dissabte, 14 d’octubre del 2017

¡Ah, la modernidad!

El mero hecho de que esto sea motivo de titular en portada del periódico dice mucho sobre la implantación de lo digital en la vida de la gente. Pues sí, el independentismo catalán se ha articulado en gran medida en la red. Podría hablarse de un e-gobierno en la sombra, un shadow e-cabinet, para dar mayor fuerza a la opinión de Palinuro de que en España la verdadera oposición es Cataluña. Pero no lo es solo en el orden institucional; lo es también en el social. El grado de movilización del independentismo catalán es infinitamente superior al del unionismo y, en general, el nacionalismo español. En los últimos días han florecido las rojigualdas en ventanas y balcones, pulseras y vehículos, pero es un gesto espontáneo, desestructurado, movido por los medios de comunicación, singularmente la TV. No hay una red de voluntarios/as trabajando activamente todo el año, en todas las clases sociales, para adelantar su reivindicación y organizar los actos colectivos.

Todo eso se hace fundamentalmente en la red. La Revolución catalana se caracteriza por una acción colectiva de ciberpolítica. La presencia del independentismo en las redes es abrumadora. Y es congruente con ello que sus instituciones funcionen igualmente en lo digital. Es más, la ciudadanía está acostumbrada a interactuar entre sí, pero también con sus instituciones a través de las redes. 

Qué manía la de estos catalanes de andar siempre en vanguardia. Así no hay manera de encajarlos en el conjunto de una nación que celebra su aniversario haciendo desfilar una cabra.