Mi artículo de hoy, en elMón.cat, que me lo han trasladado del finde a la mitad de la semana, el miércoles, que es el día dedicado a Mercurio, un metal líquido. Tengo simpatía por ese dios, el Hermes de los griegos, a su vez un tipo polivalente: mensajero de los olímpicos, patrón de los ladrones, los comerciantes y los mentirosos (sans blague!) y de muchas otras cosas y presente en muy diversos momentos de capital importancia en la historia de la humanidad. Por ejemplo, es el encargado por los dioses de llevar a Paris la manzana de Eris y decidir el famoso juicio con el que empezó la guerra de Troya. Tuvo amores con Afrodita (¡afortunado inmortal!) de los que nació, lógicamente, Hermafrodito, alguien muy peculiar y que yo convertiría a mi vez en patrón/a de la autarquía o el autoservicio de no ser porque, por otra parte, ligando a la vieja usanza se conoce gente y se hace uno una culturita. En su encarnación como Hermes Trismegistos, da origen al conocimiento hermético que viene a ser una contradicción en los términos y a la hermenéutica o métodología científica que nos enseña cómo siempre cabe entender las cosas de una forma que no se le había ocurrido a nadie antes.
Bueno, lo dicho, sans blague, al grano: el artículo pretende demostrar que España vuelve por donde suele: el vacío de poder como el que hay ahora en el Estado, en el centro de la Península en donde reina un tirano o no manda nadie y el gobierno está en sede vacante. La idea es que los independentistas catalanes aprovechen el momento y aceleren la hoja de ruta. Todo lo que hagan es lo que llevarán ganado cuando los partidos consigan componer un gobierno medio viable en Madrid.
El texto castellano:
El vacío del vacío.
El vacío de poder es condición endémica española porque, cuando no hay vacío, tampoco hay poder. En España no hay nada ni funciona nada, como no sean las organizaciones de delincuentes, desde las redes de trata de mujeres hasta los partidos políticos formados por presuntos malhechores y las burocracias corruptas. La única diferencia entre el gobierno en plenas facultades, que no hacía nada, y el gobierno en funciones, que aun hace menos, es que este último, además, se ha declarado en rebeldía y se niega a rendir cuentas al Parlamento. Ya puede la Cámara pedir la comparecencia del ministro Soria por los papeles de Panamá. Antes comparecerá en el Parlamento de Panamá. O en el de Marte.
Según todos los pareceres, es posible que este gobierno de la derecha ultramontana gane las próximas elecciones con una mayoría holgada en lo que resultará ser un caso único en la historia de masoquismo colectivo. Gente que vota a quien la desprecia, la explota y la esquilma. Incomprensible, pero cierto. Es muy posible que haya cuatro años más de corrupción, de saqueo, de sobresueldos, de chulería españolista, de ley mordaza y franquismo por doquier. Muy posible que el país siga paralizado a merced de la absoluta incompetencia de estos gobernantes. Muy posible que la “gran nación” de Rajoy siga sin pintar nada en los escenarios internacionales.
Frente a este gobierno no hay oposición; no existe un terreno común entre los otros tres partidos institucionales desde el que oponerse. Los tres mosqueteros con un mandato clarísimo de constituir un gobierno como fuera han fracasado en su empeño. Los mismos que se reían de los catalanes porque no componían gobierno a raíz de las elecciones de 27 de septiembre se encuentran ahora en la misma situación, pero con peores perspectivas y una evidente falta de capacidad para resolverla. Se intercambian acusaciones, no proposiciones. Como el gobierno al que se oponen, tampoco sirven para nada.
En este momento, la única oposición real que hay al gobierno en funciones es Cataluña. El único territorio que marca distancias y tiene a raya al nacionalismo español es Cataluña. Las relaciones entre el gobierno del Estado y la Generalitat no solo son inexistentes sino de abierta confrontación… por parte del gobierno central. Rajoy llega a Cataluña y no se entrevista con el presidente de la Generalitat que es tan Estado como él, sino que se limita a proferir amenazas en tono apocalíptico y tonterías en clave castiza. Como si esto fuera el backyard del decrépito imperio español.
Por lo demás, a Cataluña, como única oposición del régimen de la derecha neofranquista, le da igual que el gobierno del Estado esté en manos de la derecha o de la izquierda en la medida en que las dos son nacionalistas españolas y contrarias no solo a la secesión de Cataluña sino a la mera idea de un referéndum consultivo, no vinculante, con el fin de aplicar el principio democrático. Solo Podemos parece aceptar la idea de un referéndum catalán y no está muy claro en qué términos.
Siendo el único contrapoder real al gobierno del Estado, la Generalitat no puede esperar ayuda de ninguna otra parte, sino, al contrario, reproches, críticas y amenazas. Cuando no meras provocaciones, como suele suceder en las redes en donde se vierte el mayor porcentaje de catalanofobia imaginable. Solo puede contar con sus propias fuerzas, sus instituciones, su sociedad civil y su gente. Y con la simpatía que pueda despertar en la comunidad internacional por su carácter abierto, democrático y pacífico.
La minoría nacional catalana en España tiene derecho de autodeterminación diga lo que diga el Tribunal Constitucional español y todas las autoridades del Estado, pero ningún gobierno español permitirá su ejercicio. Siendo como es una minoría nacional estructural en el conjunto del Estado, no puede esperar que funcione en su caso el principio democrático porque los catalanes nunca serán una mayoría dentro de España y no les llegará solidaridad de ninguna de las partes que extraen beneficios del sojuzgamiento catalán.
Por eso, lo mejor que puede hacer es aprovechar ese vacío de poder que hay en España para llevar adelante su hoja de ruta y proceder a la desconexión cuanto antes.