dilluns, 4 de febrer del 2008

Obispaña.

¡Más madera, que es la guerra! gritaba Groucho Marx en Los hermanos Marx en el Oeste. ¡Más bronca, que hay elecciones! gritaban ayer los monseñores, anardecidos, a punto ya de sacar en procesión a los fieles contra el Anticristo monclovita. (Si alguien cree que exagero, aquí dejo el enlace que prueba cómo no hace mucho la Falange y el PP se manifestaban en Murcia al grito de ¡Zapatero, Anticristo!) El coro episcopal fue ayer ensordecedor. Monseñor Cañizares, bravo cruzado de la fe proclamaba en la catedral de Toledo ante una audiencia tan exigua como provecta que la Iglesia

"proclamará sin cesar y reivindicará en cualquier circunstancia la dignidad e inviolabilidad de todo ser humano y los derechos fundamentales que le corresponden al hombre, incluidos los de la libertad de conciencia y de libertad religiosa en toda su extensión, así como todos los correspondientes a la libertad de la educación".

Los maliciosos que piensen que esa Iglesia debe de ser otra de la que todos conocemos con su pasado de intolerancia, autos de fe y matanzas sin cuento en nombre de Dios, aparte de condenarse para siempre, harán bien en recordar cómo no hace ni meses, esa misma Iglesia ponía de patas en la calle a una profesora de religión para que ejercite su libertad de conciencia con mayor holgura o cerraba una parroquia en el extrarradio de Madrid para que sus curas rebeldes recuperen la dignidad perdida en el ejercicio del Evangelio mal entendido.

El mismo belicoso obispo, Vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española, afirmaba a continuación que, con su famosa nota, la CEE no quería contentar a los hombres.

sino a Dios, que aprueba nuestras intenciones. Nunca hemos tenido palabras de adulación, ni codicia disimulada. Dios es testigo. No pretendimos honor de los hombres."

Es decir, hablan en nombre de Dios, Dios está con ellos, los demás son unos sindiós, incluidos el ministro Moratinos, el embajador Vázquez y el candidato Bono, todos ellos fervorosos católicos.

Dicen los obispos que se sienten insultados. Aunque así fuera (que no lo es) ¿qué tal vendría a su soberbía ponerse en el lugar de aquellos a quienes su emisora lleva años insultando groseramente? Es tal la ira clerical que hasta los obispos catalanes, normalmente más moderados que los del Celtiberia Show, han perdido los nervios y hablan de... ¡linchamiento!

Vale. Pongamos un ejemplo: el obispo de Sigüenza-Guadalajara, monseñor José Sánchez, dice que criticar a la jerarquía "puede desequilibrar el país". Si eso no es soberbia y envanecimiento, que venga el Dios de Monseñor Cañizares y lo vea. El mismo monseñor Sánchez asegura que "poner sanbenitos en la historia ha traído pésimas consecuencias para el país". ¿Cómo suena eso, teniendo en cuenta que los sanbenitos los inventó la Iglesia y se los impuso a los herejes, relapsos, "marranos", en fin, a todos los que durante siglos persiguió, quemó vivos, desterró y destruyó? Claro que los sanbenitos han traído "pésimas consecuencias para el país". Entre otras, la existencia de gentes como José Sánchez, el obispo Cañizares y otros curas trabucaires dispuestos a dar la batalla electoral en tono aguerrido y fuerte, ahora que los conmilitones de la derecha parecen bastante desnortados.

Y más que estarán en los próximos días como no se desmarquen de las soflamas de la clerigalla. ¿O cree el señor Rajoy que el hecho de que el PSOE saque 6,4 puntos en intención de voto al PP según el Publiscopio de Público o que él mismo sea el político peor valorado según una encuesta del Instituto DYM para el otrora fiel ABC se debe a las asechanzas de Satanás?

Dice el señor Rodríguez Zapatero que los obispos pueden votar a quien quieran y que no hace falta ser adivino para averiguar a quién lo harán, sin duda presumiendo que votarán al PP. Para mí que al PP del señor Rajoy, the ugly loser, no lo votan ya ni los obispos.