Después de intentarlo varias veces inútilmente, por fin conseguí alquilar en la red la película de David Illudain sobre Bárcenas, interpretada por Pedro Casablanc (Bárcenas) y Manuel Solo (juez Ruz) con guión de Jordi Casanovas. Es una bomba. Reproduce al pie de la letra las declaraciones del ex-tesorero del PP ante el juez Ruz en la Audiencia Nacional en las que revela la trama de financiación ilegal del partido durante veinte años, los cobros y pagos en negro, los sobresueldos periódicos de algunos de los principales dirigentes, especialmente Mariano Rajoy y Maria Dolores Cospedal a los que Bárcenas afirma haber entregado en mano 25.000 euros a cada uno.
La película está rodada sobre una obra de teatro del mismo Casanovas, titulada Ruz-Bárcenas, dura algo más de una hora pero te deja atornillado a la silla del principio al final. Y eso que no tiene acción, pues consiste exclusivamente en el interrogatorio de Bárcenas cuando este, en 2013, se decidió a tirar de la manta y dar todos los nombres de políticos involucrados en la corrupción (Rajoy, Cospedal, Arenas, Trillo, Cascos, etc) y los empresarios que se supone financiaban al partido en negro (Villar Mir, Luis del Rivero, etc.). En realidad es un documental, un testimonio directo, en el que la dramatización, al operar sobre la frialdad de una deposición judicial, añade extraordinaria fuerza. La fuerza de la verdad.
B es un resumen y una requisitoria del grado de corrupción y podredumbre a que ha llegado el país de la mano del principal partido de la derecha. El mero hecho de que esa situación haya dado para una pieza de teatro y un film es buena prueba de la degeneración del sistema de la segunda Restauración. A la que se añade la asombrosa circunstancia de que, tras saberse lo que se sabe, aquí no haya dimitido nadie.
Al contrario, la película, que se financió mediante crowdfunding, con más de quinientas personas sufragando los gastos, ha tenido que luchar contra una muy esperable campaña de silencio y ocultación en los medios. Solo hay 16 copias en circulación, apenas se proyecta en cines comerciales, nada en la televisión, por supuesto. Un boicoteo en toda regla.
Sin embargo, su visionado debiera estar abierto al público. Saber el grado de depravación y granujería de los gobernantes es un buen comienzo para iniciar la catarsis que el país necesita si quiere sobrevivir a esta trama de auténticos depredadores.
Quien quiera alquilarla o comprarla, la tiene aquí.