. 41) y según de qué CCAA se hable el diferencial con la abstención en las elecciones generales es muy amplio, entre 4 y 8 puntos porcentuales, siendo el País Vasco y Navarra donde es menor (p. 50). Analizan individualmente la abstención según características sociodemográficas y factores actitudinales, teniendo como fuente de datos las encuestas postelectorales del CIS. La abstención por edad es mayor entre los jóvenes y, en contra de lo que se cree, no tanto en los mayores de setenta años (p. 56). El nivel de estudios influye: a más educación, menos abstención, si bien este dato no es sistemático en todas las CCAA (p. 59). Entre los factores actitudinales destaca por su nitidez la religión: los católicos practicantes se abstienen menos que los no practicantes y ateos (p. 61). Interés positivo por la política e identificación partidista (p. 64). Hacen luego los autores un analisis multivariable del impacto de los factores sociodemográficos y de las actitudes políticas en la abstención en las elecciones de 2007. En el modelo logit empleado las variables actitudinales son más significativas que las sociodemográficas (p. 65) por la muy evidente razón de que la conciencia de los hechos es más importante que los hechos mismos, aunque sin estos no habría aquella. Los resultados avalan los del análisis bivariable y confirman que no hay diferencias destacadas entre las CCAA (p. 70). En cuanto a las razones de la abstención, los autores han ordenado cuatro típicas en cuanto a frecuencia en que se aducen: a) la insatisfacción (22-33 por ciento), la desconfianza (12-18 por ciento), la ineficacia (8-16 por ciento) y la aliención (5-10 por ciento) (p- 73).
Francesc Pallarés, Ignacio Lago y Carolina Galais (Los apoyos electorales: pautas, incentivos y fctores en contextos multinivel) traen un trabajo en tres partes: a) dimensión comparada entre CCAA; b) dimensión multinivel; y c) dimensión individuo-contexto con incentivos sobre generación del voto (p. 81). Las elecciones de 2007 muestran un equilibrio entre PP y PSOE con una décima a favor del primero y entre los dos suman el 85 por ciento del voto (8,6 millones). IU aparece muy en tercer lugar con un 6 por ciento y millón y medio de votantes y los Partidos de Ámbito no Estatal (PANEs) con un 15,3 por ciento (p. 82). En las CCAA del art. 143 (régimen ordinario) el PP (46 por ciento del voto) saca 10 puntos al PSOE y en las del 151 (régimen especial), es el PSOE el que saca 10 puntos al PP (p. 85). Las variaciones y los cambios de comportamiento entre las elecciones de 2004 y las de 2007 se ajustan bien al modelo de elecciones de segundo orden (p. 108): además de una mayor abstención, hubo un retroceso del partido del Gobierno central que no redundó en provecho del PP y sólo circunstancialmente de IU. Los que han mejorado algo han sido los PANEs (p. 109). Los autores hacen un análisis bivariable para las bases actitudinales: autoubicación ideológica, cercanía a los partidos y valoración del Gobierno en la legislatura (p. 111). En cuanto a la autoubicación es interesante observar que, aunque la mayoría de la población se sitúa en la izquierda, el PP iguala al PSOE, lo que quiere decir que el PP ha tenido éxito en proyectar una imagen de centro (p. 113). Los electores que no se sienten cercanos a ningún partido votan al del Gobierno (p. 116). Por último, para la valoración de los gobiernos hacen un análisis multivariable que prueba un efecto claro de la valoración del gobierno autonómico en el voto y que dicha valoración depende de si el gobierno es monocolor o de coalición, de los recursos de las CCAA y de la coincidencia o no del Gobierno central con el de la CA (p. 131).
Pablo Oñate y Francisco Ocaña (Las elecciones autonómicas de 2007 y los sistemas de partidos autonómicos en la España multinivel) estudian el impacto en los sistemas de partidos en España de los factores de fragmentación, concentración, competitividad, polarización, volatilidad y regionalismo (p. 134) en un análisis a la vez sincrónico y diacrónico (p. 135). La fragmentación, como el número efectivo de partidos, es baja (p. 137). La concentración es relativamente alta y tiende a crecer (p. 140). Los niveles de competitividad, que tiende a ser centrípeta, variaron poco entre 2004 y 2007 (p. 146). La polarización es algo superior a la de los países del entorno (p. 148). La volatilidad en 2007 fue baja (p. 151). El regionalismo obviamente más acusado en las CCAA del 151 que en las del 143. No obstante la característica verdaderamente determinante, que se repite en todos los factores, es la heterogeneidad de las CCAA (passim), que constituye en verdad el rasgo esencial de las "Españas electorales" de Vallés (p. 160). La heterogeneidad es tal pero cuenta y mucho en todos los factores la divisoria entre CCAA de régimen ordinario y de régimen especial.
Irene Delgado y Pablo Oñate (La élite parlamentaria autonómica tras las elecciones de 2007) trazan los perfiles sociodemográficos de las élites autonómicas. Comienzan dando fe del gran avance de las mujeres en puestos políticos de representación que se consagra con la famosa Ley de Igualdad de Género de 2007, pero que ya se había consolidado a finales de los años noventa (p. 170). No sé si cabe entender esto como una especie de cuestión contrafáctica en el sentido de que la legislación de igualdad pudiera ser redundante. Si cabe ya voy negándolo. La experiencia muestra que todo lo que tiene que ver con el adelanto de las mujeres sólo se consigue mediante procedimientos coactivos e incluso penales. Las cámaras autonómicas son relativamente jóvenes (47 años de edad de los parlamentarios de media) (p. 173). Las carreras políticas suelen empezar en los parlamentos de las CCAA (p. 174). Por profesiones predominan los abogados, los docentes y, en general, los funcionarios (p. 175). Siempre que veo esta clasificación (que es muy frecuente en todos los parlamentos del mundo) advierto que la presencia de abogados está infravalorada desde el momento en que muchos de los docentes y de los funcionarios también son juristas, o sea, abogados. En el año 2007 ha habido más renovación de cargos que en 2004 y puede observarse que los hombres se renuevan más que las mujeres. Por regla general los diputados autonómicos tienen una gran experiencia política previa en alguno de los niveles de gobierno, normalmente las CCAA (p. 185) y es frecuente que tengan experiencia acumulada habiendo desempeñado también cargos de partido (p. 187).
