Durante el fin de semana están celebrándose o se han celebrado cuatro congresos de partidos en España: el PSOE lo ha hecho La Rioja y Andalucía, el PP vasco en Bilbao y Convergència Democratica de Catalunya en Barcelona. El menos relevante ha sido el del PSOE de La Rioja en donde no había cuestiones litigiosas que resolver ni crisis que capear. El congreso riojano no ha sido sino el marco en el que Pepe Blanco, vicesecretario general del PSOE, ha aprovechado para atacar al señor Rajoy acusándolo de trastorno de personalidad múltiple por cuanto éste defiende como ciudadano ejemplar al señor Fabra, capitoste alicantino del PP, implicado en asuntos oscuros de corrupción, al tiempo que asegura que su partido tiene nada que ver con tan feo vicio.
El Congreso del PSOE en Andalucía recuerda a aquellas asambleas de los antiguos países socialistas u hoy en Cuba, a las que acudía la gerontocracia en el Gobierno a revalidar sus títulos. Lleva el partido veintiséis años ininterrumpidos en el poder, habiendo ganado ocho elecciones autonómicas todas ellas menos una por mayoría absoluta y seis bajo la presidencia del incombustible señor Chaves, quien ha revalidado el cargo de Secretario General del PSOE de Andalucía con el 93% del voto en rabioso aplauso. Sin duda todo ello es escrupulosamente democrático y nadie puede pedir en serio que se aparte al candidato socialista, sea quien sea, sólo para que el PP pueda ganar al fin unas elecciones en una de las tres regiones de España (Extremadura y Castilla-La Mancha son las otras dos) en que jamás lo ha conseguido. Pero casi veinte años de gobierno ininterrumpido agotan el más rico venero, agostan la más fértil imaginación y convierten la política en una pura rutina. El larguísimo mandato del señor Chaves está tan rodeado de intereses creados que el mero atisbo de intentar buscarle un sustituto casi provocó escenas de nervios entre los congresistas que sólo pudieron calmarse cuando el señor Chaves aceptó de nuevo el cargo y prometió estar "disponible" para 2012. Efectivamente, que nada se mueva y que todo quede como está por otro cuarto de siglo. Ese 93% de aceptación del señor Chaves es un buen índice del grado de aplatanamiento y burocratización del partido en Andalucía.
En el congreso del PP en el otro extremo de España, en el País Vasco, las cosas han transcurrido de forma mucho menos ritualizada que en el PSOE andaluz. Se ventilaba en él qué grado de aceptación o enfrentamiento encontraría el candidato a presidente bienquisto de la dirección nacional del partido, el señor Antonio Basagoiti. No las tenía todas consigo el señor Rajoy ya que en el País Vasco era en donde habían concentrado su labor opositora los sectores más conservadores del PP y contrarios al giro al centro (o pseudocentro) que él propone, esto es, la señora María San Gil y el señor Mayor Oreja, con el apoyo externo del señor Aznar. Sin embargo, al final, el señor Basagoiti ha salido con el 70% de los votos que, no llegando a las cifras apoteósicas del PSOE (recuérdese que el señor Rordríguez Zapatero pasó del 92% del voto en el último Congreso federal), supera holgadamente el apoyo obtenido por la candidata oficial a la presidencia del PP en Cataluña, señora Sánchez Camacho. Es decir, como siempre, en el País Vasco es más el ruido que las nueeces, incluidas las del señor Arzallus y nunca llega la sangre al río por más que haya continuas amenazas de que, de suceder una cosa u otra, las aguas se teñirán de rojo. El PP vasco se normaliza y a la señora San Gil siempre le quedará la posibilidad de apuntarse a UPyD, para compartir espacio con doña Rosa Díez.
Por último, el congreso de Convergencia Democratica de Catalunya en Barcelona, el principal partido de la coalición CiU que perdió el gobierno de la Generalitat en 2003 a manos del señor Pasqual Maragall y no ha conseguido recuperarlo hasta la fecha. La consagración del señor Artur Mas como secretario general de CDC es, en realidad, su última oportunidad para ganar las próximas elecciones catalanas de 2011. Para ello, el señor Mas cree necesitar una coalición CiU más sólida, con un socio de Unió Democratica de Catalunya más leal al proyecto nacionalista y, a su vez, una carga más soberanista de ese proyecto, cosas que son difícilmente compatibles. Pero es la encrucijada de CDC: combatir a los independentistas republicanos de ERC en su propio territorio y, al tiempo, conservar el apoyo de los demócratas cristianos de Durán i Lleida, a quienes no placen las aventuras soberanistas.
(Las imágenes son dos famosos carteles de propaganda del champagne Moët & Chandon, de Alphonse Mucha, 1899).