Que estamos en mitad de una crisis económica es del dominio público. El nombre que se le haya de dar aún está en discusión. Nadie quiere reconocer una recesión y se habla de "probabilidad de recesión"; pero esa probabilidad es alta; Greenspan la cifraba en un 50%, o sea 1/2, una de las dos caras de una moneda. Hasta ahora he leído términos como slowdown y ralentissement, esto es, "desaceleración" y el presidente Bush ha hablado de riesgo de downturn que es algo así como "descenso".
Los especialistas dicen que para que haya recesión se precisan cuando menos dos trimestres seguidos con tasas de "crecimiento negativo". Esa expresión es un oximoron perfecto cuya razón de ser debe de ser meramente diplomática, esto es, evitar el término "decrecer". Pero eso es algo absurdo. Considérese que uno tenga una empresa de gestionar capitales de terceros que se los confían para que los haga crecer, para que los aumente. Considérese la cara que se le pondrá a un cliente al que le decimos que su capital ha tenido un crecimimiento negativo de diez por ciento. No será de alegría.
En todo caso, la economía, ciertamente. El presidente Bush, el señor Matorral, ha presentado un paquete de reducción de impuestos a personas y empresas en los EEUU por valor de unos ciento cincuenta mil millones de dólares. En algún sitio he leído que esto es una medida típicamente neoliberal. Es sorprendente. El abc del keynesianismo, la bestia negra de los neoliberales, es que, en tiempos de amenaza de crisis o crisis, el Estado, los poderes públicos intervengan para mantener elevada la demanda. Hay diversas maneras de conseguirlo y una es reducir los impuestos, lo que hace que los individuos tengan más dinero para gastar. Igual que las empresas para invertir. Podemos discrepar sobre el carácter de las medidas, sobre si son mejores las exenciones o las políticas activas de empleo, pero decir que la intervención pública en el sistema económico es práctica neoliberal simplemente es no saber lo que se dice.
No había terminado de hablar el señor Matorral explicando su plan y ya había bajado la bolsa de Nueva York, que empezara el día al alza. Y ello no porque Mr. Matorral sea gafe sino porque, como se sabe muy bien, los mercados suelen descontar las medidas extraordinarias porque, en parte, las provocan ellos mismos. Esto es, en definitiva, el solo anuncio de este tipo de medidas intensifica la conciencia de crisis y la recesión se hace más cercana. Si uno quiere provocar un sobresalto y quizá una crisis, lo primero que hace uno es salir pidiendo medidas "brutales", como el señor Arias Cañete, experto del PP en asuntos económicos hasta que el señor Pizarro lo ha dejado en la sombra.
Efectivamente, como resulta que al final en las elecciones españolas va a hablarse de economía, la derecha ha "fichado" como número dos por Madrid al señor Pizarro. Ese fichaje, que estaba pensado para eclipsar el mal efecto de la decapitación del Robin Hood de Chamberí, ha sido una clase perfecta de cinismo político, algo que parece sacado directamente de Maquiavelo. Dice el interesado que viene "como uno más", que es el "último afiliado al PP" y que "viene a sudar la camiseta". Las expresiones no pueden ser más vulgares y topicazas y, además, absurdas con absurdo surrealista, que es el que le da el tono maquiavélico en el sentido de negar con todo descaro lo que está haciéndose a la luz del día. Dice el señor Pizarro: "como uno más" y sale de la nada para ocupar el segundo lugar de la lista por Madrid. Dice el señor Pizarro que es "el último afiliado del PP" pero trae la ficha firmada por los señores Rajoy y Aznar. O piensa que quienes lo escuchan son idiotas o es un perfecto idiota.
Desde luego, el rasgo más característico de esta luminaria de la ciencia económica es que no dice más que lugares comunes y frases manidas que carecen de sentido. Eso de que "donde está mejor el dinero es en el bolsillo de los ciudadanos" es una cita de una frase de otro sin citar al otro, un expolio, vamos. O lo de que la economía se maneja como "un buen padre de familia, ahorrando más y gastando menos". La verdad, es difícil tomarse esto en serio. Debe de ser porque recuerda que allá por los tiempos de sus orígenes, los de Jenofonte, se entendía por "Economía" la ley que rige el hogar. Un país, sin embargo, es algo distinto. Un país nunca es una familia (término de comparación que encanta a la derecha) sino un conjunto de familias, muchas veces enfrentadas entre sí a muerte. Y eso ya no es fácil de explicar ni de predecir, ni hay un solo modelo que imponer, digan lo que digan los obispos o el monago.
Se hablaba en un post anterior de que un servidor no compraría un coche usado al señor Pizarro y éste afirma ahora que él se lo compraría al señor Rajoy y llegaría con él al "final del mundo". Ahí es posible, pero no algún otro lugar de la tierra menos incómodo. En fin, puede que el señor Pizarro sea la revelación en algún momento. Por ahora parece un hombre bastante limitado pero muy seguro de sí mismo, lo que mueve un poco a risa. Aunque no ya tanto el verlo usar a las víctimas del terrorismo en el primer día de su aparición pública como candidato del PP. Es de esperar que se detenga esa odiosa costumbre de poner color de partido a los muertos.
Lo más característico que he leído acerca del señor Pizarro es el propósito de la señora Aguirre de que viene a servir al Partido y no a servirse del Partido. Que cada cual entienda lo que quiera. Que no va a "servirse del partido" lo remacha él asegurando que viene "a dar el callo con pico y pala, como todos", otra vulgaridad así como de club de futbol y, además, falsa, salvo que se entienda que los ministros (éste lo será y vicepresidente, si el PP gana) trabajan a base de pico y pala. Lo dicho, aquí alguien se está pasando con la credulidad de la gente.
(Foto: presidente Bush. Fuente: omestes' photos. Licencia Flickr).