Adoro a doña Esperanza Aguirre. Es dama de hierro, palabra de fuego y sonrisa seráfica; de una simpleza aparente cultivada, cultivada como aparente y como simpleza. Tiene dominio de la imagen, sabe estar y no estar y hasta desestar, si se me autoriza el neologismo. Irradia luz propia incluso en presencia del astro del Reino. El episodio del otro día largándole una fresca al Rey que lo puso a barbotar su indignación la dejó bien establecida como política de ámbito nacional y/o estatal con todos los focos sobre su persona. Mosén Jiménez Losantos rendido a sus pies, y los demás bizqueando de envidia. Hay que ser amiga de los amigos. En el horizonte se perfila el tándem Aznar/Ramírez, traspersonado ahora en el de Aguirre/Losantos.
Me encanta su batería de tropos, sus contundentes comparaciones que revelan gran capacidad de síntesis histórica. La detención de aquellos dos militantes del PP que, por supuesto, no estaban tratando de abrir la cabeza en una manifa al entonces ministro de Defensa, señor Bono, pasó a ser una actividad digna de la Gestapo. Como se sabe, condenados en primera instancia los "gestapistas", fueron absueltos en apelación; pero lo de la Gestapo ahí queda. No iba a retirarlo la señora Aguirre, que se le manchan los faralaes. Gestapo. Demuestra conocimientos de historia de exóticas tierras. También podía haber dicho que el hecho le recordaba a la Brigada Político Social de Franco, más del terruño. Pero se le habrá olvidado.
Ahora leo (o quizá se lo haya oído a ella misma en la tele, en su tele) que defiende el pluralismo de Tele Madrid, también conocida como "Telespe" en contraposición al estalinismo puro y duro de la tele de Andalucía. De su tele no vamos a hablar porque no hay por dónde cogerla de puro manipuladora y sectaria. Ahí he visto programas del señor Del Pino, agujerólogo de la acreditada doctrina de la conspiración, que permiten considerar la cadena autonómica no como televisión partidista sino faccional o sectaria; de y para Aguirre y sus amigos; de risa.
Merece más la pena glosar lo del estalinismo. Antes era la Gestapo, ahora el estalinismo. El pacto germano-soviético, sin duda. Estos sociatas son pendulares, tan pronto en la extrema derecha nazi como en la extrema izquierda bolchevique. Son dos "tipos ideales" de Max Weber pero si la señora Aguirre convence a todos quienes se encuentran entre ellos, gana las elecciones prácticamente por unanimidad.
Eso del estalinismo es un hallazgo típico de la estrategia del espejo puesto que donde hay que ir a buscarlo paradójicamente es al partido de la señora Aguirre, un lugar en el que los militantes y dirigentes no pueden decir en público lo que piensan cuando contradice en algo la posición oficial. La superioridad jerárquica competente ha desautorizado las manifestaciones de doña Montserrat Nebrera y don Jesús López-Medel, ambos discrepantes con la línea oficial del partido de que en los condenados del 11-M no están todos los que son, que faltan los del think tank. La FAES del terrorismo, para entendernos. Les han dicho que esas cosas se pueden decir in conventum, pero no coram populo y la señora Nebrera ha cantado la gallina antes de que el señor Sirera, que anda buscando escarmentar a alguien para mostrar a la jefatura su músculo, la mande a cuarto de banderas. Es decir, en el PP, como en el extinto Partido Comunista de la Unión Soviética, el de Stalin, se puede hablar en público siempre que sea para coincidir con el mando.
Esto no se ve en el PSOE; al contrario, es un partido polifónico, a veces cacofónico en el que cada cual dice lo que le parece. Creo recordar que hasta hace escasas fechas, la señora Rosa Díez (por cierto ¿qué ha sido de ella?) era militante del PSOE, se expresaba de forma muy crítica y hasta agresiva con la dirección partidista y, si se ha ido, ha sido porque ha querido, pues nadie la expulsó, ni siquiera le dijo que se callara. La señora Gotzone Mora sigue siendo militante en idénticas condiciones. Una señora miembro de un partido que pide el voto para otro y, nada, tampoco, nadie la manda a Siberia. Decir que un partido así sea estalinista es literalmente no saber de qué se habla, o hablar como decía mi abuela "a tontas y a locas". Pero es que la señora Aguirre tiene mucho de las unas y las otras. Por eso es adorable.
Seguramente se dirá que se trata de calificar a la televisión andaluza y no al PSOE. El partido acaba apareciendo siempre. Pero el hecho es que la tal televisión invitó a un programa de debate al señor Nacho Villa, que es algo así como si Stalin hubiese promovido al Comité Central del Partido al camarada Trotsky. Ni pensarlo, ¿verdad? En cambio, el señor Nacho Villa, por su intemperancia, su intransigencia, su carácter inquisitorial y vengativo sí recuerda bastante al fiscal Vichinsky, el de los procesos de Moscú de la segunda mitad de los años treinta del siglo XX. Estalinismo puro y duro.
(La imagen procede de la pág. web de la Presidencia de la Comunidad de Madrid).