Hay un ambiente tabernario en que vuelan insultos y groserías desde todas las instancias, altas, medias, bajas e ínfimas, sobre todo ínfimas, generalmente dirigidas contra el independentismo y contra Puigdemont y Torra, por este orden. ¡Cómo han puesto al MHP! Hay quien lo convierte en una mezcla de Hitler, Lenin y Stalin. Más conciliadores, otros lo tachan de supremacista, racista y xenófobo. Tengo entendido que hasta el señor Albiol.
En ese ambiente casi delirante los medios tranquilizan al personal anunciando que el presidente M. Rajoy está dispuesto a negociar pero siempre en el marco de la ley. Contengan la risa pensando en que el presidente podría ofrecer diálogo al margen de la ley. Podría, tratándose de este presidente. Quédense con la idea de diálogo para calibrar su buena fe.
Rajoy habla de diálogo, no como oferta, sino como respuesta. La oferta vino del presidente de la República Catalana en el exilio y el presidente del govern de la Generalitat. Como siempre. Pero, además, la respuesta se ha formulado tras haber mantenido una reunión con el PSOE en la que han amenazado al govern con un 155 más duro, de juzgarlo (ellos, por supuesto) necesario. Más duro, obviamente, quiere decir secuestro de los medios públicos de comunicación en Catalunya e intervención directa de la escola catalana. Se añade que, además, ahora no habrá elecciones.
La dictadura.
Y de la mano del PSOE. Este prácticamente la da por hecha y con contundencia, dice, "si el camino es el que está anunciando Torra". Amenaza sobre amenaza, se arroga el B155 una facultad de supervisión que convierte a la Generalitat en la delegación del gobierno central. Al proyecto se sumará hoy sin duda C’s con todo entusiasmo ya que no quiere oír hablar de elecciones. Y los socialistas invitan asimismo al plan al cuarto partido nacional, Podemos, con argumentos que hacen destrozos en él.
Al parecer, la mejor manera de atraer a los catalanes a un proyecto común voluntariamente no es teniendo ese proyecto común y negociándolo con ellos. El mejor modo es tratar a Catalunya como una colonia y despojar a sus habitantes de sus derechos, incluso el de elegir a sus representantes.
Es obvio que el aumento de la represión no eliminará el movimiento independentista. No lo creen ni quienes lo hacen. No aspiran a vencer, pero sí a estabilizar una situación de inestabilidad e inseguridad provocada por ellos mismos a través de sus poderes dictatoriales. A ese espíritu debe de obedecer la siniestra advertencia que circula por las redes: “os montaremos un Ulster que vais a cagaros” o algo similar.
La respuesta a una oferta de diálogo "sin condiciones" es una contraoferta de sometimiento. Una oferta de una burla de diálogo. Se entiende por qué la CUP precisa que su objetivo es la independencia, no dialogar. Es la forma de diálogo que faltaba, el no-diálogo. Por lo demás, se equivocará quien crea que esta posición de ir a la independencia sin diálogo es minoritaria. Encuentra un amplio eco en las organizaciones sociales y los CDRs.