Pues, sí, ya ven en qué momento crucial. La idea fue de Salvador Cot, el director del elMón.cat, periódico en el que colaboro y a quien se le ocurrió que lo acompañara. De este forma, me tienen mañana, viernes, en el Palau de la Generalitat, a ver qué cuenta el MH sobre esta situación generada por la CUP. Y que tiene a mucha gente indignada en Cataluña. Por supuesto, a la hora de explicar la motivación de su rechazo a los presupuestos, hay una batería de argumentos que suscitan contraargumentos del mismo valor así como una verdadera andanada de improperios e insultos, algunos francamente inadmisibles.
No obstante, hay un punto de vista que no parece haber entrado en las consideraciones de los cupaires cuando quizá hubiera debido hacerlo, aunque solo fuera para evitar caer en el descrédito público como lo han hecho. Estoy seguro de que, si ahora hubiera elecciones, la CUP tendría un resultado ridículo. El punto de vista que todos entendemos sin mayores problemas es que el maximalismo no es bueno. Sobre todo si se pretende tomar una decisión que mantenga a quien la adopte un margen de acción. Porque, obsérvese bien: gracias a ese bloqueo de los presupuestos y la fulminante reacción de Puigdemont de plantear la cuestión de confianza en septiembre, dando por roto el acuerdo de legislatura, la CUP se ha quedado sin iniciativa política y sin margen de maniobra. Pudieron influir en las decisiones del gobierno en sentido favorable a sus objetivos; ahora no pueden hacer nada, salvo juntarse con la oposición y esperar a la cuestión de confianza en septiembre, en donde a lo mejor acaban votando con el señor Albiol para terminar con el primer gobierno netamente independentista que ha tenido Cataluña en esta Restauración.
Y eso no es un timbre de gloria.