¿Lo ven? El homenaje de pasado mañana promete ser un espectáculo en todos los sentidos. La "normalidad" de Sánchez según la cual el jefe del Estado debe estar presente en un asunto "de Estado" se vislumbra muy anormal. La decisión del gobierno solo cuenta con el apoyo de los partidos unionistas y la Societat Civil Catalana (SCC) y fuerzas adyacentes en la hosquedad de la extrema derecha. Será una manifestación unionista de homenaje a las víctimas y apoyo a la monarquía. Una manifestación partidista.
Partidista porque, en el conflicto actual, la oposición Unión/independencia es una oposición de partidos, se quiera o no. El partido unionista ha impuesto al independentista un formato de acto que este no acepta. Sus reacciones van a ser diversas, según anuncian, pero todas coinciden en marcar distancias con el homenaje estatal. Los CDR contraprogaman el acto y homenajean a las víctimas con una marcha republicana. La CUP también hará manifiesta su ausencia. Los demás programan actos propios de homenaje con su presencia en otras partes. El acto oficial nace muerto, con una ostentosa ausencia de instituciones, autoridades y asociaciones. Hasta en el ayuntamiento barcelonés hay discordia. Al cabo, la representación municipal puede quedar reducida a la de la señora Colau y sus incondicionales, cuya relación con la corona es, como la del poeta, de odio y amor. Lo deslucido de todo servirá para poner más de manifiesto la falta de recursos del Estado en relación con Catalunya.
Los de la SCC convocan a homenajear a las víctimas y al rey y recomiendan a sus seguidores abstenerse de todo símbolo partidista. El problema es el valor que tenga la exhibición de la rojigualda. Los convocantes no pueden prohibirla porque, para ellos, no es símbolo partidista, sino que nos ampara a todos, hasta a los separatistas. Pero eso es para ellos. Para los independentistas y allegados, la rojigualda es un símbolo partidista, el de los unionistas que, a su vez, consideran partidista la estelada mancilladora de la neutralidad del espacio público. La rojigualda, jamás.
Porque estamos hablando de Catalunya; no de La Rioja o Extremadura. Catalunya: una nación sometida a la que se quiere obligar a aceptar como "normalidad" una situación en la que hay presos/as y exiliados/as políticos/as. Precisamente los representantes del pueblo catalán, democráticamente elegidos por este. Es difícil de entender tanta obcecación en el error.
Aunque quizá mejoren algo las cosas. C's va a llevar a los tribunales al ayuntamiento de Reus por volver a colgar la pancarta de libertad a los presos políticos. Supongo que, como prueba de contumacia de los munícipes reusencs, aducirá que han hecho caso omiso del asalto que un comando de C's perpetró contra el mismo ayuntamiento hace unos días. Son muestras del espíritu berlanguiano-tabarniano del unionismo en Catalunya.
De todas formas, sería de agradecer que fueran siempre por la vía judicial, como las personas civilizadas cuando creen que se atropellan sus derechos, en lugar de estar agrediendo y atacando a la gente en la calle, provocando trifulcas a cargo de una abigarrada mezcla de delincuentes habituales, militantes de C's y agentes del orden de paisano, algunos de los cuales llevan armas blancas y hasta de fuego y las exhiben.
Las autoridades deben actuar con mayor diligencia para proteger los derechos de los ciudadanos y garantizar el orden público y la seguridad precisamente en contra de las provocaciones y agresiones callejeras de los seguidores de quienes piden orden y seguridad.