El señor Aznar, cuya capacidad para encizañar, sembrar odio y rencor, tergiversar y mentir carece de parangón a mi juicio desde los tiempos de la Zizanie de Asterix, se ha puesto al frente de la manifa de la la derecha española de mañana, robándole el proscenio al pobre señor Rajoy, al que, por más que se desgañita ante los micrófonos, no se toma en serio ya ni su familia, y no la política, sino la real. Aquí el que manda en la reacción es el señor Aznar que tiene mucha mayor "pegada" mediática que el registrador de la propiedad de Pontevedra. Su sola presencia electriza a sus seguidorxs y exaspera a sus detractorxs. Y él no tiene límites o quizá sí, tan lejanos y difusos como sus principios morales: con tal de destruir, vale todo.
Decía ayer este asalariado de Murdoch en un artículo en La Razón que "mañana, sólo seremos españoles consternados que salen a la calle en defensa de España y por la libertad" y señalaba que no habrá extremistas. ¿No digo que miente más que habla? El primer extremista es él mismo. Quería decir que no habrá "fascistas" y se le olvidó decir "visibles". Camufladxs, todxs lxs que haya en España, sin duda.
Somos lxs ciudadanxs que no nos manifestaremos con la reacción quienes estamos consternadxs al ver que la derecha antidemocrática, anticonstitucional, franquista, patriotera y montaraz vuelve a tomar la calle para amedrentar al conjunto de la nación, haciendo ver que quienes no secunden su frenesí no son ciudadaxs de bien, honradxs o pacíficxs.
Quede, pues, bien claro que la de hoy será una manifa de reaccionarixs, fascistas, ultramontanxs, carlistas del requeté y (seguramente) nazis-bolcheviques, esto es, lxs comunistas hipernacionalistas, y pseudopatriotas. Porque quien dimite del Consejo de Estado de nuestro país para ponerse a sueldo de un magnate extranjero no solamente no es un patriota, sino que es un lacayo de intereses extranjeros, que todo cuanto agita aquí es una burla a los sentimientos de lxs españolxs.
Y una vez que ha quedado eso claro, que quede claro también que, aunque el PP movilizará todos sus recursos, Madrid será un hervidero de autobuses y, según los cálculos de la señora Aguirre, que tampoco para de agitar a las masas de pueblo en pueblo, se manifestarán entre 30 y 40 millones de indignadxs españolxs, lo que hoy salga a la calle será todo el voto del PP, así que contadlos bien, porque esa cantidad son sus votos. El resto de lxs españolxs de bien y de moderación ya no quiere saber nada de este partido de la porra, hecho de demagogia y populismo.
Una vez claro lo anterior, vamos a un pequeño análisis de lo que ha pasado y cómo ha llegado este desgraciado país a la ridícula situación de tener una pandilla de energúmenos tratando de imponer a gritos e insultos en la calle lo que no consiguen obtener en el Parlamento donde, por cierto, también rebuznan y cocean lo suyo. La respuesta es clara: hemos llegado aquí por la cobardía, la falta de entereza y seguridad del Gobierno del PSOE. De Juana debió salir sin más trámites cuando cumplió su condena, y el Gobierno no debió amilanarse ante el griterío de la derecha, asegurando que se construirían "nuevas imputaciones", como tuvo la caradura de decir el entonces ministro de Justicia del PSOE. Eso fue ceder al chantaje de la derecha. Dice ahora ésta que cuando ella excarceló, acercó presxs, dio tratos de favor a De Juana y otrxs asesinxs "no pudo hacer lo contrario". Lo mismo tenía que haber dicho el PSOE cuando tocó el turno de De Juana, en lugar de arrugarse ante lxs linchadorxs, retorcer el derecho y conseguir sendas sentencias inícuas contra este preso. Porque, al final ¿que ha pasado? que ha tenido que dar marcha atrás a la concesión que hizo a lxs reaccionarixs en su día y ahora estxs, muy en su estilo, no se lo perdonan y van por él.
Algunos predijimos lo que ha sucedido. Nadie nos hizo caso. Ahora tampoco nos lo harán, pero es un hecho: atenuar la prisión de De Juana es menos injusto que mantenerlo en prisión, pero sigue sin ser justo. Ese hombre debe estar en libertad porque, nos guste o no, cumplió su condena y no hay derecho a condenar a nadie injustamente sólo por mantenerlo en la cárcel para dar gusto al señor Rajoy y a los rajoys de este país, sean uno, cien mil o treinta millones.
Lo que el PSOE tenía que explicar a la gente, a los treinta o a los cuarenta millones, es que condenar injustamente a una persona es deslizarse por una pendiente para acabar condenando injustamente a cientos miles.
Por una vez estoy de acuerdo con el ponzoñoso señor Aznar: no se debe ceder a ningún chantaje, porque quien cede a uno, cede a cientos. Por eso, el Gobierno hizo muy mal cediendo al chantaje de lxs aznáres en su día y ahora paga las consecuencias.
Cargue, pues, el Gobierno con la vergüenza de su pusilanimidad, pero tampoco siga apurándose que, aunque el señor Rajoy ya ha advertido que seguirá dando la matraca en el Congreso "gestionando" los cien millones de manifestantes de hoy, tiene los votos que tiene y el índice de popularidad que tiene y, al final, la calle desemboca en una urna.