Este libro de Emilio Sáez Soro (El trabajador distante, Valencia, UNED, 2008, 299 págs) es un estudio sociológico sobre un fenómeno nuevo surgido en el mundo laboral al amor de las nuevas tecnologia de la información y la comuniación, muy especialmente internet, el llamado teletrabajo y quienes lo practican, los teletrabajadores, esto es, la gente que, provista de un ordenador, trabaja desde cualquier sitio, no necesariamente el lugar físico en que se encuentre su empresa si es que tiene una empresa y no se trata de un autónomo.
Lo que ha hecho el autor ha sido identificar aquellas profesiones que han integrado en su actividad el teletrabajo, esto es, periodistas, traductores, ingenieros y ténicos de gestión y les ha añadido aquellas otras profesiones que han aparecido gracias al teletrabajo: diseñadores gráficos digitales, periodistas de publicaciones digitales, operadores de telecomunicacones y programadores (p. 293) y ha estudiado sus características a base de una serie de entrevistas en profundidad que ha realizado a una muestra significativa del universo.
El autor utiliza diversos instrumentos analíticos, en concreto cinco hipótesis que le dan la clave del mundo del teletrabajo y que enuncia de corrido en la pág. 274:
Este último rasgo nos pone sobre a pista de un punto de partida del autor que éste no reconoce explícitamente pero que en verdad opera en su raíz que es su edificio conceptual típicamente marxista.
Por supuesto, Sáez Soro hace una interesante introducción a la vida del teletrabajo, mencionando a algunos de los autores que más han teorizado sobre las sociedades "postfordistas", como Daniel Bell, Lash y Urry, Negroponte, Castells, Cebrián, Terceiro, etc pero su opinión es que el teletrabajo se ha extendido en la estructura productiva contemporánea por dos motivos esenciales: a) la necesidad de aligerar la estructura del empleo y b) la mejora del control de procesos y reducción de costes (p. 30), en el entendimiento de que "el informacionalismo es una continuación de las formas de producción clásicas..." (p. 53).
El marco, pues, es el sistema productivo tradicional en el que el trabajo está sometido a explotación y en el caso del teletrabajo este requiere tres características: 1) son actividades centradas en la información; 2) utilizan tecnologías informacionales; 3) tienen un alto grado de especialización espacial (p. 71). Y por supuesto, hay una amplia variedad de teletrabajos: hogareño, móvil, de empresa, descentralizado, a domicilio, diferido, flexible, de servicios, etc (pp. 78-82) pero, en último término, todos ellos comparten un tratamiento y un destino muy similares: la progresiva proletarización de los sectores profesionales, conclusión que hubiera aplaudido Marx.
El autor denuncia la ideología neoliberal dominante que tiende dar una imagen edulcorada del teletrabajador y pone de relieve de forma convincente cómo muchos de los argumentos con que se ha embellecido este tipo de actividad productiva (el teletrabajo se da en las actividades productivas y no en las relacionales) vienen a ocultar realidades contrarias: se dice que el teletrabajo concede mayor autonomía e independencia del trabajador, pero resulta que es al revés y que éste no solamente está sometido a un mayor y mucho más eficaz control de la empresa (p. 146) puesto que está siempre localizable, sino que tampoco puede diferenciar entre su vida privada y su vida profesional, dado que ésta interfiere permanentemente en aquella y que, por último, ni siquiera puede controlar los tiempos y horarios de trabajo: "el tiempo de trabajo tiende a crecer cuando éste se desarrolla en el hogar con las repercusiones correspondientes en los otros ámbitos de la actvidad privada" (p. 205).
El trabajador distante es un estudio novedoso de gran interés basado sobre todo en la observación directa de los teletrabajadores, sin base estadística pero con buena cobertura empírica. Quizá la crítica que quepa hacerle es un estilo generalmente premioso, algo repetitivo y muchas veces confuso. Pero se trata de una aportación valiosa en un camino en el que está todo por hacer ya que este del teletrabajo es un mundo desconocido.