Guillermo Márquez Cruz (Comunidades Autónomas y Entidades Locales: estrategias multinivel en la formación de gobierno) presenta un monumental trabajo (más de un tercio del libro) en el que aborda la ingente tarea de dar cuenta de los resultados electorales y las coaliciones de gobierno de la multiplicidad de entes territoriales españoles, lo que equivale a enfrentarse a la hidra de Lerna. Las elecciones de 2007 están presididas por la dinámica de nacionalización/estatalización y/o regionalización de la política local (p. 201). No escapará al avisado lector que el hecho de que Márquez haya de emplear tres substantivos para designar la misma cosa (nacionalización, estatalización, regionalización) da idea de la complejidad y las susceptibilidades que despierta el problema. La participación en las elecciones locales fue de 63,8 por ciento, baja como corresponde a elecciones de segundo orden. En las autonómicas fue de 69,8 por ciento y de 68,9 por ciento si incluimos las elecciones de las CCAA del 151 (pp. 204/205). La distribución de concejales fue como sigue: PP, 76,1 por ciento; PSOE, 76 po ciento e IU, 11 por ciento. Sin embargo, la que muestra una mayor tasa de esfuerzo y éxito (presentación de candidaturas y representación obtenida) es IU con un 0,160, a distancia del PSOE con 0,841 y el PP con 0,839 (p. 203). El PP obtuvo la mayoría relativa de votos (36.3 por ciento), pero no de concejales (36,5 por ciento), aunque sí en alcaldías (39,2 por ciento). El PSOE repitió más o menos los resultados de 2003 (35,6 por ciento del voto), con mayor proporción de concejales (36,3 por ciento) y de alcaldes (36,5 por ciento). IU, con un 5,7 por ciento del voto llegó por abajo a los niveles de 1979, con un 1,8 por ciento de alcaldías (p. 207). No he encontrado en el artículo los datos agregados de los PANEs pero quizá se me hayan pasado. Se trata de los datos de las elecciones municipales de 2007 que no aparecen en los otros capítulos del libro que traen los de las CCAA. A continuación Márquez pasa a estudiar las estrategias para la formación de gobiernos en las CCAA y demás entes territoriales locales. Parte del supuesto de que la posición del PP es la más débil porque estaba aislado, habiendo roto con casi todos los PANEs y porque su criterio de que gobernara siempre la lista más votada no lo apoyaba nadie (p. 213). Por su lado, el PSOE e IU firmaron la Declaración Conjunta de 6 de junio de 2007 que posibilitó gobiernos de coalición en toda España (p. 214), completados con los que formó el PSOE también en intensa actividad coalicional con los PANEs (p. 216). Dicho lo anterior y como quiera que, en efecto, aquí hay muchos gobiernos multinivel y de muy distinta naturaleza ya que, por ejemplo, unos órganos son de elección directa (aunque de formas variadas) como las CCAA y los ayuntamientos, pero otros son de elección indirecta, como las diputaciones, los cabildos insulares, los consejos, las comarcas, etc, Márquez desglosa su objeto de estudio en siete grupos, cuyos rasgos esenciales deducirá el avisado lector de más arriba observando qué CCAA entran en cada uno de ellos: 1º) Asturias, Cantabria, Madrid, Murcia, Navarra y La Rioja (pp. 245 y ss.); 2º) Castilla-La Mancha, Extremadura y Comunidad Valenciana (pp. 258 y ss.); 3º) Aragón y Castilla y León (pp. 264 y ss.); 4º) Baleares y Canarias (pp. 279 y ss.); 5º) Andalucía y Galicia (pp. 292 y ss.); 6º) Cataluña (pp. 299 y ss.); y 7º) País Vasco (309 y ss.). Aunque el autor habla en repetidas ocasiones de los casos especiales de Ceuta y Melilla y da datos agregados de ellas, no he sido capaz de encontrar el desglose del análisis de la formación de gobiernos en las dos ciudades autónomas, seguramente por mi impericia. La segunda parte del trabajo de Márquez es un estudio riguroso y pormenorizado de la formación de todos los gobiernos de todas las entidades locales españolas que tanto estudiosos como políticos prácticos harán bien en considerar con detenimiento. Los estudiosos para elaborar sus teorías y los políticos prácticos para saber a qué atenerse.
Una breve consideración general de la obra que en nada desmerece en punto a rigor del primer tomo de la incipiente colección: es una panorámica completa de una realidad extremadamente variable y compleja. Contiene información muy valiosa sobre los niveles subestatales de la política española. Ciertamente, gran parte de esta es política "de campanario" pero a la hora de menospreciar esta dimensión quizá convenga recordar que a su vez España hace política de campanario en la Unión Europea (UE) y la UE en el mundo ancho y ajeno. Lo cierto es que los años han acabado formando una "élite política" autonómica y que la rica vida política local es fuente de alegrías y sinsabores. Por descontado, la línea divisoria básica en la política subestatal española es la que separa la España del 151 de la del 143, la del "régimen especial" de la del "régimen común", las nacionalidades de las regiones o, según algunos más extremos, las colonias de la metropoli.